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Hormigas para el remedio

agosto 19, 20192 ComentariosDel lector, Portada CulturaBy Lidia G. López Espinosa

La Sultana del Norte tiene una rica tradición ritual. La afirmación anterior puede descolocar a aquel que esperaba encontrar una sentencia más acorde a la ficción. No obstante, esta tradición tiene mucho que ver con la ciudad (y tal vez con el país), con el futuro de las generaciones y con Supercolonia, de Héctor Alvarado.

He aquí el libro más reciente de uno de los escritores contemporáneos más destacados del noreste mexicano. Supercolonia acaba de ver la luz este mismo año en la Colección Lumía de Textofilia Ediciones, apoyado por la Casa Universitaria del Libro de la UANL. Así, entre encuentros ficticios y espacios reales, Héctor Alvarado discurre dentro de un mundo paralelo (como lo llama Lomelí) lanzando sentencias tajantes.

El multifacético escritor al que toca referir, Héctor Alvarado Díaz, nació en Monterrey y fue educado en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ostenta distinciones como el Premio Juan Rulfo (1996) y el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero (2005), entre otros. Su novela La canción del bonsái obtuvo el Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos en 2011 (Coneculta-Chiapas, 2012). Así pues, en Supercolonia nos encontramos ante un autor distinguido y perseverante, preocupado por la educación literaria y cultural del terreno mexicano.

Sencillez y una increíble capacidad para imitar el habla regiomontana es lo que basta a Alvarado para introducirnos en la cabeza de Mauricio de la Garza, un matemático aficionado a la jardinería, bastante obsesionado con sus vecinos. Y no sin razón: Mauricio explica que sus tres ancianos vecinos, dos hombres y una mujer, andan en actividades sospechosas. Cada noche reciben sin parar autos de lujo desde los que se apean personas que apenas pueden verse en la oscuridad. Y su esposa, al escuchar los disparates que Mauricio dice ante la ventana del dormitorio, solo puede decir: “Ubícate, amor” con gran escepticismo.

Después de observar actividades sospechosas en casa de sus vecinos, Mauricio cree que su esposa está siendo injusta al pasarse al bando contrario y defenderlos. Uno de los días en que el hombre sale de su casa, ve una procesión de hormigas desmontando uno de sus helechos. El suceso podría pasarse por alto, pero Mauricio tiene dos principales razones para molestarse: se esforzó horrores para cuidar ese helecho y la procedencia de las hormigas, desde la casa de los sospechosos vecinos, lo enfurece.

Mauricio de la Garza, matemático, racional y melindroso, cae en las redes de la subjetividad cuando salta de una sospechosa (y tal vez mal hecha) página de internet al Mercado Colón. Quiere encontrar los ingredientes necesarios para crear un remedio eficaz contra las hormigas, convencido de que son los vecinos quienes las han mandado, como si fuese más un maleficio contra el vecino metiche. En este convencimiento, esta creencia, es en donde radica la crítica que la novela hace.

Baste mirar alrededor. Resulta increíble la cantidad de gente que acude a yerbateros, brujas y santeros para remediar sus problemas. El niño está malito, la muchacha está decaída, el negocio está yendo mal. Las motivaciones son incontables y la solución, una: creer en ellos. Casi es peor que creer en la religión.

Dejemos de lado la discusión sobre la eficacia de estos oficiantes y vayamos un poco más a fondo en el verdadero problema. En la cultura regiomontana (que no sabré decir si también en todo México), lo normal es ir por la vida imitando esa moda del DIY (Do It Yourself). Porque claro, es mejor equivocarse uno mismo que darles dinero a los charlatanes. Es entonces cuando la costumbre se extiende a todos los ámbitos: dudamos del experto, del distinguido, del científico, para poner la vida y la economía en manos del brujo, del conocido, del amigo. Nos ponemos en manos de nosotros mismos aunque no sepamos por dónde vamos dando tumbos.

Gripa, gastritis, tos, alergia, la cabeza duele… por el más mínimo dolor (y aun por el más grave) acudimos a la automedicación. Craso error. Podemos afectar aún más la dolencia en lugar de curarla y, para colmo, usar antibióticos de forma indiscriminada fortalece las bacterias. En otras palabras, las bacterias se acostumbran a los antibióticos, se hacen más fuertes frente a la medicina que circula en el mercado y llega un momento en que esa medicina que debería ayudarnos deja de funcionar contra los patógenos que nos enferman. De hecho, la OMS advierte que la resistencia de los microbios conlleva una grave amenaza para la salud humana (Medina, Machado y Machado, 2015) y, si ya no se dispone de medicamentos eficaces, procesos como las quimioterapias, las intervenciones quirúrgicas y los trasplantes de órganos se volverán más peligrosos. En Supercolonia, este mitridatismo está representado por Víctor, uno de los ancianos sospechosos. El hombre, gran entomólogo y aficionado a las hormigas, experimenta con ellas para que se vuelvan inmunes a los venenos.

Lo anterior da para pensar. Menospreciamos el camino científico forjado por miles de noches en vela y gente que deja de lado su vida en pro de ayudar a otros. Queremos retroceder el tiempo a las panaceas como si fuesen las soluciones de sabiduría ancestral que prometen. Como Mauricio, somos “racionalista[s] en mercado popular” (Alvarado, 2019, p. 38). Vamos a través de san Google buscando recetas para remediar todo en la vida, sin terminar de fijarnos en que la web es solo una herramienta de comunicación, no el comunicador mismo.

Cuando escuchamos ciencia-ficción pensamos en un futuro postapocalíptico en donde los humanos son subyugados; ya por una especie “superior”, ya por su propia culpa. En Supercolonia encontramos un mundo incierto y extraño, aunque muy parecido al nuestro, menos de una década en el futuro. Conforme avanza la historia, vamos dejando atrás lo aparentemente real y objetivo para entrar en el terreno de lo maravilloso. Estamos en una fantasía alucinógena donde más y más hormigas salen de las entrañas de la Tierra, y son estas las que subyugan a Mauricio, a su mente racional, a su condición de científico. Es esta la especie que se erige sobre la humanidad gracias a la humanidad, del mismo modo en que podrían terminar las bacterias en el futuro.

Referencias

Alvarado D., H. (2019). Supercolonia. México: Editorial Universitaria UANL, Textofilia S. C., 180 p.

Coneculta-Chiapas (16 de mayo del 2012). La canción del bonsái, novela sobre el amor y el tiempo, de Héctor Alvarado Díaz. Recuperado de: http://www.conecultachiapas.gob.mx/Noticias/view/la-cancion-del-bonsai-novela-sobre-el-amor-y-el-tiempo-de-hector-alvarado-diaz.

Medina M., D. A., Machado D., M. E. y Machado A., J. E. (2015). “Resistencia a antibióticos, una crisis global”. En Revista médica Risaralda, 21(1), p. 74. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0122-06672015000100013&script=sci_arttext&tlng=pt

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Héctor AlvaradoLidia G. López EspinosaliteraturaNuevo León
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Sobre el autor

Lidia G. López Espinosa

Nuevo León, 1997. Su único contacto con el público lector es un blog personal de temática pseudoliteraria y medio freak. Actualmente va a la mitad de la licenciatura en Letras Hispánicas en la UANL.

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2 Comentarios
  1. Responder
    agosto 22, 2019 at 9:47 pm
    Héctor Alvarado

    Hola, Lidia. El autor y el protagnista de Supercolnia te mandan un agradecimiento por la reseña. ¡Cuál es tu blog? Saludos.

    • Responder
      septiembre 4, 2019 at 2:12 am
      Lidia Espinosa

      ¡Hola, maestro Héctor! Debo agradecerle por tan buen libro, siempre es fascinante leer algo nuevo. La cubierta es de las más bonitas que he visto en la vida. Mi blog es http://www.medicenlidia.wordpress.com, es nuevo, pequeño y está atiborrado de opiniones muy personales, pero estoy segura de que encontrará una que otra cosa interesante. Muchísimas gracias por leerme. <3

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