Desde una perspectiva enfocada en la conservación de biodiversidad, la montaña representativa de Monterrey se denomina Monumento Natural Cerro de la Silla (MNCS). Durante la administración del ex presidente Carlos Salinas, fue cuando se publicó la declaratoria de Área Natural Protegida de ese espacio, basada en sus características naturales de relevancia, y en su representatividad social y cultural para la población residente en Monterrey, México.
De las motivaciones que se revelan al valorar su importancia, están los servicios que los ecosistemas de ese espacio protegido brindan a las poblaciones humanas en Monterrey y los municipios conurbados.
Uno cotidiano es la existencia de espacios para la recreación. Son varios los parajes que personas diversas visitan para realizar estancias, en las cuales se disfruta del paisaje, integrado por elementos como agua, bosques, o el tránsito por senderos.
Otro valioso es la provisión de agua para consumo humano. Los escurrimientos superficiales localizados ahí, en su totalidad fluyen hacia corrientes cuyo fluido descarga en el río San Juan, y éste, hacia la presa El Cuchillo. Desde ese embalse existen acueductos que trasladan el líquido almacenado hacia la capital de Nuevo León.
En la parte baja de las zonas colindantes al MNCS son numerosos los espacios destinados a colonias o centros de población. Estos se ubican en los municipios de Monterrey, Guadalupe o Juárez. En todos, las condiciones, aunque variables, coinciden en tener un paisaje atractivo, condiciones de clima favorables, y vistas espectaculares de la ciudad.
La relación entre esos tres beneficios permite entender una situación vigente. Las amenazas a la integridad de los ecosistemas existentes en ese espacio protegido, están vinculadas con las actividades recreativas o turísticas y el desarrollo urbano sin planificación adecuada.
Una correspondencia entre las zonas del MNCS donde se presentan actividades recreativas es la existencia de residuos sólidos urbanos. Es común la evidencia de basura afectando cuerpos de aguas, bosques o senderos. En la mayoría de los casos, ese impacto se relaciona con la presencia de visitantes, quienes dejan en la zona protegida su basura al aire libre.
Los efectos adversos asociados a la presencia de basura son de tenerse en consideración. Especies de fauna como jabalíes, coatíes, ardillas y numerosas aves, consumen basura al considerar que se trata de una fuente de alimento de fácil acceso. En algo de lo que no se tenía registro en los años recientes, en las zonas cercanas al antiguo teleférico, cada vez es más común observar osos negros que se acercan a consumir la basura que dejan ahí diversos visitantes.
En el desarrollo de núcleos de población, el escenario vigente es la existencia de construcciones al interior del polígono que delimita al MNCS. Estas invasiones en el espacio protegido son de varias características. En el municipio de Monterrey se tienen las que corresponden a instalaciones como canchas de tenis, gimnasios o albercas. Por el contrario, en Guadalupe las invasiones pertenecen a casas, nuevos caminos; y como un ejemplo particular, la colonia Contry Las Águilas, la cual, de acuerdo a comunicaciones personales de funcionarios federales (de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas), posee un amparo que le ha permitido construir al interior del MNCS. Este escenario correspondería también a otro fraccionamiento llamado Galerías de Camino Real.
En la atención a esta problemática y sus impactos, de acuerdo a las competencias administrativas, las responsabilidades corresponden, principalmente, a los gobiernos municipal y federal.
Es la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) quien debe atender las denuncias por invasiones por desarrollo urbano. En el ámbito de los residuos sólidos urbanos, la responsabilidad es de los ayuntamientos del estado de Nuevo León donde se ubica el MNCS (Benito Juárez, Guadalupe y Monterrey). Y en el manejo y administración general del ANP, es atribución de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
Desde una perspectiva de coordinación entre ámbitos de gobierno y el cumplimiento de las responsabilidades de las agencias de gobierno, son varios los escenarios que requieren ser destacados.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, responsable de la administración y manejo del MNCS, tiene una situación administrativa y operativa con un grado que presenta retroceso constante. Derivado del recorte en el presupuesto para la SEMARNAT, en todo el país ocurrieron despidos de empleados en áreas operativas o de administración. El menoscabo en la atención a las ANP -que ya presentaba deficiencias- aumentó. Esa es la situación vigente en el MNCS, en donde, por referir un indicador genérico, para la atención de la problemática y operación de proyectos para la conservación de ecosistemas o biodiversidad, esa dirección cuenta con un solo guardaparque. Ante la incapacidad operativa de realizar todos los trabajos operativos requeridos para el cuidado de ese espacio, los riesgos de que las magnitudes de los impactos sean mayores, es real y vigente.
A ese contexto administrativo adverso se tiene que añadir otro equivalente. En los últimos cinco años la CONANP ha perdido varios elementos valiosos, con trabajo importante en ámbitos como la sanidad forestal, control de incendios forestales, gestión de proyectos sobre conservación, control de especies exótico invasoras, o la regulación del turismo en ANP.
Las actuaciones de la PROFEPA son estratégicas. Ante el escenario de impactos ambientales importantes, el óptimo cumplimiento de sus funciones debe ser con mucha pulcritud y eficiencia. De lograrse así, el escenario sería ideal: quienes cometan infracciones ambientales, serían castigados; y en el complemento, cualquier afectación negativa sería restaurada o compensada.
Las acciones de la PROFEPA han sucedido con claroscuros. Solo ante la presión de residentes en localidades colindantes al MNCS, fue que atendió las denuncias sobre invasiones. Está vigente ahora una mesa de trabajo, en la cual se da seguimiento a estas afectaciones. Los resultados no son tan satisfactorios. Poder determinar la responsabilidad en un delito ambiental es un asunto ambiguo, y hasta hoy, solo una persona ha podido ser denunciada por daños a la integridad del MNCS.
Donde se tiene una historia de completa inacción es al nivel de ayuntamiento. En la existencia de cientos de construcciones existentes al interior del MNCS (en el municipio de Guadalupe, Nuevo León), tiene responsabilidad directa dicha administración municipal. Esos espacios fueron habilitados sin licencias de construcción avaladas por el ayuntamiento, de acuerdo a su responsabilidad directa. Y a eso se añade que nunca ha cumplido de manera integral su responsabilidad en el manejo de los residuos sólidos urbanos que afectan a la montaña.
La adecuada gestión tiene que partir de mejores condiciones institucionales. Incluye la acentuación en la atención de las invasiones por desarrollo urbano, analizadas por la Profepa. Los otros niveles deben, como acción mínima, atender los ámbitos inherentes a sus responsabilidades administrativas.
Paralelo al contexto de las agencias oficiales, la organización de grupos de trabajo que realizan acciones a favor del cuidado del MNCS tiene un desarrollo favorable. Son notables las labores para el manejo de la basura; también aquellas sobre denuncia popular que han permitido que, al menos, las autoridades por fin tengan un conocimiento claro de todas las invasiones en el Cerro de la Silla, a partir, precisamente, de las denuncias realizadas por grupos de personas interesadas. Esto incluye, por supuesto, que empresas como Televisa revisen sus actuaciones en la zona, y reviertan los impactos causados en las instalaciones con que cuenta en la montaña.
Los trabajos impulsados desde la perspectiva de quienes residen en zonas aledañas al MNCS, son de importancia para el cuidado de ese espacio protegido. Actualmente, dadas las carencias institucionales señaladas, los grupos de trabajo activos están supliendo lo que las instituciones, en sus incapacidades o inacciones, no están atendiendo de manera satisfactoria.
El cuidado del MNCS debe hacerse estableciendo que las acciones que conduzcan a ese fin no deben ser motivadas solamente por cuestiones estéticas, culturales y de conservación de la biodiversidad. Se debe partir del conocimiento que se tiene sobre cuestiones indispensables relacionadas con la montaña. Una se trata, como ha sido referido, de la provisión de agua para consumo humano, y la relación que tiene ello con la persistencia de la integridad de esa montaña en sus condiciones ideales. Y otro, no tan conocido, pero efectivamente real y vigente, es la protección contra inundaciones.
Considerando esas cuestiones prácticas que satisfacen necesidades cotidianas, es que también debemos impulsar el cuidado del MNCS. Aunadas a las prioritarias sobre conservación de la biodiversidad, tendremos un conjunto mínimo básico que permita buscar, con expectativas de resultados favorables, una administración y manejo deseables de esa ANP.