redaccion@revistalevadura.mx
FacebookTwitterYouTube
LevaduraLevadura
Levadura
Revista de crítica cultural
  • Inicio
    • Editorial
    • Directorio
    • Colaboraciones
  • Cultura
    • Ensayo
    • Artículos
    • Entrevistas
    • Cine
    • Música
    • Teatro y Artes Vivas
    • Arte
    • Televisión
  • Política
  • Creaciones
    • Narrativa
    • Poesía
    • Dramaturgia
    • Reseñas
    • Del lector
  • Columnas
  • Levadura Tv
  • Suplementos
    • Derechos Humanos
    • Memoria
    • Ecología
    • Feminismos
    • Mariposario
    • Fotogalerías
    • Colectivos
Menu back  

La risa del otro

julio 20, 2016Deja un comentarioPornologíaBy Francisco Lugo Kampe

lugofreudFreud señaló que cuando el chiste no tiene un fin en sí mismo, como es el caso del chiste inocente, sólo puede estar al servicio de dos tendencias […]; o bien se trata de un chiste hostil (al servicio de la agresión, la sátira, la defensa), o bien de un chiste obsceno[…]. Freud establece que la condensación constituye uno de los elementos esenciales de la técnica del chiste, es decir la síntesis de complejidades en elementos compactos. Hace algunos meses circuló en la red un video que se mofaba de las desapariciones.[1] Un análisis breve de este video puede mostrarnos al menos tres condensaciones.

 

  1. La desaparición como objeto de espectáculo. La escena de la compra de objetos en la tienda está referida a la serie Breaking Bad, en la que dos de los personajes compran las herramientas para desaparecer con ácido a una de sus víctimas.
  2. El ejercicio de desaparición como un oficio.
  3. La desaparición como parte de un proceso comercial.

 

Por otro lado es hostil y obsceno, primero por que banaliza la desaparición forzada en México y segundo porque hace estridente un evento que es por su naturaleza solemne.

 

Sin embargo, si bien el chiste en Freud tiene un efecto esclarecedor o bien sublimador, en Deleuze, como ejercicio irónico  cumple más bien una función sádica, es sólo parte complementaria de un mecanismo de la hostilidad. Significa entonces que hay una relación, pragmática entre el chiste y el ejercicio de la violencia. Por ejemplo: entre los chistes machistas y homófobos que hay en México y los feminicidios y homicidios en este orden. El chiste, en este sentido es un recurso utilizado por quienes de una u otra manera gozan de la víctima.

 

¿Cuál es el fin último de este video? Se trata simplemente de la banalización de las desapariciones forzada en México. Una de las funciones sádicas, señala Deleuze, es la ironía. Esta se manifiesta  en un ejercicio simbólico en el que el sádico,, haciéndose pasar por ignorante, introduce de modo natural un contrasentido sobre el objeto de su intervención. La banalización de la violencia procede muchas veces de esa manera y es indispensable para renovar la ideología que hay tras el ejercicio de vejación. Es necesario deshumanizar y reducir a la víctima (en este caso a una maceta en labor de ser plantada). El primer ejercicio que tiene que hacer un victimario es producir una distancia con la víctima la cual se logra simbólicamente con su devaluación.

 

Algo que causo polémica en las redes sociales es que era un priista el que compartió el video del sitio http://esewey.com/, que además comentaba que con ese video “no paraba de reir”, su particular sentido del humor y su filiación politica no es del todo gratuito. Sin embargo basta con darse una vuelta por el muro de este pobre hombre para darse cuenta que se presenta como una persona cualquiera: se preocupaba por los atentados en París, promueve el negocio de su madre, está contento de que los niños mediten por la paz en el mundo etc. Igual los administradores del sitio esewey parecen con buenas intenciones, incluso hay ahí un humor de izquierda, semejante al utilizado por los cartonistas de la jornada y proceso. Más allá de la singularidad de esos sujetos habría que preguntarse por la función social del “humor” en un contexto como el nuestro. Películas como las de Luis Estrada, o el humorismo de los diarios antes citados, pretenden ser esclarecedores, o sublimadoras en el sentido freudiano de los términos. Sin embargo, “irónicamente” ¿acaso no favorecen más bien a la aceptación de la violencia? Es decir, más que revelar o sublimar la realidad mexicana ¿no se constituye el “humor” como agente de subordinación en este contexto? ¿O cumple con las dos funciones? Roger Bartra se preguntó algo semejante sobre el festejo de la muerte entre los mexicanos y uno de los señalamientos que hace en su texto La jaula de la melancolía es que lo que se festeja es la muerte del indio, por lo tanto esta cosa que pasa por una manifestación cultural inofensiva es en realidad un proceso ideológico que favorece la aceptación de la muerte del chingado.

 

Creo que existe abundantemente una explotación excesiva sobre la necesidad de reír, de descansar de la violencia a través de la risa, tanta es esta necesidad que el chiste se ha vuelto un objeto de consumo y la de reír una exigencia tiránica, de gozar con el dolor propio y ajeno.

 

¿La tiranía del goce sobre nuestro cuerpo nos obliga a reírnos de nosotros mismos, a disfrutar incluso a costa de la negación de nuestra propia afectación? ¿qué sucede cuando decidimos no hacernos carga de lo nefasto, cuando decidimos no buscar a un familiar desaparecido o no hacer luto de la persona amada? ¿cuando no aceptamos sufrir la transformación que nos acarrea esa falta? Algunos de los ritos funerarios en México funcionan así, los velorios son acompañados de música y festejos con el argumento de que los difuntos pasan a una mejor vida y eso es motivo de dicha. Pues bien, resulta interesante ver cómo un buen número de mexicanos inconscientemente se comporta con esa perspectiva metafísica y no acepta que el país que conocieron está muerto.

 

Hace poco más de un año, en la casa de la cultura, asistí a una reunión de artistas que estaban en contra de politizar su praxis: uno de ellos argumentaba que no tenía obligación de educar a la gente y preferían estéticas irónicas o poéticas. En ese momento sólo señalé que algo que caracterizaba a una artista era la sensibilidad y si el sujeto era incapaz de decir sobre lo que le han hecho entonces qué clase de artista es, porque a todos en Monterrey nos quitaron la vida nocturna, nos condenaron al espacio doméstico y amenazaron directa o indirectamente nuestra existencia.  ¿Cómo es que esos artistas no podían hacer duelo de todo lo que les quitaron? Las balaceras eran cotidianas, se abrían y cerraban narcofosas a diestra y siniestra, los militares y policías circulaban por las calles y a pesar de ello había gente que no estaba dispuesta a hacer duelo de una ciudad que moría frente a sus ojos. Recuerdo un día en que Pancho Serrano llego a una fiesta de amigos y dijo: Mira lo que nos ha hecho la guerra del narco, esta mezcla de gente que en otras condiciones se repelerían ahora pistean como si fueran los más grandes amigos. Era una verdad que se hacía visible en el estéreo, la música en un momento era de Rocío Durcal y en otro de Radiohead. No estábamos en esa reunión dispuestos a aceptar la muerte y al mismo tiempo bailábamos como lo haríamos en un búnker bajo la inminente derrota. Algo desastroso y ruin había en esas “fiestas”.

 

Podríamos decir que se trata de una debilidad particular frente a la devastación. Pero creo que más bien se trata de un ejercicio mucho más amplio. Días después del terremoto que sacudió a la Ciudad de México en el 85,  Emilio Azcárraga Milmo, mandó llamar a Raúl Velasco, para que preparara un programa especial con figuras musicales de aquel tiempo. El conductor de “Siempre en Domingo” replicó lo siguiente “cómo quieres que esté de fiesta, cuando aún hay gente muerta y desaparecida”. Pero la respuesta de Azcárraga fue: “Tú vas a llevar diversión y entretenimiento. Ese es el bálsamo para las heridas de la gente”.[2]  El terremoto fue un jueves y el domingo Raúl Velasco llevó a cabo uno de los programas más bizarros de la historia de la televisión dominical. Yo aún recuerdo que Raúl Velasco, a mitad de ese programa recibió una llamada en la que le recriminaban que saliera al aire en una situación tan dramática, él respondió lo que ahora sé era una instrucción de Azcárraga, sólo le ofrecía confort a los mexicanos en medio de la desgracia. Creo que este ejemplo muestra cómo el goce esta deslocalizado del cuerpo y se articula a un poder, la formula lacaniana que señala que Otro goza en nuestro lugar aquí se nos muestra evidente.

 

Podemos decir, parafraseando a Foucault, que el poder se ejerce en red y los sujetos que invitan al goce son sólo emisarios, antenas que emiten un proceso discursivo más amplio. Hay que ver en el video que comentamos sobre narcofosas la utilidad práctica que el discurso de estado persigue con este tipo de enunciaciones, así vengan de la izquierda o de la derecha: Se trata en términos concretos de un proceso de sometimientos y adaptaciones a la maldad a través de su naturalización y este ejercicio de control recae sobre todos. Por lo tanto cuando río. ¿Quién ríe con mi boca?

 

 

[1] https://www.youtube.com/watch?v=UZFBwePhk9Y

[2] http://www.politicayestilo.com/medios-3/

(Visited 48 times, 1 visits today)
Compartir este artículo:
FacebookTwitterGoogle+
Sobre el autor

Francisco Lugo Kampe

Licenciado en psicología por la UANL con grado de maestría en antropología política y economía del desarrollo de la universidad de Vincennes-Saint-Denis Paris VIII, candidato a doctor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales, en el departamento de Antropología de la Escritura. Actualmente es maestro en la facultad de psicología de la UANL.

POST RELACIONADOS
Ágoras e insultos
diciembre 20, 2016
Hueco y desaparición, la falta que nos constituye
octubre 22, 2016
Regalo y sombras
septiembre 22, 2016
La capitalización y decapitación de las reformas neoliberales en la guerra del narco en México
mayo 20, 2016
Ser lo que no se es / Una no-definición de pornología
abril 19, 2016
Leave Comentario

Cancelar respuesta

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

clear formSubmit

Buscador
Entre números
  • LEVADURA se va
    enero 11, 2021
  • ¡Se va a caer/ se va a caer/ arriba el feminismo que va a vencer/ que va a vencer!
    diciembre 30, 2020
  • Maradona, en el alma del pueblo su eterna despedida
    noviembre 25, 2020
  • El “Apruebo” chileno desde los algoritmos de las redes sociales
    octubre 26, 2020
Entrevistas
  • Entrevista a Guillermo Fadanelli
    mayo 19, 2020
  • Ópera prima de David Zonana
    mayo 19, 2020
  • Narrativargenta: Los modos de leer como posicionamientos. Que dure la desmesura
    marzo 19, 2020
ARCHIVOS LEVADURA
Comentarios recientes
  • «El emisario: una cartografía de lectura» de Coral Aguirre, en la Revista Levadura, septiembre 2017 | Alejandro Vázquez Ortiz en El emisario o la lección de los animales de Alejandro Vázquez Ortiz. Cartografía de una lectura
  • Iscomos en El cuerpo de Santa en la novela de Gamboa
  • Mike en Etapas del hip hop en Monterrey
  • Gustavo Miguel Rodríguez en Abelardo y Eloísa 
  • Meda en Amen break o el loop de batería más importante (y otros loops cotidianos)

Subscríbete a nuestra lista de correo

Revista Cultural Independiente
redaccion@revistalevadura.mx
© 2017. Revista Levadura.
Todos los derechos reservados.
Quiénes somos
EDITORIAL
DIRECTORIO
COLABORACIONES
Síguenos

Find us on:

FacebookTwitterGoogle+YouTube

 Dream-Theme — truly premium WordPress themes
Footer

Levadura