
Para George A. Romero (1940-2017), los filmes de zombies fueron el pretexto para expresar sus ideas políticas y culturales. Y Survival of the dead (2009) no fue la excepción.
El filme forma parte de una nueva trilogía de los muertos vivientes, la cual comenzó con La tierra de los muertos y Diario de los muertos.
La primera trilogía hace énfasis en una crítica político-sociológica de los Estados Unidos post guerra fría, donde la sociedad teme aquello que no comprende. Es en esta misma sociedad donde los zombies, más que ser unos seres caníbales, son los propios estadounidenses con ansias de ir al centro comercial y devorar aquello que temen. No es casual que los zombies vayan tranquilamente hasta el centro comercial en El amanecer de los muertos.
En la nueva trilogía, el planteamiento se refuerza con una perspectiva ética: ¿Qué es lo que nos hace humanos con respecto a otras vidas de la Tierra? ¿Cuál es el ser del hombre?
Una nueva trilogía acorde a los tiempos
Romero siempre fue un cineasta político, cada una de sus obras quiso ser una alegoría, una ilustración de algún tema que le interesara. De The crazies (EUA, 1973), pasando por Martin (EUA, 1977), hasta todos sus filmes con muertos vivientes, la narración alegórica fue una constante.
En su filme Survival of the dead (EUA, 2009), Romero lanzó sus grandes gafas hacia la moralidad de decidir quién vive o quién muere.
Un grupo de soldados (los mismos que se topan con los muchachos de Diario de los muertos) llegan a una isla donde vive un grupo de sobrevivientes. Ese grupo ha creado su propia comunidad, que está dividida en bandos. Cada bando pertenece a una familia que domina al resto de los habitantes. Por un lado, un bando cree que se debe de eliminar a toda costa a los muertos vivientes; por el otro lado, la otra familia piensa que los muertos vivientes no deben de ser eliminados, pues son familiares, amigos, se les puede educar y puede llegar una cura. Ambos bandos viven en una relativa paz hasta que, con la llegada de los soldados, esa paz se convierte en el apocalipsis.
Este es el relato de donde partió George A. Romero y creó ese elemento fundamental de su obra: el horror como alegoría política.
Como ya se dijo, con este filme buscaba crear una nueva trilogía de los muertos vivientes, una trilogía acorde a los nuevos tiempos. Si en la primera trilogía conformada por La noche de los muertos vivientes (The night of the living dead, EUA, 1968), El amanecer de los muertos (Dawn of the dead, EUA / Italia, 1978) y El día de los muertos (Day of the dead, EUA, 1985), cada uno de los filmes era una especie de comentario social, sus películas más recientes de muertos vivientes no se quedaron atrás, Tierra de los muertos (Land of the dead, EUA 2005), Diario de los muertos (Diary of the dead, EUA, 2007) y la ya mencionada, Survival of the dead.
Si en Tierra de los muertos los zombies son una alegoría a la administración de George W. Bush, Diario de los muertos es una crítica a los nuevos medios de comunicación, especialmente internet y la sobreinformación que se genera a través de las redes.
Una ética zombie
En Survival of the dead, más que presentar un filme político, Romero presentó un filme de corte ético.
¿Quién muere, quién vive? Esa parece ser la pregunta que se hizo Romero en el filme en el que, si bien la contundencia crítica es dejada de lado, hay un acercamiento más estético e incluso genérico.
Hablo de Survival… como un filme ético. Me explico: tomemos como punto de partida que la premisa del filme parte de la pugna entre dos familias en una pequeña isla. Cada una de esas familias presenta un punto de vista ético diferente con respecto a los zombies, unos quieren matarlos y otros quieren mantenerlos con vida. He ahí un dilema ético.
El grupo de soldados es un factor externo a esa sociedad enfrascada en el dilema de matar o dejar vivir. Ellos desencadenan la necesidad de tomar decisiones en los grupos antagónicos que hasta antes de la llegada de los soldados viven en un aparente estado de inocencia ética, donde a pesar de que ambas partes tienen su punto de vista, cada una de ellas no ejerce una acción con respecto al otro.
De ahí que Romero plantee la búsqueda de una ética de los zombies, que bien podría cimentarse desde la ética de la responsabilidad de Hans Jonas.
Ese monstruo ideológico que es el zombie implica necesariamente una reflexión sobre lo humano y la responsabilidad del hombre ante lo humano. Ante la subjetividad de lo humano.
Romero, más que presentar un apocalipsis esquizofrénico social, plantea la necesidad de una reunificación de los seres humanos en una nueva responsabilidad. Pues ante lo que pareciera que la muerte sustituye a la vida, los zombies son la posibilidad escatológica de una heurística del temor a todo aquello que no es humano. De ahí que el zombie en su función de monstruo ideológico sirva como comparativa de la vida humana, son una “representación de un futuro que tal vez no se realice, pero que, sin embargo, expone su testimonio en el presente como una caracterización de una desdicha, como una imagen de lo no querido, y sobre todo presentando enfáticamente la necesidad de instituir un nuevo estatuto de responsabilidad de los hombres que tenga por objetivo la manutención de la vida humana y extrahumana” (Siqueira, 2009: 177).
Ese monstruo ideológico que es el zombie implica necesariamente una reflexión sobre lo humano y la responsabilidad del hombre ante lo humano. Ante la subjetividad de lo humano.
En ambas trilogías, Romero planteó las trampas de una falta de subjetividad ante lo que nos hace humanos. Siempre se parte de una figura de lo humano biológica y social, imagen que se desdibuja ante el zombie que, si bien biológicamente es un humano revivido, es el otro del hombre desdibujado. Recuérdese la escena inicial de Tierra de los muertos, donde los zombies parecieran seguir las rutinas que tenían cuando eran humanos. Premisa que se retoma en Survival of the dead, donde los zombies –encadenados- continúan viviendo sus vidas humanas, o al menos, un remedo de sus vidas humanas.
Survival of the dead sostiene que la sobrevivencia de los muertos plantea la urgencia de una renovación ética de lo humano al vernos en el espejo zombie, ese humano que da pánico imaginar. No es casual que en la película se nos muestre una especie de pugna familiar de bandos contrarios que representan dos puntos en torno a la ética zombie: dejar vivir a los otros en lo que los hace otros y asumir la subjetividad de lo humano, o asumir una cultura de la muerte que como posibilidad escatológica sustituya a la vida (Siqueira: 2009).
Es en la desfiguración del hombre donde el zombie, como dice Jonas “ayuda a forjar la idea del hombre que debe ser preservada de tal desfiguración” (Jonas: 1995). Es en la ética donde se puede preservar esa idea de lo humano que, aunque no es planteada en el filme, sí deja la pregunta en el aire: qué es lo que hace al ser humano, humano, y qué lo diferencia del zombie. Una ética así bien podría comenzar a hacernos responsables de aquello que nos hace otros con respecto al otro en toda nuestra subjetiva humanidad.
Referencias
Jonas, H. (1995). El principio de la responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Herder.
Jonas, H. (2005). Poder o impotencia de la subjetividad. Barcelona: Paidos.