
Para sobrevivir hay que creer en algo, yo creo en las
bibliotecas.
Teresa Avedoy
Hace tiempo que conocí a Tere como becaria en la Fundación de Letras Mexicanas. Años más tarde coincidimos en la Capilla Alfonsina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en un taller de poesía. Desde entonces no deja de sorprenderme su entusiasmo por la lectura, los libros, y todo lo que gravita en esos espacios públicos, y paradójicamente tan íntimos, como lo son las bibliotecas.
En esta última entrega de su poesía: AntiDewey (notas de campo), se deja en claro lo que líneas arriba comentaba, pero además la poeta nos comparte experiencias de vida sensibles, como en esto versos, donde se da cuenta de que la casualidad de hallar un buen libro en una librería, va más allá de la sorpresa y termina por enraizar en nuestra vida misma:
La dulzura del azar escribe,
pero el destino es quien habla:
ambos adoran dibujarnos libros futuros
que crecerán para darnos sombra
en corazón-página del bosque de lo que ocurre.
Así es con esta librería del interior,
así también con las semillas que nos habitan;
ser jardineros es aprender a leer(nos)
en todo aquello que nos nutre,
como causas plantadas.
Para los entendidos en eso de la pedagogía, el título resulta evidente, ya que John Dewey fue un pedagogo, psicólogo, filósofo, que apostó por una enseñanza pragmática en la cultura estadounidense. AntiDewey es entonces una postura más libre, más especulativa con el pensamiento, en otras palabras, una apuesta por la reflexión y el vaivén de ideas. Sin ir más lejos, Teresa Avedoy nos ofrece también algunos textos que tienen el encanto del aforismo; transcribo unos cuantos para hacer evidente que en ellos hay una invitación no solo a reflexionar, sino también acceder al mundo de la ironía y del juego poético:
A excepción de algunos cuantos, nadie le dice nada al silencio.
Clóset, espejo, colchón. El Verdadero Triángulo de las Bermudas.
En una biblioteca la relación con el interior no es de encierro.
Salvar los libros, las ciudades, el viento, y el primer piso de todas las cosas.
Me quedé pensando en eso de cuidar “el primer piso de todas cosas”. Algo tan obvio, pero que a veces olvidamos, cuidar lo básico, la puerta de entrada en la planta baja de nuestro interior, ese primer piso (a nivel de calle) que si se pierde, se viene abajo todo lo demás.
La poesía de Teresa Avedoy es así, alcanza la profundidad a través de un lenguaje sencillo, confidente, a veces entusiasta, otras veces no tanto:
Artepoética
Todos los sistemas vivos están en decadencia
y la industria del decir tampoco madurará
ni se adaptará al deseo flagrante de tus genes
que siempre acaban por informar a la competencia.
Otra faceta a destacar de esta colega y amiga: su espíritu crítico y combativo que no se amilana, tan es así que, precisamente, los dos últimos textos señalan con claridad: “Aquí todos hablan de dinero” y “AntiDewey”. Entresaco unos versos de su contexto para explicarme en una especie de concentrado de bilis:
A lo mejor tienes la energía de la flor de (lirio).
Correré (por) riesgos.
Perdimos con tacto.
La respuesta hiere a la pregunta, pero en ti confío.
Los caminos dan a luz.
Por favor, sea rebelde.
Finalizo este apunte con un distintivo que Teresa Avedoy lleva hasta las últimas consecuencias: es solidaria. El poema “Los amigos” es una especie de redes afectivas y asombrosas que la van llevando de una querencia a otra, o como ella bien dice:
Qué alegría por aquellos amigos que explican su
amistad con amigos.
Benditos redundantes.
No han sido pocas las atinadas recomendaciones de lectura que han llegado a mi correo por parte de Tere, pero sin duda el espíritu aguerrido y fraterno es ahora su más valiosa encomienda.
AntiDewe de Teresa Avedoy, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2019.
sniffff qué chula nota, mi es timado!