
Diego Enrique Osorno nos dice en una entrevista con Azucena Uresti para Multimedios que en su serie documental 1994 de cinco capítulos prefiere dejar que hablen los entrevistados, en lugar de él dar su opinión, y que respeta la inteligencia del espectador para que con base en estos “protagonistas de la historia” formen su propio juicio.
¿En verdad no está dando su opinión? ¿En verdad están ahí las voces que pueden contar lo que en realidad pasó?
Osorno, Premio Nacional de Periodismo, se tropieza con sus propias palabras al responder una crítica de Leo Zuckermann en una entrevista en Foro TV: “no puedes meter todo” y “elegir es descartar”. ¿Entonces sí está mostrando lo que a él le pareció más importante y dejando fuera lo que no? Obviamente esto es válido, no existe la objetividad y cualquier periodista lo sabe. Incluso al momento de escoger un hilo conductor para la narración se tienen que tomar decisiones que van directamente relacionadas con un estilo y forma de relatar los hechos y por supuesto con la ideología del director, quien al final decide qué se ve y cómo se ve.
No es factible la idea de que los entrevistados hablan y que el propio Osorno solo es el medio para que se expresen y por lo tanto no incide en el mensaje final del producto audiovisual. Claro que no está su voz dando una opinión en ningún episodio de la serie, el documento mismo es su opinión y hacerse cargo de esto es igual de importante que recoger las flores que le echan por las cosas que están bien logradas en el mismo.
También en la entrevista con Leo Zuckermann tanto él como su productora Laura Woldenberg, toman el cumplido hecho por Zuckermann, quien hace mención de un artículo de Jesús Silva-Herzog Márquez en donde señala que un gran acierto de Osorno en 1994 es que: “no coquetea en ningún momento con la maniobra perversa y todopoderosa que mueve los hilos”. La propia productora menciona que eso fue algo que se estableció desde un inicio. De nuevo estamos hablando que claro que se eligieron ciertas formas sobre otras, o cierta información en lugar otra. Repito, esto es lo más normal del mundo, es un director creando una narrativa y, sin quererlo o no, se le cuela la ideología por los huecos de la edición. Pero ese es el punto, lo que vemos ahí no es lo que pasó en 1994, es lo que Diego Enrique Osorno nos quiere mostrar de 1994; pueden ser las voces de muchos de los involucrados en aquellos acontecimientos, puede haberles dado la libertad de hablar lo que ellos quisieran, pero desde un inicio y teniendo la experiencia que tiene Diego, entiendo perfectamente qué van a decir, y colocarlos en ciertos momentos de la narración y darles menos o más tiempo es obviamente una decisión que él toma y por lo cual va moldeando el documento audiovisual sobre lo que él propio Osorno cree que es el mejor camino para narrar. Que las imágenes que aparecen son de ese tiempo, que son reales, que se hizo un gran trabajo de investigación es completamente cierto, pero decir que por ese motivo el documental es lo que paso per se, está fuera de lugar, ahí siempre está la mano del director que decide qué mostrar y cómo mostrarlo.
Esto es importante traerlo a discusión pues existen muy pocos trabajos periodísticos a nivel audiovisual en nuestro país. Yo mismo soy víctima de lo poco que existe de temas netamente políticos en el cine, intento una y otra vez unirlos, pero no hay muchos proyectos que lo hagan. Es por eso que celebro que exista 1994, y me parece increíble el esfuerzo y pericia de Diego para llevarlo a cabo y ser tan bien llevado a nivel narrativo. Pero al mismo tiempo, por su envergadura se tiene que contar con todos los puntos de vista sobre la mesa, incluso los críticos. Sobre todo porque hay una tesis que está ahí por más que Osorno diga que su voz no está, y esa es la imagen de Luis Donaldo Colosio como el gran salvador malogrado de los cambios en México. Y no se trata de un percepción porque es el hilo conductor y lo mataron, no se trata de una percepción mexicana y que en otros países no lo ven así. Simplemente haciendo un ejercicio muy básico de semiótica en forma cuantitativa podemos demostrar esto. Diego Osorno dedica 50 minutos a imágenes relacionadas con Colosio en campaña ante un gran público y pronunciando discursos potentes, otros 20 minutos a opiniones positivas de sus cercanos y otros 10 a opiniones de dudas sobre él. Es verdad, se menciona que es parte del mismo sistema y que así lo aceptó, pero esto en cantidad de tiempo es mínimo y dicho por un solo entrevistado, Federico Arreola, quien parece el más coherente y equilibrado, todo lo demás que vemos a favor de Colosio tiene mucho más tiempo en pantalla.
No se trata de percepciones, el tiempo dedicado por parte del director a transmitir una imagen positiva de Colosio es por mucho mayor al tiempo dedicado a cuestionarlo o tener una opinión negativa de él, esto último es casi nulo. No hay una cantidad en tiempo, ni en número de entrevistados que equilibre esa percepción sobre Colosio y esto es una decisión del director, es una tesis que presenta, la cual no es correcta o incorrecta, puede ser su punto de vista, pero no puede decirnos que ahí no está su propia visión. No entraré en el tema sobre el tiempo dado a Carlos Salinas de Gortari, también en eso existe una decisión del director, pero me parece que la imagen de Colosio es el tema central del relato y la manera en que lo plasma dista mucho del Colosio salinista real.
Repito, 1994 es un gran logro por el trabajo y valentía en exponer un tema tan complejo como lo sucedido en ese año y se le tiene que se le tiene que reconocer cabalmente a Diego Osorno. Criticarlo no es minimizar o descalificar, es apuntalar todavía más el proyecto que se está sacando adelante.
Entrevista en Foro TV: https://www.youtube.com/watch?v=5SLe-etoyIY&t=1507s
Entrevista en Milenio: https://www.youtube.com/watch?v=0550P3MI_E8
Artículo de Jesús Silva-Herzog Márquez: https://www.andaryver.mx/sin-categoria/1994/