Para avanzar en la comprensión del fascismo nazi, nada como profundizar en el conocimiento de la paranoia
Jacques Lacan
His level of agotism is rarely exhibited outside of a clinical environment
David Remnick, “An American tragedy”, The New Yorker, 9/11/2016
El cúmulo de mensajes vertidos tanto en las exaltadas arengas como en los debates del candidato a la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, ¡ahora Presidente Electo! … desde el principio de su campaña daban cuenta del carácter paranoico de su discurso: 1) el Paladín de los olvidados a los que sólo él podía redimir … (delirio de grandeza); 2) el Empresario constructor exitoso que siempre había logrado lo que quería (¿de qué manera? y ¿con seis quiebras?); 3) el Narcisista, en el centro del Universo, que apenas alcanza a reconocer lo que es idéntico a sí mismo, cuya excesiva egolatría se expresa en el odio a los demás, los otros, los pequeños, los despreciables, los “de color”, los indígenas, ¡sin faltar los homosexuales y las mujeres! (pruebas finas para diagnosticar la paranoia); 4) el Erotómano, rodeado de mujeres… metiendo mano en los concursos de belleza mundiales y universales (el delirio de afirmar una extrema virilidad… otra prueba más); 5) el Ególatra, que como expulsa la Ley, la trasgrede sin límite ni vergüenza, por eso violó sistemáticamente las reglas electorales, sospechosamente, sin ser jamás descalificado o inhabilitado como candidato republicano, al punto de que en uno de los debates interrumpe como siempre a su contrincante, Hillary Clinton, para decirle “What a nasty woman” (que en buen mexicano quiere decir “Qué pinche vieja”): una imperdonable conducta para un candidato a la presidencia del País Perfecto, Ejemplo para el Mundo de Democracia, sin ser descalificado… además de no dar a conocer su estado financiero, para protegerlo de cualquier investigación sobre la procedencia de sus riquezas que podrían descalificarlo y 6) la Crueldad con la que se ha referido a los migrantes indocumentados, que muestra al mundo su falta de hospitalidad, la imposibilidad de hospedar a los necesitados, la hospitalidad que es ética y sin ella no hay ética. Pero Trump siempre se percibió protegido para poder consumar la más negra pesadilla consciente o inconsciente de los norteamericanos: ¿un demente en la Casa Blanca, en cuyo sótano están los botones para desatar la Guerra Nuclear? ¡La realidad superando a la ficción! Como dijo aquí en Morelia Jesusa Rodríguez: “Los nortamericanos a lo que más le tienen miedo es a que se conviertan en realidad sus pinches pesadillas”.
El discurso paranoico responde a la estructura subjetiva de la paranoia, que descansa en el enunciado de atribución que puede reconocerse en una neurosis: “yo lo amo”, y “tú me amas”. Pero Freud descubre que existen cuatro modos de negar esto: 1) no es él a quien amo, es a ella: erotomanía. Una defensa que como no es suficiente, requiere del mecanismo de la proyección, por eso la segunda posibilidad: yo no lo amo, lo odio. Pero como tampoco basta esta inversión, es necesario que intervenga el mecanismo de proyección: él me odia: delirio de persecución (Jacques Lacan, Las psicosis, Barcelona, Paidós, 1984, p. 52). Una tercera posibilidad es “yo no lo amo, “él la ama”: delirio de celos. Pero en el delirio de celos paranoico el sujeto se identifica, por una alienación invertida, con la propia esposa, portadora del mensaje para un número indefinido de hombres. No se trata de una proyección neurótica, como dice Freud, que culpa de los propios pecadillos al otro. El delirio paranoico apunta a “todo el mundo”. Por ello hay una cuarta posibilidad expresada en la desautorización de la frase: “Yo, un hombre, no amo a otro hombre, en absoluto, yo no amo a nadie […] yo me amo sólo a mí mismo”: delirio de grandeza” (Sigmund Freud, “Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber)”, Amorrortu, 1979, t. XII, p. 60). Como dijo Jacques Lacan: “El homosexual triunfa donde el paranoico fracasa”.
Un discurso paranoico que es posible reconocer en el programa del fascismo hitleriano y que no por casualidad desde el principio de la campaña hasta “su triunfo”, salieron jóvenes con suásticas tras su líder y su promesa: la Gran Nación (la oferta mesiánica de volver al Paraíso); 2) el culto a la Personalidad del Gran Clown de TV; 3) el Paladín de los olvidados que puede hacer felices a todos “los blancos” que lo sigan; 4) la defensa de un nacionalismo con componentes victimistas y revanchistas que impulsa el odio a quienes los despojaron y conduce a la violencia (contra mexicanos, latinoamericanos y migrantes en general, contra el Otro, el diferente, el peligroso, bicho destinado al exterminio según la jerga nazi y 5) la invención de los enemigos que impiden el éxito y la felicidad, a los que hay que combatir para reunir a todos los temerosos y engañados en torno a su Narcisista Personalidad, para alcanzar la Unidad del Verdadero Pueblo Americano, la creación de las masas adoctrinadas por una ideología propagandística, la vinculación a la plutocracia (el gobierno de los ricos), el programa de la extrema derecha (explotación, discriminación, homofobia, xenofobia y misoginia, con claros tintes de Imperialismo de Estado).
Tan peligroso que, después de sus últimas actuaciones cambiantes, ahora de lobo ahora de cordero, con tintes esquizoides, como recién me dicen amistades norteamericanas, acaba de declarar que el 20 de enero llega a la Oficina Oval y al siguiente día ordena la extinción del ObamaCare Insurance (con lo que pone en peligro la salud y la vida de 8 millones de personas), además de que dará un plazo de 15 días para que el departamento de Migración empiece a hacer redadas de migrantes sin papeles … justo porque no era una arenga de campaña para ganar sino un programa a realizar, en compañía de su pandilla, a la que también desde hace tiempo se les escucha un discurso paranoico-fascista: Rudolph Giuliani, Mike Pence, Chris Christie y Paul Ryan (sin olvidar a Steve Bannon, el jefe de la campaña propagandística). Como me dice una amiga novelista de California: “All of american people never thought that the monster of his dreams could be his Lord” [Todos los americanos nunca pensaron que el monstruo de sus pesadillas podía ser su Amo]. Y otra amiga norteamericana que ha trabajado toda su vida con las migrantes más necesitadas: “Es horrible que los millonarios determinen el triunfo de Trump”.
Tal vez por ello circula en inglés una parodia de la que sólo puedo compartir por ahora una parte: “Primer Día de Trump en la Oficina Oval … Trump: “Debemos destruir a Isis de inmediato”. Pentágono, CIA y FBI: “No podemos hacer eso porque nosotros lo creamos junto con Turquía, Arabia, Qatar y otros, … creamos esos regímenes porque queríamos su petróleo. No podemos permitir la democracia ahí porque la gente va a poder poseer su petróleo”.
Tras el cuestionable, por el mundo entero, “Triunfo” de Donald Trump, que por institucionalidad y disciplina de la clase política norteamericana, Hillary Clinton se vio más que obligada a actuar republicanamente y felicitar a Donald Trump, cuando a éste lo único que le faltó en los debates fue hacerle “Trumpetillas”.
¿Un diván para Donald Trump? ¡Imposible! Sólo se puede estar frente al discurso de la paranoia que se despliega en el programa del fascismo.