A veces querer cambiar el mundo, la incongruencia de las culturas con sus ritos y ceremonias, la reinvención de un lenguaje que diga mejor sobre nuestros asuntos, soñar con poner el Orden patas arriba, desafiar la Ley proponiendo premisas hasta ese momento inimaginables, transgredir la costumbre que aparecía legítima, pudieran ser las primicias de un nuevo jardín. El siglo de las luces dio entrada a la razón y con la razón fueron conculcadas la locura y las utopías. Se coronó a la Razón en los templos del saber y la religión. “Lo razonable” dio lugar a reflexiones filosóficas de vasta incidencia en nuestros procesos. Justicia política el libro de William Godwin (1756-1836) aparecido en 1793 hace saltar resortes cuando afirma que los gobiernos y las instituciones políticas junto con las prácticas sociales implican un monopolio sobre la propiedad, en tanto que el matrimonio y la monarquía representan un obstáculo para el progreso de la humanidad. Si política y moralidad se restauran, propone Godwin, basándose en los dictados de la razón, tanto la opinión pública como las estructuras políticas pudieran dejar finalmente a los seres humanos organizarse a sí mismos.
Por su parte Marie Wollstonecraft (1759-1797) en su obra de 1792,Vindicaciones de los derechos de la mujer, sostiene que a las mujeres debe educárselas racionalmente oponiéndose a las ideas rousseaunianas que insisten en que la mujer no necesita ser educada para la razón sino para el placer. Si las mujeres son estúpidas y superficiales insiste Wollstonecraft es porque así se las ha educado y así educarán a sus hijas. “Enseñadas desde su infancia que la belleza es el cetro de las mujeres, la mente se amolda al cuerpo y, errante en su dorada jaula, sólo busca adornar su prisión”.
De estos dos pensadores nace Mary Godwin, luego Mary Shelley, creadora de Frankenstein.
Sir Timothy Shelley y Elizabeth Pilford forman parte de la aristocracia de Sussex, en Inglaterra; él es descendiente del Conde de Arundel y ella la dueña por herencia de grandes propiedades. En el siglo XVIII, donde los filósofos denuncian la injusticia de las diferencias de clase y economía, están en decadencia. Lo cortés, ha sido reemplazado por la villanía. Lo cual significa que la corte y sus cortesías han sido suplantadas por los villanos, los hijos de las villas y villorrios.
De estos padres es hijo el poeta Percy Bysshe Shelley.
Y se encuentran para inaugurar con las premisas de sus padres, con la razón del siglo, el desbarajuste de esa misma conciencia que proclamaban sus progenitores, esa conciencia que a Shelley y Mary seducen, pero para crear su propio jardín de las delicias estropeando una vez más los cánones de la razón recién plantados. Verdaderos villanos, se encuentran para desflorar, disolver el Orden, a través de actos que alguien pudiera llamar disolutos y estaría muy bien. La disolución es el principio imprescindible en los actos de la carne, en los juegos eróticos, en el aprendizaje del árbol de la sabiduría, el del bien y del mal. De la Ilustración al Romanticismo.
La hipótesis más congruente es que Mary hija de Godwin dueño de una librería además de pensador, conoce a Percy, el aristócrata, allí, entre los libros que él admira y con un dueño de cuya obra sabe los alcances. También Godwin debe saber que el muchacho ha sido echado de Oxford por un ensayo o panfleto, La necesidad del ateísmo, influenciado por su propia obra. La admiración es mutua. Por su misma conducta, Percy ya no cuenta con el apoyo paterno y está lleno de deudas. Godwin advirtiendo su radicalismo simpatiza con él y lo ayuda. Seguramente desconoce que Percy se ha escapado muy joven con una niña, Harriet, de 16 años con quien ha engendrado un hijo y se ha visto obligado a casarse. Nobleza obliga.
Lo más violento para el ser humano es la muerte, su correlato en violencia y deseo de exterminio, es el erotismo. Godwin que confiaba en que el hombre puede ser racional, no previó que sus premisas podían llevar a sus discípulos a su contrario, anarquismo sí, pero vuelto anarquía en los cuerpos y los corazones del deseo.
Se encuentran cuando ella cuenta con 17 años y ha regresado por segunda vez de Escocia. Aparentemente, Percy, también él muy joven, apenas 22 años, se ha separado de su esposa. Mary huérfana de su madre desde los primeros días, siente una fascinación especial por su tumba donde va a estudiar, a leer, a escribir, a diario. Es allí donde se encuentran en secreto, en el cementerio de Saint Pancras. Y allí comienzan sus amores teniendo por lecho la tumba de la madre de Mary. Acaso la muerte está presente cuando hacen el amor, acaso Eros se acompaña con una fascinación particular por la muerte. O por el aniquilamiento que presupone el instante del climax, ese desfallecimiento que roza con ella.
En esa estación amorosa Mary y Percy encuentran un obstáculo impredecible: la desaprobación del padre de Mary a su relación y por el otro lado, la negación de Percy a saldar sus deudas con él, una vez que hubo de recibir en herencia la finca familiar y concluyeron sus penurias económicas. De modo que subrepticiamente el 28 de julio de 1814 la pareja escapa a Francia llevando consigo al tercero. Esto lo digo a propósito. En toda relación hay alguien presente o ausente que ocupa ese lugar ambiguo de la transgresión aunque más no sea imaginado. Se trata de la hermanastra de Mary, Claire Clairmont ex amante del poeta Byron, amigo de Shelley. Este no sólo repite la experiencia vivida con Harriet, su mujer, sino que ahora agrega a Claire en la fuga. Se ha dicho que Claire también coqueteaba con él pero se desconocen las consecuencias.
Durante esta primera etapa de su convivencia con Shelley, Mary recibe terribles cartas de su hermana Fanny Ilmar, señalando la infelicidad en la que se halla, ¿celos de su hermanastra quien viaja con la pareja? Desde Bristol envía una última y terrible carta el 9 de octubre que obliga a los jóvenes a ir por ella. Demasiado tarde. Al día siguiente Fanny es hallada muerta en una posada de los alrededores con una nota suicida y una botella de láudano. Pocas semanas después Harriet, la esposa de Percy se suicida ahogándose en el lago Serpentine de Hyde Park en Londres. Los amores de Mary y Shelley concebidos sobre una tumba llevan una marca particular. El juego alternativo de la vida y la muerte que nutre toda pasión erótica halla en ellos su expresión más alta.
Mary y Percy regresan a Inglaterra con Claire embarazada. No se separan de ella alojándola en un edificio vecino a su casa. Se trata de la hija de Byron a la que llamarán Alba y luego Allegra Byron. También Mary está embarazada. Su hija nace prematura y no sobrevive. Sufren la condena social por sus actos, viven en medio de perpetuas deudas y la muerte los ronda siempre. Cuando finalmente Mary y Shelley se casan el 30 de diciembre de 1816, ella está embarazada de nuevo. Las transgresiones eróticas dan paso a la vida del hogar…y a nuevas parcas. Porque han de morir sucesivamente su segundo y su tercer hijo.
En el plano amoroso, el erotismo es exterminado por la costumbre, la repetición en la cama matrimonial, los gestos de la cotidianeidad. Pero puede hallar renovado espacio en la creación. O en los viajes.
La muerte provista por el matrimonio se combate con el verano de 1816 donde tanto Mary como Percy, otra vez trío con Claire Clairmont, se instalan en Suiza cerca de Ginebra. Invitan a su amigo el gran poeta Lord Byron en el afán de satisfacer las intenciones de Claire de volver a su antigua relación con él. ¿O es un pretexto? La casa rentada al borde del lago Le Man auspicia la escritura de todos ellos. Las conversaciones entre Shelley y Byron multiplican su inspiración. Después de Alastor, la siguiente obra importante de Percy será Himno a la belleza intelectual inspirada en sus navegaciones por el lago. Por su parte también Byron enriquece su poesía en la tercera parte de La peregrinación de Childe Harold y en Manfred.
Muchas y largas fueron las conversaciones entre Lord Byron y Shelley, a las que yo asistía como una devota pero, casi siempre, silenciosa oyente. Durante una de esas conversaciones, se discutieron varias doctrinas filosóficas y, entre ellas, las referidas a la naturaleza del principio de la vida, y también la posibilidad de que dicho principio llegara a ser algún día descubierto y divulgado.
La razón los había llevado a los bordes del siglo XXI. El deseo, al impulso de ser dioses.
En una noche de lluvias y brumas, obligados a permanecer a lo largo de los días en la Villa rentada, Byron, Shelley, Mary, junto al escritor John William Polidori amigo de Byron, y bajo la sombra de los que la habían habitado antes, Milton, Rousseau, Voltaire, se ponen a leer un libro sobre leyendas alemanas de fantasmas provisto por Polidori. Así acuerdan escribir una historia de terror y muerte. Nace entonces Frankenstein de Mary y El vampiro de Polidori. Ni Shelley ni Byron concluyen el reto. Sin embargo se supone que el primero acuerda con su esposa ciertos rasgos de la obra que por rara inspiración nace de un sueño de Mary.
Mary Shelley se inspira en la transgresión que prefigura crear un ser como si se pudiera ser Dios. El erotismo se ha trastocado en literatura, que sabe parir criaturas siniestras.
Vi, con los ojos cerrados pero con una nítida imagen mental, al pálido estudiante de artes impías, de rodillas junto al objeto que había armado. Vi al horrible fantasma de un hombre extendido y que luego, tras la obra de algún motor poderoso, éste cobraba vida, y se ponía de pie con un movimiento tenso y poco natural. Debía ser terrible; dado que sería inmensamente espantoso el efecto de cualquier esfuerzo humano para simular el extraordinario mecanismo del Creador del mundo.
¿Es posible que después de aquellos primeros encuentros en la tumba de la madre de Mary ya no podamos hablar de una pareja sino de un grupo? Se cuentan muchas historias, a Claire eterna invitada de sus viajes, se agrega luego la pareja de Jane y Edward Williams. Ateos, librepensadores, cada uno a su manera adhiere al amor libre. Shelley se apasiona y cambia de amante a cada instante, impulsando a Mary a hacer lo mismo. Por ejemplo con su amigo el poeta Thomas Love Peacock. No sabemos de qué manera o cuánto Mary responde a sus insinuaciones. El erotismo a su vez se carga de muerte a través de los sucesivos fallecimientos de su progenie. También la hija de Byron y Claire ha de morir pronto. No obstante es la alegría de los viajes y los reencuentros entre unos y otros los que los mantiene juntos. Aparentemente Shelley se vuelca sobre la mujer de su amigo, Jane, y Mary hace lo mismo con el esposo, Edward. Atrapada por la escritura desde su éxito. con Frankenstein se ha puesto a la par de su compañero poeta pero con novela.
Eros, trashumancia, creación y muerte.
Italia vuelve a reunir a los de aquella noche fantasmagórica. Los vuelve a hacer reír y a fantasear, a reivindicar su escritura y enriquecerla. Aunque allí mueran dos hijos de la pareja Shelley/Shelley. Mary es la que sufre más estas pérdidas y a pesar del sol y el Mediterráneo entra en una profunda depresión de la que la salva un poco la literatura y mucho el nacimiento de su último hijo Percy Florence. De Venecia se trasladan a Nápoles donde los escándalos se multiplican por los affaires de Shelley. Mary se agota, no puede seguirle el tren. Lo que sucedió allí es desconocido o en todo caso confuso. También es desconocida la inclinación de Shelley por Byron cuya homosexualidad no creo que fuera secreto. También la presencia perenne de Claire a lo largo de su unión. O la de los amigos de Byron.
Si, como afirma Sade, la vida se sostiene por la búsqueda de placer, es proporcional al derrumbe y a la destrucción de esa misma vida. Mary y Percy hicieron de su relación el lugar de su libre albedrío, el lugar donde todo es posible. Anarquistas del amor, sucumbieron a su propio convite.
En el verano de 1822, Mary otra vez embarazada, ambos regresan a Italia como siempre en grupo con Claire, Edward y Jane Williams. Se instalan al borde del mar, muy cerca de San Terenzo en la bahía de Lerici. Percy y Edward están encantados por la oportunidad de navegar durante el verano. Cuentan con un velero diseñado por un admirador de Byron, quien se ha unido también al grupo. Edward y Shelley parten a comienzos de julio desde la costa de Livorno. A su regreso a Leirici el 8 de julio se desata una fuerte tormenta que los lleva al naufragio frente a las costas de La Spécia. Diez días después sus cuerpos son devueltos por el mar a la ribera. Los amigos entre los cuales Byron, incineran sus cuerpos en la misma playa. Dice el mito que puede ser verdadero, que el corazón de Shelley se negó a incinerarse. Hubo un arrebato por parte de Mary para quitárselo a un amigo de Shelley que quería quedarse con él, y que Byron, sabiamente, se puso del lado de la esposa. Ella envuelve entonces el corazón de su compañero con una página que contiene el Adonais de Shelley.
¿Olvidarás las horas de ventura que en el grato jardín de los amores enterramos los dos solos y tristes, cegando la aterida sepultura con tiernas hojas y nevadas flores? Flores que eran los goces del pasado, y hojas que eran las dulces esperanzas, los sueños de placer que no han volado.
¿Olvidar lo que ha muerto? ¡Oh!, todavía quedan espectros que vengarlo puedan, recuerdo que terribles hacen del corazón tumba muy fría, pesares que vagando por la tristeza que las almas llena, a nuestro oído llegan murmurando: ¡La dicha que se va truécase en pena!
La otra versión es más sencilla y verosímil: Mary decidió quedarse con su corazón antes de la cremación. Corazón que la acompañó hasta el día de su muerte y más allá. Reside con él en medio de las reliquias de sus hijos, restos de rizos, telas, zapatitos, poemas, en lo que viene a ser, después de tanto amor y muerte, su propia tumba.