
Néstor García Canclini/ LUIS MAGÁN
Se trata de un galardón joven, apenas en su segunda edición. Entregarlo a una figura renombrada podría ser un simple movimiento estratégico de la Federazione Italiana Tradizioni Populari para posicionar su nuevo premio. Pero es difícil no alzar una ceja al constatar el perfil proteccionista, identitario y tradicional que dejan ver la página web y las publicaciones de la institución otorgante. Si algo ha caracterizado a García Canclini en sus casi cuarenta años de estudio y reflexión sobre la cultura es su apertura a las transformaciones. Ya sea al tomar éstas directamente como objeto de investigación o al reconocerlas como hallazgo justamente ahí, en las “tradiciones”, en las que el sentido común, el nacionalismo o el purismo quieren ver “la esencia del pueblo” y el tiempo detenido. Nada más lejano del folklorismo de Giussepe Cocchiara ―quien da nombre al premio en cuestión y cuya obra se liga al uso del régimen fascista del saber sobre el arte popular ― que la noción de lo popular pensada y transformada una y otra vez en los textos de García Canclini. Si pensamos mal, incluso su apellido italiano, que en diversos sitios la Federazione publica sin acompañarlo del García, podría haber influido en la decisión.
Los premios no son novedad para el antropólogo y profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana. Entre el Casa de las Américas en 1981 por Las culturas populares en el capitalismo y el Premio Nacional de Ciencias y Artes del gobierno mexicano en 2014 ha recibido otras numerosas distinciones. Pero hasta el pasado diciembre, cuando le fue entregado el Giussepe Cocchiara, éstas prácticamente se habían dado siempre en el ámbito de lo latinoamericano. Por ello, a pesar del matiz absurdo de esta condecoración, no deja de ser un parteaguas en el reconocimiento a su producción intelectual.
Dicho parteaguas puede ser leído como un cambio de posición de la mirada desde Latinoamérica -región a la que García Canclini ha dedicado su atención y desde la que explícitamente ha teorizado- en el ámbito mundial del estudio crítico de la cultura. Sin ocupar el lugar del exotismo o limitarse a explicar una situación regional sui generis, la producción conceptual de García Canclini tiene el potencial, precisamente por su latinoamericanismo, de permitir pensar las transformaciones de la dinámica cultural de las últimas décadas en cualquier sitio del planeta. No es casualidad que sus formulaciones y propuestas hayan influido notablemente en la concepción de política cultural de la UNESCO desde 1998.
Simplificando al extremo, la clave de tal logro es su genuino interés por generar conocimiento que permita actuar desde y contra la desigualdad social pero sin ceder por ello a narrativas de la resistencia o la lucha que ignoren la evidencia empírica, a la que su reflexión y elaboración teórica siempre ha dado prioridad. Es así como en un país en donde el científico social pareciera tener que demostrar en cada elección temática e incluso metodológica su compromiso con los desfavorecidos y su preocupación por darles voz, García Canclini se ha adentrado sin reparos en el estudio del consumo cultural masivo o en la mercantilización de los productos culturales. Son sus resultados los que le han llevado a afirmar, en contra de lo esperado, que en México se lee más que antes aunque se lean menos libros (en gran parte a través de los nuevos soportes digitales), que los artesanos pueden ser comerciantes internacionales, o que en el consumo puede ejercerse la ciudadanía.