El crimen de la calle de Aramberri de Eusebio de la Cueva es una novela periodística o un crónica periodística novelada, publicada en 1933, el mismo año del crimen. Comienzo preguntándome sobre el género porque me parece que esta difícil definición como novela no es exclusiva de este texto sino de otras crónicas de la época, como la que narra los hechos ocurridos durante la inundación de 1909 que después sería titulada como El río fiera bramaba, de Oswaldo Sánchez: ambas nos muestran la lenta asimilación del género novelístico-narrativo en la comunidad ilustrada de Monterrey, géneros que, de acuerdo con Alfonso Rangel Guerra se inauguró en 1901 con la publicación por entregas de La única mentira, de Felipe Guerra Castro, aunque yo, siguiendo los apuntes sobre cultura nuevoleonesa de Héctor González, prefiero datar en la última década del siglo XIX con la publicación de la novela perdida de El conde de Grevy, de Josefina Baur de Wantiez.
En esa consolidación del género novelístico en la ciudad me parece muy importante no sólo el proyecto narrativo de Eusebio de la Cueva (quien además de publicar El crimen también fue autor de por lo menos otra novela negra: El legajo de la culpa), sino también el proyecto editorial y periodístico de Jesús Cantú Leal, quien en alguna época de su gestión de el periódico El porvenir publicó libros con formatos y materiales que le permitieron comercializarlos de forma masiva, además apoyado con reseñas, anuncios y notas en las páginas del periódico. También habría que tomar muy en cuenta para comprender ciertos aspectos estilísticos de la narrativa regiomontana de la época, que la novela es un género que aparece gracias a la presencia de la imprenta, tecnología que al noreste de México llega ya bien entrado el siglo XIX, lo que prolonga el dominio de la oratoria y la poesía, géneros de soporte y transmisión oral.
Eusebio de la Cueva perteneció a en su juventud a la Sociedad José Eleuterio González, que reunió (como el Ateneo de la Juventud, quizá su equivalente nacional) a jóvenes que más tarde serían muy importantes para la vida pública de la ciudad por sus aportes a las artes, el periodismo y la fundación de las instituciones que reestructurarían al país tras la Revolución Mexicana. Estudió en Monterrey, Ciudad de México, Washington, Saint Louis y Denver, realizó viajes por Europa que documentó en dos libros, fue periodista, director del Colegio Civil, miembro del Comité Organizador de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Fue periodista, poeta, narrador: era un hombre ilustrado. Y como hombre ilustrado, ajeno a la figura de escritor profesional ya consolidada en otras latitudes, la visión de Monterrey que ofrece en su Crimen de la calle de Aramberri es particularmente interesante, parcelada en dos dialécticas que se cruzan: modernidad-barbarie y urbano-rural.
El estilo oratorio, propio del periodismo modernista de la ciudad, en el que supongo los lectores gozaban del malabar lingüístico, no le favorece a la novela al trocar la narración y la descripción por símiles y adjetivos: Cuando leemos desde el gusto de nuestro tiempo la novela nos sabe añeja, pero es interesante cómo esas características retóricas se inscriben en la dialéctica de modernidad-barbarie cuando, por ejemplo, se compara el crimen regiomontano con el de ciudades y sociedades que se consideran más avanzadas, más modernas. Así el crimen se convierte también en termómetro de la modernidad de una ciudad.
La novela se desarrolla en dos espacios: Zuazua, espacio rural, signado por la pobreza y la carencia, y Monterrey. Ese ir y venir, esa ciudad que se configura desde el campo y ese campo que alimenta a la ciudad (el rumor de la industria de la carne está presente en la novela), tensan la relación entre lo urbano y lo rural.
Para el proyecto ilustrado de Eusebio de la Cueva la modernidad es prioritaria, y en El crimen encontramos en la ley la vía para la concreción del ideal moderno gracias a la actuación de la policía, que adquiere en Estados Unidos una sustancia para distinguir la sangre bovina de la humana: la precipitina —elíxir modernizador— con el que se resuelve el crimen. Sin embargo, para Eusebio de la Cueva, cuando la pasión popular desatada por el crimen se suma a la pasión religiosa que despierta la semana santa, emerge la barbarie en la gente que exige justicia más allá de la justicia, que deslegitima a la ley, así que las autoridades aplican la ley fuga, instancia extrajudicial en la que se asesina a los delincuentes dejándolos huir para dispararles por la espalda. De este modo se derrumban las aspiraciones modernizadoras, derrotadas por las pasiones azusadas por una sangrienta religiosidad.
Para concluir, quiero celebrar el esfuerzo de la Universidad Autónoma de Nuevo León por devolver a los lectores El crimen de la calle de Aramberri, lo que nos permite no sólo reflexionar la literatura e historiografía cultural de nuestra ciudad, sino pensar la ciudad misma, verla en testimonios documentales que yacían en los archivos.
Donde se pueden conseguir loa libros de Eusebio de la Cueva??