Poemas hay que cantan y que gritan; aun, que vociferan. Hay poemas, también, que son livianos, suaves en su esplendor, poemas de delicado gusto. Y los hay (he aquí el quid, hemos llegado al grano) aquellos que musitan, cuya belleza radica en el decir-a-medias. Así los poemas que aquí se están mostrando (iba a decir “se muestran”, pero no; hay en ellos una dolorosa conciencia del instante presente, son puro presente. La madeja de las horas en el instante exacto de estarse así desmadejando).
¿Desconfianza en el lenguaje o lenguaje de la desconfianza? Quisiera pensar, mejor, que lenguaje y desconfianza —que es lo mismo que decir: apropiación de las cosas y desprendimiento de las mismas— dialogan en un juego que, en el fondo, quiere simbolizar esa cuerda a un tiempo tensa y floja en la que todos habitamos.
Renato Tinajero.
I.
Pausa o intersticio
por donde espío
me espío
crapulosamente amarilla
Acueducto de almohada
y edredón
llevándome por la margen
de un estanque
tan curioso en quietud
tan impaciente
Julio me desmaya
afiebra la red de la memoria
organiza ataques
de postración
Y olvido.
No canta saudades
el muy zorro
Sino el hedor
de alguna muerte presa
vaya a saber en qué recodo
o cuál onda
Julio me obliga a beber rencores
en el vaso aquel
de aquel Prudhomme
Vaso de mi infancia
cuyo signo entreví
sin conocer
cuya rajadura llevo
sin nombrarla.
II.
Cabe señalar la tierra que pisamos
su hojaldrosa geografía
la telaraña de sus voces
Cabe decir qué extraños deambulamos
por territorios ocupados
entre pacientes piedras
cuya índole se ignora
y se interpreta
y reinterpreta
No corre prisa en asir el jeroglífico
darlo vuelta
y sesudamente
pegarle una etiqueta
Habremos de tomarlo palmo a palmo
acunarlo en los brazos
aquietarle el olvido
y con levedad de brumas
abrir su laberinto
Cabe precisar qué extranjeros
nos hallamos
en la médula misma
de nuestra sin par ausencia
de nuestra propia vida
III.
El avión se lanza
y retrocede
ella espía
la guitarra
el sombrero
hace señas
guiños
los ve pasar
tu blusa
y tu pelaje
se aprieta a la vidriera
se expone
allí se va
su sangre
su réplica
el doble de sus huesos
El avión se lanza
y toma vuelo
por un momento
ella y el pájaro
juntos
la cópula
más ausente
IV.
Observó que prevalecía
La exigencia del desangre
La médula del organismo
A ultranza,
Le refirió sus pasos
Cárcel
Cáncer
Crimen
Crisis
Y dio cuenta del empeño
por crear y creer
En la humanidad
Del acto
Subrayó la cavidad
De los fuegos
Y los gestos
El vacío del prestigio
Con el resto del nombre
y de la fama
Inclinó su cabeza tomó las hojas
La suma de sus hojas
De sus días
De sus culpas
De sus sueños
Roer el hueso
Dijo
Hasta
La cárcel
El crimen
El cáncer
La crisis
Roer el hueso
Dijo
Para revelar
Lo que eres
Lo que únicamente…
V.
Este mundo mío
de locos
de parias
seres del hambre
y la intemperie
Qué contar
de sus últimos rostros
de la ignominia
igual al absurdo.
Esta mi morada
blanca de ausencias
quebrándose
en llanto
Cómo desbaratar
los gestos iguales
e irrumpir
en medio del grito
con el más claro silencio
Quién puede sacudir
el manto uniforme
de la pérdida
y bosquejar improperios
para retroceder
el miedo
como si fuera una farsa
VI.
La curva se come los pastos
Los envuelve y los traga
Ausente de sutilezas
Ella abre el ojo dormido
Y dibuja el puerto
-sin naufragio-musita
Sólo el ancla
En un guignol de dos por dos.
El trenbarco la sacude
Una sola vez
Y bufa en carcajadas de hierro.
Hemos subido el brazo
Hasta los hombros
Lo hemos levantado un poco más
Trenza, cerco
Apretar la entraña
Convocado el hambre
De asir y retener.
Ella ríe a sabiendas
Del agua de mar
(un puerto marítimo)
En sus mejillas
Ella ríe de pura tribulación.
¿Cómo te llamo amada?
¿De qué manera te pueblo el nombre?
Ella ríe su desencanto.
El tablado pequeño
Pequeñísimo
Para el afecto de tres
dos uno
Gente con sus mismos poros
En un guignol de dos por dos.
Abrazo, estupor
Comunicante el acento
De algunos personajes.
Y viaja
Recorre las fronteras y los pasos
los muros y los puentes
no mira
no ve
no sabe
ternura de los laureles
y en la buganvilia
que antes fue Santa Rita
ternura por el aquí y el allá.
¿Cómo saberte los lazos
Y arrancarte el paisaje?
Ella se entristece
en medio de la comedia.
Necesitará siete días íntegros
para suponer la vuelta
en este guignol de dos por dos.
La marioneta rosa
la convoca
La marioneta con botas
Le frena el pulso
Saludos – manos – cortesía –
Qué pretensión la del regreso
Cuánta tontería
en su destino revuelto.
Ella reinventa la mímica
Y advierte la teatralidad
De este presente viejo
mientras sobre el tablado-ciudad
títeres y muñecotes
fijan su sonrisa quieta
en el giro de sus cuerpos congelados.
Estopa y cartón
El pasado me acompaña
Aún en un guignol
De dos por dos.
VII.
Me duele el tamariscal de mi raza amarga
La dudosa condición de su silencio
Silencio que florece en mi modo
De crujir los dientes
Y enderezar la espalda
(De Extranjerías, poemario 1989-1990. México, DF.)
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