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Paisajes olvidados: la frontera del cobre entre 1890 y 1920

mayo 20, 2016Deja un comentarioReseñasBy Alberto Barrera-Enderle

FullSizeRender (2)Durante el siglo XX, el pasado de Estados Unidos fue recreado y narrado por diferentes discursos como la historiografía, la literatura, el cine, los cómics y la museografía, entre otros. Cada uno de estos discursos, a su manera, resaltó y glorificó la expansión americana hacia el oeste en el siglo XIX simplificando dicho proceso e ignorando a su vez cientos de episodios e historias que día a día se desarrollaron en esos territorios que alguna vez fueron mexicanos. Del lado mexicano, por el contrario, el siglo XIX fue casi siempre recreado como un periodo de caos, de interminables conflictos internos y de escaso desarrollo económico, político y social. Además, la frontera norte fue casi siempre vista como un territorio hostil, lejano y del que poco conocimiento se tenía. La línea divisoria que se estableció entre ambas naciones luego de 1848 estuvo pensada en dividir y demarcar los límites de México y Estados Unidos. Sin embargo, en los territorios y poblados adyacentes a la nueva frontera política, esta línea no fue nunca un impedimento para el establecimiento de relaciones de todo tipo a ambos lados de la frontera. Lo característico de estas relaciones, eso sí, es que han sido casi siempre olvidadas por las narrativas nacionales, tanto del lado estadunidense como del mexicano.

 

Justamente el objetivo primordial de Samuel Truett en este libro titulado: Fugitive Landscapes. The Forgotten History of the U.S.-Mexico Borderlands es rescatar del olvido la complejidad de las relaciones que llegaron a establecerse a finales del siglo XIX en la frontera de México y Estados Unidos. Para ello, elige una zona poco estudiada: la frontera entre Sonora y Arizona entre 1890 y 1920. Un periodo histórico en el que ambos estados-nación se habían consolidado y comenzaban un periodo de expansión económica sin precedente. El cobre, y en especial, las minas de cobre, serían el eje sobre el que girarían las relaciones entre los habitantes de esta particular frontera.

 

Alejándose del paradigma de la historias nacionales, Truett usa la “frontera” como su unidad de análisis y consciente de las características paradójicas de la frontera (que no sólo divide sino también une) se dedicó a estudiar la compleja red de relaciones sociales, culturales y económicas que una región fronteriza a ambos lados de la frontera experimentó gracias al boom de las minas de cobre. Echando mano del análisis trasnacional, Truett estudia la frontera entre Sonora y Arizona, un espacio compartido no solo por angloamericanos y mexicanos sino también por apaches, yaquis, chinos y mormones. Una frontera que no sólo fue una encrucijada de culturas sino también de mercados, naciones e imperios. En ello recae la complejidad para estudiar una región con estas características.

 

Truett recurre al análisis tipo middle ground, para poder describir el conjunto de interacciones construidas entre los habitantes de la frontera, sin importar la línea política que divide a ambas naciones. Para ello, utilizó una diversidad de fuentes impresionantes: desde las tradicionales fuentes de archivo (leyes, decretos, regulación de tierras y tratados comerciales binacionales) hasta fuentes más difíciles de emplear como diarios y autobiografías. El empleo de estas últimas le hizo posible entender la utilidad que las relaciones interétnicas jugaron en la configuración de ese espacio trasfronterizo así como incluso del impacto medioambiental que la explotación del cobre generó en la región. El buen manejo de las fuentes permitió a Truett darle agencia y voz a minorías étnicas como los yaquis y los chinos, que aunque no llevaron la voz cantante en las actividades económicas de Cananea y áreas vecinas, sí tuvieron un rol importante.

 

Además, Truett no sigue el típico discurso de que los inversionistas estadunidenses fueron los explotadores y únicos beneficiarios al establecer sus inversiones del lado mexicano. Por el contrario, hay actores de distintas etnias obteniendo beneficios de la permeabilidad de la frontera y de los lazos trasnacionales que en ella se crearon. Aunque en Ciudad de México o Washington, los gobiernos y sus mapas delinearan claramente la línea que separaba a ambas naciones, el día a día de la frontera del cobre entre Sonora y Arizona los contradecía. La línea fronteriza ahí era constantemente cruzada por mercados, mercancías, ideas y personas.

 

Antes de que la “conexión del cobre” fuera establecida en dicha frontera a finales del siglo XIX, existieron varios intentos por hacer de esa frontera una zona próspera. Dichos intentos a mediados del siglo XIX fracasaron en gran medida por la constante amenaza de los apaches y  la incapacidad del gobierno mexicano para controlar dicha frontera. Sin embargo, a finales del siglo XIX, tanto las élites del lado mexicano como las del lado estadunidense apostaron por el desarrollo económico de la región mediante la inversión en minas de cobre. Entre 1890 y 1920 hicieron de esta región una “tierra de fronteras” del cobre (copper borderlands), una región en la que las relaciones sociales, económicas y culturales ignoraron la línea fronteriza que separaba a México de Estados Unidos al grado que la región alcanzó un nivel de desarrollo económico e incluso político tal que no fue extraño ver que fuerzas armadas de un país intervinieran en el otro.

 

Las historias de vida y la atención especial que Truett le puso a personajes que él llama “liminales” (aquellos cuya nacionalidad u origen se desvanece debido a su capacidad para interactuar a ambos lados de la frontera) nos confirman la utilidad del análisis microhistórico y trasnacional para entender cómo los grandes procesos económicos y políticos que pudieran estarse llevando a cabo a nivel mundial impactan en la vida de las personas y cómo éstas reaccionan y se adaptan a dichos procesos. De igual forma, la diversidad de relaciones que Truett estudia en esa frontera desnuda las limitaciones y la miopía que los tradicionales enfoques nacionalistas de la historia solían ignorar y nos invita a seguir profundizando en el empleo de un enfoque trasnacional y a seguir revalorando la historia de la frontera.

 


 

 

Reseña de: Samuel Truett, Fugitive Landscapes. The Forgotten History of the U.S.-Mexico Borderlands (New Haven, CT: Yale University Press, 2006).

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Sobre el autor

Alberto Barrera-Enderle

Doctor en Historia por la Universidad de California, Irvine. Se especializa en la historia de la frontera México-Estados Unidos. Actualmente realiza una estancia postdoctoral en la Universidad Autónoma de Nuevo León financiada por CONACYT.

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