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Desafortunadas cacerías de osos

abril 30, 2017Deja un comentarioArtículos, Ecologíapor Antonio Hernández

Las portadas de Burzum, músico de black metal, conocido –además de por su música- por ser el asesino de su compañero Euronymus e incendiar iglesias en Noruega, son reproducciones del pintor Theodor Severin Kittelsen, quien tiene entre su temática la naturaleza. Escuchando metal fue que conocí las obras del pintor.

 

Me gusta la que se llama Una desafortunada cacería de osos. Contrario a lo que pudiera sugerir el título, las víctimas no son los plantígrados, sino los humanos. Tres cazadores mueren sometidos por igual cantidad de osos, mientras las armas yacen en el suelo, inútiles.

 

En nuestras regiones de montaña existe la cacería de osos. Hace meses, una mujer de Potrero Redondo, un ex pueblo maderero dedicado hoy al turismo de aventura, hizo la seña de disparar un rifle, luego de preguntarle qué hacían si creían que un oso atacaba a su ganado. La respuesta quedaba clara cuando, tras ganar la confianza de los cazadores, conocía los guisos diversos que preparaban con la carne de las presas.

 

En un libro de Julio César Méndez, escritor y cronista de Santa Catarina (Nuevo León), se integran historias y testimonios de residentes de las comunidades montañesas de ese municipio, relacionados con el oso negro. En todos, el perdedor era el oso. La especie paga con su vida por comer de los cultivos o el ganado de quienes habitan las comunidades rurales.

 

Este hecho, más o menos común en la sierra de Nuevo León, tiene su réplica en zonas urbanas establecidas en las montañas del área metropolitana de Monterrey, donde no es inusual ver osos caminando por las calles, hurgando en la suciedad o refrescándose en las piscinas.

 

Todavía no sabemos manejar los residuos de manera óptima y nuestro descuido tiene un impacto terrible en las especies endémicas de la región. El Laboratorio de Fauna Silvestre, adscrito a la Facultad de Veterinaria de la UANL, ha publicado en varios medios material audiovisual donde se advierte el efecto de la basura en los osos. Durante una revisión del aparato digestivo de un ejemplar que murió atropellado en una carretera, se encontró una acumulación impresionante de basura. La presencia de basura atrajo a el oso hacia la zona urbana donde encontró la muerte.

 

Hace 36 años que recorro el Cerro de la Silla, desde Monterrey hasta Juárez y Cadereyta. En ninguna ocasión me hablaron sobre osos en esas regiones; no me ha tocado observar huellas o excremento, ni tener un encuentro directo. Pero son múltiples los materiales audiovisuales recientes en que se advierte la presencia de osos en la montaña más representativa de la ciudad.

 

¿Por dónde llegaron? El Cerro de la Silla, aparentemente, es una isla rodeada de ciudad. Si la Carretera Nacional divide la Sierra Madre Oriental de la Sierra de la Silla, ¿qué camino siguieron los osos para introducirse en el famoso cerro? Una posible respuesta natural es por los ríos que, desde Monterrey hacia Allende, comunican los espacios entre ambas cadenas montañosas.

 

Hay osos en el teleférico del Cerro de la Silla. Parece que se volvieron habitantes exclusivos de las instalaciones ruinosas del antiguo transbordador por cables, caído a tierra en un accidente de memoria trágica.

 

Considerando lo que se advierte en los audiovisuales difundidos por las redes, el oso llegó a ese espacio por la presencia de la basura acumulada por años a causa de las miles de personas que visitan el cerro anualmente.

 

La cacería del oso negro está prohibida. En Monterrey, son varias las oficinas de gobierno que deben actuar para conservar las poblaciones de oso negro. Por parte del gobierno federal, la responsabilidad está en la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA). La oficina llamada Parques y Vida Silvestre de Nuevo León, del gobierno que preside Jaime Rodríguez Calderón, usualmente atiende avistamientos de este animal en zonas urbanas.

 

La participación de los ayuntamientos es insuficiente. Puesto que la basura, en el contexto urbano, es una amenaza para el oso, la iniciativa y responsabilidad directa para atender ese componente es de los municipios.

 

Uno de los retos es lograr que, quien visite los espacios naturales, genere cada vez menos residuos y que, los que produzca, no queden expuestos al aire libre. Quien visita las montañas y otros parajes debe asumir la responsabilidad de no afectar el espacio al que acude.

 

El Laboratorio de Vida Silvestre tiene el conocimiento requerido para un adecuado manejo de los conflictos entre las poblaciones humanas y el oso negro. Pero no participa directamente en la atención a esta problemática en nuestro estado.

 

Sus propuestas, implementadas en Coahuila, deben tomarse en cuenta. El manejo aversivo, la promoción de seguros ganaderos y el enfoque educativo en la atención de conflictos con esta especie, son algunos de los mecanismos que necesitan aplicarse en Nuevo León.

 

La inclusión de la UANL, vía el Laboratorio de Vida Silvestre, es necesaria en estos momentos de mayor presencia del oso negro en nuestra ciudad. Esto requiere madurez y supresión de egos en algunas autoridades locales. Añadir el conocimiento científico desarrollado en la Universidad, al acumulado por el trabajo de campo de las agencias de gobierno locales, resultará en la concreción de protocolos y métodos seguramente exitosos para tratar el conflicto de esta especie en zonas urbanas.

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Sobre el autor

Antonio Hernández

Biólogo, con actividades en conservación de ecosistemas, desarrollo urbano, movilidad sostenible, radio comunitaria, y proyectos educativos con estudiantes de altas capacidades académicas.

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