
por Karen Yuridia Simental
Introducción
Cada cierto tiempo, la humanidad enfrenta nuevos retos que la encaran a situaciones inéditas. Desde el nuevo milenio, han entrado en la ecuación numerosos factores que han llevado al replanteamiento de los paradigmas educativos en función de elementos inusitados. José M. Esteve hace hincapié en que una de estas circunstancias es la intención de que la educación llegue a la totalidad de la población; el sistema educativo tiene por consigna incluir al cien por ciento de una población heterogénea, con marcadas diferencias en su contexto cultural, familiar, social, geográfico incluso, y que presenta también diversidad en sus capacidades físicas, cognitivas e intelectuales.
Tenemos en la actualidad un sistema educativo bastante avanzado en relación al que tuvimos en épocas anteriores, pero que se plantea importantes disyuntivas a la hora de atender estas diversidades y que en bastantes ocasiones, enfrenta dificultades para la solución de los conflictos que se presentan ante ellas.
A la par, conforme pasan los años, las personas internalizan la cotidianeidad de las herramientas tecnológicas: internet, conectividad en todos los dispositivos, mejores redes de comunicación que nos permiten ver y experimentar cosas que la humanidad había imaginado por generaciones. Sin embargo, los cambios en estas tecnologías son tan vertiginosos como apabullantes, más para quienes no son nativos digitales y buscan todavía adaptarse al uso y comprensión de estas tecnologías.
Durante los últimos días del año 2019 y los primeros meses de 2020, hemos sido testigos de otra de estas circunstancias inéditas: la aparición de una pandemia (COVID-19) que nos ha obligado a actuar de forma inmediata y replantear cuestiones tan inmanentes como el aprovechamiento del espacio público y las políticas y metodologías que empleábamos para educar.
Lo primero que ha quedado demostrado para la comunidad mundial es que un hecho aparentemente aislado puede rápidamente impactar en todo el mundo. No sólo se ve afectada la salud de millones de personas que no se conocen: la pandemia ha desatado virulentas reacciones de igual magnitud en lo político, lo económico, lo social. Se han visto afectadas las rutas de movilidad, los horarios laborales, los espacios educativos. En unas pocas semanas, pareciera que a causa de un primer paciente cero, el mundo ha terminado por ponerse de cabeza.
En el caso de México, 36.6 millones de estudiantes se encuentran sin asistir a clases desde el 20 de marzo de este año (Villalpando, 2020). La estrategia principal ante la contingencia se centra en la implementación de televisión educativa multigrado, que se complementa según propongan los docentes, con actividades apoyadas por WhatsApp, Zoom, YouTube, Facebook, Google Classroom y correos electrónicos. El gobierno puso además a disposición herramientas digitales para docentes, alumnos y familias, así como copias en línea de los libros de texto.
Emanuela Di Gropello (2020), gerente del área de Educación del Banco Mundial, destaca que se ha realizado un seguimiento país por país de las estrategias que se implementan en cada sitio para afrontar la contingencia. Para ella, en el contexto de América Latina, es muy importante garantizar la equidad y cobertura de las acciones, para evitar que las desigualdades sean aún mayores cuando termine la contingencia. Además apunta el papel primordial que han jugado la flexibilidad y creatividad de los docentes y familias para implementar dichas estrategias.
Sin embargo, académicos como Francisco A. Enríquez (2020), director de la facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de La Salle, apuntan que la mayoría de las escuelas del país carecen de infraestructura, herramientas y la suficiente capacitación para sus docentes que les permita hacer educación en casa. Estas circunstancias son más notorias en las instituciones de educación primaria y preescolar, pues las instituciones de educación media superior y superior en su mayoría cuentan con programas de educación virtual. Además, cabe señalar las dificultades que se presentan ya que en nuestro país las regiones más remotas no cuentan con cobertura de internet e incluso, algunas ni siquiera poseen servicios básicos como electricidad.
Como lo menciona Esteve, estas circunstancias deben llevarnos a una profunda reflexión, desde la perspectiva del cambio social, que conmine a los distintos actores (sociedad, padres de familia, medios de comunicación y administraciones educativas) a fin de que cada uno de ellos pueda asumir su propia responsabilidad en el proceso y generar estrategias y acciones efectivas para la solución de los conflictos que nos presenta el panorama actual.
Considerando lo anterior, me permito exponer algunas generalidades que propone la educación para la ciudadanía mundial. No debe obviarse ante la situación, que estamos de pleno en una etapa para la sociedad donde un individuo puede ser el factor determinante para toda ella, por lo que este enfoque que ya se vislumbraba como una tendencia educativa, debe reconsiderarse con mayor urgencia ante las circunstancias que atravesamos.
En segundo lugar expongo un breve recuento de la situación en materia educativa, y social que han surgido como resultado de la contingencia por la pandemia de COVID-19 en México, con la intención de que el lector pueda vislumbrar los retos que enfrentan los docentes y alumnos desde sus condiciones actuales.
Educación para la ciudadanía mundial
Alejandra Boni Aristizábal (2011) reseña que las raíces filosóficas del cosmopolitismo provienen de la tradición estoica, desde la que se formula por primera vez el concepto cosmopolita (ciudadano del mundo, del griego cosmos=mundo y politis=ciudadano) y cita a Martha Nussbaum, quien en su ensayo Patriotismo y cosmopolitismo, define al cosmopolita como “el comprometido con toda la comunidad de seres humanos” (Nussbaum, 1999).
Adela Cortina (2000) menciona que “el concepto pleno de ciudadanía integra un estatus legal (un conjunto de derechos), un estatus moral (un conjunto de responsabilidades) y también una identidad por la que una persona se sabe y siente perteneciente a una sociedad”.
En consecuencia, la ciudadanía mundial (CM) implica que el ser humano pertenece al mundo, pero posee un compromiso intrínseco hacia él y quienes lo habitan. Ello justifica que a través de la CM se busque la inclusión y la sustentabilidad, la democracia, la reducción de la pobreza y la igualdad y justicia para todas las naciones.
En el documento “Educación para la ciudadanía mundial, preparar a los educandos para los retos del s. XXI”, publicado por UNESCO, Carlos Alberto Torres coincide con Mussbaum al enunciar que “la ciudadanía mundial se caracteriza por la comprensión de la interconexión mundial y por un compromiso con el bien colectivo”.
Nussbaum menciona además cuatro razones que resaltan la importancia de la ciudadanía mundial en la educación:
- La educación cosmopolita nos permite aprender más de nosotros mismos.
- Avanzamos resolviendo problemas globales que requieren de la cooperación internacional.
- Reconocemos obligaciones morales con el resto del mundo, que son reales y de otro modo pasarían desapercibidas.
- Elaboramos argumentos sólidos y coherentes basados en las distinciones que estamos dispuestos a defender.
Estas razones, según Nussbaum (1997), encaminan al educando hacia el pensamiento crítico, la habilidad cosmopolita de entender las diferencias entre los grupos y naciones y los intereses comunes de los seres humanos que hacen que el entendimiento sea esencial si lo que se quiere es resolver los problemas comunes, así como la imaginación narrativa, que significa la habilidad para ponerse en el lugar de otro.
Además, en el documento “Educación para la ciudadanía mundial, preparar a los educandos para los retos del s. XXI”, vemos que la educación para la ciudadanía mundial surge con el objetivo de lograr que los alumnos analicen de manera crítica las problemáticas actuales desde un enfoque global. De esta manera podrán proponer soluciones de forma creativa, que les permitan revisar los supuestos, las distintas visiones del mundo y relaciones de poder, para ofrecer reformulaciones que tomen en cuenta a los marginados y grupos menos favorecidos, involucrando a las muchas partes interesadas en la solución.
Por otro lado, la educación para la ciudadanía retoma los cuatro pilares de la educación propuestos en el Informe Delors: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos, pero considerando que los avances tecnológicos nos permiten vivir ahora de una manera interconectada e interdependiente.
Para los seres humanos que habitan este siglo, las TIC’s han significado una vida con mayor flujo de información y comunicación: lo que sucede en un punto del planeta, a través de los medios de comunicación, se informa de manera inmediata a todo el globo. De igual manera, la información trasciende las barreras geográficas y el lenguaje, como nunca antes se tiene un acceso a recursos de la información de todas las épocas y todas las regiones del mundo. Estas características enriquecen la propuesta de la ciudadanía mundial al reducir las distancias y generar espacios competitivos más justos.
Considerando lo anterior, la educación para la ciudadanía mundial apuesta por incentivar el diálogo con otras culturas, que permita generar además de la identidad nacional, una identidad colectiva que trascienda las diferencias con miras al interés en los problemas mundiales y valores universales. Para lograrlo, busca reforzar las competencias no cognoscitivas como la empatía, la solución de conflictos, la comunicación, el trabajo en red y la colaboración activa y responsable, a través de la integración curricular, el uso de las propias TIC’s, el deporte, el arte y la música.
Las acciones propuestas en el marco de la educación para la ciudadanía mundial se enfocan en lograr un aprendizaje permanente que, a lo largo de toda la vida, genere ciudadanos responsables, activos, críticos y participativos, comprometidos con el desarrollo de su localidad y la solución de los conflictos globales.
Desde este enfoque, se busca generar capital humano para conseguir éxito compartido, fomentar la creatividad, la competitividad y la solidaridad como un estímulo al desarrollo y la búsqueda de nuevas alternativas más eficaces, productivas y sustentables para los problemas actuales.
La educación, en general, se considera un potente agente para promover el cambio social, la justicia y equidad. En este sentido, la educación para la ciudadanía mundial es un importante catalizador del proceso de transformación: es una manera de hacer cambios a nivel local que pueden influir en el ámbito mundial por medio de estrategias y medios participativos. (Council of Europe, 2012)
Por eso resulta impostergable la creación de estrategias democráticas, participativas, incluyentes que ayuden a mejorar la praxis de las instituciones; los actores educativos deben tener la mente abierta para explorar y enfrentar los cambios, ya que una pedagogía transformadora trae consigo innovaciones educativas y sociales que aportan un cambio hacia la mejoría (UNESCO, 2014)
Dichas innovaciones educativas apuestan por el principio de centrarse en el alumno, desde un enfoque holístico que fomente la concientización de las problemáticas, preocupaciones y responsabilidad colectiva nivel local. Abordar de esta forma las problemáticas implicará entonces el diálogo y aprendizaje respetuoso para reconocer las normas culturales, políticas y marcos que tienen efecto en la formación de valores.
De esta manera, la educación para la ciudadanía mundial se decanta por fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y la autonomía para la búsqueda de soluciones y “competencias de acción” (UNESCO, 2014) que permita a la sociedad global un desarrollo sustentable, inclusivo y reflexivo.
La educación para la ciudadanía mundial en la práctica
Una de las preocupaciones de los últimos años ha sido definir el papel que juega la educación en el actual contexto internacional, cuáles deberían ser sus fines y objetivos principales y qué conocimientos y habilidades se necesitan para enfrentar los problemas locales y globales que nos afectan (Mesa, 2010).
A petición de la UNESCO, Edgar Morín (1999) reflexiona sobre los problemas centrales que, a su parecer, son las cuestiones fundamentales que atañen a la educación del futuro, indicando siete saberes que la educación del futuro deberá solventar:
- Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión: adquirir además del conocimiento, las habilidades para manipularlo, tener una mente lúcida capaz de estudiar el conocimiento y sus procesos per se: las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, sus procesos y modalidades, así como disminuir las variables que inciden en el error y la ilusión,
- Los principios de un conocimiento pertinente: generar un conocimiento capaz de abordar los problemas globales, para inscribir ahí los saberes parciales y locales. Cuestionar el conocimiento fragmentado, que impide operar el vínculo entre las partes y las totalidades, para dar paso a un conocimiento de las complejidades que aborde los objetos en sus contextos y conjuntos. Para ello, habrá de desarrollarse la habilidad humana para ubicar la información en sus relaciones e influencias en un todo más complejo.
- Enseñar la condición humana: ser humano físico, biológico, psíquico, cultural, social, histórico.
- Enseñar la identidad terrenal: la conciencia de que el destino del género humano se encuentra ligado al destino planetario.
- Enfrentar las incertidumbres: buscar principios y estrategias que permitan afrontar los riesgos y lo inesperado, la flexibilidad para modificar su desarrollo en virtud de las informaciones adquiridas en el camino.
- Enseñar la comprensión: el planeta requiere comprensiones mutuas como elemento vital de las relaciones humanas, en aras de crear una base sólida para la educación para la paz.
- La ética del género humano: construir una antropo-ética para establecer una relación de control mutuo entre la sociedad y los individuos por medio de la democracia. La educación debe contribuir a una toma de conciencia y dejar, al mismo tiempo, que esta conciencia se traduzca en voluntad para ejercer la ciudadanía mundial en plenitud.
Los saberes propuestos por Morin guardan concordancia con los propuestos por Steninbeck y Subotnik: razonamiento, resiliencia y responsabilidad y con los expuestos en el Informe Delors, implican la educación de un individuo crítico y comprometido con su entorno. Por ello se evidencia que la educación se trata de mucho más que adquirir conocimiento, y la expresión plena de los conocimientos adquiridos implica participar como un ciudadano pleno en los asuntos que le conciernen a la humanidad.
Una sociedad civil global es la base para la construcción de una democracia cosmopolita, capaz de interesarse en la solución de los problemas mundiales. Para conseguir una sociedad global a través de la educación para la ciudadanía mundial, es necesario redefinir los contenidos curriculares de manera que aborden la comprensión crítica de la globalización, reafirmando el vínculo entre gobernación democrática cosmopolita y paz, desarrollo, justicia y equidad a nivel global (Mesa, 2010) De igual manera, la implementación de estas acciones conlleva una estrecha participación de la sociedad civil, padres de familia, etc. y la integración de redes que promuevan el intercambio, la participación y acción.
Implementar estas estrategias, dentro y fuera del aula, implica que se tomen enfoques distintos de acuerdo a las necesidades de los individuos y comunidades involucrados. Uno de éstos acercamientos concierne a la modificación de los programas de enseñanza. El enfoque de la educación para la ciudadanía mundial permea la currícula y permite distintos abordajes de los contenidos, con miras a trascender los espacios del aula e impactar el entorno social de los educandos.
Otro de los enfoques que se pueden considerar es el uso de las tecnologías de la información. Aprovechar las TIC’s provee oportunidades para abordajes creativos de los contenidos y posibilita el acortamiento virtual de las distancias, disminuyendo los obstáculos financieros y logísticos que inciden en la educación presencial.
Además, el empleo de estas herramientas ha permitido la ampliación del repertorio de materiales didácticos y recursos disponibles para los alumnos, docentes, padres de familia y autoridades, facilitando el intercambio de recursos entre pares y la colaboración mutua, así como el aprendizaje autogestionado en ambientes informales.
Las estrategias propuestas desde estos enfoques, pueden enriquecerse con acciones planteadas desde los deportes y las artes, así como de las intersecciones que surgen al plantear estrategias que involucren a la comunidad. Uno de los grupos más participativos suele ser el de los jóvenes, por lo que se pueden diseñar estrategias y acciones que aprovechen la disposición de los miembros jóvenes de la comunidad.
No hay que olvidar considerar la formación de los docentes como una estrategia para la implementación efectiva, pues son ellos quienes inciden y sirven de ejemplo, de mediadores del conocimiento en las aulas y la sociedad.
Repensar las acciones educativas para que el alumnado sea un agente de cambio comprometido con su comunidad, es la estrategia más eficaz para anticiparnos a las posibles contingencias que pueda depararnos el futuro. Ser solidarios, colaborar, trabajar en equipo para conseguir un mismo objetivo, pueden hacer la diferencia para que las comunidades solucionen conflictos que, de otra manera, resultarían imposibles de solventar para un individuo.
La educación para la ciudadanía mundial y México durante la pandemia
Según Bauman (2005), uno de los retos a que se enfrenta la educación en la actualidad, procede de la naturaleza errática y esencialmente impredecible del cambio contemporáneo, una naturaleza que desafía constantemente para aprender más y más rápido, pero que pone en una encrucijada incluso a las personas “mejor informadas”.
Ciertamente, esta vorágine fue lo que se ha experimentado en el mundo durante los últimos meses, desde que se declaró la pandemia por COVID-19. Como medida sanitaria, para evitar la propagación, las autoridades solicitaron a la ciudadanía que permaneciera en casa el mayor tiempo.
El ímpetu con que se decretó la cuarentena provocó que las escuelas cesaran labores en diferentes fechas durante el mes de marzo, algunas alcanzaron a establecer planes emergentes para seguir el desarrollo de las acciones educativas, pero las más tuvieron que ir trabajando “sobre la marcha”. En suma, se evidenció que el sistema educativo quedó corto en cuanto a su autogestión para solventar la situación de una manera más coordinada en el menor tiempo posible (Fernández, 2020), poniendo a prueba a las personas “mejor informadas” de nuestro país.
Aunado a ello, la autoridad federal no estableció medidas generales para conciliar el periodo de cuarentena con el ámbito laboral, dejando a muchos niños en casa pero a sus padres trabajando aún jornadas completas. Esta situación generó las primeras dificultades para la implementación de estrategias educativas: muchos estudiantes se quedan sin mentor mientras sus padres trabajan, otros tantos tienen mentores que no cuentan con una carrera profesional o incluso no saben leer y escribir. Quienes no se quedaron en casa, han tenido que acompañar a sus padres a los lugares de trabajo, lo que dificulta dedicar tiempo al estudio. Estas circunstancias afectan al menos al 40% de alumnos que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, según CONEVAL (Fernández, 2020).
Ante las estrategias que se implementaron para llevar la educación de lo presencial a lo virtual, Villalpando (2020) menciona que 54% de las familias mexicanas disponen de internet, pero solo 43% cuenta con una computadora; por otro lado, de acuerdo con el Informe Internacional de Enseñanza y Aprendizaje (Villalpando, 2020) menos del 40% de los docentes incluyen TIC’s en sus clases. Además de las estrategias virtuales, se implementó la televisión educativa, con cobertura en Canal 11, Canal 22 y las televisoras de las distintas entidades, sin embargo, de acuerdo a la SCT se logra con ello cobertura sólo del 50% del territorio nacional (Fernández, 2020).
Por otro lado, los maestros se apañan como pueden combinando distintas estrategias para lograr que sus grupos avancen: clases por televisión, actividades en línea, servicios de conferencias virtuales, ir de casa en casa para llevar los materiales a los alumnos que no tienen acceso a internet o televisión. Los padres de familia, sobre todo en educación básica, se ven sobrepasados también porque carecen de las estrategias pedagógicas para implementar los contenidos e, incluso, tiene problemas para entender cómo funcionan las plataformas digitales que los maestros quieren implementar. Ni hablar de las comunidades remotas, que se encuentran en muy distintas condiciones que, por ejemplo, universidades del país con plataformas de educación virtual propias ya establecidas. Estamos peleando contra enemigos comunes, pero desde condiciones que no podían ser más dispares.
A pesar de la opinión que da Di Gropello desde el área de Educación del Banco Mundial, resulta evidente que las estrategias implementadas en nuestro país siguen sin ser suficientes para evitar que el alumnado sufra retrasos para cumplir con los aprendizajes esperados (o incluso no llegue a adquirirlos), además de que estamos lejos de garantizar que dichas acciones sean inclusivas y operables para los 36 millones de alumnos que han suspendido clases.
Incluso con la experiencia anterior ante la epidemia de influenza en 2009, en México seguíamos sin tener un plan de emergencia para situaciones que comprometieran a toda la población del país. Se debe resaltar que esta situación ha afectado como nunca a la población de todo el planeta, lo que nos lleva a reflexionar sobre la importancia y cercanía que en realidad tienen los acontecimientos mundiales sobre nuestro país. Como ciudadanos mundiales, nos vemos afectados por lo que sucede en otras partes, seamos conscientes o no.
Sin embargo, tenemos de cualquier manera la responsabilidad de prepararnos lo mejor posible para afrontar este tipo de situaciones, ahí radica la importancia de la antelación estratégica y de la futurología como ciencia que nos permita anticiparnos.
Conclusiones
En realidad nadie en el planeta esperaba la magnitud de los hechos que han acontecido los últimos meses. No sabemos cuando terminará la contingencia ni en qué circunstancias específicas nos encontraremos cuando finalice. Sin duda habrá quien quiera recuperar los “días perdidos” y quien abogará por “seguir adelante”. Villalpando (2020) prevé un escenario donde los equipos directivos de las instituciones revisen los aprendizajes pendientes para vincularlos al próximo semestre, y sugiere que los centros educativos tengan la autonomía necesaria para evaluar las situaciones particulares de sus alumnos. Muchos pugnan porque el ciclo escolar se apruebe en automático. Pero entre todo lo que se dice, muy poco queda claro sobre la estrategia que se implementará en los próximos meses. Y menos aún se puede asegurar sobre el comportamiento que tendrá el virus de COVID-19 durante los próximos meses en nuestro país.
Personalmente, considero lo siguiente:
- Ante las dificultades que se presentaron para implementar estrategias educativas efectivas, que facilitaran el cumplimento de los objetivos de aprendizaje, el trabajo remoto y la cobertura del mayor número de alumnos, es importante y vital que busquemos opciones que permitan a los alumnos gestionar su propio aprendizaje, opciones flexibles que les permitan a los alumnos seguir adelante con la guía de los libros de texto que ya tienen en su poder. No podemos tener la certeza de que esta situación no se repetirá, por lo que los cambios que hagamos deben estar encaminados a anticipar contingencias como esta en el futuro. A largo plazo, es imperativo para el país adquirir las competencias que le permitan a los ciudadanos incursionar de manera efectiva en el uso de las TIC’s, esto dependerá en gran medida de las acciones de gobierno, pero la situación actual pone en evidencia la necesitad real que tiene la ciudadanía de acceder a las fuentes de información y comunicación que proporcionan, por ejemplo, las redes sociales y el internet. No sólo esto, sino que se evidencia la importancia del derecho de acceso al internet, como un portal a la información y la educación.
- La mayoría de expertos en el país coinciden en que al regreso a clases se realice un diagnóstico para identificar el estado de los aprendizajes. Coincido con ello, porque el primer paso para superar la crisis será una estrategia de nivelación y acompañamiento que ayude a los estudiantes más afectados durante la contingencia. No podemos permitirnos dejar atrás a nadie.
- Creo también muy importante que las instituciones educativas consideren con seriedad las acciones que coadyuven al desarrollo de mecanismos para enfrentar las contingencias. La oferta de educación virtual ya no debería ser un proyecto remoto, sino una realidad que debería acercarse para brindar a los alumnos la flexibilidad necesaria en distintos escenarios. Sobra decir que en este punto nos queda mucho camino por delante, pero esto es la misma razón por la que debemos redoblar esfuerzos para conseguir mejores condiciones e instalaciones para las escuelas de nuestro país.
Finalmente, si queremos implementar una pedagogía transformadora que de verdad nos encamine hacia la ciudadanía mundial, será necesario considerar que no estamos exentos de que escenarios tan extremos e imprevisibles como el que estamos enfrentando ahora vuelvan a suceder. Necesitamos aprender de quienes se encuentran a nuestro alrededor, de sus aciertos y, también, de nuestras propias experiencias.
Trabajar juntos e interesarnos por el otro, son principios imprescindibles en la reconstrucción y reformulación de nuestras estrategias. Dice Mojica (2006) que “mientras más veloz sea el cambio, más urgente es el análisis del futuro y la necesidad de estrategia” de manera “que no es necesario padecer el futuro, podemos construirlo”.
Referencias
Bauman, Zygmunt (2005) Los retos de la educación en la modernidad líquida. Editorial Gedisa. Barcelona, España.
Boni Aristizábal, Alejandra (2011) Educación para la ciudadanía global, significados y espacios para un cosmopolitismo transformador. En Revista Española de Educación Comparada, No. 17 (2011) ISSN: 1137-8654
Cortina, Adela (2000) Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía. Alianza editorial. Madrid, España.
Council of Europe (2012) Global Education Guidelines: concepts and methodologies on globaleducation for educators and policy makers, Global Education Week Network in coordination with the North-South Centre of the Council of Europe, actualizado en 2012. En Educación para la Ciudadanía Mundial, preparar a los educandos para los retos del siglo XXI, UNESCO.
Di Gropello, Emanuela (2020) 4 Países de América latina que lograron aplicar estrategias exitosas de educación a distanciaante la pandemia. Disponible en http://www.bbc.com/mundo/amp/noticias-america-latina-523375867 Recuperado el 24 de abril de 2020
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Enríquez, Francisco A. (2020) Millones de estudiantes ensayan educación virtual ante pandemia en México. Disponible en https://mundosputniknews.com/america-latina/202003271090936107-millones-de-estudiantes-ensayan-educacion-virtual-ante-pandemia-en-mexico/ Recuperado el 24 de abril de 2020
Esteve, José M. El sistema educativo ante la encrucijada del cambio social: una mirada hacia el futuro. Disponible en http://www.unrc.edu.ar/publicar/cde/2h3.html Recuperado el 22 de abril de 2020
Fernández M. Et Al. (2020) Lecciones del COVID-19 para el sistema educativo mexicano. Disponible en: https://educación.nexos.com.mx/?p=2228 Recuperado el 26 de abril de 2020
Mesa, Manuela (2010) Comunicación y educación para el desarrollo: una apuesta por la ciudadanía global. Publicado en Burgui, Teresa y Erro, Javier (2010) Comunicado para la solidaridad y la cooperación. Cómo salir de la encrucijada. Pamplona: Foro Comunicación, Educación y Ciudadanía.
Mojica, Francisco José (2006) Concepto y aplicación de la prospectiva estratégica. En Revista Med., vol. 14 núm. 1, universidad Militar Nueva Granada, Cobotá, Colombia.
Morin, Edgar (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Ed. Santillana, Francia.
Nussbaum, Martha (1999) Patriotismo y cosmopolitismo. En Nussbaum, M. (ed.) Los límites del patriotismo, identidad, pertenencia y ciudadanía mundial. Barcelona, Paidós.
Villalpando, Irma (2020) La escuela mexicana ante la pandemia: diagnóstico y escenarios posibles. Revista Faro Educativo. Apunte de política No. 9. Ciudad de México: INIDE-UIA
Autora: Karen Yuridia Simental Gallegos
Pseudónimo: Donatella Ivore
De: Durango, Dgo., México.
Licenciada en Diseño Gráfico Publicitario por la Universidad José Vasconcelos, alumna de la Maestría en Ciencias para el Aprendizaje de la Universidad Pedagógica de Durango. Escritora, esposa y madre de tres hijos, radicada en la ciudad de Durango, Dgo.