A M. Wijsman
Bidi bidi bom bom
Bidi bidi bom bom
Bidi bidi bidi bidi bom bom
Bidi bidi bidi bidi bom bom
Selena Quintanilla
Sucesiones de acontecimientos nos sorprendieron en los últimos momentos. Si hace más de un año y medio que me encontraba viajado y me hospedaba en un hostal en Ámsterdam (tan barato como fue posible) – ciudad que esconde muchos más secretos que los lugares comunes recurrentes para los turistas; dígase Barrio Rojo, dígase yesca y prostitución legales – no hubiera esperando que la banalidad de nuestro encuentro trascendería un sinfín de frivolidades. Por eso cuando hace no mucho me preguntaste por tercera vez “Did you buy the fuckin’ record player or not?’’ me pareció muy gracioso: para ahondar en una conversación seria, coherente y real sólo hizo falta que mencionara que iba a terapia y te pidiera consejo para comprar una tornamesa.
Era de esperarse que un día aparecieras con la sugerencia de un video sobre la relevancia de “Amen break’’, o como lo llamaban en dicho clip, el loop de batería más importante del mundo. La palabra loop puede traducirse como bucle, así puede entenderse como un ricito de cabello o una secuencia que se ejecuta en repetidas ocasiones. Lo que pude comprender después de leer en google al respecto, es que, al menos en la música electrónica, un loop consiste en un conjunto de samples que se reproducen en secuencia generando continuidad y el uso de estas secuencias tiene su origen en artistas de música electroacústica y música concreta como Pierre Henry o Edgard Varèse . También se utilizaron a mediados de los años sesenta en la música psicodélica e incluso en algunos temas de The Beatles. Vaya, las cosas de las que uno se entera en internet.
En la cultura de la música grabada, se le conocía como cara A y cara B a los lados de los discos viniles de siete pulgadas. La primera era concebida como la parte principal, aquella que apuntaba al éxito y, su contraparte, era el lado secundario que solía no aparecer en el álbum pero funcionaba como versión inédita con fin promocional. Pero ¿qué tesoros o secretos se esconden en la cara B? Oh, qué contradicción la de los viniles. Entonces podemos hablar de “Color him father’’ lanzada en 1969, una canción preciosa de The Winstons, premiada con un Grammy a la mejor canción de R&B y, claro está, figurada en el lado A del sencillo. Mientras tanto, su lado B, la infravalorada “Amen brother’’ pasó desapercibida por un tiempo, pero regresaría con fuerza cuando el mundo estuviera listo para jugar con las posibilidades y abrir un panorama tan amplio que permitiría que, su solo de batería con una duración de 5.20 segundos, fuera utilizado más de dos mil veces.
¿Soy la única que siente el sonido de la batería en el pecho? No recuerdo haberte dicho que los sonidos no los comprendo del todo, pero los siento. El sonido de las percusiones retumba en mi pecho, es una sensación expansiva y me invade como suele suceder con el dolor o la risa. A veces pienso en mí y me veo reflejada en el ritmo. En este momento me pienso como canción y mis acciones o experiencias parecieran loops, en ocasiones parece que la forma en que me desplazo por la vida funcionara como un sample, así, que se repite de forma continua encontrándome en la misma situación un gran número de veces. Y si me río no me juzgues, si te pidiera que me elijas un tema al azar, te apuesto a que encontraré la forma de convertirlo en algo sobre mí: esto forma parte de la vanidad de la escritura.
La parte técnica en el ámbito musical nunca ha sido mi fuerte, por eso aprovecho cada oportunidad que tengo para aprender cosas que servirían como tema de conversación en reuniones o fiestas en las que me asusta parecer tonta o aburrida. El poco conocimiento que adquirí sobre el sampleado comenzó cuando un día asumiste que probablemente yo había oído hablar sobre el hip hop (por supuesto, así era), el estilo musical originado en algún momento de los años 80 formado en su mayoría por beats de soul y funk. Dijiste que en eso consiste el sampleado, en tomar pequeñas piezas de otros géneros para crear uno nuevo… luego las siguientes palabras fluyeron sin esperar respuesta: “Okay, prepare, nerd stuff coming in’’ y me contaste todo lo que sucedió en Reino Unido.
Fue ese día que me enteré que existía “Amen Break’’ de The Winstons Brothers. Un bucle de batería muy famoso, que si era reproducido a una velocidad lenta o en su velocidad original resultaba en un tipo de sonido muy funky, pero por accidente sucedió que alguien reprodujo el vinilo en la velocidad equivocada – más rápido – así que el ritmo aceleró. Seguía teniendo una especie de actitud funky pero de una forma más agresiva y la gente comenzó a jugar con ello. Todo esto empezó en una fiesta…lo gracioso, dijiste tú, fue que gracias a un accidente como ese un género completamente nuevo nació. El jungle breakbeat es el género musical basado en este corto loop de batería con duración de menos de 6 segundos.
Con la tecnología volviéndose cada vez más sofisticada, se han creado una gran variedad de patrones utilizando “Amen Break’’. Hoy en día, dicho sample sigue usándose en diferentes tipos de música y es muy reconocible. Me gusta la idea de que exista una secuencia de sonidos que persiste (o se oculta) dentro del imaginario de algunas personas, la idea de no reconocer el nombre o la historia detrás de algo, pero identificar la melodía. Desde mi punto de vista eso es lo importante: cómo la música se evoca en los individuos. Aunque debo admitir que hablar o escribir mis opiniones sobre esta clase de temas resulta en ocasiones intimidante.
A lo largo de mi vida me ha parecido que detrás de la música se esconden ciertas actitudes un tanto elitistas: se le retrata como una disciplina seria, fuera del alcance de la comprensión común. Como si para ser un escucha digno tuviéramos que dominar un sinnúmero de tecnicismos y que dentro de nuestra cabeza no exista la mínima duda en torno a la disciplina. Como si la música no fuera cultura. Como si no pudiera estar al alcance de todos. Considero que en un entorno tan amplio podemos darnos la licencia de la duda y el desconocimiento. Hace poco, por ejemplo, estaba pensando en una de nuestras primeras conversaciones (de las serias, claro está) y recordé que me habías compartido un playlist titulado “Drum and bass’’, recuerdo haberlo escuchado, revisar la lista de artistas entre los cuales estaban Spor, Broken Note, Noisia, Bl4ck Owlz, entre otros… Le dediqué unos minutos, luego lo quité y me rendí por no entender ni disfrutar. Y me quedé pensando “¿Será culpa de mi pleb taste?’’
Siempre me demora un tiempo entender (porque lo desentiendo y olvido cada vez) que parte de entablar comunicación con otros consiste en enfrentarse al desencuentro, el intercambio y la puesta en común. Quizás fue mi culpa por haberme ofendido cuando dijiste que la producción de la música de Selena Quintanilla era de mala calidad o quizás fue la tuya por no considerar que mi punto de vista es que su música representa la hibridación de dos culturas y vive en el imaginario de las personas de habla hispana. Intento pensar que la diferencia amplía las reglas del juego. El nerd de la música y la aficionada quizás discutan muchas veces sobre la producción y el valor cultural, pero soy consciente que este enfrentamiento hace posible que se desdibujen los límites. Al final, todo puede apuntar a la trascendencia.
Y si de trascendencia se trata no debe dejarse de lado la siguiente idea: crear algo nuevo tomando como punto de partida algo viejo, es esa la cultura detrás de la relevancia de “Amen Break’’. Ese es un loop de tantos. En la vida o la música hay secuencias que se repiten y no queda mucho que hacer más que esperar a que la mezcla funcione y sea, cuando menos, disfrutable (aunque los resultados cada vez sean distintos). Los loops cotidianos los vivimos de formas diferentes, para mí, son procesos. Actualmente, mi loop más importante sucede cada martes a las 7:45 de la noche mientras me acuesto en un diván, y no sé cuánto dure y, ni siquiera, si deseo que se acabe.
Finalmente, una lista de cosas que no debo olvidar:
Se puede crear algo nuevo con algo viejo.
La música se vive de manera distinta de persona a persona.
Las historias pueden repetirse y tener resultados distintos.
Disfruto en la medida que comparto.
Sano y escribo.
Los loops cotidianos también implican compartir y aprender del otro.
En fin, tú escucha a Aphex Twin o Slashpusher y, mientras tanto, yo seguiré escuchando a Selena, Jenni Rivera, Portishead, Mercedes Sosa o Nico… ya después hablaremos de las evocaciones que surjan sobre la marcha.