
Dos cancheros / LAVOZ.COM.AR
Quiero vivir eternamente con Perón y con mi pueblo.
Eva Perón
A ella, que ha sacrificado todo en aras de nuestros ideales, mi gratitud y mi homenaje, junto con mi cariño, lo mejor de mi corazón.
Juan Domingo Perón
Ella y él, dos mestizos, hijos cada uno de una madre campesina y aindiada. Ella y él, dos pirujas, de clase baja, con estudios inciertos, de poca monta. Ella y él, bastardos, sin la legitimidad que dan los papeles: este es tu padre, ésta tu madre. Gente nadie, gente sin identidad. Ella y él, también sin tierra natal, sin ser en ninguna parte. Porque, a ver, decir que vengo de las tolderías, casa de los indios, decir que vengo de una Patagonia hecha de jirones humanos con soledad y frío. ¿Dónde está mi casa? O dónde me pongo a levantarla, dónde me pongo a ser, dónde volverme alguien, dónde agarrar al mundo por las pelotas. Porque de eso tengo ganas, si tengo que ser porque soy nadie, decido para mí, ser hasta la entraña, hasta el hueso. Seré lo que se me dé la gana, como dijo por los mismos tiempos Frida Kahlo. Seré pues en Buenos Aires, dónde más sino en esa urbe que se come a todo el mundo y salva a los atorrantes. Dónde más para existir con nombre propio. Ella y él, cada uno por su lado se van a la capital: él a realizar su carrera militar que según su clase sólo le da para ser un oficial de infantería. La caballería no es para los que andan a pie, por favor. Y ella, dicen que siguiendo a un tanguero que le prometió el oro y el moro, a cantar en viejos cafetines de Buenos Aires. Tal cual, como en el tango. De modo que él se entrega con furor a las leyes militares que desde ese instante serán su hogar y su destino, y ella, muerta de hambre, golpeando puertas, ah, pero era muy linda la morocha, tenía unas largas piernas comunistas, da con la radio para hacerse oír.
No puedo entrar a comparar datos, a averiguar si estoy en lo cierto o lo incierto, si invento un poco o recuerdo exactamente cada hecho de sus vidas entrelazadas. Además, qué más da si en cada historia de ellos que he leído y analizado campea lo mismo que me pasa a mí: la fábula, el mito, la oscura condición de la verdad que por estar viva, como dice Kafka, cambia de cara a cada instante. Y sí, le hemos cambiado la cara a Perón y a Eva muchas veces, a causa de nuestras creencias o nuestras certezas, por nuestros estudios o nuestra naturaleza, porque somos de izquierda o de derecha, ricos o pobres, intelectuales o comerciantes, militares o desocupados. Vaya rareza ahora que lo pienso, sus vidas, sus actos, sus discursos, nos integran a esta vasta marea argentina hecha de extranjerías y compadritos, de raza vacuna, tango y mate, entre letrados que dictan la Historia y subversivos que guardan otra memoria para plantársela en la cara a la gente honesta cuando menos se lo espera. Perón y Eva dan para todo.
Se conocieron a causa del famoso terremoto de San Juan en 1944, considerado el más destructivo en la historia de Argentina. El terremoto destruyó el 80% de la ciudad. Las innumerables víctimas se cuentan entre veinte mil, muertos, desaparecidos, mutilados y vaya a saber cuántos más de los que no se tienen datos ciertos. Miles de huérfanos pasaron a las manos de diversas familias de todo el país. Acaso sean nuestros primeros desaparecidos teniendo en cuenta que no había ley alguna de adopción.
Al otro día del terremoto, Perón –recién estrenado secretario de Trabajo- anuncia en cadena nacional una gran colecta para ayudar a las víctimas. Esos fondos, dice, serán “índice de nuestra solidaridad”.
Perón pertenecía a la dictadura militar que había implementado un golpe de Estado en 1943 a otra dictadura más dura, y estaba haciendo carrera a grandes pasos. En una dictadura blanda. Con una política flexible y una mirada un poco más atenta hacia las reivindicaciones que el pueblo exigía. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión que él mismo creó, le fue quitando a la izquierda, especialmente a los socialistas liderados por Alfredo Palacios, cada una de sus premisas libertarias y populares. Cuando la izquierda quiso darse cuenta, Perón se había ganado al pueblo implementando una tras otra, leyes justas para la incipiente clase obrera y para los campesinos: el estatuto de Peón, el establecimiento del seguro social, la jubilación, la creación de tribunales de trabajo, la fijación de mejoras salariales, el aguinaldo, el reconocimiento jurídico de los sindicatos. Si bien un sector nacionalista del Ejército lo apoyaba, comenzaron a haber dos bandos dentro de las mismas fuerzas armadas.
Por su parte, a sus poquitos dieciséis años, Eva llega sola a Buenos Aires donde no hay alguien que la espere. Desde entonces y hasta el año del terremoto de San Juan se abre paso como puede con el hambre tenaceándole las costillas pero con el coraje de ser Nadie. De ser aquella negada a los seis años cuando su madre la lleva a ella y sus hermanos al hogar legítimo donde velan a su padre y no los dejan entrar. Con la fuerza de su juventud que pone por delante para obtener lo que necesita: existir. De un papelito miserable para una gran compañía teatral, pasa a un rol de extra en alguna película, pasito a pasito, a fuer de cabezona. Con la esperanza grande de hacerse bonita un día, volverse rubia, como las rubias de Nueva York, y dar el batacazo, que en criollo significa ganar. Cuando se encuentre con Perón, ella también tendrá una historia de luchas y triunfos. De la misma manera que él, está dejando de ser Nadie. Del folletín pasará a la historia argentina. No todavía a la oficial puesto que una cualquiera no puede así como así codearse con Clío.
Encuentro en la Secretaría con la farándula, vale decir los bohemios, los artistas, los trasnochados. Perón al frente. Eva discretamente en segundo plano.Se hacen planes para la ayuda a los damnificados de San Juan. Su voz supera la discreción cuando No estoy de acuerdo, le sale tan bronca como para que todos se fijen en ella. No, repite, no estoy de acuerdo, que los que tienen plata, la suelten sin esperar nada a cambio.
Luego viene la leyenda del Luna Park: la fiesta sobre el ring. El desfile de actores, cantantes, bailarines, para juntar lo que pide a gritos San Juan con todas sus casitas de adobe desplomadas. En primera fila Perón, en la misma fila, muy señora, muy agrandada, la piruja con su sombrero de plumas. Al final del espectáculo salen juntos.
Falta el otro mito, el de la cárcel de Perón, y se cuenta así. Habiendo dado demasiadas concesiones desde el gobierno donde ahora era vicepresidente, tanto la clase terrateniente, parte de las fuerzas armadas, como los intelectuales de izquierda lo odiaban por eso. Así que se juntan todos y exigen un nuevo gobierno. Hay que sacar a Perón de la jugada porque con lo pillo que es, por ahí sale ganando; así que los milicos aprovechando el consenso, lo apresan y lo mandan derechito a la isla Martín García. Aquí la fábula se quiebra en dos versiones: 1. Eva comienza una lucha heroica yendo de sindicato en sindicato, de obrero a obrero, de viva voz, para reunirlos a todos en contra de los enemigos. 2. Eva muerta de miedo se esconde en casa de una amiga y los obreros van a buscarla para que lidere la resistencia. Mientras Perón le escribe amorosas cartas en donde propone abandonar todo e irse juntos a vivir a la Patagonia cuando salga de la cárcel, ella sale a la calle con el pueblo. La manifestación es colosal. 17 de octubre de 1945. La exigencia es insobornable. La misma que desde entonces será tradición popular en Argentina: que se vayan todos y que vuelva Perón.
Luego la misma muchedumbre pedirá más. Pedirá que se casen. Cásense, cásense, sueña el pueblo con que siga el folletín. Aunque él tenga 50 años y ella 23. Aunque un oficial del ejército argentino futuro presidente de la Nación, no pueda casarse con una milonguita. Así que ella ha de dejar el cine, el radioteatro, la escena. Juntos llegarán a habitar la casa de Gobierno.Yo tengo 6 años y mi padre se pasea furioso por la casa contando los votos. Somos una familia conservadora.
Día a día, hora por hora, la pelea por construir un país con menos pobres. Es el sueño de Eva, que se ha vuelto Evita. ¿Es el sueño de Perón? O sueña con ser rey. Crea el Partido Único disolviendo a los que lo habían apoyado y luego lo convierte en Partido Justicialista o Partido Peronista, impulsa la creación de sindicatos y los reúne en la Confederación General del Trabajo, la CGT que con él a la cabeza predomina en todas las decisiones económicas y políticas. Ella lo apoya a rajatablas. Detiene huelgas cuando se ponen rebeldes, va de los ferroviarios a los siderúrgicos con consignas de apoyo a su compañero, que, dice ella, sólo sueña con la grandeza de sus “grasitas”, esos descamisados que están dispuestos a dar la vida por Perón. Mientras la élite trama complots, cierra fronteras para que no pase el aluvión zoológico, se escandaliza con la Perona vestida de gala para las fiestas patrias ostentando sus joyas desde el palco oficial del Teatro Colón. Mientras echan a correr apodos como “la yegua”, pobres animalitos qué culpa tienen, “la marrana”, y también la gente que se gana la vida en el espectáculo “la cabaretera”, “la bataclana”, y por supuesto aunque las personas de bien no dicen malas palabras en este caso se vale, la muy puta.
Entonces la muy puta se va a Roma, más vale que el Papa no la reciba. Mandan en secreto vaya a saber por qué vía sus fotos medio desnuda, las tapas de las revistas de espectáculos con su melena teñida de rubio, los chismes de sus amantes, su pasado bastardo. Pero la recibe porque es Pío XII y necesita que Perón albergue a los criminales nazis entre otras cosas, y también porque Evita viene de la España de Franco y porque, para qué ocultarlo, en Eva y en Perón se funden el nacionalismo con z y el nacionalismo con c. Los obreros en las calles pero obedientes a los mandatos del Líder absoluto y los más despojados haciendo cola para obtener una máquina de coser o una pelota de fútbol para el pibe con la paica más linda, la negrita de Perón. La beneficencia de las damas ricas reemplazada por una sola mujer que se rompe el culo para cubrir las necesidades imperiosas de un pueblo que como ella, comienza a existir.
Cambalache, la biblia junto al calefón, qué va chaché. La Fundación Eva Perón luego legitimada por decreto del gobierno, hace su aparición en 1948. La leyenda es de lo mejor. Todo gobierno tiene en la figura de su esposa a la presidenta de la Sociedad de Beneficencia, conformada por un grupo de damas notables cuyos apellidos simbolizan a los dueños de la tierra. Cada nuevo mandato, las damas piden una cita con la Señora del Presidente para invitarla a dirigir la Institución. En el caso de Eva Perón ni siquiera la suman a sus filas. Así que la “yegua” se crea su sociedad aparte. Así de sencillo. Y es allí donde esa piruja deja la vida.
Tantas veces he escuchado el relato de Evita llegando a la Casa de Gobierno muy temprano y saliendo a la madrugada, cada día, sin descanso. Porque hay que decirlo, es cuando cambia las galas que le prestaron cierto goce por poco tiempo, por el trajecito sastre, gris y austero con que la recordamos todos. Y la cabellera rubia y adornada de trenzas y rodetes, o melena suelta, por ese su cabello tirante hasta agrandarle la frente y el pequeño círculo de pelo apretado a la nuca. Veo en mi memoria las imágenes de las colas interminables que al borde del amanecer se asentaban rodeando la entrada y alargándose con sus echarpes, sus rebozos, el sweater tejido a mano, sí, la mayoría eran mujeres con sus niños en brazos o a sus costados. Algunos hombres también. Venían a pedir por el niño enfermo, o a causa de la llegada de los Reyes en enero, para el fin de año poner en la mesa al menos una sidra, la canchita del barrio, unos ladrillitos para cambiar el adobe, un metro de tierra donde caerse muerto.
No te cansés tanto, decía él, te vas a enfermar. Y ella peleando centímetro a centímetro el avance de los copetudos queriendo seducir a Perón para que traicionara al populacho. No le alcanzaba atender doce, catorce horas desde Gobierno. Se iba por las tiendas, por las fábricas, por todo cuanto lugar le diera para recoger las prendas que le rogaban sus pobres, ante el horror de los dueños. Y allá llegaban, al Chaco, a Chivilcoy, a Santa Rosa y al Neuquén, hasta Santa Cruz, hasta Jujuy, los grandes envoltorios que proclamaban Fundación Eva Perón, con bicicletas, con remedios, con cobijas, con estufas y calentadores, con muñecas y ropas.
El plan que compartían era multiplicar las escuelas, que crecieran en todas partes, en los rincones más alejados de la selva chaqueña, del desierto patagónico. Perón lo cumplió. Y también dignificar a la mujer. Plan de Evita, esto último. Y también lo cumplió. Yo era chica, mi mamá me repitió las palabras que le había oído. -¿Cómo? Dijo Evita -¿El hombre puede reconocer a su hijo y la madre que lo llevó en su vientre no?- Y ahí nomás firmó el decreto por el cual ningún chico o chica argentina/o a partir de entonces, iba a mostrar su acta de nacimiento con un rayón en el lugar del nombre de la madre. Ya había hecho lo mismo con el voto femenino promulgado a sus instancias en 1947. Mi mamá votó en 1951 por primera vez como todas las mujeres de mi patria. Y claro, votó por ella, votó por la fórmula Perón-Evita aunque ella no estuviera con nombre propio. También lo hicieron de la misma manera casi el 70% de la población femenina. Se votaba por Eva a pesar de no figurar en la fórmula. En este punto debo aclarar que mi papá afiliado desde la cuna al partido conservador y mi mamá afiliada en secreto al peronismo significaron en mi vida la metáfora de mi propia sangre, “mi abuelo blanco y mi abuelo negro”.
Y llego al dolor, al que me doblega a veces cuando una chica, un chavo, una mujer o un indio, por ser Otro, por no ser de tal o cual manera, por edad, por vejez, pierden la carrera de la vida. Evita la perdió, el cuerpo se le revolvió, tantas broncas, tantos desplantes, habrán minado su cuerpo joven. Sé que Perón sufrió mucho, lo dicen sus propias palabras. Sé también que Evita estaba arrasando en el corazón de los argentinos. Que ya pedían por ella más que por él. Que su nombre levantaba multitudes que antes sólo habían sido movidas por la voz del Líder. Y aunque Perón Perón qué grande sos, sin himnos pero con voces altas, la llamaban cada vez que un descuido, un desliz del Presidente, amenazaba con apartarlos del otro lado. Porque, ponían las manos en el fuego, sólo Eva hacía retroceder las traiciones al Movimiento. Así que Perón, ingenuamente o no, tomó partido.
Sucedió así. Balcón de la Casa Rosada. Abajo el pueblo de a millones, en el balcón Perón y Evita rodeados de la cúpula sindical, entre asesores y ministros de la primera presidencia. Es la cita para decidir la reelección de Perón y su compañero de fórmula. La multitud no deja de gritar ¡Evita! ¡Evita! (tengo la grabación completa). Ella se adelanta y retrocede continuamente con medias palabras para confirmar su decisión. Perón no responde al requerimiento de ella. Las horas pasan entre discursos e incluso los discursos de los dirigentes que aún sin saber cuál será o es la opinión de su líder, y respondiendo a la exigencia del pueblo, dan por sentado que la fórmula será Perón/Evita. Ella dice algo así como Si el pueblo me lo pide…pero Perón no se define. Seis horas. El pueblo grita que no se irá hasta no escuchar la proclamación de la pareja. Es terrible. Entiendo que de a ratos entran al salón para dialogar y vuelven a salir. Por fin la voz de Eva, quebrada, se abre paso para decir…
Evita: Hoy, mi general, en este Cabildo Abierto del Justicialismo, el pueblo preguntó que quería saber de qué se trata. Aquí ya sabe de qué se trata y quiere que el general Perón siga dirigiendo los destinos de la Patria.
Pueblo: ¡Con Evita! ¡Con Evita!
Evita: Yo haré siempre lo que el pueblo quiera. Pero yo les digo que así como hace cinco años he dicho que prefería ser Evita, antes que la mujer del presidente, si ese Evita era dicho para aliviar algún dolor de mi Patria, ahora digo que sigo prefiriendo ser Evita. La Patria está salvada porque la gobierna el general Perón.
Pueblo: ¡Que conteste! ¡Que conteste!
Espejo (CGT): Señora, el pueblo le pide que acepte su puesto.
Evita: Yo le pido a la Confederación General del Trabajo y a ustedes, por el cariño que nos profesamos mutuamente, para una decisión tan trascendental en la vida de esta humilde mujer, que me den por lo menos cuatro días.
Pueblo: ¡No, no, vamos al paro! ¡Vamos a la huelga general!
Evita: Compañeros, compañeros…yo no renuncio a mi puesto de lucha. Yo renuncio a los honores. (Llora). Yo haré, finalmente, lo que decida el pueblo. (Se oye la alegría de la gente). ¿Ustedes creen que si el puesto de vicepresidenta fuera un cargo y si yo hubiera sido una solución no habría contestado ya que sí?
Pueblo: ¡Contestación! ¡Contestación!
Evita: Compañeros, por el cariño que nos une, les pido por favor que no me hagan hacer lo que no quiero hacer. Se los pido a ustedes como amiga, como compañera. Les pido que se desconcentren. (La multitud no le hace caso) Compañeros, ¿cuándo Evita los ha defraudado? ¿Cuándo Evita no ha hecho lo que ustedes desean? Yo les pido una cosa, esperen hasta mañana.
Espejo (CGT): La compañera Evita nos pide dos horas de espera. Nos vamos a quedar aquí. No nos movemos hasta que nos dé la respuesta favorable.
Evita: Esto me toma de sorpresa. Jamás en mi corazón de humilde mujer argentina pensé que podía aceptar este puesto… Denme tiempo para anunciar mi decisión al país en cadena.
Que ella los ama, que está dispuesta a dar su vida por ellos… No señala ninguna razón, en todo caso que es una mujer demasiado humilde para semejante investidura. Los discursos se deshilachan. Perón intenta fortaleza en la palabra. Seguridad, convicción. La gente abajo no quiere irse. Llega la noche. Desaparecen las figuras del balcón. Reina la oscuridad. El pueblo se desarma de a poco.
Tenés cáncer, ha dicho el hombre líder. No podés. Eso es lo que circula en voz baja. Eva Perón tiene cáncer.
Dicen que la presión para impedir que una mujer, y para colmo de esa calaña, llegara a la vicepresidencia fue muy fuerte, que Perón no pudo contra las fuerzas de la oposición. Que era eso o una revolución. Tenés cáncer, fue la mejor solución.
Eva murió un año después de aquel trágico 22 de agosto. El 27 de julio de 1952 a las 8h 25m. En el alma del pueblo su eterna despedida.
Dos trepadores, dos ilegítimos, dos cancheros, ¿un truhán que se la fumó a la Eva?, ¿una loca que se aprovechó del poder del Viejo? En todo caso dos que se las saben todas por asfalto y tranzas. Sospechosos comunes. Sin normas, las que enarbolamos la gente con educación y principios. Pero tan apasionados como para poner al mundo del revés con la P de Perón y de Pueblo. Así ella, la Evita, la muchacha de barrio y radioteatros. Así él, que tuvo los cojones de erigirse en guía, héroe, jefe, rey. Demasiada prepotencia, compañeros. Y sí. Había que ser alguien. ¿Mentirosos? ¿Hipócritas? No, la lucha que dieron se la creían cada día cuando sin descanso se dieron a la tarea de cambiar un país. Para que la patria se volviera grande, para que también perteneciera a los desarrapados, a los cabecita negra, a los cirujas.
Por estos tiempos asisto a la consigna para hacer retroceder el liberalismo en las elecciones de Argentina. NO ES LO MISMO. No, no es lo mismo estar de un lado o del otro.
Con la muerte de Eva perdió Perón, perdió el pueblo y perdimos las generaciones que vendrían. Sin embargo, a la manera del Sábato de Sobre héroes y tumbas me asombro, ¡Qué grande es este país, pibe!
Excelente artículo… Estuve confuso todo el tiempo al leerlo… Las palabras del artículo engloban el racismo, el prejuicio y machismo dentro de nuestras sociedades. Sí se pudiera decir… Este artículo es el mundo que juzga. En este caso la que la lleva piOr es EVITA.
Sobre la mejor solución… Es muy incierto… Se sospecha que a CHAVEZ se le dio el cáncer… Se le dio me refiero ala misma sospecha; FUE ALGO QUE SE LE IMPIDIO A UNA MUJER.
ES MUY cierto que el existir de Evita fue el existir de la Argentina… PUES AHORA LOS ARGENTINOS SE CREEN LOS EUROPEOS DE AMERICA… Incluso cuando hayan salido de un cucarachero EVITA se pintó de rubia y porque? Porque esa pinche india tiene papeles? Mira esa puta…Sí.. pero esa puta tiene un esposo que le paga todo y no come caca… Puta puta y operada ..Pero mira lo que se consiguió…
Sí es que se cansó tanto de aparentar… Aparentar ser rubia, aparentar buena clase, aparentar ayudar a los pobres? Para que? Para seguir en poder? Aún así cuando a los nazis se le refugiaron acá… Convirtiendo a buenos aires en LA CIUDAD DE LA FURIA… O MEJOR DICHO: LA CIUDAD DEL FUHRER… y yo soy parte de todooooo….
Sí una puta cabaretera y un molino militar fueron las causas para el mejoramiento de la raza en la Argentina… Pues que más se puede decir sino: GOOD JOB