
¡Maravilla! Un libro sobre la tristeza puede ser motivo de alegría. George Steiner lo consigue en Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento. Como una bola de billar, el pesimismo de grandes pensadores, artistas y científicos, termina por chocar con un optimismo desvanecido e imprevisto: carambola de ideas y emociones. Y sin embargo se trata de una tristeza persistente, que resuena en la mítica divisa: Sadness is beautiful.
Esa tristeza parece sobrevalorada a lo largo de la historia del pensamiento, pero se trata de una condición humana: atestiguar la adversidad que ha debido sortear toda obra de arte, invento o pensamiento, para ver la luz de otro cerebro. ¿Quién sabrá justipreciar estas rarezas? La humanidad pensante y sus logros no deben ser minoría, y si lo son la explosión demográfica les concede un peso específico importante. Pero la tristeza leuda la masa como la levadura al pan, vino o cerveza. ¿Será la tristeza un hongo?
Steiner conecta tristeza con melancolía, la famosa bilis negra. Ésta es la tristeza que se adhiere a toda vida mortal–exclama Schelling–, una tristeza que, sin embargo, nunca llega a la realidad, sino que sólo sirve a la perdurable alegría de la superación. A partir de ahí, Steiner comienza a reflexionar y meditar sobre el acto de pensar. Califica la frase de “pensar el pensamiento” como poco elegante, pero funcional, así sea de modo provisorio. Construye un caleidoscopio con tres espejos: ciencia, filosofía y literatura. Invoca lo mismo a Einstein que a Heidegger; a Platón, Spinoza y Kant, entre muchos otros grandes pensadores y polemistas.
El espejo de la ciencia incluye tanto la física como la fisiología y las neurociencias. Steiner se pregunta cómo piensan los ciegos, sordos, mudos; cómo piensan incluso los enfermos mentales y aún más: cómo piensan los animales. Dice que al parecer no hemos avanzado mucho desde que el filósofo Parménides identificó Ser y Pensar. ¿Pero qué significa realmente pensar? ¿Se trata tan sólo de un epifenómeno de la biología o del espíritu?
Steiner, hombre trilingüe –francés, inglés, alemán–, enuncia razones a modo de ensayos cortos, enlazados por un hilo conductor –trenza de tristeza, melancolía y nostalgia–, para confeccionar un libro breve y brillante, donde hace gala de su erudición. Así nos motiva a intentar pensar por todos los medios, para alcanzar las revelaciones y descubrimientos del arte y el mundo. Hace eco de Hölderlin, cuando recuerda que al poeta le toca asir el relámpago con las manos desnudas.
La comunicación humana, con todo y que puede ser imperfecta, confusa o interrupta, es un milagro. Quizá no todo es comunicable. No todos tenemos las mismas habilidades de recepción, decodificación y transmisión. Interpretar y comunicar suponen un esfuerzo, a veces sin garantías. Pensar en silencio y pensar en voz alta. Ver a través de la ventana o contemplarnos en el espejo. Parece que sólo tenemos esas dos epistemologías.
El estilo de Steiner es elegante y cuenta con un arsenal de argumentos técnicos, su escritura es el mejor ejemplo de que un crítico literario también es un creador. Me atrevo a decir que su lectura es obligatoria para filósofos y literatos. Es un libro que se debe releer, pues cada relectura supone un goce distinto, siempre en crescendo.
A continuación, en una suerte de ejercicio combinatorio, en la tradición del Oulipo, parafraseo las diez razones que esgrime Steiner –algunas las cito textualmente–, tanto las ideas con las que abre cada apartado como con las que lo cierra. Les aseguro que no ocurrirá ningún fenómeno spoiler, no les arruinará el gozo de leer directamente la obra íntegra. Así animo a los lectores para que descubran la prosa maravillosa que se desarrolla entre las ideas de apertura y las conclusiones de cada apartado.
- El pensamiento es ilimitado. El pensamiento que se piensa a sí mismo, pensar en pensar, lleva en el centro de su ser duda y frustración.
- El pensamiento no está en control, sólo fluye. “La gran mayoría de las veces, sin embargo, el pensamiento ordinario es una empresa chapucera y de aficionados.”
- El pensar nos hace presentes a nosotros mismos. No es posible leer en tiempo real los pensamientos complejos de los otros, no hay telepatía verificable. “Pensar es algo supremamente nuestro; se halla oculto en la más íntima privacidad de nuestro ser. Es también el más común, manido y repetitivo de los actos. La contradicción no puede resolverse.”
- El pensamiento subjetivo no puede ser verificado para señalar su verdad o su error. El pensamiento público u objetivo se haya condicionado por la historia, las ideologías y la psicología, volviéndolo a menudo arbitrario. La búsqueda desinteresada de la verdad parece no casar con la pretensión de autonomía del lenguaje respecto a la referencia y la razón.
- Pensar es una actividad fisiológica que consume mucha energía, es casi un despilfarro. No podemos justificar la generación excesiva de pensamientos, es un derroche. Sin embargo, la naturaleza opera desde la superabundancia.
- “El pensamiento es inmediato sólo para sí mismo. No hace que suceda nada directamente, fuera de sí mismo.” Apenas hay unos débiles experimentos de telequinesia. Suele haber, las más de las veces, una fallida correlación entre pensamiento y realización, entre lo concebido y la realidad.
- Respirar y pensar son dos procesos que no se pueden detener mientras hay vida. Los monjes lo intentan con la meditación. Ser es pensar y pensar es ser. El pensamiento es impotente ante la muerte. El pensamiento vela y revela.
- La opacidad del pensamiento hace imposible saber lo que otra persona está pensando. No hay técnica garantizada para leer la mente de otro ser humano. La interioridad de cada ser es un laberinto. La empatía del amor no es suficiente para comprender, ni para entender. “Al final, el pensamiento puede hacer que seamos unos extraños los unos para los otros. El amor más intenso, quizá más débil que el odio, es una negociación, nunca concluyente, entre soledades.”
- Todas las personas piensan, así sean educadas o no, cultas o analfabetas. Es posible que gente sin instrucción haya tenido grandes pensamientos, aunque no hayan podido comunicarlos a los demás. El gran pensamiento no siempre está en armonía con los ideales de justicia social.
- Hay una distinción gramatical entre pensar y pensar en algo. La expresión lingüística varía entre idiomas como el inglés, francés, alemán y español, posibilitando proyecciones imaginativas de autonomía del pensamiento. ¿Idealismo o realismo? ¿Solipsismo? No sólo se piensa con palabras, sonidos e imágenes; sino con todo el cuerpo humano, el mundo y el universo. “El dominio del pensamiento, de la misteriosa rapidez del pensamiento, exalta al hombre por encima de todos los demás seres vivientes. Sin embargo, lo deja convertido en un extraño para sí mismo y para la enormidad del mundo”.
Todas las anteriores son razones válidas para la tristeza del pensamiento. Los epígonos de Steiner pertenecen a la Liga secreta de los melancólicos.
[Ficha bibliográfica] George Steiner. Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento. México, 2007. Fondo de Cultura Económica y Ediciones Siruela. Colección Centzontle. Tercera reimpresión 2018. Título original: Ten (Possible) Reasonsfor the Sadness of Thought. 2005. Traducción de María Condor.