
A raíz del cierre de los espacios teatrales en el país debido a la contingencia sanitaria, un grupo de 37 teatros de 18 estados de la República mexicana decidieron unirse y formar la Asociación Nacional de Teatro Independiente (ANTI). Aunque está concebida como una red de teatros mexicanos, su primer objetivo fue realizar el ANTI Festival, un evento que se llevó a cabo del 15 al 30 de junio pasados, con espectáculos transmitidos a través de internet, además de programar talleres, conversatorios y conferencias.
Es el primer esfuerzo de este tipo realizado de manera independiente. Un caso similar, pero organizado por una institución oficial, fue el Festival Cultural Digital Zacatecas 2020, llevado a cabo en el mes de abril. Este evento, organizado por el Instituto Zacatecano de Cultura, consistió en ofrecer al público en general, y por tiempo limitado, grabaciones de obras de teatro (casi todas realizadas en la Ciudad de México) a través de la plataforma Vimeo. Emulando un poco a las plataformas actuales de streaming, el público interesado podía ver los videos en el día y a la hora que quisiera.
La propuesta del ANTI Festival, fue trasladar el concepto tradicional de festival teatral a la virtualidad; es decir, programar espectáculos que sólo ocurrieran en un determinado día y en una determinada hora y cobrar el acceso a cada función. Además, ofreció la peculiaridad de que varias de las funciones fueron realizadas completamente en vivo, con todas las implicaciones de logística y adecuación que implica trasladar un montaje de un espacio físico a uno virtual. Esto lo convirtió en un interesante laboratorio donde diversos grupos pudieron experimentar con estas nuevas modalidades de contar historias.
Presento a continuación algunas de las experiencias vividas en este festival:
Ponle play: las obras grabadas
En cuanto a las obras grabadas quisiera acotarme solamente a la forma en que se presentaron los registros, dado que es complicado evaluar una actividad escénica a través de una grabación, donde no existe cuando menos la sincronía temporal con un público. Hubo compañías que presentaron sus archivos de registro sin tomar en cuenta la calidad con las que fueron grabados. Tal es el caso de El rinoceronte enamorado, un grupo teatral de San Luis Potosí que participó con la obra “Felisa”, una adaptación del cuento “Amor del bueno” de José Agustín. Filmada a una sola cámara, la cual estaba ubicada en un extremo de las butacas y a una distancia muy lejana, la videograbación no permitió captar adecuadamente los detalles de la función. Además, fueron constantes las interrupciones en el audio a raíz de comentarios que el público presente en la grabación hacía sobre lo que estaba viendo.
Caso contrario fueron los montajes de la compañía y espacio teatral Teatro Bárbaro, de la norteña ciudad de Chihuahua. En la obra “Filos”, realizaron una grabación profesional exprofeso para el Festival, destacando por su alta calidad de audio y video. Hicieron tomas de cada personaje de forma individual, acatando las normas de sanidad impuestas, y posteriormente las unieron en un trabajo de edición. Esta falta de presencialidad entre los actores hacía que los diálogos entre los personajes no funcionaran siempre, ya que era muy evidente que no estaban interactuando entre ellos. Esto alentaba el ritmo de la puesta, haciéndola pesada y cuyo único elemento de rescate fue un giro de tuerca que hace que la atención regrese a la acción que se nos presenta.
El estado de Nuevo León estuvo representado por el teatro Casa MUSA, a cargo del director y dramaturgo Hernán Galindo. La obra presentada fue “Desorden”, escrita y dirigida por el mismo artista, la cual ya ha realizado temporadas presenciales en dicho espacio. Así como el caso anterior, la grabación ofrecida al público fue realizada para este Festival, sólo que en esta ocasión los tres actores que conforman el elenco realizaron la función de formal “normal”. La calidad del video asemejaba a la de una producción televisiva, con diversas tomas y encuadres que permitían ver más de cerca los movimientos y gesticulaciones de los actores. Aun así, hubo problemas en el audio, el cual fue opacado en varias ocasiones por el sonido de latas de atún de elementos de la escenografía. Si algo ha caracterizado al teatro presentado en Casa MUSA, es que conoce a su público habitual, sabe que es exigente y demanda productos de calidad, cosa que no fue la excepción.
Nuevas propuestas: teatro vía Zoom

La ausencia de espacios físicos ha llevado a los creadores escénicos a explorar los espacios virtuales como medios para seguir presentando sus obras. A sabiendas de que no es posible llamarlo “teatro” en el sentido como lo conocemos (sobre todo considerando la ausencia de la presencialidad física de los cuerpos de creadores y espectadores), pero en la resignación de que, por el momento, la virtualidad es la única forma en que nos podemos conectar, hay casos muy interesantes de exploración escénica desde el ciberespacio.
Empezaré con las obras que inauguraron y clausuraron, respectivamente, el festival y que coinciden en ser unipersonales: “Cachorro de León” de Conchi León y “La Prietty Guoman” de César Enríquez. Ambas se presentaron como obras invitadas ya que no pertenecen a alguno de los teatros miembros de la asociación. La obra de Conchi León, es una especie de homenaje-reclamo de la artista hacia su padre. Hace un recorrido narrado por las experiencias que tanto ella como su familia vivieron con el patriarca León, presentándolo al inicio como un villano, pero al final mostrándolo como un ser humano más. La transmisión desde un café teatro, usando solamente una cámara de video de calidad cinematográfica. La cámara enfocaba solamente a la actriz y hacía juegos de enfoque y desenfoque para los cambios de escena. El toque especial fue que se aplicó un efecto de blanco y negro, ayudando a acentuar la nostalgia de la puesta.
En “La Prietty Guoman”, Enríquez nos cuenta la historia de una chica transexual veracruzana, su aventura para dedicarse a dar shows de imitación y su encuentro con el amor. Es, además, un reclamo contra la violencia ejercida hacia las personas transexuales (especialmente las mujeres) usando para ello recursos del cabaret, como el uso de números musicales con música en vivo o los chistes políticos. Para la transmisión se usaron las instalaciones del foro “El Hormiguero”, ubicado en la Ciudad de México, y se emplearon dos cámaras, una fija y la otra movible. El resultado visual fue una referencia (probablemente involuntaria) a programas nocturnos de televisión de la década de los ochenta, pero ahora en vez de tener a una carismática presentadora que hacía novelas, tenemos a una exótica transexual que quiere vivir una novela. “La Prietty Guoman” se adueñó del foro, caminaba de un lado a otro, interactuaba con su tecladista, con los camarógrafos y con la cámara para dirigirse a su público. Al ser teatro cabaret, se extrañó mucho la interacción con el público, además que no se siente igual reírse solo en casa, a hacerlo en comunidad.
Área 51 Foro Teatral, ubicado en la ciudad de Xalapa, Veracruz, presentó el proyecto “Ítaca: bitácora de viaje” escrito y dirigido por Saúl Enríquez. Éste consiste en una serie de cuatro monólogos basados en el tema de la migración y en las historias personales de las actrices involucradas. Para el ANTI Festival, se presentaron dos monólogos: “Benjamín”, interpretado por Patricia Estrada, cuenta la historia del padre de la actriz, un hombre norteño que para darle lo mejor a su familia decide migrar a Oklahoma, resintiendo la tristeza de estar lejos de su familia. La segunda obra presentada fue “Aurelio” interpretado por Ana Lucía Ramírez, en el cual conocimos igualmente la historia de su padre, pero esta vez en su infancia, conociendo las situaciones que lo llevaron a definir su personalidad. En ambos casos, las actrices se valieron de elementos personales y familiares para contar sus historias: sombreros, jorongos, fotografías y hasta juguetes. La transmisión se hizo mediante una cámara web, ubicada cada actriz en su casa, haciendo más significativa la obra ya que estaba narrada desde el hogar de cada una. Las cuatro paredes de los cuartos desde donde transmitieron se convirtieron en cambios de escenografía, los cuales sucedían con sólo rotar su cámara web.
El mismo foro, junto con la compañía Sabandijas de Palacio presentó otras dos propuestas, ahora bajo la pluma de Mariana Hartasánchez. La primera de ellas es “La maribárbola”, un monólogo protagonizado por Karina Meneses sobre una empleada de un museo que, tras un altercado con un visitante, tiene que acudir a la oficina de su jefe para defenderse. Esto se traduce en que la actriz todo el tiempo nos habla directamente a la cámara, nos convierte en su interlocutor. Y si consideramos que en muchos trabajos los jefes se encuentran a distancia, pues nos vemos en la representación de una escena que puede ser cotidiana en estos momentos. El segundo monólogo fue “Hasta la Mátrix” interpretado por la misma Mariana Hartasánchez. Más que ser una obra con un guion, Mariana propone un juego de improvisaciones a partir de elementos brindados por el mismo público. Pudiera decirse que es una historia creada en el momento. Esto permite el rompimiento con la pantalla, convirtiendo al espectador en un ente activo de la puesta y lo acerca al diálogo que se pretende entablar.
Por último, quiero referirme a la que considero la propuesta más interesante que pude ver. Se trata de un espectáculo de títeres llamado “Tú eres tú” presentado por la compañía Marionetas de la Esquina y el espacio teatral La Titería. La historia, protagonizada por Jonathan Daí Calderón y dirigida por Claudio Hochman, fue escrita por Amaranta Leyva y trata sobre la búsqueda de identidad de un niño, en el momento en que se da cuenta que hay algo diferente con él. Los títeres están creados a partir de objetos que se pueden encontrar en una estética, lugar donde labora la madre del niño. Dos secadoras de pelo se convierten en madre e hijo, una rasuradora en el padre, brochas en abundantes cabelleras y tijeras en amenazas.
Además de tratar con belleza, respeto e inteligencia el tema de las identidades diferentes, la obra apuesta por una destreza tanto del actor como de la producción audiovisual para realizar lo más parecido a una película de animación en vivo. Gracias al uso de sombras y luces, el cuerpo del actor desaparece y vemos solamente a las secadoras de pelo dialogar entre ellas. Con un movimiento de cámara y un espejo, tenemos una toma reflexiva donde el personaje principal se cuestiona quién es frente al espejo. Con la aparición de otro espejo vemos una escena psicodélica donde se repite el personaje hasta el infinito, pero jamás vemos el reflejo de la cámara. Todo esto sucediendo en vivo y a contrarreloj, sin tener ningún error visible para el espectador.

Y después… ¿qué?
En términos de comunidad, se plantea que la asociación trascienda al festival y que la conjunción de todos estos esfuerzos derive en apoyos para fomentar los espacios teatrales. Hay temas pendientes para procurar la existencia de los espacios independientes que van desde apoyos gubernamentales, manejo de públicos y administración sustentable de éstos. Ojalá que uno de los frutos de este confinamiento sea el florecimiento de los espacios alternativos, aunque dadas las restricciones sanitarias que enfrentarán al retomar actividades, su reactivación será lenta y pausada.
En cuanto a la creación escénica creo que el ANTI Festival es una buena muestra de cómo el teatro puede hacer presencia y acompañamiento a quienes lo añoramos en este confinamiento. Definitivamente la experiencia no es la misma, pero tampoco estamos teniendo las mismas experiencias para trabajar, convivir con nuestros seres queridos e incluso hacer el supermercado. La permanencia de las obras por internet dependerá no solamente de la creatividad de los artistas escénicos, sino de la demanda del público. Será interesante ver cómo competirán este tipo de propuestas con el mismo teatro presencial y con las demás opciones de entretenimiento que existen en internet.
Como espectador, ha sido un alivio encontrarse con experimentos (buenos y fallidos) para poder recrear la experiencia de ir a la butaca. No es lo mismo saber que una historia en video está ahí en algún lado disponible para ser contada en cualquier momento y lugar, que coincidir en tiempo y espacio (virtual) para convivir con otro ente como yo y escucharla. Estamos en proceso de vivir nuevos tiempos. El arte tiene que cambiar.