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Franco: la voluntad indomable

julio 20, 20162 ComentariosArtículos, Derechos Humanos, IdentidadBy Miguel Martínez Jiménez

02 Miguel-Franco interiorConverso con Franco en el café de la librería Gandhi, y lo observo encantado mientras me cuenta su historia. Es un hombre amable, cortés, muy considerado. Viste de forma relajada y con gorra, sin perder el estilo, huele muy bien, sonríe todo el tiempo. Es todo un caballero, pienso. En su historia la determinación y la conquista parecen ser una constante. “Cuando sé lo que quiero, hago lo que sea necesario para obtenerlo. No me gusta perder el tiempo”. Tiene tatuada una frase en cada antebrazo: Indomitable will en el derecho, Forgiveness en el izquierdo. “Son extractos de un discurso de Mahatma Gandhi. Estas han sido palabras clave en mi vida”, me cuenta tras la taza de café.

 

Esta voluntad robustecida le ha traído algunos problemas con su familia. Cuando decidió estudiar veterinaria en la UANL sus padres no estuvieron de acuerdo: querían que egresara del Tecnológico de Monterrey y no les hizo caso. En sus años universitarios formó parte del equipo de futbol americano y presidió la mesa directiva de su facultad desde donde pugnó por la creación de un torneo femenil, tal y como sucedía con los equipos representativos formados por hombres. “Casi lo logramos, llegamos hasta Rectoría, pero me bloqueó un coach de otra facultad que dijo que no quería ver niñas lastimadas”. Para Franco, la voluntad y la responsabilidad son dos caras de una misma moneda, se trata de una posición ética muy bien definida: “Una vez que me doy cuenta de que algo sucede, que algo requiere mi acción, ya no puedo hacerme güey, no puedo ignorar el problema. Si tengo la llanta de repuesto ponchada no puedo manejar mi coche hasta que la cambio. Si sé que he cometido un error, tengo que enfrentarlo. Si sé que necesito algo y puedo conseguirlo, lo consigo”.

 

Franco salió del clóset dos veces y la primera vez la sacaron a la fuerza. Entonces se llamaba Xahira, tenía el cabello largo y una novia en secreto. Su padre lo descubrió todo por una carta de amor bajo su almohada. La verdad salió a flote y Xahira tuvo que confesar lo que sus padres habían negado cómodamente por años: A su hija le gustaban las mujeres. La reacción fue inmediata y punitiva: la princesa se quedaría encerrada en el castillo hasta que se le pasara su locura, su chiflazón de adolescente. Pero Xahira no era ese tipo de princesa. En cuanto pudo escapó de la torre por la puerta principal, con jeans y gafas de sol, llevándose sus cosas y dejando una carta en la que lo explicaba todo. También dejó intacto el sobre con el dinero que sus padres le habían dado para que pagara su inscripción al Tecnológico. El desaire de Xahira sería el primer paso hacia su libertad. Esa noche se mudó con ayuda de sus amigos y durmió en el departamento que ya tenía apalabrado, el cual mantuvo con sus propios ahorros y su trabajo en un call center.

 

Ninguna imposición de sus padres pasaría por encima de su libertad. “Nací después de que a mi madre le pusieron el DIU. ¿Qué más quieres que te diga?”, me pregunta, jocoso. Con el tiempo comenzó a irle mejor. Le gustaba estar en el equipo de americano que se dividía en dos hermandades: las bugas y las lesbianas. Las bugas tenían la costumbre lúdica de llamar en masculino a sus compañeras del otro bando: “guapo”, “cabrón”, “chiquito”. Xahira empezó a sentir bonito. Cuando le comentó esto a su psicoterapeuta, inició un proceso detallado y paulatino de introspección y acompañamiento terapéutico del cual emergió la certeza sobre su identidad y su deseo: Ser un hombre. Ahora quedaba claro. Con la voluntad indomable de siempre y la ética de la responsabilidad de la conciencia, Xahira no pudo ignorar su descubrimiento y actuó en consecuencia. La transición se hizo a su estilo: Viajó a la Ciudad de México a realizar los trámites de cambio de identidad y con un crédito bancario de nómina se pagó la mastectomía bilateral subcutánea y las consultas con la endocrinóloga. En unos cuantos meses se llamaba Franco Xahír, no sin antes informarle a su familia. Esta segunda salida del clóset fue mucho más fácil y relajada para Franco, pues ahora era él quien tenía el control. Su acto fue informativo y considerado: “Para que cuando me vean llegar a la casa con barba, sepan que soy yo”. El falocentrismo de nuestra sociedad jugó a su favor: Para su madre es mucho más fácil lidiar con un hombre heterosexual varonil, que con una mujer masculina y lesbiana.

 

Hoy a sus veintisiete años ha renunciado a los límites de su licenciatura como mucha gente de su generación y trabaja en el departamento administrativo de una oficina cuyas responsabilidades le permiten dedicar su tiempo libre a proyectos creativos y con sentido, entre los que destaca su participación como miembro del equipo que hizo posible la creación de la Asociación Civil El clóset LGBT, en la cual participa dándole visibilidad y representación a la causa trans. También es el creador de DÜ, una aplicación móvil que promueve el desarrollo personal a través de pequeños retos diarios que fomentan la amabilidad, la armonía con el entorno y el respeto. ¿Retos? ¿Amabilidad? ¿Respeto? Claro, al puro Franco style.

 

A Franco Xahír le brillan los ojos libres cuando le pregunto sobre el amor. Se acomoda en su silla con un codo en el respaldo y el otro sobre la mesa y sonríe. Es un romántico empedernido, y las mujeres le gustan tanto o más que antes. Fiel a sus convicciones, no sólo no oculta su condición trans, sino que la vive y la comparte con orgullo. No engaña a nadie, ni a los hombres ni a las mujeres que reconocen su atractivo. Su visibilidad le permite estar a la altura de su nombre. La franqueza de Franco transmite no sólo la esperanza de un mundo más inclusivo, honesto y armonioso, sino uno donde los hombres románticos no han olvidado la ética detrás de la conquista. Pienso todo esto mientras me detiene la puerta al salir de la librería y se ofrece a darme un aventón.

 

Yo te llevo, me dice. ¿Quién podría resistirse a su indomable voluntad?

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Sobre el autor

Miguel Martínez Jiménez

Licenciado en Psicología por la UANL y Doctor en Estudios Humanísticos por el ITESM. Profesor e investigador en el área de las humanidades médicas, interesado en los estudios críticos de la sexualidad y el género. En 2010 obtuvo el Premio Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés. Prefiere andar a pie, el café sin nada y el arroz sin popote, por favor.

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2 Comentarios
  1. Responder
    julio 23, 2016 at 2:19 pm
    Luigi V Gonzalez

    Wow super este articulo, Kuddos para Miguel ; no solo informa sino que a la vez descubre la personalidad y Lo que envuelve Este hombre tan atractivo. Franco es no solo hermoso pero ejemplo de superacion y constancia yo casi que ni lo conozco pero no Se necesita conocerlo fisicamente para sentir la pasion con la que vive su vida y la fuerza que inyecta a todos Los que lo admiramos.

  2. Responder
    julio 23, 2016 at 10:44 am
    Selena Cortes

    Eres una increible persona! ? Vales mucho, & siempre mereces lo mejor en la vida. Por ser asi, tan hermoso… ?

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