Después de más de cinco años y diecisiete títulos, en Editorial An.alfa.beta hemos aprendido que una gran parte del trabajo editorial tiene que ver con el tiempo. Un tiempo que no es necesariamente el cronológico, sino el adecuado. En griego existe el término kairós, el tiempo apropiado.
Parte del funcionamiento de esta casa editorial tiene que ver con saber crear ese tiempo.
Quizá hay pocos mundos tan desequilibrados en la distribución centro-periferia, como es el mundo del libro y la cultura. El centro, CDMX, tiene un peso ineludible y feroz. En el inconsciente de la provincia hay una idea impuesta de que si se quiere ser alguien en el mundo de la cultura, el lugar para hacerlo es el centro.
En este marco, Carlos Lejaim Gómez, Frank Blanco Wong y yo, planeamos desde hace tiempo un viaje a la Feria del Libro del Palacio de Minería. Esperábamos el momento adecuado.
Debo decir que ya hace tiempo experimentamos el rigor de estar en la periferia: fue una odisea burocrática conseguir nuestro registro en el padrón de editores para la expedición de números de ISBN.
INDAUTOR daba repuestas contradictorias, solicitando documentación que no está especificada en los requerimientos del trámite. La dependencia local de la Secretaria de Educación Pública no tenía ni idea del trámite que necesitábamos. Quienes habían hecho el trámite antes nos recomendaban que la mejor forma era viajar a CDMX y personarse en la oficina de la Agencia Nacional de ISBN.
Al final, armando un paquete de documentos, citando la Ley Federal de Propiedad Industrial y Comercial y la Ley Federal de Propiedad Intelectual, conseguimos el registro ante Indautor como editorial para expender números ISBN a terceros.
Y no solo a nivel de estructura burocrática, la periferia de Monterrey, tiene la dificultad. Es algo más hondo e infraestructural. También hemos experimentado dificultades con los proveedores de materias primas e insumos para la edición de libros. Papeles incompletos, tramas diferentes en lotes, carestía de productos necesarios para la impresión de offset. Un panorama que denota una pobre demanda de impresión. Las imprentas de Monterrey se especializan en la maquila de volantes, formularios, publicidad, no libros.
En este clima de desbalance acudimos a la Feria esperando ver las primeras reacciones de un mercado competido.
En la primera presentación de El cuervo de Edgar Allan Poe en traducción de Ignacio Mariscal, el saldo fue sorpresivamente positivo. En la mesa nos acompañó Ramón López Castro. La sala se llenó por completo de lectores bastante jóvenes. La mayoría entre 17 y 23 años.
El buen López Castro se lanzó a tejer fino y de forma inteligente sobre las relaciones entre Poe y los más eminentes maestros del género del terror, cosa que entusiasmó al público que participó comentando sus lecturas y sus intereses.
Con la sensación de que todo había salido bien el primer día y bajo la comanda presurosa de López Castro (que además de ser narrador y ensayista, es un corredor de larga distancia), recorrimos varias cantinas del centro histórico, comentando algunas de las inquietudes que acosan a los escritores a altas horas de la noche como el sentimiento de pérdida en Faulkner o los diferentes nombres que tienen los inuits para nombrar a la nieve.
Una primera impresión obtuve de recorrer el centro histórico de la Ciudad de México, y que acaso por ello adquiere un encanto evocador a los ojos de cualquier norteño. Se trata de la historia, de la forma en que preserva su patrimonio, lo ensalza, lo restaura: el templo mayor, la arquitectura colonial, los techos abovedados con tintes afrancesados, nada tienen que ver con la obsesión norteña por la modernidad que destruye para reedificar.
Monterrey aborrece su historia.
Al día siguiente tuvimos una presentación de proyecto y charla en la librería Icaria, ubicada junto a la Escuela Mexicana de Escritores en la colonia Narvarte.
Un diálogo más íntimo y preciso. Ahí, Arturo Córdova Just tuvo a bien acompañarnos y hacer observaciones y preguntas sobre An.alfa.beta. Icaria se desplegó ante nosotros como un manifiesto de cómo entender el comercio de libros: una librería de barrio con una riqueza de acervo envidiable.
Se tocó el tema ineludible: el peso del centro contra la periferia y la forma en que las editoriales independientes estamos preparadas para asumir los retos de la precariedad económica en el mercado del libro cada vez más escaso y raquítico.
En lo particular, estoy convencido de que una editorial se define a sí misma en gran parte en la resolución del problema dialéctico entre lo deseable y lo posible; es decir, entre su línea editorial y las condiciones materiales de su producción.
Nosotros, ajenos a los mecenas o a las ayudas estatales, afrontamos esta dialéctica de una forma práctica: optamos por reducir al máximo los gastos. Buscar la manera de no generar presión sobre la línea editorial, a través del trabajo e ingenio en la solución de los problemas. Esto nos ha permitido flexibilizar la presión sobre la venta de tiraje. Libera presión. Crea tiempo para el desarrollo de la editorial.
Al día siguiente presentamos, de la mano del narrador Noel René Cisneros, el primer libro de cuentos de José Luis Valdez Informes del infortunio en la librería Marabunta. Además de agradecer el trabajo de Noel leyendo los informes, en lo personal me pareció interesante ver sus comentarios, viniendo de un experimentado narrador como él, con becas y premios a sus espaldas, hablando sobre y con José Luis, un autor que hace apenas un año publicó su primer libro y ha trabajado por debajo del radar de los circuitos de la literatura nacional.
El resultado, de nuevo, creo que fue positivo.
Finalmente, el lunes llegó nuestro cierre de eventos en la Feria Internacional del Palacio de Minería con una mesa de lujo que incluía a Eduardo Antonio Parra, Ramón López Castro, José Luis Valdez y Carlos Lejaim Gómez en calidad de moderador para presentar Después del desierto: antología del nuevo cuento regiomontano.
Con un público más modesto (el lunes se veía mucho menos gente que otros días), la presentación dio paso a un nutrido comentario sobre la literatura regiomontana. En lo personal me interesaba mucho conocer los puntos de vista de Parra y López Castro por una doble situación: 1) Por un lado ambos pertenecen al Panteón, grupo a partir del cual tanto Lejaim como yo, vimos el corte crítico con el que confeccionamos la antología, 2) ambos son grandes exponentes del género y sus opiniones me interesaban como contrapeso para valorar el alcance de la antología.
El balance, en sus palabras hacia el libro, fue bueno. Pero apenas nos dio tiempo para departir con ellos. Nuestro vuelo de regreso a la periferia salía en dos horas después de terminar la presentación.
Mientras regresábamos, comentamos entre nosotros el balance: Lejaim traía una longaniza verde en las maletas, Frank un nuevo par de lentes, yo algunas artesanías hechas con toda seguridad en China. En menos de una semana tendríamos que encerrarnos en el taller para terminar el libro que presentaríamos en la UANLeer tres semanas después.
Yo recordaba lo que hablé la mañana del lunes con un editor sobre el surgimiento de las nuevas editoriales independientes en Monterrey. ¿Por qué este surgimiento? ¿Durará? Creo que la ciudad está de camino a una madurez en la que pide nuevos canales para expresarse. Una nueva generación de autores está surgiendo y tenemos que mantener la editorial como la puerta para las voces y las letras que esperan su tiempo adecuado.
La forma es la que siempre hemos usado: bajar costos, liberar presión en la retaguardia, ser una célula autosuficiente, librar una guerra de guerrillas en las márgenes de los libros. Quitar el peso de un tiempo que no es nuestro; sino del centro: el tiempo de un mercado feroz que devora librerías y tritura los libros que duran más de dos semanas en el escaparate. Trabajar para crear nuestro propio tiempo, el tiempo adecuado.
Saludos, Ran. Hasta ahora leo tu comentario. Ed. An.alfa.beta lleva editando 5 años y medio la cantidad de 18 títulos; y sólo “Después del desierto” ha salido en co-edición con la UANL. Una gran oportunidad que nos dio Antonio Ramos Revillas y nosotros aprovechamos. Únicamente ése. La traducción de “El cuervo” está editada únicamente por nosotros. Sin embargo, a lo que me refiero es que nosotros estamos comprometidos y avocados a NO DEPENDER de estas coediciones y siempre ser capaces de sacar títulos de forma independiente siempre que sea necesario. No veo, ni vemos, nada de malo en utilizar los presupuestos destinados a ello, pero creo que sí puede llegar a ser contraproducente si se edita a fondo perdido, sin modelo de negocios.
El DF es el centro del mundo de libro a nivel nacional. A eso me refería. Cuando me toque viajar a España y ver el tinglado allá, si alguna vez toca, lo platico también.
Y de hecho, en el libro lo que hacemos es CUESTIONAR la idea de “desierto” que padecemos en el norte. Tan socorrida precisamente por los críticos da las universidades del sur de EUA y norte de México para explicar la literatura.
En fin, gracias por la lectura.
¿Ajenos a los apoyos estatales?
¿Qué no los dos libros que mencionaron fueron hechos con apoyos de la UANL?
Por otro lado, el DF no es precisamente el centro. El centro editorial en castellano creo que es España: Barcelona o Madrid.
La otra ruta sería presentar el libro en EUA, donde hay varios muchos “centros”. Creo que su motivo del desierto mexicano sería bien visto allá, no tanto así la traducción de Poe, por más cuidada que fuera.