Lo cierto es que nadie llegó hasta aquí
escuchando consejos.
…
Lo siguiente es bailar bajo la piel del bisonte y alrededor de
la hoguera…
(Luis Jorge Boone)
Está claro que nadie, en su insano juicio de pensarse escritor, escucha advertencias ni atiende consejos como bien lo dice este colega nacido en Monclova, Coahuila (México, 1977).
Sin embargo, con el pasar de los años, Luis Jorge Boone ha consolidado una trayectoria como poeta y narrador. Dicho de otra forma, esa idea de vestir la piel de bisonte y entrar en el ritual de las palabras… le ha redituado algunos premios.
Pero más allá de eso, se le agradece su perseverancia y empatía para conectarse con sus lectores. Bueno, hablando por cuenta propia, para conectarse con mi “yo” lector.
No son pocos los temas y preocupaciones que compartimos, además, como señalé, él nace en el 77, que es en lo personal un año crítico donde se perfilaría gran parte de mi destino y de lo que ahora soy. ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? Seguramente nada, aunque no deja de ser una coincidencia donde puedo recordarme adolescente.
Pero entrando ya en los gajes del oficio y en el libro Bisonte Mantra, igual nos emparenta un pensamiento, una visión… y lo cito:
Durante años me he acercado y alejado de esa idea:
“la poesía es una forma de ficción”.
Construcción de una realidad alterna, simulada.
Nubes que a la distancia juegan a ser otras cosas: una mano
de seis dedos,
un águila en picada, la mitad del caballo de Troya.
Eso de construir una realidad alterna me recuerda en algo a Jorge Fernández Granados, pero sobre todo me vuelve a poner de frente ante el abismo de nuestra inconsciencia creativa. Está probado: tomamos todo tipo de decisiones con el inconsciente, que el poema se escriba desde allá es algo obvio, pero el “trabajo” del poeta no es tomar decisiones sobre qué deben decir las palabras, sino preñarlas de otras dimensiones desconocidas:
Es difícil convencer a alguien que no ve nada de que,
en efecto,
hay algo
ahí.
Esta realidad que habitamos es única, como todas las demás
que no habitamos,
y que nunca entenderemos.
Ya vimos que la palabra, como acto creador de otras realidades, es un eje temático; el otro, como se apunta en la contraportada, es la comunión con el desierto y su paisaje:
El desierto es esa página quebradiza y en llamas.
La cordillera, un versículo labrado en piedra,
una sintaxis de siglos.
En algún lugar leí que el primer secreto de la creatividad (para cualquier ámbito de trabajo) es “Encontrar tu elemento”, sentirte bien donde estás, sentirte a gusto con lo que haces. Está claro que Luis Jorge Boone lo intuye perfectamente en su entorno más cercano (más entrañable): el desierto, pero además lo visualiza en su intimidad con las palabras y la poesía como metáfora del mundo:
Mira: los mezquites son clavos, el manto estelar una tienda
de campaña…
Aquí otro punto de asombro que compartimos, el cielo nocturno, más precisamente el cielo estrellado que se ha perdido en las ciudades, pero que permanece intacto en los despoblados del espíritu. La imagen en sí misma es muy afortunada, pero además encierra una paradoja desconcertante: la intemperie (el manto estelar) resulta ser también un lugar de refugio (una tienda de campaña). Y si a esto añadimos la transformación de unos cuantos mezquites en clavos que sujetan aquel mágico toldo, bueno, subrayar todo aquello se volvió irresistible.
Insisto en subrayar, hacer notas al margen, tachonar con otras ideas las páginas de este libro para también hacerlo mío; evidencia, sin duda, de la empatía del poeta con el lector que mencionaba líneas arriba.
Hago mío el desierto y el paisaje que el visionario verso adentro nos comparte. Aclaro. Boone no nos “regala” un paisaje sino la aventura de revivirlo y reencontrarlo en los ojos del lector:
Habrás de regresar al paisaje,
todo volverá a ser sagrado,
viejos dioses,
todo volverá a ser sagrado.
Y luego, unas páginas adelante se cita al célebre poeta polaco Czeslaw Miloz: el paisaje no necesita nada excepto glorificación.
Bajo esta perspectiva, vemos surgir ahora el otro eje temático del libro: la espiritualidad, la introspección ensimismada para luego reencontrarnos con la naturaleza y la divinidad que en ella habita.
En resumen, este logrado libro se desarrolla en esas tres vertientes que comentaba:
1.La palabra y el oficio de transformar la realidad.
2.El paisaje y la experiencia del desierto.
3.El encuentro con lo sagrado, con uno mismo, con la creación en su sentido más amplio y maravilloso.
Luis Jorge Boone cumplió hace unos días 40 años. Con este apunte le mando un saludo y mis felicitaciones, pero sobre todo exhortarlo a que siga danzando su mantra con esa piel de bisonte, alrededor de la hoguera, bajo la inmensa noche.
Bisonte Mantra, de Luis Jorge Boone. Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León 2016.
*Imagen de portada: YouTube.