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CILE: glotofagia, ideologemas, diglosia y recolonialismo. Parte I 

agosto 20, 2018Deja un comentarioEnsayoBy Alberto Barrientos

Imagen: pixabay.com.

Para finales de marzo del próximo año, Córdoba, Argentina será sede del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE). El congreso, realizado cada tres años, es el evento más importante relacionado con nuestro idioma, pues su magnitud recae en tres de sus principales organizadores: el Instituto Cervantes, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua. En esta ocasión, el congreso se presenta bajo el alarde: “América y el futuro del español. Cultura y educación, tecnología y emprendimiento”. En mi caso, el solo hecho de hallar consignada la palabra emprendimiento ya me habla de cierta inclinación meritocrática, pues el término comúnmente lo encontramos en las políticas educativas de las universidades privadas, como es el caso del ITESM en Monterrey o en el caso de Córdoba, la Universidad Siglo 21. Y no se hable del ámbito financiero o de negocios, que la palabra llega aludir al espíritu, o si se quiere, al ímpetu empresarial. Para salir de la duda veamos qué entiende la RAE en su más reciente edición por el verbo emprender: “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Según la definición, un emprendedor es quien logra alcanzar las metas pese las adversidades o dificultades comerciales. Si la literatura ideóloga que las virtudes siempre acompañan a los héroes y la vileza por su parte asiste al antagonista, cabe pensar que el liderazgo, la innovación, el esfuerzo, y la iniciativa son valores que el discurso hegemónico asocia al emprendedor, haciendo de él un modelo a seguir; mientras su antagonista, la clase trabajadora, por representar el lado opuesto se relaciona con la pasividad, el desasosiego, la desidia, la intransigencia. Podemos pensar, por lo tanto, que el discurso oficial al mismo tiempo que legitima el emprendimiento desacredita el trabajo diario.

 

Ya Saussure alguna vez nos habló, y más tarde Barthes, sobre la relación paradigmática que lleva a cabo la semántica en toda palabra, y al respecto podemos decir que emprendimiento guarda relación semántica con la actitud imperialista, pues ambas posturas concilian con el dominio económico capitalista. Por lo tanto, ¿de qué emprendimiento se hablará en el CILE? ¿De algún emprendimiento del castellano?  ¿Acaso España viene a Córdoba a continuar con su empresa colonizadora?

 

Con el fin de indagar sobre las preocupaciones del próximo congreso, en el siguiente ensayo analizaré parte de los discursos de apertura y de clausura que se ofrecieron en el CILE 2016 en la ciudad de San Juan, Puerto Rico. Además abordaré la ponencia titulada “La búsqueda de un ‘español global’” presentada por el director académico del Instituto Cervantes con sede Harvard, Francisco Moreno Fernández. Lo anterior con el fin de revisar quién o quiénes son los beneficiados de las políticas lingüísticas sugeridas durante el congreso, considerando que dichas gestiones deberían englobar a toda comunidad dentro del territorio hispanohablante y no solamente a los usuarios del español. El ensayo está dividido en tres partes y la entrega de cada una de ellas será mes con mes. Ahora doy paso al desarrollo de la primera entrega que inicia con el análisis del discurso inaugural del último Congreso Internacional de la Lengua Española.

 

San Juan, (Puerto Rico). El 15 de marzo de 2016 se dio apertura a la séptima edición del CILE, donde participaron más de ciento cincuenta invitados; entre sus especialistas figuran referentes del mundo cultural, político y económico relacionados con el desarrollo y la promoción de la lengua española. La sesión inaugural fue presidida por S. M. el Rey de España, Don Felipe VI. Entre fanfarronerías y pompas, elogios y correspondencias, llegó la palabra al escritor, periodista y diplomático chileno Jorge Edwards. Su breve participación en el acto de apertura inició de la siguiente manera:

 

Los conquistadores fueron conquistados por el silencio del Nuevo Mundo, por su misterio, por su carácter de paraíso en la Tierra: silencio subrayado por el canto de los pájaros, por el viento en la selva, por los rumores del agua. Pero los conquistadores, sin proponérselo, quizá sin tener una conciencia exacta del tema, nos dejaron el idioma, esto es, las palabras: su rumor, su música, su estructura.

 

Los ideologemas, según S. Kristeva, son aquellas interpretaciones que condensan el pensamiento dominante de alguna institución, gozan de una condición intertextual y se hallan tanto en la escritura como en la oralidad. Éstos expresan cómo las instituciones perciben los roles o características de aquello que enuncian. Por ejemplo, si para el miembro de la Academia “los conquistadores fueron conquistados” su enunciado ofrece una visión sobre la conquista propia de la institución colonizadora, quizá bucólica, poética o idílica que por obvias intenciones invierte los papeles conquistador-conquistado, y no hablemos sobre la referencia pastoril que el diplomático hace del “Nuevo Mundo”, la cual dialoga con el sosiego garcilasiano. Pero más allá de la intención de ocultar una verdad con otra supuesta verdad, el quid de nuestro asunto está en el supuesto “silencio del Nuevo Mundo”. Al parecer para la Corona, y aún hoy en día para la Academia de la Lengua Española, “Las Indias” permanecía antes de la conquista en silencio, en un sosiego que sólo irrumpía el silvestre canto de las aves, el incivilizado viento y el agreste sonar de los ríos. Ya la sociolingüística se preocupó por estudiar el silencio desde su condición ceremonial hasta la exclusión de ciertos grupos sociales; sin embargo, el silencio referido por el diplomático chileno nada tiene que ver con el objeto de estudio de los sociolingüistas, pues bien podemos decir que el propósito es invisibilizar las lenguas nativas habladas durante la conquista.

 

Invisibilizar los rasgos culturales es una práctica de dominación que nuestro continente sufre desde tiempos de la Colonia, en lo particular afectando a las comunidades lingüísticas que no tienen como lengua el español. El proceso es simple: el conquistador pretende ocultar por cualquier medio las obras culturales, entre éstas negar las lenguas o bien prohibir las prácticas religiosas, políticas o sociales de los pueblos sometidos. En la actualidad, y como lo vemos, los mecanismos de invisibilización son más cautelosos, se manifiestan en la legitimidad de los discursos, y sin mayor descaro se valen de los objetos de estudio de la propia lingüista, en este caso los actos performativos. A partir de un orador legitimado, un público especializado y un espacio históricamente reconocido, los discursos se posesionaran en las representaciones sociales con mayor facilidad que aquellos discursos provenientes de personas o lugares no oficiales. De este modo, la RAE o algún miembro del Instituto Cervantes puede vulnerar nuestra realidad histórica con enunciados como: “Los conquistadores fueron conquistados por el silencio”.

 

Cualquier forma de invisibilización pone en riesgo la memoria colectiva de las comunidades. Por ejemplo, la cita inicial del recién ciudadano español, Jorge Edwards, termina afirmando que los conquistadores nos dejaron el idioma sin proponérselo o sin ser conscientes de ello: “Pero los conquistadores, sin proponérselo, quizá sin tener una conciencia exacta del tema, nos dejaron el idioma”. No dejaron el español sino el idioma. Pero avancemos, porque es molesto discutir si el nativo americano tenía o no algún idioma antes del castellano. Decimos que la invisibilización vulnera la realidad histórica poniendo en riesgo la memoria colectiva; en este caso se oculta el propósito principal de la Corona española al arribar a “Las Indias”. El enunciado intenta convencernos que nuestros nativos adoptaron el español sin oponer resistencia alguna, es decir, sin necesidad de someternos a la lengua. Este tipo de discursos positivos dirigidos a sí mismo intentan modificar la realidad colectiva que la comunidad dominada tiene sobre el grupo dominante. Asegurar que el conquistador español nunca se propuso imponernos su idioma es suponer que América nunca estuvo sometida a la empresa lingüística emprendida por la Corona.

 

Es clara la estrategia del CILE. Hablar de conquistadores y conquistados nos sitúa en un tiempo-espacio muy lejano, como haciendo entender que eso ya pasó, que hoy en día la llegada de los españoles a Córdoba nada tiene que ver con conquistas, con espejitos o nuestro oro, pero, ¿por qué mentir sobre el dominio lingüístico que impuso la Corona? ¿Se estará ocultando también el principal propósito del congreso? Todo hace pensar que el interés no solamente está puesto en promover nuestra lengua; quizá también les preocupa recuperar el prestigio perdido para someternos de nuevo a una moderna conquista mercantil, pero eso lo indagaré en el análisis de la siguiente entrega: “La búsqueda de un español global”.

 

*Imagen de portada: pixabay.com.

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Sobre el autor

Alberto Barrientos

De Monterrey, Nuevo León. Actualmente estudia la licenciatura de Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Enamorado de su esposa y de sus tres cachorros: Kafka, Tívoli y Boris que responde a Vian. Escribe teatro, participa en fanzines, revistas y cualquier cosa que entretenga sus ratos libres. Compone silbando chacareras y huapangos. Por un tiempo formó parte de una banda thrash, ahora sólo conserva el recuerdo de la noche que le abrió a El Tri.

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