
Twitter @selunne
A los 18 años, Selene estudió fotografía, esto le permitió observar y entender mejor su entorno: “A través del lente se ven cosas pequeñas, cosas enormes; en la restauración esto es básico”. Como arquitecta, participa en la dirección, coordinación y ejecución de distintos proyectos de restauración, lleva el registro arquitectónico y fotográfico de todas sus fases. Desde Restaurika, lucha por la equidad de género: “Trato por igual a todos, en mi equipo tengo muchas mujeres.” En la siguiente entrevista, Selene nos habla del proceso de restauración, su opinión sobre las pintas realizadas en el Ángel de la Independencia y sobre el colectivo Restauradoras con Glitter.
¿En qué consiste la restauración de los espacios considerados como patrimonio?
La restauración y la conservación son una pequeña ventanita al pasado. El patrimonio nos permite un vistazo al pasado, su aprovechamiento desde el presente. El proceso de restauración consiste sobre todo en hacer una investigación. Para hacer la intervención, primero se tiene que hacer una investigación que nos da información del objeto a restaurar. A grandes rasgos, lo que se necesita es hacer un registro fotográfico y arquitectónico del estado de conservación. A partir de ahí, se hace una propuesta de restauración, para después ejecutarla.
Del proceso de restauración, ¿qué es lo que más te gusta?
Me gustan mucho los deterioros. Los restauradores estamos educados para verlos. Si sabemos leer, en ellos encontramos mucha información. El registro de deterioros, los esquemas del registro fotográfico, los análisis de muestras, las radiografías en los cuadros, te permiten reconstruir todo lo demás, difundir el proceso de restauración. Como te puedes dar cuenta, me gusta todo.
¿Cuál es tu opinión sobre las pintas en el Ángel de la Independencia, durante la marcha feminista del año pasado?
Honestamente, no veo problema en que hayan pintado el monumento. Es patrimonio porque la gente así lo cree, no porque los especialistas lo digamos. Las pintas, nos guste o no, son una forma de apropiación. Al día siguiente de la marcha, hice una publicación en Facebook: al final del día, las pintas se pueden quitar, para eso estamos los restauradores. Que hagan pintas en los monumentos históricos sin fundamentos es grave, pero acá no creo que haya sido una cuestión de vandalismo: nos están matando. Las pintas fueron hechas sobre la piedra, ya se está trabajando en retirarlas. Mucha gente volteó a ver el movimiento. Después de lo ocurrido, nadie dudaría en dejar de lado un monumento, cuyo significado y valor depende de nosotros, con tal de preservar la vida de una persona, o que ésta fuera mutilada o violada. Fue una gran llamada de atención.
En la página de Restaurika, mencionas que existe un vínculo entre el patrimonio y el usuario. ¿Qué me puedes contar sobre eso?
El patrimonio no siempre ha sido tal. Las condicionantes son factores que se activan y desactivan. Es raro que algo, siempre, sea patrimonio. Por ejemplo: una obra de arte no lo es de facto, sólo porque en ese momento se acaba de encontrar. Tiene que pasar mucho tiempo. Una cosa son las cuestiones del mercado, otra el valor patrimonial o cultural que pueda tener. Para algunos las casonas de Nuevo León pueden ser patrimonio por la información que contienen, pero para una constructora inmobiliaria, con intereses completamente distinto, tal vez no. En ocasiones se tienen que hacer leyes para proteger el patrimonio. Lo del Ángel fue una apropiación directa del patrimonio. Las mujeres salieron a decir: “Esto nos importa, es valioso para nosotras, estamos por encima del monumento.” El Ángel es un símbolo, pero la práctica de mi profesión me ha ayudado a entender que casi todo se puede restaurar. La restauración más importante, como mencionan las Restauradoras con Glitter, es la del tejido social. Eso me parece muchísimo más importante. Me parece mucho más terrible que las mujeres no podamos caminar por el centro porque nos gritan, nos miran feo, nos persiguen. Me parece muchísimo más grave eso que un graffitti. ¿Por qué? Porque el graffiti se limpia. Lo de la Ciudad de México fue una cuestión de apropiación del patrimonio: gritar nos están matando, descuartizando, violando y muchas cosas más que están ligadas con la violencia de género que vivimos a diario.
¿Qué piensas de Restauradoras con Glitter?
Las amo. Formo parte del colectivo, aunque no sea tan activa, porque realmente operan más en la Ciudad de México. Desde afuera es un poquito más complicado, pero replicar o apoyar lo que ellas están buscando, lo que realmente todas buscamos, es fabuloso. Me encanta, es increíble. Ellas son restauradoras de bienes muebles en su mayoría, entonces se dedican específicamente en trabajar con la piedra. En particular Claudia. Ellas saben que no es complicado, las pintas se retiran sin problema. Ellas mismas declararon: “No las retiremos hasta que nos den más información. Pero bueno, las líneas del gobierno son otras. Entonces, documentémoslas.” Las pintas son un peso simbólico. ¿Sabes de Pompeya? En Pompeya hay graffitis. Obviamente no con aerosol, son incisiones que dicen tal cosa de la época. Esto nos da mucha información de la ciudad en ese momento. Es un documento muy valioso. El patrimonio también es eso: un documento que podemos leer, que debemos aprender a leer.
¿Cómo documentan las pintas?
Específicamente no lo sé, pero lo básico es un registro fotográfico. La documentación de las pintas es un registro de deterioros. Se realiza primero un registro fotográfico; es decir, se hace un levantamiento fotográfico de todas las secciones, en este caso, de todas las palabras o frases. A partir de ahí empieza el esquema o levantamiento arquitectónico y de deterioros. Después se hace el dibujo de todo, se va ubicando específicamente en dónde estaba tal pinta, qué decía. Ese registro genera un documento que puede ser preservado para la posteridad. A lo mejor cuando pasen muchos años van a querer saber lo que pasó, entonces podrán ir al archivo y conocer lo que sucedió en la marcha del 2019.