
Es noviembre de 2020 y el COVID sigue acechando. Como si no hubieran pasado ocho meses, cada día es un día ganado si no tenemos ningún síntoma. El temor no es por la enfermedad, sino porque no sabemos quién podrá resentir más sus efectos: si nosotros o nuestros seres cercanos. El virus no distingue entre sexo, género, edad o condición de salud, y los síntomas de los pacientes pueden agravarse en cualquier momento.
En medio de la segunda ola de contagios que se ha dado en Europa, el repunte de casos positivos en Monterrey y de noticias alentadoras por los resultados de potenciales vacunas, conversamos con Eugenio Lucano Gómez Sauceda, investigador médico en la Secretaría de Salud del estado de Nuevo León.
“No es la pandemia más letal que hemos tenido.”
“Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas”
Hace días se cumplió un año del primer caso registrado por infección del COVID-19 en Wuhan, China, y que desde su aparición repentina ha provocado alarma e incertidumbre por su gran velocidad de propagación, la cual es imperceptible, y cuyos síntomas pueden confundirse fácilmente con un resfriado o infección en las vías respiratorias.
El primer aniversario de la aparición del paciente cero no tuvo festejo ni pastel; las únicas velas encendidas fueron las colocadas por los familiares de las personas fallecidas a causa del virus: 1’324,249, aproximadamente según datos de la OMS, en una cifra que cada día aumenta a falta de un tratamiento eficaz para contrarrestarlo.
“Las pandemias han sido una parte constante en la humanidad desde los principios de la historia” [explica Gómez Sauceda serenamente]. “Bien podría decirse que estuvieron antes de nosotros, lo que ha cambiado es que, con el desarrollo de las vacunas y los antibióticos hemos podido erradicar o controlar la mayoría de estos patógenos”.
Si bien hay un riesgo latente de una propagación causada por cualquier enfermedad, como suelen ser los periodos epidémicos como los correspondientes al dengue y la influenza, pero ¿qué condición cumple la difusión de un virus para que sea considerada como una pandemia?
“Su alta transmisibilidad. Este virus actual es extremadamente transmisible. Si bien la mayoría de las personas no se van a morir de coronavirus -pueden tenerla cien personas y solo fallece una- el problema se incrementa porque una persona puede enfermar exponencialmente a los demás. La situación problemática son la cantidad de enfermos que se puedan tener al mismo tiempo. En el caso de México, sólo se cuenta con tres millones de camas que se sobrecargarían. La mayoría de las personas serán asintomáticas -como el 80%- algunos van a presentar un cuadro grave y otro porcentaje menor terminará en cuidados intensivos”.
Hay enfermedades que no son consideradas como un riesgo a la salud de las personas, pero las mutaciones entre ellas han permitido cambiar la manera en cómo merman el bienestar de las personas, así como de alentar futuras investigaciones sobre sus efectos negativos en el cuerpo y las mejores formas para curar la infección en los humanos. Entre ellos, está el actual coronavirus provocado por el patógeno conocido como SARS-CoV2.
“Los coronavirus son un tipo específico de virus que han existido prácticamente desde siempre, pues provocan el catarro común.” [De manera seria, termina la oración y se toma un momento para continuar su respuesta con un semblante pleno]: “Esta variante actual tuvo una mutación, las cuales ocurren al estar en contacto con otros virus y el medio ambiente. En este caso, se estima que ocurrió al ser consumido un murciélago por una persona en la ciudad de Wuhan y logró alterarse lo suficiente para poder transmitirse a los humanos”.
El origen de la mutación se encuentra en debate todavía, sin mencionar la manera en cómo se ha abordado en medios de comunicación: desde exponer los “mercados mojados” que hay en China y en otras partes del mundo, lo cual constituye una preocupación real por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de acuerdo con la BBC, hasta la forma despectiva que se le ha mencionado como “el virus chino” por parte de Donald Trump, actual presidente de los Estados Unidos de América, en numerosas entrevistas y donde también ha sido cuestionado por periodistas debido a la intención peyorativa.
“No es la pandemia más letal que hemos tenido. Tuvimos la peste negra, causada por una bacteria llamada Yersinia pestis, y también hemos tenido la gripe española -que también procede del mismo origen de la influenza AH1N1- pero la primera era mucho más letal y tuvo entre cuarenta y cincuenta millones de muertes en solo un año, aunque fue detenida gracias a la vacunación. Estamos esperando que ocurra lo mismo con este coronavirus”.
“De manejar una base normal de 30 o 40 pacientes, hay 71 camas de contagiados, dos pisos enteros.”
“Pero veía que no era capaz de expresarse más que en el lenguaje convencional con el que los hombres intentan expresar todo lo que les une a la humanidad”
El COVID-19 ha provocado números rojos en todos los países, pues, además de la cantidad de contagios y decesos, afecta las actividades laborales en sectores específicos, como lo son el turismo, el comercio y la productividad que son “áreas de interés económico estratégicas para las economías latinoamericanas”, como lo asevera Javier Aguilar, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en su investigación México: efectos del COVID-19 en el mercado del trabajo.
La rutina de las personas ha cambiado drásticamente. En los últimos días del mes de febrero se presentó el primer caso en México y durante la primera quincena de marzo sucedió lo mismo en Monterrey en personas que habían arribado de viajes internacionales. Esto provocó un cese de actividades abrupto que se ha prolongado indefinidamente hasta cumplir el pasado 15 de noviembre ocho meses de contingencia sanitaria en nuestro estado.
Al preguntarle cómo ha cambiado sus labores habituales en el trabajo, la pregunta breve contrastó de inmediato con la respuesta que compartió:
“Desde el mes de marzo, tuve la oportunidad de cambiar de plaza. Existimos diferentes tipos de médico. Yo soy investigador y me dedico a revisar qué medicamentos son los más efectivos y qué tipo de lineamientos podemos hacer para aminorar la situación de la pandemia. Ha cambiado porque de tener diez líneas de investigación -embarazo, mortalidad infantil, por ejemplo- todo se ha reducido a COVID”.
También mencionó la situación actual de muchos de sus compañeros:
“En este momento, el personal está muy apretado. Los días son mucho más difíciles porque la carga de pacientes es mucha. Tengo un compañero en la Clínica 4 del IMSS, dedicado solo a COVID, y de manejar una base normal de 30 o 40 pacientes, tienen 71 camas de contagiados -que son dos pisos enteros- y es totalmente diferente. Concierne también a los cuidados porque uno tiene que usar un traje especial, además que tampoco pueden usar ventilación. En otras ocasiones, lo que pudiera amortiguar un poco era el clima, pero como el virus se transmite por partículas, no podemos tener ventilación porque puede viajar por el hospital y provocar más contagios. La zona es muy caliente y definitivamente el trato es muy distinto: de ser un trato personalizado a una relación muy fría entre el médico y el paciente. Ellos sólo ven a alguien en un traje y el médico tampoco quiere exponerse de más: explora lo más rápido que puede, evalúa al paciente y sigue con el siguiente. La carga de trabajo es mucha”.
Sin dejar el tema, concluye su respuesta con una tranquilidad que podría rayar en un hastío aceptado:
“Las personas están más estresadas. Hay muchas peleas entre los miembros del hospital y es un ambiente un poco triste porque tenemos la mayor cantidad de médicos muertos en porcentaje que cualquier otro país. México es un lugar muy difícil para combatir el COVID”.
Cuenta que él y sus compañeros sobrellevan la tensión de manera colaborativa y que cada uno toma sus medidas de precaución y cuidado. Si uno se enferma, el resto puede contagiarse al mismo tiempo. “El ambiente es tenso. Nadie quiere estar adentro del Covitario -así se le llama a la zona de atención- pero obviamente conlleva un ambiente de mucha tensión que viene del miedo”. Apunta de igual manera que, usualmente, el personal se divide en dos tipos: los de base –es decir, gente con tiempo en ese puesto- y los que vienen como nuevo personal.
“Se abrieron plazas con la condición de ir directo a la zona de COVID y entró gente generalmente joven con muchas ganas de salir adelante porque sales de la Facultad a un puesto bien pagado. Ellos son los que más se exponen”.
Como se desempeña como investigador, no interviene directamente en la atención de pacientes contagiados ni participa en algún hospital asignado para ello, sin embargo, su labor es igual de importante.
“Básicamente, nosotros mandamos instrucciones, recopilamos resultados y damos alternativas a la gente. Esta es una enfermedad nueva y no hay un medicamento que podamos utilizar ahorita; es cuando voltean a nosotros y nos preguntan: ‘¿qué vamos a hacer?’ Nosotros con la información que recopilamos de otros países y con los experimentos que nosotros realizamos, junto con el Comité de ética, decimos: “Este medicamento ha mejorado la situación de las personas en un 50%”, “No le ayuda para nada” o “Le perjudica. No se lo des”.
El tema de cómo relacionarse con la familia o personas cercanas es un asunto de suma importancia para los médicos y su apoyo es imprescindible:
“Sí, claro que sí. De hecho, una de las mejores cosas que puedes hacer para demostrar tu cariño es precisamente manteniéndote lejos. Tengo compañeros que tienen hijos chiquitos y deciden no estar en su casa. Los ven a través de la reja de su hogar o algo así”.
Luego externa una situación, que, si bien no es propia, simpatiza completamente con ella:
“Conozco un caso de dos compañeros donde ellos llegan de trabajar, y ya no tienen a sus niños en su casa, sino que los dejan con los abuelos y llevan cuatro meses sin vivir con ellos. Solo les dejan la despensa y platican con ellos y todo. Tienen 13 y 7 años los hijos; y es difícil, pero porque ambos son médicos y trabajan en zona COVID, además que no sabemos qué efectos pueden tener en los niños”.
“Hay médicos que están muy resentidos y no pueden entender cómo la sociedad no respeta y simplemente dicen: ‘Bueno, de algo tiene que morirse uno’.”
“Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo”
Hoy en día, se cuentan con noticias prometedoras sobre tres vacunas potenciales en contra del COVID: la rusa Sputnik, la desarrollada por la farmacéutica Pfizer y la creada por los laboratorios de Moderna. Cada una de ellas ha mostrado una efectividad igual o superior al 90% en ensayos clínicos, especialmente la última que, de acuerdo con un comunicado de prensa, tiene una eficacia del 94.5% sobre las pruebas realizadas en más de 30,000 participantes de diversas comunidades como los latinos, los afroamericanos, con descendencia asiática, y multirracial.
Le pregunto al médico-investigador de 23 años cómo es el panorama que se prevé en relación con la pandemia y las propuestas de vacunas que se continúan desarrollando y, si bien mantiene un semblante tranquilo, el tono de su voz suena más esperanzador:
“Precisamente, en la Secretaría de Salud, de momento estamos desarrollando el protocolo de la vacuna de CanSino, una farmacéutica china. En lo que concierne a lo médico, es un panorama bastante optimista, más que nada por la vacuna de Pfizer [al momento de la entrevista, era la única con más efectividad] porque ya pasó por un periodo de experimentación. De cierta manera, podemos decirle todavía que es “experimental”, pero ya tiene mucho trabajo detrás. Tiene una cantidad importante de pacientes en que se ha aplicado y se ha visto que funciona: al menos en 9 de cada 10 personas, esta vacuna sirve. España, inclusive, ya compró muchísimas muestras y van a venir 1,000 [dosis] aquí a Monterrey, que equivale a la inmunización de 500 personas”.
Señala también que, cuando se realicen las pruebas con el prototipo de la farmacéutica china aquí en Monterrey, el personal responsable de la Secretaría de Salud revisará si los voluntarios desarrollaron anticuerpos después de haber recibido la dosis. En caso de ser afirmativo, esa persona es inmune al COVID-19.
“El otro objetivo es inmunizar a la mayor cantidad posible para cortar la cadena de transmisión del virus. Por ejemplo, si tienes 10 personas vulnerables y se contagia 1, se contagiarán todas; en cambio, si 5 están vacunadas, se transmite el virus hasta que se encuentra con alguien que es inmune y lo para”.
Se detiene algunos segundos como si buscara las palabras correctas para continuar. Lo que consigue es, en cambio, la disminución del ánimo en su voz para tratar de explicar el sentir social en la ciudad.
“Hay un hartazgo social en todos los estratos de las personas: desde los más bajos hasta los más altos. Es una sensación agridulce porque hay médicos que están muy resentidos debido a que no pueden entender cómo la sociedad no respeta, no entiende o no quiere entender y simplemente dicen: ‘Bueno, de algo tiene que morirse uno’. Una frase extremadamente característica aquí en México y en Monterrey. Uno piensa: ‘¿Para qué me cuido si todos los demás no lo hacen y esto va a persistir?’ o ‘¿Cuánto tiempo más va a extenderse la pandemia?’. Por otro lado, hay gente que necesita trabajar; y los adolescentes batallan más para entenderlo: ellos quieren salir y divertirse. Están en una época que todos pasamos y sienten que se les está arrebatando. Estamos en un panorama similar al libro de Albert Camus de La peste donde la gente se ve afectada porque no es solamente una enfermedad física, sino que se extiende a lo metafísico, psicológico y social porque se está propagando y ha cambiado todas nuestras dinámicas. Veremos los efectos en algunos años porque es diferente la interacción que han tenido los niños con sus congéneres en las primarias y secundarias. Y tampoco tenemos la economía para estar encerrados de nuevo. El Gobierno quiere detenerlo [el movimiento de las personas] para no saturar los hospitales, pero tampoco puede aplicar mano dura con todos”.
“No la podemos erradicar y estará con nosotros a partir de ahora.”
“Esta crónica no puede ser el relato de la victoria definitiva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan en ser médicos”
Después de unos momentos donde coincidimos en cómo puede ser problemático para la situación a corto plazo por las movilizaciones causadas por sucesos como El Buen Fin o de la posibilidad de posadas con la limitación obvia por la cantidad de personas “permitidas” en ellas, a manera de una réplica melancólica de otros años.
Finalmente, le realizo la pregunta que todos nos hacemos con las últimas noticias de las vacunas a noviembre de 2020: ¿El contar con una vacuna garantiza que la pandemia termine?
“Definitivamente se va a controlar. El panorama es muy optimista. La situación aquí es que la vacuna estará lista para el primer trimestre [de 2021], lo que va a tardar es la implementación de esta. México tiene una población gigantesca, es de las poblaciones más grandes del mundo, pero también tenemos la ventaja que no se vacunará a todo el mundo: se vacuna la población en riesgo, pero también tenemos en cuenta que muchas de las personas, afortunadamente, ya tuvieron COVID. Tenemos un protocolo en la Secretaría de Salud sobre serología: Si tú ya lo tuviste, tienes anticuerpos y es lo mismo que tener una vacuna. Entonces, a esa persona, tú no la vas a vacunar porque vas a vacunar a alguien que no tenga anticuerpos. Si suponemos que alrededor del 40% o 45% de la población de Monterrey ya tuvo COVID, sólo habría que vacunar a la otra mitad: y por factores de riesgo, el proceso se puede acelerar aún más. Pero para marzo ya tendríamos la vacuna aquí y en junio comenzaríamos a aplicarla”.
Insiste que, a pesar de la futura implementación para aplicar la vacuna contra el COVID, este no se irá.
“No la podemos erradicar y es algo que siempre estará con nosotros a partir de ahora, pero definitivamente va a cambiar la situación. Será como la influenza: una vacuna cada seis meses o al año. Si se enferma uno, la mayoría ya estaría vacunada, no se volverá a enfermar y ya no habrá rebrote. Esperamos que en este mes para el próximo año la vida ya regresará a la normalidad.
“Créanme que ningún médico quiere una pandemia porque técnicamente trabajas lo triple o lo cuádruple. Te pones en riesgo a ti y a tu familia; y el salario viene siendo el mismo” [hace una pausa al terminar y tarda un momento para continuar]. “Habrá muchos escépticos y muchos que ellos mismos o sus papás estuvieron en cuidados intensivos. Sólo queda pedir fuerza y paciencia porque vamos a salir a adelante, pero falta poco. Lo mejor que podemos hacer es aguantar estos meses, al salir lo mínimamente posible porque ya va a terminar. Si todavía conservamos a nuestros familiares o amigos, hagamos un poco más de esfuerzo que ya no falta casi nada”.
La entrevista por videollamada ha llegado a su fin después de escuchar una perspectiva distinta a la habitual donde todos los días nos llenamos de cifras que aumentan y no cesan: contagios, casos positivos y porcentaje de efectividad. Del otro lado de la pantalla, solo veo a una persona preocupada por la pandemia al mismo tiempo que hace todo lo posible para ayudar a mejorar de alguna forma la contingencia sanitaria mientras que -esto es inevitable- está al pendiente de sus compañeros y amigos que comparten la misma profesión y están en riesgo todos los días.
Eugenio se despidió con la forma más auténtica de preocupación que uno puede tener por el otro en estos días: “Cuídate mucho”.
[NOTA: Los epígrafes fueron tomados de la novela La peste de Albert Camus en la traducción de Rosa Chacel para la editorial Edhasa.]