
Imagen cortesía de la autora.
Definiendo
Marítima tristeza de portales,
confabulada soledad de las aceras,
negro el poeta que canta
a la pulcritud de sus sábanas
oreando en los balcones.
Taciturnos noctámbulos,
algo de proxenetas y de putas,
¿y qué ciudad no tiene?
Pero un azul transparente, eso sí,
rumiando entre susurros cada sueño,
fundido con salitre y caracola.
Un despertar del sol en las ventanas,
una amalgama de razas y colores,
y atardeceres incomparables,
donde la luz no es más
que el reflejo del mar
en cada lágrima.
Campo de Marte
Molote de habaneros
en componenda y mal
ataviados en verano.
Toldos transmutados
en sensacional artefacto.
Portugués y elegante,
mas bien improvisado.
¡Bigotes! ¿Tirantes? ¡Saco!
Pajarita… casi un ingeniero…
¡Ah! Ir por arte de birlibirloque
de inventor a personaje.
Ese Pérez, el toldero
navegante del gran heliotransporte
dispuesto a tales hazañas
en la urbe más propensa.
¡Sea la debacle! Grandilocuente es allí
todo como nosotros mismos.
Globo que elevárase
repentino delante de los
atónitos y desventurados
ojos del distinguido
para perderse en un punto
cada vez más lejano
hasta dejarnos solo
la certeza de que aquí
todo lo que no vuelve
(el amor, por ejemplo…)
es porque ha volado
¡como Matías, sí! Pero, ¿a dónde?
*Imagen de portada: Detalle de la portada del poemario Talud. Imagen cortesía de la autora.