Hoy, que grandes campañas publicitarias como pequeños proyectos culturales apelan al concepto de lo artesanal para investirse de un aura de autenticidad y compromiso con la tierra, es muy importante reflexionar en torno a la artesanía.
Quizá la primera definición que se nos podría ocurrir para el término es una que lo define ingenuamente: “objetos utilitarios producidos con las manos”. Después, habría que internarse en la complejidad de la artesanía tradicional mexicana para comprenderla como “lo hecho a mano por campesinos e indígenas con objetos de baja inversión en materias primas producidas en tiempos de ocio y alternando con la agricultura u otras actividades económicas” (Turok, p. 9), y que además implica la aproximación ritual desde la cotidianidad de los objetos utilitarios, a la comprensión de una cosmogonía común. Esta definición del concepto de lo artesanal, que sin duda es sólo el umbral a complejos sistemas económicos, sociales, estéticos, rituales, de división del trabajo, etcétera, tampoco nos ayuda a entender el problema en nuestro contexto actual y urbano.
Esta primera parte del ensayo pretende problematizar el fenómeno (o fenómenos) que hoy, en el contexto urbano, se denomina artesanía para, en una segunda entrega en esta misma columna de An.alfa.beta en la Revista Levadura, revisar cómo se ha adoptado el concepto en el ámbito del libro.
Lo artesanal es un concepto que estructura su semántica a partir de dicotomías, principalmente la de arte/artesanía y artesanal/industrial, en las que entre las partes no sólo se establecen diferencias sino jerarquías. En la primera dicotomía el término artesanía puede llegar a emplearse de forma peyorativa frente al arte, aunque la diferencia sustancial entre el arte y la artesanía no sea necesariamente jerárquica o de valor estético sino que “el primero se define por la individualidad del artista y el segundo por la creación colectiva ejecutada por individuos artesanos” (Turok, p. 10). Con base en esa definición que parte de la individualidad es que algunos artistas subvierten los conceptos e incorporan elementos de esas estéticas colectivas (en ocasiones étnicas), en un entrar y salir de la modernidad, elaborando discursos estéticos heterogéneos y conjugando múltiples tradiciones culturales.
El análisis de la segunda dicotomía, artesanal/industrial, abona más en la comprensión del fenómeno en nuestros días, donde el aura de autenticidad se sustenta en la ponderación de lo manual sobre la máquina, lo ancestral sobre lo tecnológico. Es en la configuración semántica que parte de esa dicotomía donde el shampoo artesanal, con trazas visibles de hierbas, una botella vintage y la firma del estilista que lo diseñó, adquiere un valor de autenticidad sobre el shampoo blanco nacarado común. Recuerdo cuando mi abuela, en su negocio de comida, les ofrecía más salsa a los comensales, quienes exigían de la “molcajeteada”, que consistía en tomates rojos y chiles molidos con una función específica en la licuadora que permitía un puré no homogéneo. Las empleadas no podían evitar reírse cuando salía mi abuela con el vaso de la licuadora a rellenar las cazuelitas de salsa “molcajeteada”. El valor de “molcajeteado” que asumían los comensales estaba relacionado con la condición de autenticidad de la que goza la artesanía, ya que consideraban que mi abuela, desplegando su genio, sus conocimientos e instrumentos ancestrales, les entregaba una salsa de más valor a la que se elaboraba en la licuadora, pero, también, y quizá sobre todo, por la condición de unicidad: esa salsa, elaborada en el molcajete, era irrepetible y, a pesar de ser parte de una tradición gastronómica colectiva, esa salsa sólo les pertenecía a ellos. Así es como el aura en la que se sustenta el valor de lo artesanal también se fundamenta en su carácter de exclusividad, mientras que la máquina favorece la reproductibilidad y, por lo tanto, la masificación de la experiencia estética.
Y es que la oposición entre lo artesanal y lo industrial vinculando la primera con lo auténtico y lo segundo con lo artificial, es una oposición de carácter moral: la jerarquía se establece en un juego de convenciones y significaciones, como las que señala Baudrillard (2004) al referirse a los materiales: “Objetivamente, las sustancias son lo que son: no las hay verdaderas o falsas, naturales o artificiales. ¿Por qué el cemento habría de ser menos ‘auténtico’ que la piedra? […]. En el fondo, no existe nobleza hereditaria de la materia más que para una ideología cultural análoga a la del mundo aristocrático en el orden humano. Incluso, este prejuicio cultural se desvanece con el tiempo” (p. 40).
Entonces, ¿cuál es la vigencia de la artesanía?, me pregunto. Y recuerdo un encuentro de artesanas con Enrique Peña Nieto en el que, al recibir un reconocimiento, le niegan el saludo. Seguramente ningún otro sector productivo que base su sustento en su actividad empresarial, y a pesar de sus convicciones ideológicas, podría negarle el saludo al presidente de esa forma. Sin embargo un sector que realiza sus actividades de carácter estético en sus tiempos de ocio, y que además produce pocas unidades, sin duda tiene la posibilidad de establecer relaciones mucho más diversas con las instituciones y el poder, y subsistir en una economía trazada para quienes ostentan la hegemonía política y económica.
Bibliografía
Baudrillard, Jean. El sistema de los objetos. 18ª ed. México: Siglo XXI Editores, 2004.
Turok, Marta. Cómo acercarse a la artesanía. México: Secretaría de Educación Pública/Gobierno del Estado de Querétaro/Plaza y Valdéz, 1988.
Te falló el análisis por no considerar la interseccionalidad. Las artesanas no le niegan saludo al presidente solamente por producir de a poquito o porque producen en su tiempo de ocio (lo cual es debatible). Las artesanas le niegan el saludo porque Peña es el presidente de los hombres criollos, el líder de un país genocida y feminicida. Aunque tengan mucho dinero, las artesanas no van a evitar ser perseguidas por lo que son, es decir, no pueden pagar su boleto de salida.
¿quienes sí pueden pagar su boleto de salida? ¿cuáles cuerpos y caracteres sí pueden hacer esto? ¿tu o yo tenemos esos cuerpos?
Saludos, Juan. Sí sería muy interesante revisar cómo opera la interseccionalidad en este tipo de prácticas, aunque el propósito del texto era de carácter mucho más general. Con respecto a lo de la producción en el tiempo de ocio, es una manera (que a mí me parece afortunada) de Turok de referirse al paradigma tradicional de la artesanía en el que no es la actividad económica principal. Obviamente esto no es generalizado, pero a mí sí me parece importante que existan otras vías a la especialización de los oficios. Y definitivamente los motivos para negarle el saludo a Enrique Peña Nieto son muchos, y se multiplican, pero sí me parece significativo que específicamente ellas se lo negaran, porque ese presidente es un agravio a casi todas las clases y sectores del país, pero otros no lo hacen por que tienen que participar de la especulación que implican otras dinámicas de producción y de mercado. Gracias por la lectura y el comentario.