Hay veranos suaves en donde uno toma el camino de las vacaciones, el lago o la montaña, la costa o el bosque y se solaza con amigos o familia, la pareja o el amante, y veranos violentos más aún que el tango de Piazzolla. Para Alicia Partnoy aquel enero de 1977, pleno estío bahiense, no fue sino el comienzo del horror, puesto que todos nos sabíamos metidos en las fauces de los milicos con el terrorismo de Estado ejercido con una impunidad aterradora, la nueva perspectiva de la pérdida, el crimen, el llanto.
Termina de aparecer en Francia La petite école, (La Escuelita) sobre nuestro campo de concentración de Bahía Blanca tristemente levantado al costado del emplazamiento del Regimiento Quinto del Ejército. Saber de forma subrepticia que existía tal enclave, dio lugar a mi primer cuento, por cierto muy malo, titulado con ese nombre al final del año de 1977. Como si fuera sino y signo, de la Escuelita me ocupo en sucesivos relatos hasta el presente. Alicia Partnoy bahiense, poeta, escritora, activista, desaparecida entre sus muros, da cuenta de su historia en éste y otros escritos cuya memoria sobrecoge. Memoria que a mí misma, sin haber sufrido lo que ella, me cuesta sobrellevar.
Cuando en el verano del 72 sin sombras ni amenazas, se inscriben en el laboratorio de Teatro Alianza Mónica Morán, y al año siguiente Gloria Amado y la misma Alicia, la primera de 22 años y las otras dos de 18 creo, no podía imaginar ni por asomo que iban a ser víctimas del horror del terrorismo de Estado en ese siniestro emplazamiento.
Según testimonios, Mónica pasó allí dos semanas hasta que la sacaron para asesinarla vaya a saber dónde. Las versiones son confusas. Gloria Amado fue también a parar allí durante 66 días que ella me contó minuciosamente y con admiración para con sus guardianes pues sufrió el síndrome de Estocolmo. Luego de su relato en la sala de mi casa, recuerdo casi insostenible a causa de su fascinación por el verdugo quien le relataba El Principito y le permitía acariciar su pastor alemán, desapareció de Bahía sin dejar rastro, acaso tras las huellas de su captor.
Por su parte Alicia, tal cual ella misma lo relata, fue desaparecida en el verano de 1977 junto con su esposo, y su hijita de un año y medio abandonada con unos vecinos que la pusieron en manos de sus abuelos. Este dato es un trascendido, tampoco estoy segura de ello. Fuimos conociendo el horror de nuestras propias historias a través de los años y de encuentros furtivos o mensajes clandestinos pasados sigilosamente de boca en boca. Al llegar la democracia nuestra memoria confundida y a veces absorta en los mitos, y los mitos mezclados con verdades espeluznantes que tratábamos de comprender en nuestra maraña de evidencias, hizo un nudo de llanto que no pudo liberarse nunca más. Sólo la escritura, la creación, el arte ha podido dar cuenta de ello.
Il était une fois une petite école…
La Escuelita fue editada en 1986 en los Estados Unidos y luego en 2006 en Argentina. Ahora recibe la oportunidad de ser conocida en Francia traducida al francés por Anne-Claire Uby, de cuya edición también es responsable. La dulzura de la lengua francesa pone una nota de horror a su contenido puesto que las armonías de las frases se alteran con la crueldad del relato.
Dans les Petites écoles il y a les disparus, que l’on séquestre de la vie…
Para los argentinos y especialmente los bahienses, se trata de un texto medular puesto que nunca antes se describió con tanta precisión y al mismo tiempo estética, un lugar del que no quedan más que restos informes de cemento, acaso los indicios de lo que fueran calzados o ropas y el páramo. Sólo el páramo. Metáfora de la tortura, las humillaciones, y los hombres verdugos que gozan en hacer daño sobre los cuerpos de sus víctimas. Como si por enseñorearse en ellos cabría la posibilidad de poseerlos, de trastocar su humanidad por la que ellos han perdido definitivamente en el ejercicio de hacerlos sufrir.
Nous oublions les noms, les visages et les rues, les maisons, les rencontres… Mais nous nous souvenions toujours d’alimenter la racine de notre rêve…
La escritura de Partnoy alcanza la piedad de lo más humano, la hondura del dolor soportado y recibido como don, para compartirlo con nosotros y apelar a la redención.
Tratemos de aflojar la venda que nos han puesto ante los ojos, espiemos por el intersticio cómo se desarrolla la vida en la Escuelita. Por la sangre de aquellos que han conocido las salas del terror antes de ser fusilados, por la dulzura de aquellos que en este momento soportan los cursos de la infamia, unamos nuestras fuerzas para borrar de la superficie del continente todas las Escuelitas, para que los crímenes no permanezcan impunes y que entonces los pueblos malheridos puedan erguirse y recomenzar, ocupando aquello que les pertenece, y ser felices.
Nota: Alicia Partnoy, Bahía Blanca 1955, escritora y poeta, encarcelada entre enero y abril de 1977 en el centro de retención clandestino de Bahía Blanca y en diferentes prisiones del régimen militar, obligada al exilio en 1979, ha testimoniado delante de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos, Amnesty International y la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) para denunciar las violaciones planificadas de los derechos humanos bajo el Terrorismo de Estado en Argentina. Vive actualmente en Los Ángeles y enseña en la Loyola Marymount University.
*Imagen de portada: diariohoy.net