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Fakebook: perfiles falsos… ¿para qué?

abril 19, 2016Deja un comentarioEnsayoBy Míkel F. Deltoya
24 Mikel (WIRED.COM)

WIRED.COM

Hasta el año 2014 la red social de Facebook contaba con poco más de 1280 millones de perfiles, cifra estratosférica que representaría en números casi el dieciocho por ciento de la población mundial (7400 millones de habitantes). Para mediados del año pasado, registró 1650 millones de cuentas activas.

 

No obstante, en estimaciones de la empresa fundada por Mark Zuckerberg, habría poco más de 100 millones de cuentas falsas. A saber, cuentas duplicadas, perfiles inventados, perfiles de personajes ficticios como mascotas o protagonistas de libros, cuentas para conseguir puntos y vidas en videojuegos, y hasta razones más turbias, como perfiles para ´stalkear´, conseguir encuentros casuales o hasta recaudar información de personas con fines de explotación sexual y hasta secuestro, en el peor de los casos.

 

Uno de los tipos de perfiles que, todavía hace dos años llamaba la atención en buscadores, es aquel que va acorde a las y los denominados clickbait. Se trata de cuentas que utilizando fotos de mujeres voluptuosas —en la gran mayoría de casos extraídas de motores de búsqueda— se abarrotan de seguidores y solicitudes de amistad, consiguen considerables cantidades de “Me gusta” en sus fotos, incluso aunque se trate de personas distintas entre imagen e imagen, y en muchos casos aprovechan el flujo de información para enviar hipervínculos con la promesa de que en éstos se encuentran sus videos eróticos, fotografías y más. El anzuelo de estas cuentas pescadoras de clics casi siempre es el mismo: Dame like y te agrego/ dale me gusta y te paso mi Whatsapp/ A los primeros cien “Me gusta” les pasaré mis fotos hot.

 

La influencia de las redes sociales en la vida social, académica y laboral han convertido a estas plataformas en herramientas indispensables y también las han vuelto un potencial foco de interés para reclutadores y vendedores, mismos que utilizan el marketing viral para publicitar sus propios fines. Si tienes un grupo con más de cien mil miembros puedes rentar —en muchos de los casos, bajo palabra— el espacio de foto de portada del grupo, y como administrador puedes marcar la publicación de quien esté dispuesto a pagarte para que aparezca en el top del mismo. Bajo esta dinámica, muchos de los vendedores se han aprovechado de la gran cantidad de tiempo que los usuarios pasan en la red social para publicitar cualquier fin; es muy común que se posteen imágenes con pequeños acertijos, con preguntas tramposas o subjetivas que desde luego tienen asegurada una cantidad de comentarios y compartidos… es la eficiencia en un espacio tan caótico como Facebook. La otra cara de la moneda son los shameful links que buscan aprovecharse del morbo de los usuarios para instalar malwares en sus gadgets; piensa en que una cuenta falsa comparte un post con una imagen de tinte sexting y un texto más o menos así: “PERDON YO SE QUE ESTE GRUPO NO ES PARA ESTO PERO DEBO VENGARME DE MI MUJER QUE ME ENGAÑO, VOY A HACER PUBLICAS TUS FOTOS POR HABERME ENGAÑADO CON MI MEJOR AMIGO” (sic). Después, en el primer comentario reza algo así: Aquí el link a sus fotos y video.

 

Dada la facilidad para elaborar una cuenta, misma que puede estar lista en menos de 5 minutos, también es común que se elaboren perfiles con el único fin de “quemar” públicamente a alguien. Aprovecharse del anonimato de esta plataforma puede ser un arma de doble filo, puedes liberar información que involucre a ene persona, pero también cuentas con la duda y repudio de que tu argumento no sea creíble.

 

Son perfiles que no tienen nombre de usuario, no tienen foto de portada y sus escasas imágenes de perfil fueron publicadas el mismo día. Entre sus amistades puedes encontrar perfiles en árabe, portugués o tagalo (hay grupos donde puedes conseguir más de 500 seguidores con sólo postear “agréguenme, semilleros de perfiles falsos). Tienen pocos amigos, o en su defecto, tienen oculta su lista de contactos. Sus fotos son borrosas, están en mala definición o se ven antiguas, y sobre todo, no se ve contenido constante en la cuenta.

 

Nadie sabe quiénes son, qué quieren o cómo llegaron a tu lista de amigo, pero ahí están. Cuando les saludas o les cuestionas si se conocen titubean, tiemblan del otro lado de la línea porque en el fondo de todo, se sienten expuestos, piensan que en cualquier momento puedes descubrir quiénes son. Te miran pero tú no a ellos, como una cámara de Gessel…

 

Y tú, ¿tienes cuentas falsas en tu lista de amigos?

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Sobre el autor

Míkel F. Deltoya

Poeta, narrador y reseñista. Egresado de Letras Mexicanas por parte de la UANL. Ha publicado en numerosas revistas y antologías dentro y fuera de México. Fue delegado ante la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura (periodo 2012-2015). Sus áreas de estudio son la intertextualidad, la literatura del norte y los fenómenos de migración, fronteras e internet. Originario de Cd. Juárez, radica en Monterrey desde 2011.

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