
(Especial para Levadura)
Elizabeth Burgos nació en Valencia, Venezuela. Obtuvo el premio Casa de las Américas en 1983 por el libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. Otro libro suyo, Memorias de un soldado cubano (1997), basado en el testimonio del ex guerrillero Daniel Alarcón Ramírez, “Benigno”, la puso nuevamente en el foco de atención de historiadores y comentaristas. Burgos fue esposa de Régis Debray, uno de los pensadores franceses más destacados del siglo XX e inicios del XXI. Junto a él vivió las peripecias de su compromiso con la lucha armada en América Latina bajo la influencia de la Revolución Cubana. En esta entrevista, Burgos rompe el silencio sobre una de las etapas tempranas de su vida, aquella que estuvo marcada por la ciudad boliviana de Camiri.
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Las militancias y los sentimientos del francés Régis Debray y de la venezolana Elizabeth Burgos engranaron legalmente en acto formal de matrimonio notariado en la cárcel de la ciudad boliviana de Camiri, el año 1967. Las autoridades de ese país los obligaron a casarse para así justificar las cortas visitas de ella a la celda de su flamante marido, formalmente acusado por el ejército boliviano de sedición y asesinato. Lo sentenciaron a la pena máxima de 30 años de cárcel, de los cuales solo cumplió 3 años y 8 meses.
Ni asesino ni sedicioso, Debray era, en realidad, asesor de Ernesto Che Guevara, desde que este leyera su “Castrismo, la larga Marcha de América Latina”, artículo publicado en 1965 en Les Temps Modernes, revista dirigida por Jean Paul Sartre. El Che lo leyó en Argelia y lo mandó a traducir para Fidel Castro. De inmediato ambos comandantes reclutaron al autor para su causa.
La atracción entre Elizabeth y Régis surgió en algún recodo de la sierra de Falcón en Venezuela, cuando el francés circulaba con una credencial de Revolución, revista financiada por el gobierno chino. Elizabeth lo conoció y apoyó como traductora. Ella aprendió el idioma desde 1959, año en el que asistió al Festival de la Juventud y los Estudiantes, organizado por las redes del Partido Comunista de la Unión Soviética. Burgos no quiso regresar a Venezuela, mientras no dominara la geografía social y la lengua de París, ciudad donde incluso trabajó como niñera con tal de sostenerse en medio de la efervescencia rebelde de esos años. Hoy reside allá de manera permanente.
Enamorados y curiosos, Régis y Elizabeth recorrieron, al menos, nueve países latinoamericanos entre 1963 y 1964. A su retorno a París, tras aquel año y medio en el sur, Debray escribió el artículo citado, encerrado 15 días dentro de la oscilante biblioteca de un barco transatlántico. Dejaba así atrás al maoísmo y se declaraba castrista.
Muy rápido pasaría de las ideas a la acción. Un requerimiento urgente del Che lo hizo retornar a Bolivia en septiembre de 1966, esta vez para explorar en dónde podía instalarse su próximo cuartel guerrillero. Debray recomendó primero la zona del Alto Beni, luego la del Chapare y solo en tercera instancia, Ñancahuazú. Su informe, provisto de mapas y fotos, llegó tarde a La Habana y en los hechos fue despreciado por los cubanos. Entre diciembre y enero, se decidieron por la peor carta, Ñancahuazú, con lo cual, sin saberlo, herían de muerte el proyecto.
No era la primera vez que Debray terminaba mal comprendido por los tomadores caribeños de decisiones. En su texto, ya citado, “Castrismo, la larga Marcha de América Latina” (1965), escribió que “debido a razones de formación histórica verdaderamente únicas en América, en Bolivia, la teoría del foco es, sino inadecuada, relegable, en todo caso, a un segundo plano”. Y fue precisamente en ese país en el que nuestro experto en castrismo vio cumplirse el vaticinio certero acuñado durante su travesía por el océano: en cualquier parte, menos en Bolivia.
El 21 de marzo de 1967, el Che, ya instalado en el sudeste de Bolivia, escribe en su diario que Debray debe salir de aquel campamento para organizar una red de ayuda en Francia, lo cual “coincide con sus deseos de casarse y tener un hijo con su compañera”. La primera parte del plan se adelantaría cuando el francés es detenido días después por los militares bolivianos en el pueblo de Muyupampa. En efecto, su reencuentro con Burgos sería para casarse, aunque el acto se hubiera producido por sugerencia imperativa de sus captores. El hijo anunciado por el Che vendría mucho después, en 1976 y sería mujer; Laurence, autora de un volumen autobiográfico titulado Hija de Revolucionarios.
Debray y Burgos volverían a encontrarse en Chile tras la sorpresiva orden de liberación del presidente boliviano Juan José Torres dos días antes de la Navidad de 1970. Aquel tiempo en la ciudad de Camiri vuelve ahora a la memoria, porque Elizabeth Burgos nos aceptó esta entrevista. Acá, la conversación con ella.

¿Cuán involucrada estuviste con la guerrilla que los cubanos le preparaban al Che en Bolivia?
EB: Involucrarse en una guerrilla significa primero prepararse, es decir, tener entrenamiento militar. A todo aquel que llegaba a Cuba en aquella época, se le proponía inmediatamente someterse a un entrenamiento de guerra de guerrillas: era el ritual de paso que como sucede en las sociedades primigenias, la condición para ser aceptado como miembro de la comunidad. Era la época del dogma de la lucha armada rural, basada en el modelo castrista teorizado por Ernesto Guevara en Guerra de guerrillas (1961) y en Guerra de Guerrillas: un método (1963), y más tarde, por Régis Debray en ¿Revolución en la revolución? (1967).
Con Régis llegamos a La Habana invitados a la Conferencia Tricontinental (enero 1966). Recuerdo como un hecho premonitorio, en la sala de espera del aeropuerto de Praga, entre los viajeros que se disponían a viajar a La Habana, estaba Mario Monje, el entonces primer secretario del Partido Comunista de Bolivia. Al término de la Tricontinental, comienzan a llegar bolivianos invitados por el Departamento América de Cuba: René Zavaleta, Líber Forti, Simón Reyes y Juan Lechín. Era un indicio de que Bolivia era parte del proyecto internacional tal y cómo había sido anunciado, cuyo propósito se resumía en: “crear uno, dos, tres, muchos Vietnams”, frase del Che a la Tricontinental.
Por supuesto, reinaba la “compartimentación”. Ningún funcionario cubano de los que “llevaban” las tareas del internacionalismo, te decía dónde se preparaban las guerrillas; simplemente lo percibíamos por la nacionalidad de los grupos presentes en La Habana. Cuando se envió a Régis a explorar las zonas posibles para el asentamiento de un foco guerrillero en Bolivia, era evidente que el país iba a convertirse en un foco de la lucha armada. Sabíamos por el comandante Jorge Serguera, quien había sido embajador de Cuba en Argelia, que el Che había regresado del Congo. Sacar conclusiones no requería mayor esfuerzo.
Es muy posible que estuviera programado que después del período de “asentamiento” de la guerrilla, yo me sumaría al foco en Bolivia. Pero también, que se decidiera, dado mi conocimiento de Europa, de dominar varios idiomas, de haber viajado por América del Sur, y haber vivido en Bolivia, me destinaran a misiones en zonas urbanas. En la vida clandestina, los “revolucionarios profesionales” no conocen de antemano su destino. Permanecí en La Habana como reserva.
Tras el comienzo prematuro de las operaciones militares en Bolivia y la captura de Régis, se modificó el que iba a ser mi destino. Por medidas de “seguridad”, como se decía en estos casos, permanecí en Cuba hasta la muerte de Guevara. Fidel consideró que cuando ya no había nada que temer, era el momento de irme a Europa a ocuparme de la campaña por la liberación de Régis.
¿Cómo recibiste las primeras noticias sobre el arresto de Régis en Bolivia?
EB: La información de su “muerte en combate” la recibimos en La Habana por un cable de la agencia France Press (AFP). Compañeros venezolanos que recibían a diario los boletines de la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR) me dieron a conocer la noticia. El boletín consistía en copias de los cables de las agencias de prensa internacionales que la censura de prensa imperante, impedía su publicación en el diario Granma. El aparato cubano del cual dependía, el Departamento de América, dirigido por el comandante Manuel Piñeiro “Barbarroja”, había decidido no informarme acerca de lo sucedido en Bolivia, seguramente hasta no recibir confirmación de los hechos.
La madre de Régis, en su calidad de presidenta del Festival internacional de Ballet de París, había llegado casualmente a La Habana invitada por la bailarina Alicia Alonso. Ella fue informada sobre Régis por el embajador de Francia en La Habana. Recibíamos cada día cables y la prensa extranjera con las noticias de Bolivia, que analizábamos con los funcionarios del Departamento de América, a veces, también con Fidel Castro.
¿Cómo era la rutina, las visitas, los contactos y el entorno de Debray y de ti en Camiri?
EB: Fue al cabo de un año que las autoridades militares, tras gestiones de la embajada de Francia en La Paz, me autorizaron a viajar a Bolivia. Con una condición; debía contraer matrimonio pues al no estar casados, consideraban que no tenía derecho a visitas. En realidad, el Alto Mando Militar, cuya imagen internacional era execrable, pretendía utilizar el acontecimiento para demostrar a la prensa extranjera con ese acto de “magnanimidad” su buen sentido de la justicia. Tampoco me permitieron permanecer en Bolivia, como lo exigí. Me autorizaron viajar cada tres meses y permanecer 10 días y solo media hora de visita diaria. A veces llegaba a Camiri munida de la autorización emitida por el Alto Mando y el jefe de la IV División del ejército se negaba a reconocer el permiso, obligándome a viajar de nuevo a La Paz para pedir la intervención de la Embajada de Francia. En esa época no había posibilidad de comunicación telefónica entre Camiri y La Paz, había que hacerlo por radio y ésta estaba bajo control de la IV División. No se trataba de una disposición administrativa, todo dependía de la personalidad del Comandante; de su grado de antipatía o de resquemor.

¿Qué opinas sobre las versiones de que Debray delató a los guerrilleros y particularmente al Che?
EB: Debe tomarse en cuenta las secuencias de cómo fue apareciendo la información relativa a la presencia de la guerrilla, y en particular, la divulgación de la presencia del Che en Bolivia. Primero, el olvido de documentos en el jeep de Tania que demostraba los preparativos. Casi simultáneamente, la huida de los desertores que declararon todo lo que sabían y habían visto en la guerrilla y mencionaron la presencia del Che. Luego la caída del guerrillero Jorge Vásquez (27 de abril) quien fue engañado por un agente de la CIA cubano, el Dr. González, mediante un subterfugio que narra detalladamente Gustavo Sánchez Salazar en su libro sobre la guerrilla publicado en Francia y del que creo no existe edición en español. González se hizo pasar por un enviado de Fidel Castro que quería tener noticias sobre la situación de la guerrilla. El nivel intelectual del Loro (Jorge Vásquez), su pertenencia a la jerarquía del PCB, dieron crédito a las declaraciones de los desertores y así se logró la confirmación definitiva de la presencia del Che al mando de la guerrilla. El engaño fue posible porque González, además de su acento cubano, poseía tal nivel de información sobre la guerrilla y sobre Cuba, que logró convencer al Loro de su “honestidad”. Se debe tener en cuenta el estado de debilidad física del Loro: herido gravemente, que acababa de ser operado.
Por otra parte, está la existencia de un cable del Comando en Jefe de las FFAA bolivianas del 24 de noviembre de 1966, enviado a las embajadas de Bolivia en los países limítrofes y a la de Washington, informando que el “guerrillero Che Guevara había ingresado a Bolivia”. Ese cable fue publicado en el libro del oficial Diego Martínez Estévez, Ñancahuazú: apuntes para la historia militar de Bolivia, y demuestra, que aunque no se conociera su localización precisa, era evidente que la presencia de Che en el continente había sido detectada por los servicios de inteligencia.
Es cierto también que Ciro Bustos, excelente dibujante, retrató los rostros de todos los guerrilleros, incluso el del propio Che Guevara. Según su versión, lo hizo al percatarse de que el ejército tenía toda la información y no valía la pena seguir negando la presencia de Guevara y de los cubanos. Segundo, porque le daba la oportunidad de dibujar el rostro de un personaje inventado por él, con el fin de engañar a los servicios de inteligencia argentinos y así proteger las redes de militantes argentinos con los que él estaba en contacto. Se debe tener en cuenta la vulnerabilidad de Bustos que vivía en la Argentina, en donde había dejado a su mujer y a sus dos hijas pequeñas. Si algo se le podría reprochar sería haber dibujado el emplazamiento de los depósitos en donde la guerrilla había acopiado enseres y medicinas; luego, de aceptar ir con el ejército a identificar los cadáveres de los guerrilleros muertos en combate. Sin embargo nada permite decir que eso permitió la caída de Guevara y el fin de la guerrilla. El propio Che y la triste historia del grupo de Joaquín, demuestra la imposibilidad de delatar el lugar en donde se encontraban, porque ellos mismos desconocían la zona en donde se situaban.
Todas las evidencias demuestran que las autoridades bolivianas conocían de antemano la presencia de Guevara en Bolivia. También es cierto que el gobierno boliviano, seguramente aconsejado por la CIA, después de que Antonio Arguedas, tras el arresto de los desertores, declarara a la prensa la presencia de Guevara en Bolivia, en los días siguientes lo negó sistemáticamente. De igual manera procedieron las autoridades militares. Declarar la presencia de Guevara en Bolivia, significaba hacerle propaganda a la guerrilla. Y dadas las simpatías que despertaba la figura del guerrillero, hubiera desencadenado un movimiento de solidaridad, nacional e incluso internacional.
Otro elemento a tomar en cuenta es el papel de los personajes que cobraron entonces presencia mediática; tal es el caso de Régis y de Tania. Debemos situarnos en el contexto histórico de la época. Podríamos hablar de una guerra de las imágenes. Al pasar a formar parte del bloque de los países comunistas, Cuba se involucra en la Guerra Fría, e involucra también a la América Latina valiéndose de la multiplicación de frentes guerrilleros que va creando en todo el continente. En el caso boliviano, además de Guevara, dos figuras saltan a la palestra internacional generando simpatías en la juventud: una es la de una mujer, Tania la guerrillera, la otra, la de Régis Debray. Coincide con las revueltas de estudiantes en el mundo entero y con el estallido de los movimientos feministas. Esas figuras eran tomadas como ejemplos de inspiración. Quitarles el aura de prestigio, era una manera de restarle simpatías a la lucha revolucionaria. Estados Unidos se debatía con la guerra en Vietnam. Los movimientos contra el colonialismo se multiplicaban en el África. Transformar a Régis Debray en delator y a Tania en una agente de los soviéticos, cuya misión era participar en la captura del Che, era una manera de restarles prestigio, de desacreditar la imagen de héroes positivos que habían adquirido. Por otro lado, para los militares bolivianos, cuya reputación internacional era execrable al cargar con la culpabilidad del asesinato del Che, —culpa que todavía los acosa— buscar a un culpable más culpable que ellos, los eximía de cierta manera. Por el lado de los militantes revolucionarios, también sufrían de un sentimiento de culpabilidad por la muerte del héroe; un duelo inconcluso que también los lleva a buscar una culpabilidad de doble estigma: la de “burgués” y la de “francés”.
Existe una entrevista de Manuel Piñeiro, creo que la única que dio en su vida, en la que se extiende sobre la historia del Che en Bolivia, y donde considera a Bustos como “traidor.” En el prólogo de Fidel Castro al diario del Che, Castro le adjudica toda la culpa a Mario Monje, el líder del Partido Comunista de Bolivia (PCB). En una segunda fase, 30 años después, tras la publicación de Alabados sean nuestros señores: una educación política, un libro en el que Régis Debray analiza los personajes políticos que se cruzaron en su vida, la hija mayor de Guevara realizó una gira por América Latina acusando a Régis Debray de haber delatado a su padre. Seguramente al ser una persona de poco nivel intelectual, acostumbrada a pensar por eslóganes, no podía comprender los matices del capítulo dedicado a Ernesto Guevara. Pero ni Fidel Castro ni Manuel Piñeiro incurrieron nunca en esa versión. Ellos siempre contaron con una información minuciosa sobre los acontecimientos ocurridos en Bolivia, por lo que dudo se hubiesen expuesto a semejante ridículo.
¿Cómo se fue abriendo paso la posibilidad de que Debray y Bustos sean liberados?
EB: Durante la presidencia del general Ovando, a pedido del propio general, y a través de mi intermediación, este entabló un amago de negociación directamente con Fidel Castro que no fructificó debido a la pronta caída de su gobierno. Yo me encontraba en La Paz, Bolivia, cuando se dio la salida del presidente Ovando del poder y la sucesión del general Torres con el apoyo de los obreros.
A partir de la llegada del general Torres al poder, tuve la certeza que se abría la posibilidad de obtener la liberación de Régis. Se vencieron los diez días de mi permiso, pese a ello decidí permanecer en La Paz. No me expulsaron, pero no fue fácil. Contrariamente al general Ovando que siempre fue muy correcto conmigo, en particular en lo que respecta a los permisos de visita, Torres siempre se mostró muy agresivo en la época en que formaba parte del Estado Mayor. Al llegar a la Presidencia, su actitud no cambió; siempre se negó a recibirme. El argumento que finalmente decidió al general Torres a tomar la decisión y pasar por encima de los oficiales opuestos radicalmente a la liberación de Régis, fue la amenaza de huelga general por parte de la Central Obrera Boliviana (COB) si no se les otorgaba la amnistía a los presos de la guerrilla. Juan Lechín, su máximo líder, me lo notificó personalmente. También la presidenta de la Unión de Mujeres de Bolivia (UMBO) Delia de Quezada, me notificó que harían una huelga de hambre si no se liberaban los presos en la Navidad que estaba por llegar. Claro, que al final la decisión fue del general Torres. En ello colaboró el mayor Rubén Sánchez, que ocupaba un cargo muy cercano a Torres y era mi contacto directo con él. Jorge Gallardo, entonces Ministro del interior, también jugó un papel importante en el desenlace del caso.
¿Cómo recuerdas el traslado de Camiri a Chile?
EB: Los pormenores del traslado de Camiri a Chile los discutí minuciosamente con Rubén Sánchez, el día anterior. Sabía que iba a realizarse, pero dadas las condiciones adversas que seguían existiendo en el seno del ejército, todo era posible. Sobre todo, no podía demostrar nada ante la prensa que estaba al acecho. De haberse enterado la guarnición de Camiri y otras, el operativo hubiera fallado. La seguridad la tuve en la mañana, al escuchar en la radio, la declaración de Jorge Gallardo Lozada, Ministro del Interior, informando al país la liberación de Bustos y de Debray. Volé a Santiago en el primer avión que pude.
¿Cuál fue para ti el objetivo del Che en Bolivia?
EB: El objetivo del Che en Bolivia era el de proseguir el destino que se había trazado: la guerra. A Bolivia la percibió como un escenario operativo, como un instrumento que por su situación geográfica iba a constituir un foco a partir del cual iba a irradiar la guerra revolucionaria en el resto del continente. Su proyecto personal era el de entrar a la Argentina y dirigir la revolución en su país. Tal vez se había cansado de ser extranjero.
¿Cómo explicas las decisiones de Mario Monje y del Partido Comunista de Bolivia (PCB) de no cooperar con el Che?
EB: Monje y el PCB obedecían a un centro que era Moscú. Una relación de un aparato tan poderoso como era la Unión Soviética no se deshace de un día para otro. Ese aparato le dio rango de personalidad importante a mucha gente. La pertenencia a la internacional comunista, significaba ser parte de una cultura, una historia y un imaginario poderoso. Los cubanos podían ser muy simpáticos y el tropicalismo de la mayor de las Antillas, atractivo, pero nada comparable con la majestuosidad del Kremlin, codearse con la jerarquía mundial del comunismo, ser alguien en un país que se medía con Estados Unidos, dotado del arma nuclear…

¿Traicionó Fidel al PCB? ¿Lo hizo con Bustos y Monje?
EB: Fidel no traicionó a nadie, nadie traicionó a nadie. Monje sabía muy bien que en materia de manipulación Fidel Castro no tenía quién lo equiparara. Se tiene la tendencia de analizar los hechos históricos como si en el momento de suceder se dispusiera de todos los datos para juzgarlos, cuando en realidad los escenarios son múltiples, los contextos imprevisibles.
Fidel Castro y Ernesto Guevara improvisaban, buscaban poner a los soviéticos ante los hechos consumados; había cierto infantilismo en su actitud. La audacia y la improvisación han hecho de Cuba una potencia política mundial, pero a costa de la muerte de miles de latinoamericanos y, más grave aún, a costa de las trabas que Cuba le ha impuesto al desarrollo de una cultura verdaderamente democrática a América Latina. El ejemplo de Venezuela es flagrante.
Desde hace 61 años, América Latina paga la obsesión de Fidel Castro. Estando aún en la Sierra Maestra, en una carta dirigida a Celia Sánchez, él le dice que su “destino iba a ser hacerle la guerra a EE.UU”. El trauma de Cuba debido al papel jugado por el ejército de Estados Unidos en el desenlace de su Independencia, Fidel Castro se lo adjudicó a todos nosotros como si fuera un hecho histórico que le concerniera a todo el continente.
¿Jugó algún papel la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana en este proceso?
EB: Creo que se le adjudica un papel mayor a la CIA de la que realmente tuvo, pero forma parte de la propaganda gruesa del comunismo. Nada más leer el libro del general Gary Prado, escrito con el rigor de un militar serio, se comprende perfectamente bien el desarrollo del escenario bélico en el que le tocó finalizar la guerrilla de Guevara.
*Imágenes del archivo personal de Elizabeth Burgos.
Hace muchos años que no sé de Elizabeth. Justo desde su estancia en Andalucía. ¿Sería posible que ustedes le pasaran mi nombre y email? Saludos y gracias.