
Imokawa Mukuzo Genkanban no Maki / ÔTEN SHIMOKAWA (1917)
Difícilmente se puede hablar de la cultura clasemediera popular sin mencionar -en la barra televisiva- la aparición de grandes series del tipo anime. Sin reduccionismos, éste tipo de dibujos animados, con una peculiar manera de trazarlos, se ha vuelto un referente para la cultura pop en el siglo XXI. Si en occidente tenemos a Walt Disney, en el oriente salen a flote personajes como Osamu Tezuka, conocido popularmente como el padre del manga. Aclaremos términos sin rigurosidad: manga dentro de Japón se refiere a las historietas en general; en el resto del mundo el término hace referencia únicamente a la producción o estilo de trazos de los mismos. Como plus, los mangas se leen de derecha a izquierda. Anime se refiere a los dibujos animados. Ambos términos fungen como referentes de producciones equivalentes a las occidentales, pero terminan significando una producción particular, endémica y pronto, massmediatizada.
Aunque su historia en Japón se desenvuelve con el siglo XX, es durante la década de los 60 cuando Tezuka populariza la producción y es hasta principios de los años 90 cuando estos elementos adquieren condición mundial y son exportadas a todos los confines del planeta. Mencionemos series de la nostalgia, Mazinger Z (publicada en los 70, exportada en 1985 a México) y Saint Seiya (conocida también como Caballeros del Zodiaco), otro elemento popular durante los 80´s, como dos ejemplos característicos del shonen (género de acción) y mechas (referente a los argumentos con robots). Entre las eries que podían mirarse en tele abierta durante los 90 dobladas al español con trabajos muy bien hechos, y hablo desde mi experiencia, mencionemos a Detective Conam, Las guerreras mágicas, Dr. Slump, La visión de Escaflowne, y quizás las más famosas: Sailor Moon, Ranma ½ y sin duda alguna, la serie de Dragon Ball, Z y GT.
El consumo de estos tipos de entretenimiento, sin embargo, también desembocaron en el surgimiento de una tribu urbana. Al hallarse esta reivindicación cultural en la afición al anime, manga y cultura nipona, al incluirse estos procesos durante la generación y pronto su producción junto con la explosión del internet, la afición por la cultura oriental alcanzó niveles de consumo estratosféricos. El meollo del asunto radica en las preguntas: ¿qué es un otaku?
Puedo decir con certeza que durante mi secundaria y prepa formé parte de esta tribu urbana; aún recuerdo que todos los amantes del anime y manga nos reuníamos los sábados en el taller de dibujo y de ahí nos íbamos a Plaza de las Américas, gran bastión otaku en Ciudad Juárez. Cada semestre, en aquellos años, se llevaban a cabo dos convenciones de anime, mis amigas de aquel entonces elaboraban cosplays (juego de palabras entre costume y play) de sus personajes favoritos. Aún poseo una centena de revistas de Conexión Manga, y dos o tres ejemplares de mis series preferidas.
Dentro de las particularidades que hicimos durante esos años estuvo el hecho de montar coreografías de intros de series de anime, compra y venta de figuras coleccionables sobretodo, anime y manga. De aquellos años rescato la existencia de Mundo Vid (que aquí en Monterrey se localizaba en la Estación Cuauhtémoc), hoy extinta. Las convenciones de aquel entonces no distan mucho de las que hoy, a una década de distancia, se elaboran; concursos de cosplay, de retas en videojuegos como el Smash Bros., compra de gastronomía japonesa, a saber, sushi, onigiris, ramen y tanto más. Asimismo, la adquisición de figuras coleccionables, peluches, llaveros o productos oficiales, importados desde los Estados Unidos.
Si bien ahora recuerdo con nostalgia a mis amigos, y a aquel estilo de vida, si algo dejó huella es la serie Cowboy Bebop que no dejo de ver y recomendar.
vuelta de página: Otakus en Letras
El término de inicio denota otredad, en su etimología menos compleja “otaku” se utiliza como una forma para referirse a la casa del otro, en una etimología peyorativa funge como el equivalente a un maníaco, obsesivo o loco, y en una reapropiación occidental, sirve como una bandera de los seguidores en todas sus escalas posibles, de la cultura del anime.
En una encuesta 26 alumnos y exalumnos de las licenciaturas en Letras (mexicanas/españolas/hispánicas, dependiendo el plan de estudio) respondieron preguntas dirigidas respecto a la afición a la cultura japonesa, empero, también se integró ésta con el reciente boom a los boy-band koreanos, situación que, con distinta directriz, también representa un gusto común por la comunidad otaku.
Resultados
- De los 26 alumnos, el 44 % indicó edad en entre 18 y 20 años, es decir, la mayoría nacida entre el año 95 y el 97. Con un 24%, aquellos con entre 21 y 23 años. Con un 12% hubo un empate entre las edades de 25-27 y 15-17y con 8% mayores a veintisiete.
- De los encuestados, la media de edad desde la que empezaron a ver anime fue de entre los 12 y los 15 años, con casos mínimos en donde hablaban de verlos desde los 7 u 8.
- En cuanto al tiempo diario destinado, en promedio para el consumo de estos entretenimientos, una mayoría del 61.5 % de los encuestados confirmó ver de 1 a 3 horas; con 30.8, de 3 a 5 horas. y sólo el 7.7% aseveró consumir anime o manga más de 5 horas al día.
- Respondiendo a la pregunta ¿Cuánto dinero aproximadamente has gastado en productos que tengan que ver con la cultura japonesa-koreana, en el último mes? Los encuestados dieron múltiples respuestas, la mayoría indicó ceros, sin embargo hubo discrepancias entre algunos otros que mencionaron haber gastado más de 4000 pesos en el último mes. La media particular de consumo se quedó en los 300 pesos al mes. El 70% aseguró haber asistido a una convención de anime en el último año.
Preguntas personales:
Para revisar superficialmente el fenómeno, se establecieron tres preguntas abiertas dirigidas; la primera, que radicara en la relación del estudio de Letras con el gusto por estas subculturas. Una gran parte de los encuestados aseguró no relacionar ni complementar una cosa con la otra.
La segunda pregunta abierta se refirió a esta afición como influencia para la elección de una carrera, la aplastante mayoría indicó que no hubo ninguna relación.
Otra pregunta se refirió al carácter discriminatorio que ocurre sobre esta subcultura y sus tribus, entre los encuestados tampoco sucedió un mapa de discriminación, pues la mayor parte de ellos indicó que se sentían en confianza con tener esta afición y no se avergonzaban de ello:
Para la última pregunta, desde adentro y pidiéndoles que se explayaran, se les preguntó qué autocrítica se podría realizar a la comunidad seguidora de estos elementos asiáticos. La mayoría de disertaciones radicó en el no ser obsesivo, demostrando un discurso de marginación social por este gusto, algunos de los encuestados utilizaron lenguaje ofensivo para referirse a los seguidores, aún siendo parte de esta encuesta. Como términos, surgieron palabras como enajenación trauma, obsesión.
A modo de conclusión:
De los casi 350 alumnos inscritos en los planes de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, 26 accedieron a responder las preguntas, pero eso no significa que sean una minoría inmensa: cada vez son más los seguidores de esta cultura y lo van demostrando poco a poco en sus producciones académicas y culturales. El suceso y el fenómeno ahí está: los crecientes intercambios socioculturales a través de medios como el internet y la televisión siguen propiciando una situación más globalizada y conectada del caso. Quizás ya separándose de la apropiación de indumentaria, o viéndolo como un hobbie y no como una obsesión, cada vez son más familiares los términos como cosplay, fanfic, fandom, etcétera. Es la vida adolescente en los tiempos de la globalización; la categoría de entretenimiento oriental representa inmensos ingresos, al igual que la piratería.
Hay fanáticos del anime, quizás no presentes en esta encuesta, que viven dos realidades, una en donde son profesionistas, estudiantes, trabajadores; otra en donde consumen entretenimiento, se disfrazan, ansían conocer, visitar y vivir en Japón, lo sueñan… ¿será esto una bilocación?