
La serpiente se muerde la cola y se devora circularmente. El anillo queda cerrado, el peso y la cualidad no se modifican. El placer y el dolor no se anulan recíprocamente, sino que se completan.
El sacerdote, el filósofo, el historiador, ven esto temporalmente; el mariscal de campo lo ve espacialmente, desde una mayor distancia, como actuante y sufriente. Homero, como Zeus, toma partido en el drama de pronto por los hombres, de pronto por los dioses. Pero también los dioses pueden recibir heridas y hasta morir… con excepción de la Moira y el Padre del Universo.
Ernst Jünger
Variaciones en los latidos que no llegan a ser arritmias. Son ritmos: como el de una sangre, una luna. Pongo el metrónomo en 88. Una sinfonía de orden y desorden, caos y entropía, voluntad y representación. Abro el Bhagavad Gita: previo a la batalla, Krishna conforta a Arjuna. No tengas miedo, esto ya ha ocurrido y volverá a ocurrir, monótono eterno retorno de lo mismo. Son perspectivas, la visión temporal y la visión espacial. Diacronía y sincronía.
Lo temporal y lo eterno se complementan. El mundo es un territorio físico y mental. Campo de batalla o teatro de operaciones: por unos momentos el guerrero y el auriga conversan. Todos los tiempos. Un laberinto en una línea recta: todo está sucediendo, todo ha sucedido y todo volverá a suceder.
Sortear el paso del tiempo, juventud aparente. Aspecto juvenil. Eventualmente un controlador de tiempo pasa desapercibido, pero se delata: casi como una lágrima entre la lluvia. Nosotros los controladores de tiempo también somos controlados por el tiempo. Somos vulnerables a los cambios atmosféricos. Pero la variación nos beneficia: tensión esencial.
El clima es la proyección de la sombra del tiempo: un bailarín aparentemente solitario; la danza de un boxeador solo, que entrena con su propia sombra para el combate final. La pantomima de un niño genio superdotado. Tempo de una música desconocida.
La serpiente de Jünger también toma otras formas, pero el significado es el mismo. Bernardo Schiavetta, en una nota preliminar a la Sextina de la sextina, nos instruye: Uróboro-Fénix, dragón que se muerde la cola, símbolo hermético de la Idea platónica del tiempo, el Eón (Aiwv), Siglo de los siglos que ciertos metafísicos asimilan al infinito y al cero, que son los límites del número, base del verso.
El poeta Dámaso Alonso describe al tiempo como un rubio mastín a las puertas de Dios. En otras palabras: un gran perro güero resguardando la mansión del Todopoderoso. Nuestra misión es llegar a ser más que marcadores del tiempo, esos que imponen ritmos y velocidades. Timing. Unos enfrentan al guardián, otros lo engañan o simplemente lo distraen; pero todos, absolutamente todos, quieren entrar al centro de la casa.
Cuentan con diversos instrumentos para medir el tiempo. Los más tercos se empeñan en romper sus propias marcas, en mejorar su propio récord. Otros no compiten ni entrenan para mejorar sus habilidades, son como vagabundos; casi como aquel iluminado: aunque ha vagado por el Samsara, no ha sufrido ningún daño.
Seguimos insistiendo en rebasar nuestros límites, en superarnos y mejorar nuestro rendimiento. Peleamos gratis por entrar en los grandes libros. ¿El libro Guinness de los récords mundiales? Quizá más bien ese otro libro que nos refiere el Corán, cuando explica que hay un libro llamado Iliún donde se registran todas tus acciones buenas. No aquel otro donde quedan las obras malas. Todo está contenido en la Tabla protegida. Pienso en la caja anaranjada de un avión, llamada Caja negra: título de un poema de Lizalde.
“La filosofía es su propio tiempo encapsulado” observó Hegel. Hoy diría que es tiempo enlatado en una película, tiempo congelado en una pintura. Una voz nos habla con palabras sonoras; otra voz, con silencio de imágenes. Paloma, la niña de la novela La elegancia del erizo, lleva un registro personal: los diarios del movimiento del mundo.
Un controlador de tiempo puede ser un objeto o una persona; ya sea un aparato, partícula, átomo, molécula, célula o un artefacto. Un marcador de tiempo está en muchas partes del sistema nervioso y en la Inteligencia Artificial. El controlador de tiempo es como el gato de Schrödinger: está vivo y está muerto al mismo tiempo; movimiento y quietud simultánea, aún más: sincronizada.
Los controladores de tiempo son el equipo olímpico de nado sincronizado. Pero existe un gran número de outsiders, desertores: nadadores rebeldes y solitarios. Su fuga altera el funcionamiento del sistema: crea inconsistencias e irregularidades, más que distorsiones en la percepción del tiempo. Algunos los llaman fantasmas. Freud sentenció que “las emociones no sufren las leyes del desgaste”. No sé cuándo lo dijo ni dónde, pero creo que tiene sentido.
¿Serán las emociones el trampolín perfecto para dar saltos en el tiempo? ¡Súbete a la montaña rusa de las emociones!
¿Será una emoción la boca del túnel o agujero de gusano, del que hablaba Einstein, para viajar en el tiempo? La luz al final del túnel, punto de reconciliación entre la vida y la muerte; la muerte y el tiempo. Un verso de Ann Sexton, citado de memoria, mal citado, donde dice que boca y ano son uno. Hace tantos años leído, casi desvanecido en la memoria. Las tripas del tiempo. Hacer de tripas corazón. ¿Acaso una enfermedad mental de la poetisa para evadir el tiempo?
Todo lo que se transforma y todo lo que permanece, visto con los ojos del hambre. ¿Es el hambre la expresión del deseo o de la necesidad? El valor bipolar del valor: la interpretación subjetiva y la interpretación objetiva. Relojes de diversa manufactura, naturales y artificiales. Engranaje de sangre. Medición análoga y medición digital. Cuando tu corazón te lo pida, ese es el principio de todo arte, al decir del Hagakure.
¿Está en Dios el código binario del Tiempo, el genoma del Tiempo? ¿Dónde el hacker que descifra la huella digital de Dios? Un falso universo fractal, creación del aciago demiurgo. Le ecuación iterativa de Mandelbrot. ¿Acaso, Paul Ricoeur atisba el truco en Tiempo y narración? Tormenta de nieve y avalancha en La montaña mágica de Thomas Mann. Eones en el instante de la Sextina de la sextina escrita –cantada, recitada– por Bernardo Schiavetta.
Al desplazarse sobre una superficie sólida y plana, los caracoles suelen dejar tras de sí un rastro de baba; cuando ésta se seca puede verse a la luz del sol, entonces se descubren maravillosos trazos tornasol, irisados, diamantinos: pequeñísimas rutas y mapas mínimos. Así sucede también con la historia, cuyo desenvolvimiento sucede inexorablemente en el tiempo humano. Por eso José Ferrater Mora pudo escribir un libro célebre: Cuatro visiones de la Historia.
La historia traza figuras en el tiempo: puede ser un círculo –ritornello– donde todo vuelve sobre sí mismo; o una línea recta, que va desde la creación hasta el juicio final. También puede ser una espiral: todo parece repetirse, pero al mismo tiempo hay progreso o avance. Corsi e ricorsi. Cuando el gran caracol de los caracoles llega a la meta prevista acaba la historia, se suscita el desenvolvimiento total del espíritu absoluto.
Todos los caminos conducen a Roma. Recorro la ciudad en un camión de transporte público. Observo algunos letreros sobre los muros: uno es de Acción poética y dice “Siempre hay tiempo”; el otro es de Rótulos bíblicos y dice “Es tiempo de buscar a Dios”. En televisión transmiten un programa de noticias llamado “En tiempo real”. Las compañías de telefonía celular venden “Tiempo aire”. Las empresas radiofónicas y de televisión también venden “Tiempo aire”. Séneca nos exhorta a valorar el tiempo.
Ser controlador de tiempo es parecido a ser controlador de vuelo. El primero afronta un problema de actitud, debe saber conciliar la permanencia con el devenir; el segundo afronta un problema de racionalidad, distribuir cuerpos en el espacio y trazar rutas. Ambos casos implican voluntad, o fuerza de voluntad, como la que se aplica en propósitos como bajar de peso o dejar de fumar. ¿Por qué no se cumplen? ¿Hay un debilitamiento de la voluntad o se trata sólo de un cambio de preferencias en el tiempo? ¿Son incongruencias personales o imperfecciones de la racionalidad?
El controlador sabe adaptarse a las circunstancias. Unas veces es un oso que hiberna; otras es un piloto, kibernos, que navega o vuela. Es como El Rey de José Alfredo Jiménez: se mueve en el tiempo con dinero (empresarios, consumidores e inversionistas) o sin dinero (en Economía les llaman free rider –¿free raider?–; en Química y Política, radicales libres).
Portador de muerte y vida, en zona radioactiva, el controlador de tiempo lleva su propio contador Geiger; sabe que puede convertirse en kamikaze. Conoce la historia de Amor y Occidente, de Amor y oxidante. Lleva sus propios antioxidantes, letras y palabras concatenadas: la infinita regresión del tiempo es puramente verbal. Oscar Wilde nos dejó El retrato de Dorian Gray como emblema de juventud permanente, comprada a precio terrible.
Desde la torre de control el infinito tiempo da vértigo: todos los senderos se bifurcan, pero ¿realmente existe el tiempo infinito? El sueño de Franklin: Time is Money. La pesadilla de Marx: monedas y billetes siempre cuentan, el capital es infinito. El viajero en el tiempo contra el temponauta. El primero es inconsciente, el segundo es consciente. Uno duerme; el otro ha despertado.
El temponauta ha encontrado al controlador de tiempo. Merced al efecto placebo, sabe que hay un Locus de control (agencia o autocontrol de eficacia). Así como el coeficiente de Gini se mueve entre el cero y el uno, para estudiar la desigualdad en la distribución de la riqueza, el controlador de tiempo se mueve entre el locus de control interno y el locus de control externo. Entre la vida y la muerte, la carta de la suerte: locus de control del temponauta.
Vuelta a los preceptos de Deepak Chopra, en Mentes sin tiempo y cuerpos sin edad, donde expone la Teoría de la subnutrición y la dieta ayurveda. Correlación entre grasa y envejecimiento. Vuelta a las observaciones del biólogo Ambrosio García Leal, en La conjura de los machos. Una visión evolucionista de la sexualidad humana, donde correlaciona grasa y belleza, rasgos infantiles y promedio en los rostros bellos. Vuelta a las investigaciones de Marcelino Cereijido, en La muerte y sus ventajas, donde explica el concepto de apoptosis o muerte celular.
Élan vital. Aceleración: flecha convertida en bala. Proyectil mortífero. Procesos reversibles e irreversibles. Neurociencias y pintura. Pigmentos: la imagen a través del tiempo para representar el paso del tiempo.
Nacer y morir son procesos vitales irreversibles, salvo en la narrativa literaria o cinematográfica. El mundo religioso lleva su propio orden: Alá hace que lo vivo surja de lo muerto y lo muerto de lo vivo. Él puede revivir a los muertos, incluso a partir de huesos carcomidos, desde el polvo o desde la nada. En el mundo del arte, novelas y películas usufructúan el movimiento de letras, ideas e imágenes para representar el curso del tiempo. La pintura, lenguaje silente, quietud plástica de Planilandia, en su bidimensionalidad aún sin textura, busca sugerir el paso del tiempo.
La mujer más amada, eterno femenino, debe transitar el mundo en el tiempo. Toda mujer está en el tiempo finito. Klimt despliega el lenguaje de la pasión y la ternura en Las tres edades de la vida (también conocida como Las tres edades de la mujer). El controlador de tiempo Gustav Klimt está abrazando a las tres mujeres al mismo tiempo, sin necesidad de aparecer él mismo en la pintura. Un abrazo viene de fuera. El ingeniero del tiempo tiene que ver la realidad fuera de la caja de herramientas. Cada mujer en tres fases sucesivas y simultáneas, generación tras generación. Cadena genealógica o rizoma. Los hilos del genoma enlazados. Ella es el vehículo para viajar en el tiempo. Puerta de entrada al mundo y al tiempo. Al cielo. Porta Coeli.
Las telas pintadas hablan en todos los tiempos. Pero ni el tiempo puede detener al tiempo: es imparable, está en su naturaleza; como en la del escorpión de la fábula, aquel que pincha al sapo que lo transporta en medio del río, aunque eso represente la muerte de ambos. Goya nos muestra a Cronos devorando a sus hijos. El padre del tiempo devorando a su propia descendencia. Una anomalía, una perturbación del flujo natural que quisiera detenerse en un instante, cerrar el círculo. Y ¿cuál círculo?
Goya nos obsequia un cuadro titulado La carta (también conocido como Las jóvenes). Hay esplendor juvenil; sin embargo, se conectará simétricamente con ese otro cuadro llamado El Tiempo (también conocido como Las viejas). El controlador de tiempo Francisco Goya supo que ver es abrazar, y abrazar conscientemente significa saber que en un vistazo y en un abrazo se puede capturar la esencia de lo que es joven y viejo al mismo tiempo, lo imperdonable, lo imponderable, la existencia simultánea del ser en todas sus manifestaciones, más allá de la lógica excluyente y sus contradicciones. Todo está siendo lo que fue, lo que es y lo que será, de un solo golpe de existencia. Ser en acto y potencia.
Otro controlador de tiempo –sujeto– quiso plasmar un instrumento de medición de tiempo: un reloj derritiéndose. Salvador Dalí muestra la Persistencia de la memoria. El truco temporal se basa en la conciencia, la percepción y la memoria. Autoconciencia autónoma y propiocepción. ¿Tiempo surrealista?
Adoramos la apariencia juvenil, nos empeñamos en creer que el envejecimiento puede ser un proceso reversible. Ponce de León busca la Fuente de la eterna juventud en Florida. ¡Bebe de esta agua viva y serás joven por siempre y para siempre! Los jubilados se retiran a vivir sus últimos días en Florida. ¡A disfrutar de la playa y el sol!
No debemos desdeñar los poderes de la autosugestión, porque ese es uno de los recursos del controlador de tiempo. Alguien lleva la cuenta de la cantidad de veces que se han reproducido los telómeros de tus células. Ese sólo es el aspecto corporal, físico y fisiológico de una parte de tu ser. Algún día habrá de fallar, quién sabe, pero eso no te detendrá. ¿Serás capaz de detener la rueda del Samsara y llegar al Nirvana? ¡Quién sabe qué o quién nos detendrá!
Por lo pronto ten cuidado con las palabras. Los amigos psicólogos han realizado el Experimento Florida: si alguien escucha o lee una sucesión de palabras alusivas a la vejez, casi de inmediato modifica su postura corporal y su forma de andar. Por ejemplo, en el laboratorio te presentan el siguiente campo semántico: retiro-jubilación-asilo-vacaciones-playa, entonces te retiras por el pasillo con un caminar lento y encorvado, tu posición y tus movimientos parecen los de un anciano; como si tu cerebro hubiese registrado que ya eres viejo y debes actuar como viejo. Misterios que desvelarán geriatras y gerontólogos.
–¿Y si existe lo contrario al Experimento Florida? –se pregunta el Sugar Daddy–. Entonces incluye en su léxico todo lo referente a la juventud, todo el campo semántico del rejuvenecimiento y comienza a salir con gente joven para vampirizarla. Si no está prohibido por la ley, entonces es legal. Comienza el autoengaño, o la prueba de resistencia. Incluso un famoso delincuente y criminal recurre a la misma táctica de relacionarse con jovencitas, a las que llama “Mis(s) vitaminas”. Un escritor se limitaba a llamar a su propio reloj “Vampiro de pulsera”. ¿Parásito emocional? Quizás el verdadero vampiro es el tiempo, y quizá el verdadero tiempo somos nosotros. Maestros del autoengaño.
Hay una lucha cósmica entre Orgón y Entropía. ¿Reversible? La complejidad y el desorden aumentan, pero siempre hay algo o alguien que intenta el reordenamiento, la regresión en el tiempo: Superman vuela a toda velocidad alrededor de la tierra, para hacerla girar en sentido contrario y regresar el tiempo. Así logra revivir a Luisa Lane. Sólo es una secuencia dentro de una película de Hollywood, y sin embargo late en ella ese impulso que anida en todo corazón, por volver al lugar y al instante donde se ha creído ser feliz.
No seguimos la flecha del tiempo, vamos en la flecha del tiempo: vamos montados a horcajadas sobre ella. Hay una dirección prescrita, impuesta. Un experto en Bioquímica, Jacques Monod, ha declarado lo siguiente: La evolución en la biósfera es pues un proceso necesariamente irreversible, que define una dirección en el tiempo; dirección que es la misma que la que impone la ley del crecimiento de la entropía, es decir el segundo principio de la termodinámica.
¿Entonces trazamos un círculo, una línea recta o una espiral? ¿Giramos sobre nosotros mismos como un derviche? ¿Negamos la existencia del tiempo, como Buda y Borges? Ante la locura y la desesperación, Cioran recomendaba un ejercicio para tranquilizarse: pensar en el feto que alguna vez fuimos y pensar en el cadáver que alguna vez seremos. Ver el pasado y ver el futuro, ver el nacimiento y ver la muerte. Desactivar el enojo y la obcecación.
¿Y si todo es parte del eterno retorno de lo mismo? Vico, Nietzsche, Eliade y los griegos antiguos así lo creían. Anillo espiralado, como la Sextina de la sextina de Bernardo Schiavetta, todo vuelve sobre sí mismo. Quizás es la misma película que siempre se repite y lo único que cambia son los actores. Un remake fílmico con ligeras variaciones. En el gran teatro del mundo parece que todos los papeles ya están repartidos, ¿quién será capaz de inventar un nuevo rol? ¿Cómo hacerse de un nuevo protagónico? Conquistarse a uno mismo es conquistar al mundo.
Tal vez algunos ya nacimos con la enfermedad de la juventud; otros, desesperados, tratan de inocularse a toda costa. Julio Cortázar era un gigante que sufría la enfermedad de la juventud. Conforme pasaba el tiempo rejuvenecía. Siempre se veía más joven, cada vez más joven. Pero alcanzaba asintóticamente un punto de estabilidad o equilibrio: la juventud óptima. Julio Cortázar es un controlador maestro de tiempo, estrella de la literatura.
Diferente es la ficción fílmica, según cuentan, de Benjamin Button, quien nació viejo y luego rejuveneció en sentido contrario a la flecha del tiempo: se volvió joven, adolescente y niño, mientras los demás envejecían. Inverso al recorrido habitual. La película literalmente corrida al revés. Sólo quien imagina puede volver al origen: desaparecer dividiéndose en las células de sus ancestros. Remontar la cascada: hacia atrás y hacia arriba. Pulverización, polvo de Cantor, que finalmente vuelve a la unidad.
El controlador de tiempo hace suyo el lema de Benedetto di Norcia (san Benito de Nursia): Ora et labora. Medita y trabaja, reza y labora. Quisiera permanecer un poco más, para retribuir con buenas acciones los dones otorgados. Puede ser que haya recibido más de lo que merece.
–¡Qué extraño todo esto! –Como un monje en su celda, viendo una película de ciencia ficción, en la que resuena la frase final; pero él piensa en un poema, en un verso.
–¡Lástima que no sobrevivirá!, pero ¿quién sobrevive? –Última frase de la película Blade Runner en la imaginada ciudad futura de Los Ángeles en 2019. El futuro llegó hoy.
–¿Quién habla de ganar? Sobrevivir lo es todo. –Rainer Maria Rilke.