
Al principio y en esencia fue una acción feminista para reivindicar el derecho de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos, en el marco del Día de Acción Global por un Aborto Legal y Seguro. Una movilización social tal como sucedió en casi todo el país y el mundo. Un ejercicio válido de la libertad de expresión. Nadie imaginó lo que ocurriría después.
Previo al inicio del acto convocado para la tarde del sábado 28 de septiembre por la Asamblea Feminista, la recientemente nombrada Plaza de la Mujeres, delimitada por las calles Emilio Carranza, Isaac Garza y Jerónimo Treviño, en el centro de Monterrey, tiene a su alrededor por lo menos tres unidades de Vialidad y Policía Regia sobre Isaac Garza y unas cinco en Emilio Carranza. Por Treviño hay seis más, entre patrullas y motocicletas. Más o menos 20 uniformados visibles a pie, entre varones y mujeres.
La diferencia en su número es notable, a comparación de los despliegues durante las marchas del 16 de agosto y del 8 de marzo.
Al centro de la plaza ya están aproximadamente cien mujeres de diversas edades, algunas con hijes, además de La batucada Somos Combativas e integrantes de Rodada Feminista. Varias portan pañuelos verdes o se han pintado detalles del mismo color en el rostro. Las voluntarias de logística llevan puestos chalecos viales fosforescentes. Enfrente, unos cuantos observan la escena desde la segunda planta de un edificio.
Un policía se me acerca, y sin identificarse dice que si quiero me puede dar los números de sus unidades. Agradezco ―ya los tengo―. Luego pregunta que si sé quién está a cargo del evento, pues dice que debe enviar datos al Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo de Monterrey (C4). Respondo que no sé, que vaya a preguntar al grupo de mujeres.
En las bancas del parque algunas personas pasan la tarde, por ahí anda también un vendedor de gelatinas con su carrito. El ambiente en ese momento es ligero y festivo a pesar del bochorno en el aire. Entre las asistentes hay activistas, integrantes de redes de acompañamiento y de grupos pro diversidad sexual. Con ayuda de un megáfono se informa la ruta y detalles de organización; se reitera el aviso de días previos de que esta vez no habrá grupos mixtos, que los acompañantes varones deben esperar en otra parte y encontrarse con las mujeres al final, en la Macroplaza.
Una mujer de mediana edad que está en contra del derecho a decidir busca pleito con una de las asistentes. No pasa a mayores y aunque no se quiere retirar finalmente la dejan ahí; ella toma video con su celular. Minutos antes de las 6 de la tarde, se parte de la plaza y se toma Isaac Garza rumbo a Juárez.
17:55. Incidente en la retaguardia del contingente, en Isaac Garza, apenas a unos metros de la plaza. Voluntarias de logística y seguridad tratan de impedir que un desconocido grabe a las manifestantes con su celular. La discusión es tensa. Se le explica el protocolo de no presencia de varones en la marcha. Él explica que lo hace porque va a denunciar que algunas vandalizaron su casa.

Para confirmarlo, lo acompañan al lugar del hecho. Así, una parte del grupo queda separada del contingente. Los policías que están ahí registran en video, no intervienen.
Las que no se quedaron corren para alcanzar al resto, que ya dio vuelta en Juárez y abarcando la mitad de la avenida avanza hacia Juan Ignacio Ramón. Hay pintas moradas sobre el asfalto, y a la zaga una escolta de seis unidades de la Regia, más elementos desplegados en los flancos y al frente, unos pocos de Fuerza Civil. Entre gritos y consignas el recorrido alterna con breves pausas en cruceros, como Tapia y M.M. del Llano. ¡Ni puta por coger, ni madre por deber! ¡Ni presa por abortar, ni muerta por intentar!
Víspera de Clásico y fin de quincena, la zona no bulle lo usual de gente. Entre mantas y pancartas destaca una especie de mojiganga con rostro de mujer y pañuelo verde al cuello. Las miradas de los transeúntes que presencian la marcha desde las banquetas varían: fastidio, burla, desconcierto o de plano carentes de expresión. A la altura del mercado Juárez alguien colgó una manta en el puente peatonal, que dice “Aborto penalizado es = feminicidio de Estado”. La movilización suma entre 300 y 400 mujeres, pero siguen llegando más. Otras estimaciones refieren que eran más de mil. ¡Mujer, escucha, esta es tu lucha!

Desde cuadras antes, una célula de jóvenes embozadas hacen pintas en verde, morado, negro y dorado, pero aun y con el vistoso operativo policial y de tránsito integrado por unas 12 patrullas, siete granaderas tipo pickup y una flotilla de aproximadamente 15 motocicletas ―y elementos a pie―, ninguna fue detenida en flagrancia.

Conato de bronca al costado de la Basílica del Roble. Dos morras hacen pintas en el muro y una manifestante con cámara colgada al cuello les impide continuar. Caos. A uno de los oficiales que se acerca le echan pintura verde. Una grafitera pierde piso y cae de sentón; las mujeres piensan que fue agredida. Más caos. Ellas, los medios, los agentes, todos con celulares y cámaras en mano. ¡Que se vaya la policía!, exigen ellas a gritos y no piensan moverse hasta que se retiren. Un uniformado no puede disimular la mirada furiosa. Ellas gritan más. Rodean a un elemento motorizado. Manoteos. En uno de ellos se empuja a una fotógrafa que trastabilla y acaba en la zanja de unas obras en proceso. Más gasolina al fuego. Batucada, gritos, mentadas de madre, las consignas cobran fuerza. ¡No toquen a nadie! ¡No toquen a nadie!, grita a su vez otra manifestante que encara a los oficiales. Ellos se mueven al frente ―eventualmente volverán a los costados del contingente― y la marcha continúa.
Tal como la movilización del 16 de agosto, resurge el rumor de que hay personal de seguridad vestido de civil haciendo registros en foto y video de las participantes. Algunas personas citan características específicas. De nueva cuenta, si el rumor es cierto, entonces cuando ocurrió el altercado se estima que habría cinco en campo, y por lo menos uno sería mujer.

La marea verde gira en Juan Ignacio Ramón rumbo a Zaragoza. Durante todo el mes, como estrategia para erradicar mitos en torno al derecho a decidir y ante la urgente necesidad en materia de salud pública, sexual y reproductiva por despenalizar la interrupción del embarazo en México, los grupos feministas organizaron varios eventos, como proyecciones del documental Las Libres, una puesta teatral, tendederos informativos, mesas de diálogo, intervenciones artísticas, un acto simbólico en el Registro Público de la Propiedad donde 50 mujeres declararon al Estado la autonomía de sus cuerpos, así como el mural de unos 15 metros de extensión en memoria de Brenda Damaris González Solís ―desaparecida y asesinada, cuya identidad fue confirmada años después luego de dos análisis de ADN y de sortear la negligencia de las autoridades― y de las víctimas de feminicidio en el estado, realizado por la artista Maldita Carmen e integrantes de la Asamblea Feminista Nuevo León como parte de El Otro Festival.

La marcha se detiene frente a él, se alzan los brazos con puños cerrados, y se guarda un minuto de silencio.

Otros muros son intervenidos con impresos pegados con engrudo.

¿Dónde están?
Retomado el paso, las mujeres siguen por Zaragoza y luego Matamoros. El marcaje policial continúa, y unas cuantas responden al hostigamiento tomándose selfies junto al cofre de una de las granaderas al lado de la Capilla de los Dulces Nombres. Alrededor de las 19:11, por el cruce de Matamoros con Diego de Montemayor se corre la voz de que una joven se separó de su grupo de amigas. Entre todas gritan su nombre para ver si responde. Nada. Siguen por esa calle y a intervalos repiten el voceo. Vuelta en Morelos hacia Doctor Coss.
Todavía no empieza la vida nocturna del Barrio Antiguo pero la música de algunos antros supera el volumen de las consignas y la batucada. En Doctor Coss giran a Padre Mier e ingresan a la Macroplaza para llegar al quiosco Lucía Sabella, frente a Palacio Municipal de Monterrey. En ese cruce, un automovilista saca medio cuerpo del vehículo y enojado les grita: ¡Eh, pero no vayan a rayar nada! Entre otras cosas una le contesta: ¡Ya siéntese, señor!
Ya en el quiosco se vuelve a pedir ayuda para encontrar a la chica. Se invita a las mujeres a sentarse en el suelo. Comienzan a reportar a más que no aparecen. La inquietud aumenta cuando se dice que algunas fueron detenidas por la policía, luego no está claro si fue una o cuántas. Con gritos e insultos reclaman a los oficiales parados cerca del astabandera del Palacio, frente a Catedral y por Zaragoza. ¡Pinches puercos! ¡Me cuidan mis amigas, no la policía! ¡Dónde está, dónde está, nuestra compa dónde está! Después de varias llamadas se sabe que la primera joven sí fue detenida, pero que ya está libre y va al punto de reunión. El acto continúa con la lectura de un posicionamiento, y termina con un poco de música, más la acostumbrada solicitud de que nadie se vaya sola a su casa.
En realidad, no termina.
Unidad 121
Voces. Un joven habla con algunas manifestantes. Les dice que iba a encontrarse con su novia, quien había participado en la marcha, y que la esperaba cerca de la Macroplaza. Que hablaba con ella por celular y la llamada se cortó de golpe. Confusión. Le insisten que la llame, ella no responde. Preocupación. De pronto se oye: vamos a Ocampo, vamos a Ocampo. Entre 20 y 30 mujeres caminan junto al joven por esa calle rumbo al Centro de Orientación y Denuncia Monterrey (CODE) ubicado sobre Hidalgo junto al Templo Expiatorio de San Luis Gonzaga. En el camino se habla de detención arbitraria, incomunicación por al menos una hora, abuso de autoridad, faltas al debido proceso. También trasciende que se le preguntó a la autoridad si se había detenido a alguien y que la respuesta fue que no se tenía reporte de nada.
Al llegar, más o menos a las 21:39, afuera del CODE está una camioneta ―número 121―, frente al acceso principal. Policías cerca del vehículo y la joven en su interior, esposada. Las mujeres exigen su liberación inmediata, una se acerca a la ventanilla izquierda y le pregunta si está bien. ¡No estás sola! ¡No estás sola!, le gritan. La cara del novio, desconcierto total. Ellas hacen mano cadena y rodean la camioneta, estaba por irse de ahí. Tensión. Se estacionan otras dos unidades. Más tensión. ¡Si tocan a una, nos tocan a todas! Según testimonios, en el lugar también estaban agentes vestidos de civil, y que al parecer, uno de ellos habría iniciado el altercado reportado en Isaac Garza, casi al inicio de la marcha. Ningún medio de comunicación está presente.
Y aproximadamente a las 21:50, ocurre esto:
Tras la veloz retirada de las patrullas, algunas muchachas se abrazan y lloran por el susto. Otras gritan insultos a quienes ya no están ahí. Reina la confusión, como nadie lo esperaba no se sabe qué hacer. El grupo trata de organizarse. Pasan unos minutos y otra camioneta de la Regia da vuelta desde Cuauhtémoc y para frente al CODE. Baja una mujer uniformada, semblante serio, casco, coderas y espinilleras negras. Algo en su actitud silenciosa hace que todas se replieguen del lado del templo. Deciden que por seguridad lo mejor es ir a un restaurante cercano y ahí ver qué pueden hacer.
Tristemente, la consigna es cierta. Me cuidan mis amigas, no la policía.
***
Adenda: la joven detenida fue liberada la tarde del domingo luego de pasar toda la noche en la estación de policía Alamey, tras intentos de imputación del delito de daño a propiedad ajena y un acuerdo de reparación del supuesto daño. Mientras tanto, algunos medios de comunicación faltaron a su ética al publicar como un hecho que ella era culpable sin verificar la información oficial, y abundan las interrogantes respecto al desempeño de una corporación que actualmente encabeza el número de quejas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Días después, la Asamblea Feminista difundió un comunicado por redes sociales donde exigió acciones concretas en torno a estos hechos.
Gran crónica! Hasta cuándo vamos a salir de este hoyo macho-chango-patriarcal en el que estamos sumidos. Ciegos.