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CILE: glotofagia, ideologemas, diglosia y recolonialismo. Parte III  

octubre 20, 2018Deja un comentarioEnsayoBy Alberto Barrientos

Imagen: pixabay.com.

Viernes 18 de marzo de 2016, San Juan, Puerto Rico. Han transcurrido los cuatro días programados para el Congreso Internacional de la Lengua Española y ha llegado la hora de hacer el balance del evento. La tarea se dejó en manos del Secretario General del Instituto Cervantes, Rafael Rodríguez-Ponga, quien tuvo la humildad de dictar el honorable discurso de clausura. Durante la sesión de cierre, el funcionario español agradeció la asistencia a las más de ciento treinta conferencias que giraron en torno a los cinco ejes temáticos propuestos por el congreso. Parece evidente, comenta el funcionario español, que durante el evento se habló de nuestra lengua, se abordó la literatura, el arte, el mercado editorial; agregó el Secretario que incluso se habló de filosofía, de física, de química, de medicina; además de la importancia de las certificaciones del SIELE; igualmente se habló de diccionarios, de exposiciones, periodismo, aniversarios; asimismo se trató el español, el inglés, las distintas lenguas de España y las originarias de América; incluso, entre tanto, se habló de unidad y diversidad del idioma; en resumen, el congreso se preocupó por las competencias de nuestra lengua: los saberes del castellano. Como conferencistas, presumió Rodríguez-Ponga, la séptima edición del CILE reunió a profesionales del ámbito académico y editorial de 27 países, como escritores, periodistas, traductores, lingüistas, hispanistas, dos premios Nobel, expertos en ciencia, arte, música, cine y teatro, además de funcionarios de gobierno y de reconocidas instituciones con compromiso en el desarrollo y promoción del castellano. Mención especial recibieron las autoridades puertorriqueñas que hicieron posible el evento, como también elogió la labor docente de los profesores dedicados a la enseñanza de nuestra lengua.

 

Hasta aquí todo bien. El acto de clausura avanzaba según los acuerdos protocolares que hacen de éste el evento más relevante sobre la lengua española. No obstante después de la extensa lista de agradecimientos y de lanzar la pregunta: ¿por qué queremos entendernos?, ya que podríamos haber decidido no hacerlo, el Secretario General del Instituto Cervantes, Rodríguez-Ponga, hace una intervención que me hubiera gustado ver la cara de what?! puesta por la profesional audiencia:

 

El Evangelio de San Juan empieza con una frase inquietante y misteriosa: «Al principio era la palabra y la palabra era Dios». Sólo Dios sabe qué significan esas palabras, porque si lo que quiere decir es que la palabra es el poder absoluto, eso es precisamente lo que hacen y buscan los totalitarios: la utilización de la palabra para el poder absoluto. Eso es lo que hicieron los nazis y los comunistas. (CILE: 2016).

De la anterior cita podemos debatir el trasfondo ideológico que aparece en la postura evangelizadora del comentario; pues nunca está de más citar a un apóstol católico dentro de un congreso de la lengua española, y menos si remite la práctica glotofágica llevada a cabo por la Corona Española y su vasallaje católico tanto en América Latina como en la península ibérica; habrá que sumar además la intolerancia religiosa que obligó a judíos, moros y amerindios a convertirse al catolicismo ante el poderío español del medioevo y renacentista. La referencia bíblica del Secretario General recuerda las campañas evangelizadoras, aquellas que iban siempre  acompañadas por el cura con el fin de promover la salvación divina entre los salvajes.

 

Si se trata de llegar rápido a un razonamiento lógico nada mejor que simplificar un silogismo: “La palabra era Dios” ergo la palabra es poder. Habrá que recordar a Rodríguez-Ponga que el poder no está en las palabras sino en las instituciones. Venir a decir que el poder está en las palabras es conceder a la palabra ciertos atributos de dominación, y así como no hay lenguas malas ni lenguas buenas tampoco las hay unas más poderosas que otras. Sabemos que las palabras por sí solas no ejercen potestad alguna sobre el receptor, para que éstas ejerzan algún efecto sobre el destinatario ocupan enunciarse por una autoridad reconocida, en un espacio legitimado y ante un público especifico, un ejemplo: su congreso. Ya se comentó en la primera entrega: los ideologemas expresan cómo las instituciones perciben aquello que enuncian. Y asegurar que “la palabra es poder” equivale a decir que el poder es tan natural que nada podemos hacer para combatirlo, cuando lo correcto debería ser desnaturalizar el supuesto poderío de las palabras para concederlo a las instituciones. Me parece que el ejercicio supuestamente racional hecho por el funcionario español pretende culpar de opresoras a las palabras cuando, considero, ya es tiempo de hacernos cargo de nuestros actos de dominación.

 

Y así también podemos debatir sobre el dominio absoluto, me corresponde señalar el descaro de venir de tan lejos para hablarnos de sometimiento, cuando su visita de cada tres años para imponernos su visión conservadora de nuestro idioma resulta una práctica de dominación, o poderío como prefiere llamarlo el Secretario General del Instituto Cervantes. Para resolver rápido el inconveniente propongo hacer un ejercicio intertextual y preguntarnos con qué dialogan los dos temas que he tomado de las conferencias del CILE: el emprendimiento y el español global. Pregunto: ¿dialogan con la humildad? ¿Con la libertad? ¡No! Dialogan con el liderazgo, con el capitalismo, con el imperialismo, dialogan con la supremacía, con el absolutismo, con el control. Todas estas palabras relacionadas al poder. Entonces ¿por qué venir a denunciar el uso del poder solo cuando el otro lo ejerce?

 

Pero lo más debatible a Rodríguez-Ponga, a mi ver, es la referencia comparativa que aparece entre el nazismo y el comunismo pues resulta, como toda ideología, polémica y apologista. Descartemos la polémica que genera el hecho de ocultar su totalitarismo tras denunciar las prácticas totalitarias del otro, y ni hablemos de condenar el poder absoluto de estas dos corrientes cuando la misma RAE se empeña en consolidarse como único centro de mandatos y normas para el uso del español. El comentario además resulta polémico por colocar al comunismo a un lado del nazismo, dando a entender que tanto nazis como comunistas marchan por la misma senda. Es clara la intención del Secretario General por desacreditar al comunismo, y las razones pueden resultar obvias: la amenaza que representan los comunistas por su fuerte oposición al capitalismo y cabe agregar, el riesgo que encara la fe cristiana. Aquí hay algo de suma importancia, pues tanto el capitalismo como el catolicismo son dos campos donde los organizadores del CILE ponen en juego su capital simbólico: el castellano. De modo que, la desacreditación al comunismo se debe, más que nada, porque éste representa un peligro para dicho capital.

 

Hay dos formas de ser polémicos, o bien hay muchas, aunque todas estas formas deberían englobarse en dos: ocultar verdades y develar verdades. La segunda obedece más al sentido común que opera en el postestructuralismo, ésta consiste en exhibir aquello que oculta una idea arraigada, eso generaría un choque entre opiniones: una polémica. En cambio Rodriguez-Ponga es polémico porque la intención de su comentario es seguir arraigando en nosotros las ideologías capitalistas, es decir, ocultarnos dónde se encuentra hoy el verdadero dominio hegemónico, o bien el control de la cultura de masas, que por obvias razones resulta en el sistema capitalista y no en los regímenes totalitarios del siglo XX.

 

Hay que estar atentos ahora que el CILE venga a Córdoba y no dejarnos embelesar por fanfarronerías de cenas y visitas reales. Es irrebatible la postura conservadora de sus principales organizadores: el Instituto Cervantes, la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española vienen con una misión, y es hacer de nuestro idioma un producto de mercado bajo el membrete “Marca España”. Habrá que revisar que este tipo de estrategias mercantiles no vulneren las políticas lingüísticas establecidas en la Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos, en el Protocolo para la Garantía de los Derechos Lingüísticos y en el Informe sobre la Vitalidad y peligro de desaparición de las lenguas, todos estos documentos publicados por la UNESCO. Para contrarrestar este tipo de abusos y promover dichas políticas, la FFyH de la UNC organiza en paralelo al CILE el “Foro Latinoamericano de Lenguas: I Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos”. Serán  tod:)s bienvenid;)s.

 

*Imagen de portada: Internet Archive Book Images, en Flickr.

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Sobre el autor

Alberto Barrientos

De Monterrey, Nuevo León. Actualmente estudia la licenciatura de Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Enamorado de su esposa y de sus tres cachorros: Kafka, Tívoli y Boris que responde a Vian. Escribe teatro, participa en fanzines, revistas y cualquier cosa que entretenga sus ratos libres. Compone silbando chacareras y huapangos. Por un tiempo formó parte de una banda thrash, ahora sólo conserva el recuerdo de la noche que le abrió a El Tri.

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