
Nota del autor: Esta selección de poetas es ficticia. Surgen a partir de la multitud de hablas en torno a los hechos recientes que nos confinan a replantear nuestros imaginarios y prácticas sociales.
LA PESTE:
Pour le moment, il voulait faire comme tous ceux qui avaient l’air de croire,
autour de lui, que la peste peut venir et repartir sans que le cœur
des hommes en soit changé.
Por el momento, quería obrar como todos los que alrededor de él
parecían creer que la peste puede llegar y marcharse
sin que el corazón de los hombres cambie.
Albert Camus
MINA NATALIE (1983)
LOS ÁNGELES, EUA
Traducción: Rubén Morín
BALADITA NEW POP DESHECHA EN CALDO DE POLLO
descompañada, al fondo de la kitchen
entre trastos que no terminan de limpiarse
[crecen los trastes como hierba]
como saldo negativo en la tarjeta
porque no dan ganas de preparar nuevas cosas
y es mejor una soda con papas fritas
o un trozo frío de pizza
que levantar el ánimo del suelo
frente a las bolsas que guardan desperdicios:
¿he derrochado tiempo?
¿qué más dejé pendiente?
[casarme tener hijos pagar la cuenta de un buen hombre]
¿qué otra basura pende de mi cuello?
¿por qué me siento tan sola?
¿la sopa está fría?
¿por qué no elijo otra canción lejos de aquí?
That’s what they do
LIBRE DE IMPUESTOS
libre de esmog, de tanta artimaña, lo colosal, la tibia remolacha de un hot-dog
la lisonja germinada bajo plastas de nylon, bailecito esmalte, bajito el censo para mostrar menos daños y otros cuerpos en alto volumen: capacitación neuronal para recibir indicaciones: más mayonesa encima, dos bolsitas más de ketchup, aquí no hay picante y la mostaza no se ofrece. Otro tipo de soma, la predestigitación de las causas igualitarias: la verdad a medias: un caño abierto con doble porción de queso: un cuerpo sobre una camilla: un hot-dog caliente: bkn como en Chile, esa wea que carcome, esas weas dictaduras bajo piel de estos pliegues: [sirve despachar al lado de una santiaguina, cachái?], esas weas revoluciones que benefician a cuántos, ¿pocos?, a los que usan cubrebocas desde el mesozoico, porque su peste, escúcheme bien señora, les ha trastocado
la grasa desde el inicio de la mugre [cachái?]
LISTA DE MERCADO
Pasito zombie, pasito doble King Kong
gotículas con impermeabilizante
coladera de Manhattan [Sunset Boulevar]
la garita en la frontera, [al otro lado el Moulin Rouge]
Chicali y su amor por Calexico
Playas de Tijuana,
Avenida Revolución
y los donkeys pintados de cebra:
tufo de General Electric,
más little Elektra y sus abonos babies,
altas remesas y un completo tuyo:
como un hot-dog hirviente que al morderlo regresas del futuro para distinguir que nada cambiará: seguiremos siendo la misma grasa huntada al dólar, mano a mano, aunque usemos látex para tocarnos la cara, la nariz, los ojos, la inconciencia. Nada se salvará y todo estará acomodado, de la misma forma, en el mismo estante, gris, del mall.
[Abro una lata de salmón: peces enteros entre aluminio porque todas las lanchas han estado varadas: una suerte de comensal, jalo del acuario un trozo gordo de ballena —sin grasa— y lo enjarro en esta dietilla para lograr menos kilos].
JAVIER ÁNIMAS (1967)
VALPARAÍSO, ZACATECAS
Leïla Slimani[1] cruza la peste negra
como cruzar un par de dedos
o el cuaderno con arena encima.
Atraviesa un desierto con los ojos descalzos
orientándose con una vara de nurite.
Traspasa la muralla de la sed,
y frente al pozo bebe con sus palmas extendidas
el reflejo del cielo
mientras la peste duerme.
Leïla Slimani lava el dolor con lejía
como limpiar una plaga
o los pulmones del desierto cuando enferma.
Limpia la extensa sábana de arena
y dobla las dunas como a la seda.
Cepilla el suelo cubierto de dudas.
Abre sus brazos con la cara hacia el sol
y recibe la lozanía del desierto
atraviesa por enésima vez la enfermedad.
Leïla Slimani atraviesa un campo minado
como saltar una estadística
o la oposición a las vacunas.
Rebasa la línea de su cuerpo
y palpa con manos descalzas
el posible páramo
donde hay igualdad para todos.
Franquea el muro de la ignorancia
y en el interior riega un poco de palabras
que altas en peso
cicatrizarán las heridas del Magreb.
ISABELLA MARTÍN (1971)
MÉRIDA, YUCATÁN
ANTIBRÚJULA
Me deprime esto: incendios provocados, aparentes suicidios, un virus que nos ata de manos y el mundo así, a la expectativa de lo que hacemos como personas para intentar ser mejores. Con todo esto, los ánimos y la realidad hacen que los días busquen su propio peso para no desvanecer.
Abuela Martina, me nombraron Martín en tu recuerdo. Ambas crecimos con la idea de que el mundo nos rebasaría y así fue, todo lo escrito ha perdido vigencia y nos estamos repitiendo de forma engañosa: cada vez resulta más complejo imaginar un futuro porque el presente se desmorona como un terrón de cal. Me asombra que las dos hayamos vivido una enfermedad en serie, expuesta en todas partes. Tú, la gripe española con cincuenta millones de muertos y yo esta nueva pandemia que desbarata los pulmones. Casi cien años nos separan. En este confinamiento leo los libros que dejaste en el baúl y creo que no podremos evadir estos ciclos programados de absolescencia: nos absorberán como viejas licuadoras hasta extraernos la última célula disidente. Las pequeñas guerrillas con las que creciste serán pan desmoronado sobre una mesa y las limpiarán con cloro vertido en satélites que distinguen personas y no incendios provocados, como bien dices. Hay mucha maldad de fondo, y por encima, la corrupción obesa que frota sus bigotes como fajas de billetes recién impresos. Agradezco dejaras unas cuantas monedas bajo mi cama, olvidadas, como solemos olvidarlos a ustedes en esos nuevos dormitorios con alquiler.
HABANA VIEJA
Recuerdo ir con mi padre a La Habana en barco. El malecón y la avenida de los estudiantes. La Universidad y las librerías de libros usados. La claridad de un país sin remordimientos y un bloqueo inminente en cada una de sus arterias. Regresábamos a Mérida con botellas de ron, tabaco en cajas y algunas empanadas caseras de tasajo o frutilla. Tardaba días en quitarme de los ojos esa tristeza que habita a las personas en la isla, aunque altivas, hay otro tipo de saudade en ese malecón que implora ser descubierto de nuevo.
¿Por qué las ideologías nos rebasan abuela?, ¿por qué diviven el mundo? Dice Rafael Cadenas que: “El problema de toda ideología es que ya está hecha, lo cual traba el pensar libremente”. Este planeta ya está hecho y venimos como especie a usurparlo, a modificar centímetro a centímetro sus porciones de mar y suelo: extraemos del abismo minerales y otros objetos que detonan la atmósfera, cortamos el vuelo de los pájaros con aparatos de pétroleo y toda nuestra podredumbre llega al subsuelo en forma de reses muertas. ¿Cuándo quemarán nuestros libros?, ¿cuándo se cumplirán las profecías de Bradbury? Lo que queman son personas, aquellas que cuidan los bosques y a sus animales. Carbonizan a quien piensa diferente. Incineran cuerpos envueltos en esas otras pestes.
PUERTO PROGRESO
Dejo estas cartas a mi nieta Isabella Martín, quien podrá leer su pasado esparcido en esta mujer que fue su abuela. Aunque el futuro nos rebase a ambas, sé que algo de mis ideas podrá acompañarla en estos tiempos oscuros, los cuales se repiten de generación en generación. A pesar del infortunio, hay lámparas que permanecerán encendidas eternamente. Le entrego mis secretos.
Abuela, la última vez que visité Yucatán estuve una tarde frente a la playa color esmeralda de Puerto Progreso. Recién me habían operado en Mérida, de la vesícula. Hubiera querido que conocieras a Evelyn, mi compañera. Pasó toda la noche cuidándome y estos días tuvo que acostumbrarse a la comida de la región. Recorrimos en calandria el Paseo Montejo y fuimos a cenar al barrio de Itzimná unos salbutes. Evelyn lloró por el sabor que desconocía y entre el llanto me contó su infancia agria en aquellos condominios viejos de Brasil. Y soltó como un par de monedas al suelo estos versos de Álvaro de Campos:
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.
La besé. Aunque parecíamos dos extrañas en ese bullicio, te recordé cerca, evitando las miradas molestas que no comprenden la forma única de nuestros corazones.
[1] Leïla Slimani es una escritora francomarroquí que recibió a los 35 años el premio Goncourt por su novela “Chanson douce”, en 2016, siendo la primera mujer marroquí en obtenerlo. En 120 años es la doceava mujer que recibe ese galardón.
GANADOR CATEGORÍA POESÍA
3 poetas de la distopía
Autor: Armando Salgado
Pseudónimo: Mikasa Ackerman
Armando Salgado nació en Uruapan, Michoacán en 1985. Ha publicado diez poemarios entre los que destacan: Tierras altas de Mato Grosso (CONECULTA-Chiapas, México, 2018/Los Perros Románticos, Chile, 2019; Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2017): https://www.conecultachiapas.gob.mx/publications/view/tierras-altas-de-mato-grosso y Cofre de pájaro muerto (Ediciones de Punto de Partida, UNAM, 2014; Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza para obra publicada, 2015 otorgado por el Colegio de México a través del Fondo Xirau Icaza): http://www.literatura.unam.mx/images/stories/pdf/descargables-salgado-cofre-de-pajaro-muerto.pdf Antologador de Parkour Pop.Ético «o cómo saltar las bardas hacia el poema» (SEP/DGESPE, 2017): https://www.dgespe.sep.gob.mx/public/gaceta/Parkour_pop_etico.pdf Asimismo ha publicado narrativa y literatura infantil y juvenil, por ejemplo “Vacalao” (Fondo Editorial del Estado de México, 2018): https://ceape.edomex.gob.mx/content/vacalao?fbclid=IwAR0ohGaOzfk8kxRgSYqXWNDd0tt4wl55Bnq2U6o5JL357VX1Fr5nFCKaeUU Ha colaborado en distintas revistas, entre las que destacan Parteaguas, Tierra Baldía, Periódico de Poesía y Punto de Partida; así como en diversas revistas digitales: Carruaje de pájaros (México), OtroLunes (España) y Carajo (Chile); en los suplementos Laberinto del periódico Milenio, y La Jornada Semanal. Coordina un ciclo de entrevistas a poetas mexicanos en el suplemento cultural La gualdra, de La Jornada Zacatecas. Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México, en la categoría Jóvenes Creadores, generación 2018-2019.