
En 2012, por iniciativa de Alejandro Gómez Treviño, entonces coordinador de la Cineteca Nuevo León del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (Conarte), se realizó la primera Muestra Internacional de Cine Queer Monterrey (QMTY). La octava edición de este año es significativa, ya que se inaugura el mismo día en el que cincuenta años atrás ocurrieron los disturbios en el bar Stonewall, en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, lo que se considera el inicio de la lucha por los derechos y visibilización de la comunidad LGTBI de nuestros días.
El hecho consistió en una serie de movimientos de protesta a raíz de una violenta redada que la policía de Nueva York realizó la madrugada del 28 de junio de 1969 en el bar Stonewall, frecuentado por la comunidad gay. Fue el catalizador de un descontento que estaba latente en los Estados Unidos frente a una estructura oficial represiva hacia la diversidad, que soslayaba los excesos y violaciones cometidos hacia grupos fuera de la normatividad blanca heterosexual cristiana.
Lo principal fue que hizo reconocerse a quienes compartían una orientación sexual como una comunidad, si bien no homogénea sí con problemáticas e intereses básicos comunes. A partir de ahí se fueron conformando espacios periodísticos, artísticos, de asistencia, de protección, de discusión, con el fin de exigir dignidad y derechos para quienes hasta entonces habían sido tratados como la basura a esconder bajo la alfombra.
Las cosas han cambiado mucho aunque el camino sea aún largo por recorrer, en unos sitios más que en otros, pero los derechos plenos hacia la comunidad LGTB siguen siendo una asignatura pendiente.
El QMTY es algo que se entiende en este contexto histórico.
Ya desde 1999 la Cineteca Nuevo León acogió algunas ediciones del Festival MIX (Cine y Diversidad sexual) una iniciativa independiente del promotor Arturo Castelán, en la Ciudad de México, que ha ido creciendo hasta convertirse en un referente importante para la comunidad de aquella ciudad.
Sin embargo, nuestro contexto requería de un espacio propio, de una visión que respondiera a la situación y particularidades del tema y a las expectativas de nuestra sociedad. Fue entonces que desde el seno de la institución de cultura estatal, el Conarte, surgió la propuesta de crear ese espacio faltante. Esto es algo destacable, ya que no se trató de apoyar alguna iniciativa externa, sino que el estado tuvo la visión y abrió su estructura cultural para integrar la diversidad sexual como uno de los factores socioculturales a atender, asumiendo la responsabilidad ante posibles resistencias que pudieran surgir. En aquel momento representó un esquema novedoso.
En una sociedad como la regiomontana, que tiene sectores conservadores y reacios a la diferencia, pero también otros que generan movimientos y proyectos inclusivos destacables, el QMTY ha sido un factor sumamente positivo para ampliar el panorama. Se notó desde la primera edición, con un público nutrido, participativo, que ha ido creciendo a través de los años.
El buen tino del promotor Alejandro Gómez Treviño, quien sigue siendo el director artístico de la muestra ahora como colaborador externo de la Cineteca Nuevo León, ha sido apostar por la calidad de la cinematografía incluida como fundamento de la muestra. Se va a ver buen cine, una curaduría excelentemente realizada que no cae en la complacencia de presentar cualquier pieza apelando a la temática como sostén automático del aprecio del público. De esta manera se han visto grandes clásicos restaurados, como en la edición de este año de la cinta El lugar sin límites (Arturo Ripstein, 1977), hasta propuestas vanguardistas en cuanto a tratamiento temático y narrativa cinematográfica. Así mismo, la presencia de productores, directores, actores y actrices enriquecen el diálogo.
Es importante mencionar este aspecto porque el QMTY ha ido traspasando el estatus de “evento para la comunidad” al irse posicionando en el gusto de un público general, que va a ver filmes reconocidos internacionalmente donde las etiquetas van quedando en segundo plano.
No se olvida que uno de los propósitos principales de cualquier evento que forme parte de la visibilización de la comunidad LGTBI tiene como objetivo precisamente eso, centrar la atención en este colectivo y sus problemáticas. Pero la apreciación de un público más heterogéneo es un paso hacia la deseada normalidad de una sociedad diversa en todos los sentidos.
La presencia de la persona homosexual en el cine ha recorrido un camino sinuoso. En los inicios como un asunto muy soterrado frente a los estrictos códigos morales que prevalecían en la industria, hasta poderse presentar pero como una caricatura, la cual se aceptaba en cuanto fuera reconocible, propensa a la discriminación y depositaria de burlas. La dignidad estaba aún lejos.
Los años sesenta y setenta abren con dificultad el espacio para mostrar situaciones que fueron inquietantes para un público complaciente. Directores como Pasolini, Visconti, Fassbinder o Hermosillo, entre otros, mostraron el ambiente oculto, y a veces perturbador, producto de un esquema social que arrinconaba a las personas que no cumplían con la normalidad impuesta.
Posteriormente el cine ha ido abriendo espacios para presentar la diversidad que existe en el espectro de la orientación no heterosexual. Por un lado la multiplicidad de formas en las que las personas buscan su identidad y su manera de realizarse, que sin excluir el drama y el humor desea dignificarles tal cual son. O bien ciertas tendencias temáticas por insertar a los hombres y mujeres homosexuales en la “normalidad” de las sociedades, principalmente occidentales.
Atenuando estereotipos, también, como el gay forzadamente afeminado o la lesbiana masculinizada, pero asumiendo que tan perjudicial es despreciar cualquier forma de ser y expresarse. Una diversidad, vale apuntarlo, que incluso experimenta sus problemáticas discriminatorias dentro de la propia comunidad LGTBI, donde la reflexión artística ha servido para plantear la existencia de las diferencias sin escalas de valores. Donde todas y todos cabemos. Al menos en el cine.
Sirva este texto para reconocer la importante labor del QMTY, de todos quienes participan en su realización, del Conarte, que acertó al integrar este evento como parte de su estructura, y del público que asiste consolidando este espacio.