
Imagen: Warner Bros Pictures
Acabo de ver la película del Guasón. Valió la pena. Sólo fui a una función, escribo esta reseña con base en mis primeras impresiones. El largometraje trata de un character study de un famoso personaje de DC comics. La trama gira en torno a Arthur, un soñador que aspira a ser comediante en un mundo al revés. Las tomas, la elección de colores, las actuaciones, la banda sonora y muchos otros aspectos contribuyen a contar la historia del nuevo Guasón. La actuación del actor principal trae algo viejo y fresco al mismo tiempo.
Joaquin Phoenix interpreta el papel de un don nadie que sufre en silencio. El lenguaje corporal del actor muestra una máscara exterior que esconde una melancolía entrañable. A lo largo de los hechos relatados somos testigos de los problemas sociales y psicológicos que azotan al protagonista, y vemos lentamente cómo Arthur pasa por una metamorfosis que lo convertirá en un villano. La trama es una historia de orígenes para el archienemigo de Batman.
Ahora bien, muchos actores han encarnado a este personaje, que aparece por primera vez en Batman #1 de DC comics, y cada versión tiene algo que la distingue de las demás. La interpretación de Phoenix comparte los trajes coloridos del Joker de Cesar Romero, es igual o más sombrío que el Guasón de Heath Ledger en el Caballero de la noche (2008). El personaje de Phoenix es algo así como una quimera: un monstruo mitológico con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola en forma de serpiente. Es decir, Joaquin mezcla diferentes versiones del payaso príncipe del crimen para crear algo novedoso, cuyo rasgo distintivo está en su naturaleza quimérica, en la actitud nerviosa que presenta.
La película es una tragicomedia angustiante. En cada escena sabía que algo malo le iba a pasar a Arthur, pero el cómo y el cuándo son factores que me mantuvieron en suspenso. La audiencia sabe que éste será empujado a la ultraviolencia, pero lo inquietante está en contemplar la forma en que la locura se apodera poco a poco de la psique del personaje hasta hacerlo explotar. La cámara casi no se aleja de él, lo sigue a todas partes, esta focalización medio-interna nos permite echar un vistazo a la realidad que incluye los sentimientos, preocupaciones y angustias de la mente de un individuo roto.
Además, las decisiones narrativas que se tomaron le permiten al espectador imaginar y sacar sus propias conclusiones. La vestimenta de la época representada, las televisiones a color, el uso de la pieza musical Everybody plays the fool (1972) de la banda The main ingredient posibilitan llegar a la conclusión de que los hechos de la película toman lugar en los años setenta. El aspecto visual se apoya en el contraste de colores apagados y brillantes, que retratan adecuadamente el tono desesperanzador que se comunica al público.
No olvidemos que la trama se enfoca en un villano. Arthur no sólo es un personaje malentendido por una ciudad Gótica que se pudre, sino que es rencoroso, vengativo, impredecible, al fin y al cabo humano. Podemos sentir empatía por los sufrimientos del Guasón, pero será difícil sentir simpatía. No es lo mismo.
Bueno, podrían escribirse docenas de hojas, discutir el significado de las tomas cinematográficas, la representación de los símbolos en las escenas, la improvisación de Joaquín Phoenix, las funciones que cada actor cumple. Pero aquí termino. Vayan a ver la película, está bien chida. Creo que todavía está en cartelera.