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La formación estético-ideológica del Grupo Nuevodrama

abril 19, 2016Deja un comentarioTeatro y Artes VivasBy Nidia Burgos
01 Nidia Burgos (NUEVODRAMATEATRO.WIX.COM)

NUEVODRAMATEATRO.WIX.COM

Nuestro grupo de investigación teatral en la Universidad Nacional del Sur, desde 2011 viene estudiando la constitución del campo teatral bahiense en el contexto de producción, circulación y recepción de ideologías estéticas.

 

En el período de la postdictadura, las micropoéticas que experimentaban los dramaturgos emergentes especialmente en la ciudad de Buenos Aires se difundieron en la ciudad de Bahía Blanca porque los grupos locales y la filial de la Sociedad Argentina de Actores contrataban a teatristas emergentes del campo teatral porteño para perfeccionarse en nuevas técnicas de trabajo actoral. Aquellas búsquedas modernizaron el campo teatral de nuestra ciudad, especialmente en lo que se refiere a las puestas y técnicas de actuación.

 

Ese vínculo dialéctico entre el sistema teatral externo y las expectativas, necesidades y limitaciones de nuestro campo intelectual, hicieron que aquel “estímulo externo” sufriera un necesario proceso de apropiación productiva y finalmente se diluyera en el propio sistema teatral, integrándolo. Esto lo podremos ver claramente en el derrotero del grupo teatral bahiense al que examinaremos en sus contactos con Ricardo Bartís, Pablo Ruiz Seijos, y Manuel Santos Iñurrieta entre otros.

 

En 1992 surgió en Bahía Blanca el grupo Nuevodrama, conformado por actores de distintas capas etarias y de variadas procedencias estéticas, que sintieron la necesidad de unirse, teniendo en cuenta que estaban transitando: el neoliberalismo y el posmodernismo. El por qué y para qué hacer teatro fueron el nudo de los debates de creación. Y primó la máxima de viejos militantes del teatro bahiense, como Pato Spaltro, quien —ya fallecido— se constituyó sin embargo en un faro para los actores que desarrollaron su actividad en los años sesenta y setenta. El decía: “El teatro no es un lugar de puro entretenimiento pasatista, sino de creación, de lucha y como decía Roberto Arlt, se hace con prepotencia de trabajo”. El grupo decidió dar total libertad a sus miembros para trabajar también con otros elencos y se dispusieron a capacitarse mediante invitaciones a directores y docentes foráneos.

 

En 1992, cuando se preparaban los festejos por los 500 años de la Conquista, surgió la inquietud de generar un contrafestejo. El dramaturgo bahiense Rubén Pupko había escrito una obra premiada por la Municipalidad de Bahía Blanca, que versaba sobre el tema. Así empezaron a trabajar con su obra América Paraíso. Acordaron con Víctor Mayol que residía en Neuquén, emprender el desafío. En octubre del 92 estrenaron en el Teatro Municipal. Pero el por entonces, crítico del diario local, Mario Linares, según recuerda Alberto Rodríguez uno de los fundadores del grupo: “No nos perdonó que no siguiéramos la línea ideológica que se basa en el concepto de “encuentro de culturas”, como se llamaba a la conquista, que trajo el exterminio y el latrocinio a nuestra América. Pero así y todo, con esta obra, fuimos elegidos para representar a la Provincia en el Encuentro Nacional de Teatro”. Todo esto fortaleció la idea y la definición —hasta ese momento algo precaria— de que Nuevodrama no sería indiferente a los sucesos políticos y sociales del país y que tomarían posición ante lo que sucedía a su alrededor. En el grupo partieron de una idea-fuerza: “No aceptamos la neutralidad en el arte”. Tomaron posición. Desde entonces, cada compañero que se integra, debe asumir esta postura.

 

Pasó el tiempo, siguieron produciendo excelentes obras, hasta que en 1997, invitaron a Bartís a dar un taller de fin de semana. En este, se mezclaron actores experimentados con estudiantes de la Escuela de Teatro (unos treinta en total). Cuando más adelante, Rodríguez le fue a pedir los derechos de El pecado… él les dijo que no, que esa obra era fruto de un trabajo colectivo del Sportivo y que ellos debían por sí mismos navegar la obra completa de Roberto Arlt y entonces hacer su propia obra. Les dio el nombre de un alumno suyo, miembro del Sportivo Teatral, que podría ayudarles en esa tarea: Pablo Ruiz Seijos. Éste accedió y comenzó a viajar a Bahía cada 15, 20 días. Empezaron en octubre y estrenaron en abril Fuerzas perdidas. Ahí primaron las pautas de la dramaturgia Bartisiana: partir de las obras de un autor, bien empapados de su poética, su problemática y su época, pero sin ajustarse servilmente a los textos.

 

La fuerte productividad que genera la obra de Roberto Arlt se puso de manifiesto en toda su intensidad en la creación colectiva que realizaron: Una compañía de actores itinerantes llegaba a la ciudad a poner en escena obras de Arlt, pero sus propios dramas personales irrumpían en el proceso de la puesta. La misma denotaba un trabajo integral, arduo y a conciencia de la vasta producción de Roberto Arlt: los cuentos Prueba de amor, El jorobadito, Ester primavera y las novelas: El juguete rabioso, Los siete locos y Los lanzallamas, obras en las que se basó su trabajo, generando una pieza nueva. Mediante el ritmo unificaron los saltos temáticos. El ritmo, según Bartís, encadena momentos fundando un sentido más poético del texto.

 

No hubo representación sino un relato rizomático que utilizando por momentos fragmentos de las obras antecitadas constituyó un lenguaje nuevo y donde todos los elementos se narraban en el cuerpo de los actores. Hubo una inteligente utilización del espacio escénico donde varias puertas confluían en una sala central pero éstas no sólo se abrían y cerraban a ambientaciones particulares sino que semánticamente integraban los pasajes. Los pocos elementos escenográficos, mínimos, pero relevantes en cuanto a significaciones, demostraban que el grupo sabía distinguir lo esencial y cómo brindarlo.

 

La fuerza de los textos literarios fue determinando variadas interpretaciones pero en todas predominaba la compenetración de cada actor con su personaje, pero no desde una impronta psicologista, sino a través del recorrido mismo que ellos hacían por el entramado de situaciones y de vínculos de esos seres ilusos y desesperados, encallados en situaciones límite y embarcados a la vez en problemáticas fuertemente existenciales. Así, Nuevodrama bajo la notable dirección de Pablo Ruiz Seijos logró extraer, en 18 meses de trabajo, la esencia de la desesperanzada visión del mundo del dramaturgo argentino.

 

Hicieron 60 funciones y cuando cambiaron de sala —el grupo considera— que la obra se resintió; pero ganó el Regional como mejor obra y en el Provincial ganó el Premio Revelación Leonardo Fabrizi como El Jorobadito.

 

Leonardo Fabrizi (1979) profesor de teatro egresado de la Escuela de Teatro de Bahía Blanca, ingresó a Nuevodrama con Tercero incluido de Pavlovsky; luego hizo la iluminación en El verso de La Mandrágora donde Nuevodrama fue dirigido por Julio Cardozo y en 2005 decidió irse a Buenos Aires a estudiar al Sportivo Teatral. No había cupo aquel año, entonces se fue a Calibán con Norman Briski. Estuvo un año ahí y al año siguiente ya fue al Sportivo como oyente espectador y al fin se fue integrando y se quedó dos años (2006-2007) con Bartís. Paralelamente al aprendizaje en el Sportivo, se convirtió en el asistente de dirección Pablo Ruiz Seijos, en Arroyo Malo y ganaron con esa pieza el Premio Trinidad Guevara.

 

Cuenta Fabrizi que le gustó la concepción más teórica, más integral del teatro que tenía Bartís, si lo comparaba con los maestros que había tenido. Una noción más fotográfica del espacio, el enrarecimiento de la escena que propone siempre, los tiempos, los ritmos que logra. Porque —dice— “con él se aprende no solo dentro del escenario. Tiene una docencia muy dinámica. Viene de la militancia política y eso se respira en su mundo, en su mirada permanentemente crítica, y si nos ceñimos a lo estrictamente teatral utiliza la actuación como memoria colectiva y él no exige interpretación, sino creación. No causalidad, sino procedimientos. Con él, el tiempo salta, no se concatena”.

 

Después de aquella experiencia, Fabrizi regresó a Bahía Blanca, volvió a Nuevodrama y ahí trabajó con Celeste Moor quien en 2003, también había pasado por el Sportivo Teatral. Ambos compusieron parte del elenco de Nuevodrama en El ocaso de una dama, luego Fabrizi dirigió Cámara lenta de Eduardo Pavlovsky. Para hacerla, Leonardo Fabrizi investigó de manera exhaustiva durante casi un año junto a Mauro Casco para lograr juntos que el arco expresivo de este actor, llegara al máximo. Fabrizi no hace reproducir un texto, sino que genera microacciones autónomas con una constante: el deterioro progresivo de Dagomar, un boxeador que ha quedado incapacitado después de una pelea “arreglada”.

 

Fabrizi no permite que olvidemos nunca que están actuando, por lo que con la luz y un timbre que alude al mundo del boxeo y especialmente a los tiempos de los rounds, ejecuta los cortes de las veinte escenas y en ese momento, aún en la penumbra, uno ve que Dagomar se yergue y camina con normalidad y que sólido, entero, se dispone al casi instantáneo próximo acto. El actor genera un campo de afectación expresiva muy intenso porque en esos cortes recupera su dominio en un salir y entrar en el personaje, lo que se denomina actuación deíctica. Fabrizi le imprime a la pieza una dinámica temporal de gran intensidad emocional. Está muy estudiada la luz, sus intensidades, y hay detalles de enrarecimiento de escena,(la pava que gira) Esta opacidad se suma a los susurros, a ciertas palabras inaudibles, a frases inconclusas, a un lenguaje oblicuo, alterado, corrido de eje. La indeterminación ya venía en el texto de Pavlovsky, señalada con puntos suspensivos, con didascalias que indicaban “como mareado, como muy perdido”.

 

¿Por qué se integran tan bien los textos de Pavlosvky con las acciones bartisianas? Porque ambas aluden a fenómenos micropolíticos —los cuales— como bien señalaba Pavlovsky— no se definen por lo pequeño, sino porque escapan a la representación. Se caracterizan por su imprevisibilidad y son intempestivos. Suspenden la continuidad temporal, y alteran la costumbre. El espectáculo genera una producción de verdad que enfrenta al slogan automatizado: “Todos los boxeadores terminan mal”; el pasado ominoso se convierte en una experiencia operante y transmisible, tanto en imágenes y relatos, como en interpretaciones y conceptualizaciones.

 

La estancia de dos años en el Sportivo Teatral y trabajar paralelamente como asistente de dirección de Ruiz Seijas le permitió a Leonardo Fabrizi empaparse de la metodología bartisiana. Su compañera Celeste Moore también había vivido una experiencia semejante en el Sportivo en 2003, vueltos a Nuevodrama trabajan según esas teorías, las comparten y reiteran en sus talleres y clases. El efecto multiplicador de estas personas es enorme.

 

Otro hito fundamental en la formación estético ideológica de Nuevodrama la constituye su acercamiento a Manuel Santos Iñurrieta, actor, dramaturgo y director del grupo porteño Bachín Teatro, que viene trabajando en el desarrollo de un teatro de características épicas. Su contacto con el grupo bahiense se inició por una invitación de Alberto Rodríguez, quien lo convocó a dictar en Bahía Blanca un taller de teatro épico. Al año siguiente lo invitó a trabajar en un proyecto de Nuevodrama. “Notas para un viaje interminable”. Santos Iñurrieta vino a Bahía Blanca y planteó un trabajo de creación colectiva a partir de núcleos temáticos y de las experiencias de cada actor. Realizó una operación de selección y ordenamiento de los materiales producidos en los ensayos y con ellos, hizo el montaje de una estructura lineal a través de una suerte de sketches que brindaban en general tres momentos de cada suceso: caos, combate y renacimiento. Recapitulaban la historia de la Argentina desde sus inicios través de los avatares que sufría una compañía transhumante de artistas del espectáculo. Evocaban las invasiones inglesas, la campaña al desierto, la semana trágica, etc. Al rememorar la década del ´70, el grupo anclaba en la historia local. La proximidad de aquellos sucesos con la historia personal de los actores y de la ciudad, acentuaba su dramaticidad.

 

El óvalo de la cara pintado de blanco, con clara reminiscencia de clown, marcaba un distanciamiento entre hombre- actor- personaje y público.

 

En 2013 el Grupo Nuevodrama nos ofreció su propia versión de El ocaso de una dama, versión libre de Rubén Pupko sobre El jardín de los cerezos de Anton Chéjov, realizada y dirigida también por Manuel Santos Iñurrieta.

 

Cada obra había ido recreando la anterior y atendiendo a la vez la situación de cada momento histórico, con la visión particular de cada versionista. Pupko se había referenciado en los años noventa del menemato, pero su obra, en manos del grupo Nuevodrama bajo la dirección de Santos Iñurrieta, se transformó en un teatro político de choque ofrecido con una fuerte economía de conflictos y una desbordante teatralidad.

 

Esos cambios responden a la ideología estética de Manuel Santos Iñurrieta que coincide con la de Nuevodrama: Adoctrinan en forma remarcada, utilizando las técnicas brechtianas, utilizando escenas o frases, muy bien elegidas, de Anton Chéjov y los famosos soliloquios chejovianos que aquí interpelan, advierten y enseñan. Pero la pedagogización militante de este teatro no afecta negativamente a la obra, que es ágil, dúctil, precisa, porque toda la teatralidad está puesta en la intensidad de las acciones, y en esto el Grupo Nuevodrama tiene experiencia. Aplican un ritmo y una fuerza bien dosificadas. La dirección de Santos Iñurrieta los conduce a una suerte de farsátira, pues caricaturiza la situación central: la caída de una familia patricia, convirtiéndola en un hecho espectacularmente escénico que adquiere fuertes ribetes cómicos.

 

La más reciente propuesta de Nuevodrama es Arturo Ui, siguiendo el estilo del teatro épico que ya venían practicando con el director de esta versión, Manuel Santos Iñurrieta: un teatro político que propone un “distanciamiento” que rompe la ilusión escénica y obliga al espectador a asumir una actitud crítica frente a la escena que le muestran.

 

En esta propuesta, la “ilusión escénica” se rompe con humor, con sarcasmo, con canciones, con equívocos (maravilloso Hugo Ledesma que nos dice otra vez con su gesto que “ser mujer es vestirse de mujer” como decía Copi); con una frase vulgar: “Me voy a la mierda” (dicha con impecable dicción sardónica por Oscar Pasquaré); con el personaje de Hitler representado con histrionismo admirable por Rocío Ameri; con burgueses altaneros que se convierten en temibles y graciosos gánsters, que hacen reír pero sin ocultar la truculencia del crimen, de la violencia y el abuso de poder.

 

La opacidad textual de la versión de esta obra de Bertold Brecht, puede producir al comienzo una cierta incomodidad en el público no versado en la estética Brechtiana y en sus particulares características. Pero inmediatamente la magnífica estrategia de comunicación, propia del teatro épico, usada aquí con gran destreza y excelencia de recursos —canciones, carteles explicativos que se van sucediendo—, unida a la capacidad actoral impecable a la que nos tienen acostumbrados los integrantes de Nuevodrama, comunica, opina, transmite polémicas y un clima de época (las décadas de 1920 y 1930 en EEUU), clarificando el sentido pero sin dejar de obligar al espectador a trabajar activamente en la reconstrucción histórico social de la ascensión de Hitler al poder en Alemania, planteada desde una Chicago gansteril y mafiosa que por momentos remite a aspectos del real histórico contemporáneo.

 

La estética de la obra, planteada desde una escenografía y vestuario muy cuidados pero con mínimos recursos y mucha astucia (delicioso ejemplo el traje militar de Julio Teves, por solo nombrar uno) y una caracterización de actores altamente relevantes, marca un distanciamiento entre hombres- actores- personajes y público.

 

Santos Iñurrieta ha realizado una excelente selección de actores planteada desde el phisique du rol, y los avezados actores, muy bien conducidos, parten de núcleos temáticos que van dando ordenamiento a la acción.

 

Como en obras anteriores, su poética se basa en una narrativa de acontecimientos —a través de acciones físicas y verbales— en la que prima una ideología estética que estima la memoria y el enjuiciamiento de la historia para que el espectador se aleccione.

 

Considero que es importante señalar los cambios que en los aspectos formales, oportunamente generó Bartís en éste y en otros grupos: importancia del ensayo, la improvisación como principio creador, borramiento de la tiranía del dramaturgo y del director, valorización de las situaciones por encima de los diálogos, importancia de la cercanía con el espectador, cuestionamiento a las técnicas introspectivas, la sensorialidad y la verdad naturalista, entre otras. Nuevodrama coincide con Bartís en el hecho de que, como él, se niegan a integrar la cultura del entretenimiento, que como él dice, es estúpida y aniquilante. Difieren con Bartís en que Nuevodrama busca apoyo oficial, dinero de publicidad, etc, cosas que Bartís cuestiona.

 

Nota * Una primera versión de este trabajo fue leída en las 4º Jornadas de Teatro Nacional y Regional en el Teatro Municipal de Bahía Blanca en octubre de 2015

 

Obra: “FUERZAS PERDIDAS”. Autor: Creación colectiva. Papeles protagónicos: Graciela Musotto, Julio Teves, Leonardo Fabrizi, Alberto Rodríguez, Hugo Ledesma, Jorge Habib, Rocío Ameri y Matilde Murúa. Asistente de dirección: Leandro González. Asistencia técnica: Yanina Borrego y Javier Klein. Producción: Grupo Nuevodrama. Puesta en escena y dirección general: Pablo Ruiz. Lugar: Árteles (Rondeau 350)

 

Obra: “CÁMARA LENTA. HISTORIA DE UNA CARA” (1981); Autor: Eduardo Pavlovsky; Actúan: Mauro Casco (Dagomar), Ángel Dantagnan (Amílcar), Paola Gimenez (Rosa), Escenografía: Héctor Amigo, Iluminación: Victoria Tello; Asesoramiento Técnico: Andrés Zudaire; Dirección: Leonardo Fabrizi.

Lugar: La Panadería – Lamadrid 544

 

Obra: Notas para un viaje interminable. Creación colectiva del elenco de Nuevodrama: Julio Teves, Leonardo Fabrizi, Alberto Rodríguez, Hugo Ledesma, Celeste Moore, Lina Sitz, Jorgelina Fernández. Iluminación y sonido: Virginia Aparicio, Proyección: Claudio Souto, Dramaturgia: Manuel Santos Iñurrieta y Nuevodrama, Dirección y puesta en escena: Manuel Santos Iñurrieta. Lugar: Teatro El Tablado, Chiclana 453, Bahía Blanca.

 

El ocaso de una dama. Autor: Rubén Pupko. Versión: Manuel Santos Iñurrieta. Grupo: Nuevodrama: Julio Teves, Leonardo Fabrizi, Alberto Rodríguez, Hugo Ledesma, Celeste Moore, Mauro Casco, Rocío Ameri. Iluminación: Andrés Zudaire. Sonido y proyección: Victoria Tello. Escenografía: Graciela Musotto y Héctor Amigo. Vestuario: Candela Torrecilla. Dirección: Manuel Santos Iñurrieta. Asistente de Dirección: Graciela Musotto. Lugar: Centro Cultural La Panadería, Lamadrid 544, Bahía Blanca.

 

Obra: Arturo Ui. Autor: Bertold Brecht. Nuevodrama: Julio Teves, Leonardo Fabrizi, Alberto Rodríguez, Hugo Ledesma, Celeste Moore, Jorgelina Fernández, Rocío Ameri, Oscar Pasquaré. Iluminación: Victoria Tello, Música original: Jorgelina Fernández, Proyección y sonido: Mauro Casco, Micaela Forestier, Escenografía: Héctor Amigo, Vestuario: Celeste Moore, Rocío Ameri, Realización de vestuario: Rosángela Nunes Rodríguez, Micaela Forestier, Coreografía, entrenamiento y asistencia general: Sebastián Ameri, Versión y dirección: Manuel Santos Iñurrieta, Producción general: Grupo Nuevodrama, Lugar: Teatro La Panadería, Lamadrid 544, Bahía Blanca.

 

 

 

 

 

 

 

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Sobre el autor

Nidia Burgos

Doctora en Letras por la Universidad Nacional del Sur. Profesora Titular en el Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur. Desde 2007 dirige la Editorial de esa Universidad. De 2005 a 2007 presidió la Asociación Argentina de Teatro Comparado. Miembro del Comité Internacional de la Cátedra Internacional de Historia del Teatro Argentino de la Universidad Nacional de San Martín. Miembro del Consejo Asesor del Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En 2008 recibió el PREMIO TEATRO del MUNDO en la categoría FIGURAS EN LABOR DE EDICIÓN. PREMIO MAYOR TEATRO del MUNDO EN LABOR EN EDICIÓN 2012- 2013 por "David y el general" de Coral Aguirre. En 2015 PREMIO ESPECIAL TEATRO DEL MUNDO por EDICIÓN de “Dramaturgias bahienses”. Ha publicado la “Historia del teatro en Bahía Blanca” en los Tomos I y II de "Historia del Teatro Argentino en las provincias" dirigidos por Osvaldo Pellettieri. Actualmente dirige el Proyecto de Investigación Teatral “Bahía Blanca en la cartografía teatral argentina de la postdictadura”.

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