
(Después de largo tiempo los instantes vividos vuelven a embriagarnos
y adquieren la magia de una admirable realidad: un perfume, una melodía,
un paisaje, el rumor del agua que corre, la silueta fugaz de una mujer,
la tersura de unas manzanas; hacen que nuestro espíritu se exalte
y torne a vivir momentos de sensualidad y de tristeza).
Zapotlán, Guillermo Jiménez
A veces resulta extraña la manera en la que decidimos nombrar las cosas. Creamos palabras que quedan suspendidas en círculos y poco a poco otros se van contagiando de ellas, las utilizan en contextos que poco se parecen al momento de su creación. O la manera en la que describimos un suceso, la forma natural de contar una historia, en pasado, pero la naturaleza del presente también hace que las formas e ideas se confundan creando otra cosa.
Lo que sea un nido, nadie lo racione. Historias de fuga de Gabriel Wolfson es la compilación de tres historias distintas que se unen por la ciudad y el testimonio: una estudiante que cuenta su experiencia con la bulimia y la anorexia; la manera en la que un trastorno es consciente y a pesar de eso, lo complicado que puede resultar convivir con otras personas por la hipertecnificación de la enfermedad; un hombre narra los pormenores del tiempo que pasó en la Unión Soviética, en los años 70, mientras asistía a un centro de capacitación comunista y la cotidianidad de sus días en Puebla; y también, la historia de un migrante que cuenta su experiencia como indocumentado en Nueva York por medio de una enumeración fragmentaria de recuerdos.
El título evoca lo cambiantes que pueden resultar los recuerdos, que nadie limite la constante fluidez de la memoria con el vacío de una sola respuesta o solución; y que nadie limite al otro que luego de escuchar bifurca una historia por la misma libertad de la palabra. Entonces, lo único que queda es intentar dar forma a lo que se cuenta de manera ordenada, la exploración de la memoria. Siempre resulta en algo particular el ejercicio de encontrar ausencias, describir el pesar, las digresiones nos regresan a un cauce original para volver a perdernos.
Otro punto de referencia en las historias es Puebla, que solo encubre o nombra el sitio donde se desarrollan algunos recuerdos. La ciudad observa sin reparo a los personajes, y cada uno se hace de cierto protagonismo, se apropia y llena de significaciones los espacios. Nos cuentan entonces de cuando eran niños o sobre los días difíciles.
Las historias se desarrollan a través de una entrevista, alguien comienza haciendo preguntas cada vez más íntimas hasta perderse en la memoria de quien narra. Asistimos al testimonio de personajes que ya han relatado la misma historia muchas veces, pero ahora condensan los puntos importantes y llenan con digresiones cosas nuevas que quizá no conducen a nada, pero son justo el contexto que los tiene respondiendo preguntas sobre el cuerpo, ideología, migración y demás aspectos políticos.
El elemento de la charla en las historias genera que en conjunto se piense como una posible novela, por las confesiones que los personajes van realizando, mientras el entrevistador, siempre objetivo, guía la introspección y se desvanece, aprovechando los silencios y ordenando el material. Entonces la entrevista se torna testimonio y diario, resultando en una novela que encubre una ciudad y tres personajes, que ampliamente desarrollan (aquí el diálogo con el epígrafe, en Zapotlán observamos cómo los sueños y los recuerdos pueden llegar a confundirse con la realidad) sus pensamientos.