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El cine, 24 horas: Entrevista a Yulene Olaizola

octubre 19, 2019Deja un comentarioCine, Portada CulturaBy José Pablo Acevedo
Imagen cortesía del FIC MTY.

En el marco de la edición número 15 del Festival Internacional de Cine de Monterrey, la directora mexicana Yulene Olaizola sostuvo una charla con estudiantes y jóvenes cineastas en torno a su forma de trabajar.

Yulene es egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) de donde se graduó con su documental de tesis Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, cinta que recorrió favorablemente el circuito de festivales a nivel internacional, ganando premios y reconociendo el talento y mirada de esta joven cineasta. A 10 años del lanzamiento de su ópera prima, Yulene cuenta con 3 largometrajes más: Fogo, Epitafio y Paraísos artificiales. A estos se les suma otro que por el momento se encuentra en etapa de posproducción. Actualmente es docente es la Escuela Es Cine, en donde imparte clases de dirección.

Tu cinta Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo se estrena en 2008 y desde entonces has tenido la oportunidad de dirigir 4 películas más. En estos diez años, ¿cómo has visto cambiar el panorama del cine mexicano?

Ha cambiado muy cabrón. Me acuerdo mucho que cuando en 2008 hice Intimidades…; de entrada éramos como una especie de “nueva generación”, no tanto porque habíamos varios cineastas que compartíamos la misma preocupación o algo así, pero creo que a partir de 2005 al 2008 hubo varios cineastas que hicimos nuestra ópera prima, entre ellos Amat, Rubén, Enrique Rivero, Matías Meyer, los mismos Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán. La mayoría usamos medios digitales, Amat no era el caso, pero eran estas pelis con poco dinero que de pronto se empezaron a posicionar en festivales. Creo que era fácil ubicarnos como una especie de generación porque éramos pocos.

Hoy en día me cuesta a mí trabajo ubicar a las nuevas generaciones porque hay un chingo de cineastas y hay un chingo de películas y en esa época eran pocas películas mexicanas, mientras que ahora se hacen unas 15 al año. Si luego a eso le sumas la clasificación de películas mexicanas dirigidas por mujeres, que eran 2 o 3 al año, ahora siguen siendo pocas las dirigidas por mujeres pero ya hay una variedad mucho más grande.

¿Qué tan importante es el guion para ti y cómo trabajas diferente un guion de ficción a uno de documental?

En mi caso ha dependido mucho de cada proyecto, desde Intimidades… que sí tenía un guion documental, que luego le llaman escaleta o lista de secuencias, pero yo diría que es un guion no desarrollado en el sentido de que no explicas qué pasa en cada secuencia, pero sí hay una indicación clara de qué se está buscando. Pero a la mera hora depende mucho de qué proyecto quieras hacer, si vas a pasar por este mundo del financiamiento pues lo vas a necesitar y va a estar ahí y son herramientas muy importantes en muchos sentidos, de las cuales puedes prescindir o no, pero depende de lo que quieras hacer.

¿Cuál es tu proceso para trabajar con los actores y qué tan importante es hacer ensayos con ellos?

Siempre hay un proceso de preparación, ya sea que pases por un casting o no, pero es eso de sacar la cámara y hacer pequeñas pruebas tanto para que ellos se preparen, como para que yo me prepare y entiendas qué cosas funcionan para trabajar con cada persona. Eso por ejemplo es algo que yo descubro, no me gusta descubrirlo en el día del rodaje sino como entender, “ok, tienes un actor o un no actor sensible frente a estas cosas, o tienes un actor que le cuesta mucho trabajo seguir indicaciones técnicas o tienes un no actor que ha vivido todo esto” y que entonces cuando le preguntes de eso se va a poner a llorar; toda la información que tengas de las personas con las que vas a trabajar y que van a estar frente a la cámara creo que es muy valiosa y la relación de confianza, construir esa relación de confianza que lleva tiempo y me parece crucial. Siempre trato de dedicarle a eso mucho tiempo.

¿En qué etapa se encuentra tu nueva película Selva trágica y cuál fue su inspiración? ¿Hubo algún texto en el que tú y Rubén se basaron para crear este mundo, así como lo hicieron con Epitafio?

La inspiración es otra vez como me ha pasado en otras películas, un lugar o una geografía que en este caso es la selva de Quintana Roo y la frontera con Belice. Yo descubrí que existía esa frontera con Belice hace como diez años en un viaje que hice para allá y es un lugar al que he ido regresando muchas veces en vacaciones y de repente dije: “ya, ok, vamos a filmar algo aquí”. Me sorprende mucho que tengamos una frontera como muy fácil de cruzar que es el Río Hondo, que nos separa de un país que tiene otra lengua porque ellos hablan inglés y que de pronto puedas cruzar a ese país por nada más un río que tiene un ancho de como 50 metros.

Después de un proceso de investigación de qué hay en ese lugar me empecé a encontrar muchas cosas que me interesaban y una importante es que en esa zona se desarrolló una de las industrias forestales más grandes del país en los años 20 a los años 50 que es la producción de chicle de goma de mascar. Entonces descubrí todo ese proceso y la película tiene que ver con eso, y el pretexto de querer filmar algo con gente de Belice, gente que cruza la frontera y este intercambio cultural con beliceños, que es una colonia británica y mexicanos que la mayoría es de ascendencia maya. El punto de partida es eso y a partir de ahí leí muchas cosas que tenían que ver con la zona y yo creo que hay como dos textos muy importantes ahí, uno es una novela de un escritor mexicano que se llama Rafael Bernal, el mismo que escribió El complot mongol, tiene una novela que se desarrolla toda en esta zona en los años 20 y 30 que se llama Caribal. El infierno verde y que tiene que ver con la producción de chicle y es como una de las inspiraciones principales para esta peli.

No diría que es una adaptación porque está muy lejos de serlo, pero sí una inspiración muy cercana, y el otro son poemas de Luis Rosado Vega, que es un poeta yucateco que recogió algunas leyendas y cosas de la mitología maya del lugar y habla como sobre leyendas de la cultura maya que tienen que ver con la selva y con criaturas que habitan la selva y la geografía de esos parajes tropicales selváticos, quizás no como Epitafio, que casi se recita un texto de esos, pero sí hay un apoyo en textos.

Me gusta eso de apoyarse en textos, porque quizás a veces en el mismo medio del cine uno se puede apoyar en otras películas, pero al ser esta historia algo de época, en vez de acudir al cine como medio, lo otro es acudir a la lectura.

La verdad yo no soy una gran lectora, leo poco, pero siempre que empiezo a tener la idea de un proyecto trato de leer todo lo que encuentre al respecto como parte de una investigación y te nutres mucho, y en este caso encontré cosas que me sirvieron mucho, que me inspiraron, me dieron ideas. Si no hubiera leído esa novela de Rafael Bernal, esta peli nunca se me hubiera ocurrido.

¿Qué tanto pueden ayudar las escuelas de cine a formar a las nuevas generaciones?

Creo que lo que pueden hacer las películas, la escuela o la enseñanza del cine es abrirle el panorama a la gente que casi no ve cine y que se puede sorprender mucho de encontrarse con películas que lo tocan a nivel emocional, intelectual; y si eso empieza a pasar a temprana edad igual que la pintura y la música, desarrolla seres humanos como más completos en muchos sentidos, más sensibles con el resto de la humanidad, más conscientes, más críticos, y en ese sentido creo que a la sociedad mexicana le falta mucho ese contacto con el arte en general. Estamos acostumbrados a tener ese contacto con la televisión, con las telenovelas, pero no con el arte, solamente en las clases medias acomodadas que tienes posibilidad de estudiar esas carreras, pero luego no baja a los niveles más populares, y el cine empezó siendo algo muy popular, donde había salas para 3 mil personas, y cuando escucho hablar a cineastas que ahorita tienen 60, 70 años, te hablan de que ellos iban al cine diario y esa fue su formación y eso ya no pasa ahorita en ningún lado.

Ninguna persona va al cine a diario, ya no es este cine donde pagabas 5 pesos e incluso los niños podían ir al cine a diario saliendo de la escuela porque era accesible, barato y estaba en tu barrio o en el barrio al lado. Ahorita ya eso es más complejo, ahorita ya ni se va al cine, ahora tienes todo ahí en tu casa. Ha cambiado radicalmente. El cine se ha ido haciendo como una cosa elitista y no por los directores, no porque uno quiera hacer cine elitista, sino porque la industria lo ha vuelto así y las cadenas exhibidoras se ha vuelto otro fenómeno donde un boleto cuesta 100 pesos, no hay el cine de barrio, esa tradición ya se perdió y eso sería importante que se pudiera recuperar.

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cineJosé Pablo AcevedoMéxicoYulene Olaizola
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Sobre el autor

José Pablo Acevedo

Crítico de cine en sus ratos libres que no está pensando en historias qué convertir en cortometrajes. Ha escrito para Cinemauno y las extintas publicaciones El buen invierno y R for Release.

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