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Réquiem por Valentino Clemens y los chicos perdidos de Wonder-nada. Entrevista con Isabel Quiroz

enero 14, 2020Deja un comentarioEntrevistasBy Kevin Rodríguez

Fotografía: Kevin Rodríguez


They wanna see us die
They kick us every time we try
‘Cause they don’t give a fuck about us
2pac feat The outlawz

 

Tuve la oportunidad de conocer a Isabel Quiroz en el Décimo Encuentro Nacional de Escritores Jóvenes, celebrado a principios de octubre del año pasado. Recuerdo haber abierto la mesa con la siguiente pregunta: ¿cuál es la importancia de la creación artística en la actualidad? Como dramaturga, Quiroz ha encontrado una forma de comunicación distinta al de la palabra, al grado de “dejar un testimonio actual de lo que está ocurriendo, de lo que se queda permanente”. Pero, me pregunto ahora, ¿a quién pertenece ese testimonio?

 

Como parte de la Semana de la Dramaturgia Nuevo León 2019, el jueves 7 de octubre se presentó Valentino Clemens y los chicos perdidos de Wonder-nada, bajo la dirección de Humberto Luna. La obra ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo, 2018, se centra en la vida de Valentino, un rockstar fracasado cuya existencia se rige por las memorias de sus amigos Max, Roxine y Lorel, quienes han fallecido en diferentes circunstancias, dejándolo en las ruinas de Wonder-nada o la ciudad de las flores.

 

Un solo juglaresco de guitarra abre el telón: Valentino Clemens sale primero, mientras que sus tres amigos siguen sus pasos hasta terminar los cuatro posicionados en medio del escenario. Valentino yace frente a un público callado; Roxine, a espaldas del rockstar reprimido, comienza a cantar: “Valentino está solo, no se fue del mundo. Nada le queda más que su voluntad. Pero Valentino aquí está”. Dentro de la chaqueta de cuero que esconde una camisa con el rostro de David Bowie, se va formando en el pecho de Valentino la pregunta que rige a la obra: “¿Por qué me quedo en este mundo?”.

 

Aunque Quiroz afirma que una de sus premisas es el consuelo por medio de la amistad, la obra es un grito a un México sordo ante el llamado de los jóvenes desaparecidos; a ese Wonder-nada donde a diario se abandonan las memorias de los perdidos y los arrebatados en las paredes grafiteadas y los postes de luz de la metrópoli. Lorel es la primera que desaparece del grupo, luego de participar en una marcha estudiantil. Y por más que hacen lo posible para encontrarla, los chicos van sumergiéndose a una angustia colectiva, producto de la violencia. Max termina refugiado en las drogas, perseguido por el recuerdo de Lorel, hasta que eventualmente muere de una sobredosis. El constante temor de Roxine hacia la muerte acaba en suicidio, momento que presencia Valentino al llegar al departamento.

 

Una de las particularidades de la obra de Quiroz es el uso de la música: ésta participa en la reconstrucción de los recuerdos de Valentino. La esencia energética del espíritu rebelde en el rock and roll ayuda a transcribir el testimonio de los desaparecidos. Y es dentro de la obra donde Valentino Clemens, más que un fracasado, se vuelve el portador de los silencios de los muertos. Valentino Clemens y los chicos perdidos de Wonder-nada, antes que una obra donde se rinde tributo a la rebeldía juvenil, es un réquiem por los desaparecidos.

 

Terminada la obra, hubo un espacio donde pude conversar con Isabel.

 

¿Cuál consideras que sean las principales dificultades de la dramaturgia en México hoy en día?

Cada vez hay más escritores. Lo que a veces me pregunto es desde dónde escriben. Veo muchos casos de compañeros que escriben como escribe el maestro, o escriben algo bonito, algo que les gusta. Para mí tiene que ver con qué pones de ti en el texto. Es eso, desde dónde escribes, hasta dónde eres honesto con el texto, si no estás debrayando. Eso sería, para mí, una preocupante de la dramaturgia: escribir con honestidad, escribir cosas que de verdad quieres decir y no usar la voz de alguien más.

 

¿Por qué hacer dramaturgia?

Yo creo que hay muchas artes, muchas formas de expresión. Lo que tiene la dramaturgia, lo que tiene el teatro, es —no sé si llamarlo así— la facilidad, el beneficio de poder contar una historia, de poder plasmarla tal cual la estamos viviendo, o no, ficcionarla por completo. Pero para mí la dramaturgia es escribir historias de personaje, de un ser humano; abrirlo, que sea honesto, que cuente lo que hay en su corazón. Eso es algo que la realidad no tiene. No es fácil hacerlo. Entonces creo que lo chido de la dramaturgia es eso: te permite decir lo que está guardado en tu corazón. Al mismo tiempo, sabes que va a llegar: porque la finalidad de la dramaturgia es la puesta en escena, ser un medio de difusión. Entonces, tiene esa facilidad, esa apertura de llegar con mayor precisión.

 

En Wonder-nada veo una preocupación por la vida, por la muerte, en los jóvenes. Esto los lleva a vivir a un carpe diem o a un memento mori. ¿Desde dónde surge este interés por explorar las angustias de la vida de los jóvenes?

Viene del entorno en que estaba viviendo, o bueno, del que sigo viviendo. Ese entorno en el que los chavos son la población más vulnerable. Los jóvenes desaparecen. Y esa sensación de que en cualquier momento te puede tocar a ti. Lo sabemos: en cualquier momento te van a levantar. También vengo de un lugar donde el rendirle culto a una persona después de su muerte es importante. Es una enseñanza, saber que en la vida estamos de paso, todo lo que hagas tendrá consecuencias aquí. Entonces también crecí con esta idea de la presencia de la muerte en la vida. Tener esta conciencia te permite vivir la vida al máximo.

 

Otro de los elementos de la obra es la música. Incorporas piezas de rock identificadas con esta onda de la rebeldía. ¿Por qué rescatar ese valor de la música en esta representación de la vulnerabilidad de los jóvenes?

Yo no lo vi como un rescate. Xalapa es una ciudad de chavos, todos los fines de semana hay tocadas de rock, obras de teatro, juventud en las calles. Y esta obra son mis amigos, las cuatro personas que viste ahí somos nosotros. Ese era nuestro ambiente, estar rodeado de música siempre. Aparte, creo que la música tiene un poder superior al de las palabras, te conecta inmediatamente. Hay cosas que sólo puedes decir con música, con palabras es imposible. Sobre eso iba mi línea. Últimamente, en mis textos procuro esa necesidad de buscar otra forma de expresión, otra forma de llegar al público. Y Valentino está en este mundo del rock, su alter-ego es un rockstar. Me encantan los rockstars: son personas que escucho aunque digan puras babosadas. Valentino es un perdedor, un fracasado invisible; necesitaba que fuera esa otra persona que se atreviera a mandar a chingar a su madre a Wonder-nada completito. De ahí la música. Porque, además, la música tiene ese poder curativo.

 

¿Cómo podemos acabar con este Wonder-nada mexicano?

De muchas formas; pero, creo, cambiando uno mismo, desde lo que uno hace. Para mí la escritura es eso. Yo no me pondría a decir todo lo que pienso: decir hay que cambiar el mundo, abajo el gobierno… No podía hacerlo. Pero a través del texto pude hablar de la amistad, del dolor, del sufrimiento. En medio de eso surgieron los temas sociales. Pero para mí era eso. Intentar cambiar el mundo viene de atreverse a contar una historia.

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Isabel QuirozKevin RodríguezValentino Clemens y los chicos perdidos de Wonder-nada
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Sobre el autor

Kevin Rodríguez

Incursiona en el mundo lírico con su trabajo Antología poética: Llanas letras para el Certamen de Literatura Joven Universitaria 2015 de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha participado en el blog Cuenta 140 de la Revista El Cultural. Actualmente es estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras.

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