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Las feministas frente al discurso del público dominante: perspectivas de Gloria Anzaldúa y Virginie Despentes

octubre 19, 2019Deja un comentarioColectivo Polifonías, Portada SuplementosBy Colectivo Polifonías
Imagen obtenida de https://www.flickr.com.

por Renata Allen*

El teórico social y crítico literario Michael Warner, al analizar sobre la creación de los públicos en su obra Público, públicos, contrapúblicos (2012), denomina como la contraimagen de estos a los grupos de personas que, de forma abierta, desean alterar las normas establecidas de los discursos hegemónicos desde los lugares públicos. Es así como los miembros de estos grupos no sólo consiguen cierta sociabilidad, sino que además logran algunas libertades que, generalmente, no disfrutan. La frustración y el hartazgo por lo negado parecieran ser el motor que impulsa a estos grupos a hablar abiertamente.

Citando a Nancy Fraser, Warner destaca que «[…] cuando el discurso público es entendido como “un público abarcador y general”, los miembros de los grupos subordinados “no tienen escenas para la deliberación entre ellos mismos acerca de sus necesidades, objetivos y estrategias”». Fraser denomina a estos públicos como «contrapúblicos subalternos» y señala que están compuestos generalmente por mujeres, la clase trabajadora, personas de color y miembros de la comunidad LGBT+.

En cambio, a este tipo de grupos Warner sólo los denomina como contrapúblicos —el prefijo «contra» es por «la medida en que tratan de proporcionar diferentes maneras de imaginar la sociabilidad de los desconocidos y su reflexibilidad»—. En este panorama, la escritura sirve como uno de los espacios idóneos donde los integrantes de un contrapúblico pueden tener cierta comunicación de manera abierta, así como también la osadía para intentar alterar las normas dominantes de su contexto. Teoría King Kong (2006) de Virginie Despentes y Borderlands/La frontera (1999) de Gloria Anzaldúa, serían en este caso esos espacios donde, en un ambiente de cierta confianza, se lucha para transformar lo establecido.

Entre más restrictiva sea una norma, más invasivo será para el discurso dominante el discurso del contrapúblico que desee alterarla. En el caso de la sexualidad, por ejemplo, Warner afirma que al volver casi pública una contraimagen —como en el caso de Despentes que aboga por legalizar la prostitución— esta podría parecer para el «público en general» como una intimidación fuera de lugar. En estos casos los discursos feministas, más allá de su corriente o clasificación, se diferencian de otros tipos de discursos porque estos no son, al menos para el discurso dominante, meramente expresiones lingüísticas o alternativas —como lo fuese, quizá, el discurso de un grupo vegano que ofrece otro tipo de dieta en un contexto donde domina lo carnívoro—, sino que son recibidos con mucha mayor hostilidad o con un sentimiento de falta de decoro. Dicho recibimiento cambia dependiendo del grado de la fuerza de la oposición del discurso del público dominante. Por ejemplo, los discursos contrapúblicos de un grupo religioso distinto al dominante pueden, en un lugar, desatar una guerra mientras que, en otro, no trascienda el discurso. Por supuesto, esto no quiere decir que las recepciones estén vinculadas estrictamente a lo geográfico, ya que, en un mismo sitio, pero en diferentes tiempos, pueden ocurrir dinámicas análogas.

Warner afirma que «la fricción contra el público dominante fuerza al carácter poético-expresivo del discurso del contrapúblico a volverse notorio para la conciencia». En Borderlands/La frontera contamos con varios discursos que reflejan muy bien esta idea, ya que en ellos se entrecruzan autobiografía, canciones, poesía y ensayo; además, utilizan y mezclan múltiples idiomas —español, náhuatl e inglés—. Como notamos, el discurso contrapúblico de Anzaldúa es muy individual, tanto política como estéticamente.

Conjuntamente, se vuelve más notorio el discurso de Anzaldúa porque redefine la identidad nacional chicana para proponer un nuevo sujeto mestizo mujer, The New Mestiza, una chicana feminista lesbiana y habitante de la frontera, cuya identidad se construye a partir de sus luchas y de su múltiple origen racial, lingüístico e histórico —es como si hiciera un discurso contrapúblico contra el propio discurso contrapúblico de los hombres chicanos—. Este reconocimiento hace que la fricción con el discurso dominante, que en la actualidad es heteronormativo y excluyente con la comunidad chicana, sea muy potente y, por lo tanto, su notoriedad para la conciencia colectiva sea potente también:

That third element is a new consciousness —a mestiza consciousness— and though it is a source of intense pain, its energy comes from continual creative motion that keeps breaking down the unitary aspect of each new paradigm.

En unas pocas centurias, the future will belong to the mestiza. Because the future depends on the breaking down of paradigms, it depends on the straddling of two or more cultures. By creating a new mythos —that is, a change in the way we perceive reality, the way we see ourselves, and the ways we behave— la mestiza creates a new consciousness.

Otro elemento que caracteriza a los discursos contrapúblicos es que éstos se dirigen a aquellos individuos con los que, según Warner, «la gente común no quiere ser confundida». Por ejemplo, al inicio de Teoría King Kong, Virginie Despentes, siendo consciente de la clase de personas a las que la Francia contemporánea desprecia y reprime, especificó:

Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece un asunto más interesante que ningún otro.

Es fácil imaginar a los grupos —religiosos, conservadores, etcétera— que, al leer esto al inicio de Teoría King Kong abandonarán de inmediato la lectura; es más, de seguro bastará con que observen en la cubierta del libro el dibujo de la gorila haciendo el ademán del famoso cartel We Can Do It! para de inmediato descartar o prohibir el libro.

Es a través de sus escritos que Despentes, al igual que Anzaldúa, pueden dirigirse a un contrapúblico de forma tal que en el habla corriente sería considerada como inapropiada u obscena. Como diría Warner, en este espacio ninguna persona está en el clóset. No obstante, y a pesar de esta aparente libertad en la comunicación, Warner advierte que la restricción ejercida hacia los espacios contrapúblicos continuará, y que habrá textos contrapúblicos tan restringidos que su circulación quedará condicionado sólo a ciertas sedes especiales. En el caso de Teoría King Kong y Borderlands/La frontera sus limitaciones no fueron tantas, ya que este tipo de lecturas ha ganado terreno internacional; sin embargo, también habría que tomar en cuenta los lugares del mundo donde su impresión o distribución continúan siendo totalmente prohibidas. Una de las metas de los discursos contrapúblicos es seguir expandiendo esa frontera para llegar a más individuos. Los discursos feministas, en este caso, procuran que su mensaje llegue a la mayor cantidad de mujeres oprimidas para que estas, al momento de contar con este tipo de comunicación y de reconocerse a sí mismas en este grupo, tengan la posibilidad de modificar su situación.

Incluso en los países donde las mujeres no pudiesen leer los textos feministas de Anzaldúa o Despentes, podrían tener discursos contrapúblicos que les permitan tener cierta confianza entre ellas. «[…] un público de subalternos sólo es un contrapúblico cuando se dirige a sus participantes de forma contrapública». Por ejemplo, en un país hipotético donde está mal visto que las mujeres digan groserías o hablen de modo «masculino», podría nacer un grupo que decida de manera consciente comenzar a hablar en espacios públicos ―como en un mercado o en una cafetería— precisamente así; sabiendo que con esto estarán sobresaliendo del discurso dominante y contraatacándolo.

Históricamente, las mujeres han debido salir de sus casas y alzar la voz para ser escuchadas. «Al encontrarse con la dominación masculina sobre todo en los lugares usualmente denominados privados […], las mujeres sólo podían luchar contra esa dominación si la veían como una especie de política». Según Warner, en estos grupos existe una jerarquía o un trasfondo supuesto de la práctica y cada integrante participa bajo su propio riesgo:

[…] los contrapúblicos que desafían la jerarquía de facultades sociales de la modernidad lo hacen proyectando el espacio de la circulación discursiva entre desconocidos como una entidad social y, al hacerlo, modelan sus propias subjetividades en torno a los requisitos de circulación pública y sociabilidad entre desconocidos.

Ambas autoras deben desafiar abiertamente la jerarquía de facultades sociales de sus contextos para que su discurso contrapúblico sea más efectivo. Despentes acusa la hipocresía de las personas que, por un lado, denuncian las injusticias racistas o sociales con virulencia pero, por el otro, ignoran o se muestran indulgentes cuando se trata de la dominación masculina. Asimismo, escribe sin tapujos sobre temas tabú como lo es la prostitución y su relación con la economía, exponiendo cómo los hombres no permiten que la prostitución sea un contrato entre los sexos legal, sano y claro, sino que prefieren complicar el tema o volverlo tabú con el propósito de subyugar y vulnerabilizar a las mujeres, al negarles el derecho de ser dueñas de su cuerpo y sus ingresos. Además, obligándolas a ejercer la prostitución en lugares sumamente peligrosos. Despentes incluso se atreve a atacar la figura del matrimonio, donde lo llama meramente como el contrato de una mujer que, a cambio de exclusividad sexual y sumisión consigue seguridad económica aunque, por supuesto, pocas veces consigue autonomía o realización personal. Warner señala que las mujeres, al sacar el discurso privado de sus casas a la esfera pública masculina, han ido logrando que la separación económica entre sexos se haya debilitado un poco. Despentes escribe:

La sexualidad masculina en sí misma no constituye una violencia contra las mujeres, si estas consienten y están bien pagadas. Lo que resulta violento es el control que se ejerce sobre cada una y cada uno de nosotros, la facultad de decidir por nosotros lo que es digno y lo que no lo es.

Teoría King Kong y Borderlands/La frontera son discursos contrapúblicos que elaboran nuevos espacios de cultura y de relaciones sociales para las mujeres, enseñándoles a través de teorías feministas a reconocer que su privacidad se construye públicamente por discursos dominantes para forjar sus complejos, libertades y prohibiciones. Textos de este tipo hacen posible que las mujeres chicanas tengan la oportunidad de hacer la trasposición de la vergüenza que les daban sus raíces hacia un sentimiento de honra y reivindicación. En este sentido las prostitutas y esposas pueden también pasar del ocultamiento y desprestigio a la luz pública para exigir sus derechos. Warner escribe: «[Los contrapúblicos] están elaborando no sólo nuevos mundos compartidos y nuevos lenguajes críticos, sino también nuevas privacidades, nuevos individuos, nuevos cuerpos, nuevas intimidades y nuevas ciudadanías».

*(Veracruz, 1991) Escritora aficionada, feminista y esclava de tres gatitos. Actualmente es estudiante de la licenciatura de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL.

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