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Arde Babel, poemas de Camila Charry

febrero 20, 2018Deja un comentarioDel lectorpor Camila Charry Noriega

Foto: pixabay.com.

Canción de la abuela

 

Mi abuela canta en el balcón,

su voz no me conmueve

es rancia y está vencida por el viento.

Todos deben escucharla,

dice que está loca y que tiene derecho a cantar.

 

Su canción es parecida a un salmo

y por eso la desprecio;

le grita desde el balcón al panadero:

-¡arroja el pan a los gusanos!-.

 

Está loca,

dice que un dios alucinado

olvidó, entre tanto, dar a su palabra

la veracidad del fuego que quema lo que toca.

 

Los caminantes y yo misma

descreídos la miramos,

su voz lo ocupa todo

incluso hace arder el pan que tiembla

entre el barro, vivo, renovado

al acervo de las fieras.

 

 

 

Centro de la casa

 

Finalmente descubrimos que corremos en pos de sombras tan efímeras como inconsistentes

y no podemos encontrar nada que sepa satisfacer a la nostalgia… 

Arthur Schopenhauer.

 

La casa queda en la frontera.

El salitre sustituye la materia

que los ojos en otro tiempo

llamaron luz.

 

Sobre la piedra hundida

el salitre, por el peso de la hierba

se coagula.

 

Hemos olvidado todo.

 

Quisimos echar el río atrás,

devolverle a los huesos su peso,

recobrar el aire que los suspendió un momento

y los batió ahogados entre la carne.

 

Pero la casa en la frontera

fue devorada por la hierba

y las fieras la habitaron.

Las vimos acomodarse,

abrir sus fauces,

tajar lo que quedaba.

 

Nos sucedieron y olvidamos.

 

La médula rebanada

bien adentro,

siempre fue el centro de la casa.

 

 

Cuerpo adentro

 

El agua mece la casa.

La oscuridad

tren silencioso,

cruza y tantea los huesos.

 

Los habitantes observan desde los rincones

acostumbrados ya,

al vértigo que les produce

ser la estación de lo que fluye.

 

Las paredes son de piedra

también los objetos más elementales:

las sillas

la mesa

las camas

los cuchillos afilados por si vuelven las fieras,

también las lámparas que cuelgan de los techos,

manos abiertas,

se encienden cuando la luz las nombra.

 

Todo lo demás es de carne.

 

El agua llena todas las habitaciones,

se abre paso a través del cuerpo

y nadie teme,

han aprendido que cuando roce sus cuellos

flotarán

y chocarán los muslos, las cabezas, los pies inertes

(pequeños pájaros que convulsionan en un pozo)

y siempre habrá carne que se afila

contra el borde de las piedras.

 

El agua mece la casa hasta el amanecer;

luego vuelven las tareas cotidianas:

despertar a los ahogados

servir en los platos minúsculas algas

limpiar con las escobas la oscuridad de los rincones

desprender de los ojos la humedad

las visiones:

carne sobre carne el aliento humano

carne lamida,

despeñada.

 

 

La belleza

 

De lo bello nos conmueve

su feroz manera de palpar

la herida que es el hombre.

 

Esa es la belleza;

a la intemperie aceptar de ojos abiertos

la vastedad de lo que llega.

Voluntad ciega que nos eleva fuera de los signos,

que nos iguala al parto de las cosas

llamadas a durar apenas el instante

en que se duelen pero cantan.

 

 

Una raíz torcida

 

Hemos escrito una enorme casa,

su imagen generosa

de altos principios

y descascarada piedra.

 

Construida sobre el polvo

su quietud es reflejo que contiene

lo que afuera deseamos:

una raíz torcida

para colgar al viento

el cuerpo cansado.

 

 

Meditación

 

Aquí fumando,

mal hábito deseado,

el letargo es contingencia.

Estirar la mano entre el humo y el cenicero,

amputar la ceniza y de la incisión

extirpar el signo.

 

Los malos hábitos

se aprenden a escondidas,

mirar bajo el vestido de una monja,

en el vino encontrar la salvación

y ante el gesto generoso de los hombres

confirmar la inexistencia de Dios.

 

Pertenece al artificio,

a la civilización,

el escándalo.

 

Por acá, solo el humo que fluye,

la pena del fósforo que no atina

al cuajo.

Cuánta carne sobre la tierra.

Cuántos coágulos.

 

 

*Imagen de portada: Isabella Cantillo.

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BabelCamila Charrypoesíapoesía colombiana.
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Sobre el autor

Camila Charry Noriega

Bogotá, Colombia, 1979. Es profesional en Estudios literarios y aspirante a maestra en Estética e Historia del arte. Ha publicado los libros Detrás de la bruma, El día de hoy, Otros ojos, El sol y la carne y Arde Babel. Ha participado en diversos encuentros de poesía en Colombia, América y Europa. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, rumano, polaco, portugués e italiano. Trabaja como profesora de Literatura española.

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