
Hace unos días estuvo circulando por la red un documento titulado Conarteleaks, firmado por un tal Julián A. Sánchez, a quien no conozco, y estoy seguro que no existe. Basta escuchar la fonética de Julián A. Sánchez para que aparezca la obvia analogía con Julian Assange.
El documento en cuestión asegura desvelar una supuesta red de corrupción fraguada entre Conarte, ciertos artistas beneficiados por el EFCA (la Ley de Estímulo Fiscal a la Creación Artística) y una empresa aportante, el corporativo Alfa, por medio de brókers o intermediarios ejecutivos. El correo dice:
Estimados todos:
Después de los consentidos del Fonca siguen los consentidos de CONARTE. El Estímulo Fiscal para la Creación Artística se da como un negocio entre amigos, parejas sexo-afectivas y familiares que involucra los recursos que ALFA descuenta del impuesto público y casualmente involucran a ex-a-UDEM y personal de la UDEM en una red de tráfico de influencias y prebendas.
Quien quiera que se tome el tiempo para realizar una pseudo investigación acusando a un grupo de gente de tejer una red de corrupción y de que Conarte favorece a ciertos artistas en la obtención del EFCA, no entiende cómo funciona la Ley, ni cómo se obtiene ese recurso.
En primer lugar, Conarte no podría favorecer la obtención del recurso, porque el EFCA lo consigue el artista y no la institución. Cuando un artista entrega una carpeta, o cuando se la aprueban, esta persona tiene que iniciar una serie de visitas a empresas para entablar una negociación. Esta negociación implica sentarse con el financiero de una empresa, y en diez minutos —porque nunca tienen tiempo— explicarle, en primer lugar, el proyecto, y en segundo, explicarle la naturaleza de la ley, sus beneficios como empresa aportante y todo el papeleo que tiene que hacerse.
Conarte no hace esto, señores, lo hace el artista. Lo repito: Conarte no participa de la negociación, lo que hace la institución es dictaminar la carpeta, y para eso encarga la revisión a diferentes comisiones de especialistas en cada área.
Ahora bien, dada la naturaleza de la negociación, que es compleja, la mayoría de los artistas fracasa; es decir, no son profesionales en el área. No saben hacerlo. Algunos lo logran, claro, si no de qué estamos hablando, pero también hay artistas que contratan brókers; es decir, profesionales ejecutivos o productores encargados de tocar la puerta de las empresas y conseguir el recurso. La figura del bróker no está mencionada en la Ley del Estímulo Fiscal, pero tampoco está prohibida.
Desde mi punto de vista Julián A. Sánchez se equivoca, porque está acusando a un grupo de artistas de sistematizar un proceso de obtención de recursos y además hacerlo legalmente. La red de corrupción es puro invento, manipulación de Julián, ganas de confundir.
Pensemos en un bróker cultural, una figura que goce de competencias administrativas y ejecutivas para llevar proyectos artísticos a la puerta de las empresas y conseguir los recursos necesarios para echarlos a andar. Este tema lo he platicado con varios artistas y muchos están de acuerdo en que esta figura se normalice. Podemos pensar en tres tipos de figuras asociadas:
-El productor, aquel que gesta y lleva la responsabilidad financiera de un proyecto artístico.
-El bróker, un ejecutivo de colocación que trabaje para proyectos artísticos bajo comisiones.
-El curador, una especie de productor, pero también seleccionador de propuestas, que sea un mediador entre los proyectos y las empresas aportantes.
Estas tres figuras podrían integrarse a la ley y hacer que los procesos de colaboración entre las empresas y los artistas sean más ágiles.
Yo celebro que Alfa apoye proyectos artísticos en Monterrey. Pero no es el único. En Monterrey hay más de 500 empresas mexicanas, y si sumamos las empresas extranjeras, las posibilidades de conseguir recursos para ejercer el presupuesto de la Ley del EFCA crecen exponencialmente. Esa expansión es deseable y necesaria para que más proyectos artísticos vean la luz.
El espíritu del estímulo es generar una estabilidad en los procesos de la creación artística y así impulsar la producción y profesionalización del arte, ya que permite que los artistas se involucren a nivel empresarial en lo que toca a la obtención del recurso que su empresa cultural necesita para objetivarse o materializarse.
El EFCA destina 15 millones de pesos al año para la creación artística. Desde que fue aprobada se ha ejercido aproximadamente la mitad de los recursos, lo que quiere decir que alrededor de 7 millones han quedado volando al año por falta de proyectos. Definitivamente lo que falta es que haya más artistas interesados en dar este salto profesional y por supuesto, hace falta asesoría en el tema ejecutivo.
Desde las sombras, detrás de Julián A. Sánchez, hay personas que quieren ensuciar nombres y trayectorias, y montarse como paladines de la justicia, pero sus ataques contravienen los intereses de la independencia y la profesionalización artística. Atacan a un grupo de personas que supieron ser exitosos, y atacan a la comunidad artística de Nuevo León, porque sus chismes de pasillo no solo no tienen un trasfondo legítimo, sino que nacen con la intención de destruir a otros, a sus iguales, a sus pares. Por esto quienes están detrás de Sánchez terminan pareciéndose más a los cangrejos de la fábula que detienen a sus compañeros para que nunca salgan de la cubeta. No quieren permitir, o no les gusta, que la iniciativa privada, por fin, provea recursos para la creación.
Mejor sigamos trabajando para que más artistas reconozcan el área de oportunidad que tenemos enfrente.
En lugar de destruir y pisotear el trabajo honesto de otros, construyamos puentes para mejorar las condiciones que tenemos. Comencemos por entender la ley del EFCA y hacerla válida. Hagamos que más artistas puedan acceder a ella. Es nuestra responsabilidad defender lo que hemos logrado con tanto esfuerzo, y que un grupo de cobardes, escondidos tras un rostro falso, pretenden destruir de un plumazo.
Que inocente, se ve que no tienes idea de cómo se otorgan los apoyos en Conarte, y se ve que no te molestas en investigar a quienes les otorgan o autorizan los estímulos. Tengo 25 años observando como Conarte apoya a exfuncionarios, vocales, amigos, mayates etc. incluso algunos metiendo proyectos con prestanombres, no , no es chisme, a mi me lo han confesado. ¿serás tu uno de esos?