redaccion@revistalevadura.mx
FacebookTwitterYouTube
LevaduraLevadura
Levadura
Revista de crítica cultural
  • Inicio
    • Editorial
    • Directorio
    • Colaboraciones
  • Cultura
    • Ensayo
    • Artículos
    • Entrevistas
    • Cine
    • Música
    • Teatro y Artes Vivas
    • Arte
    • Televisión
  • Política
  • Creaciones
    • Narrativa
    • Poesía
    • Dramaturgia
    • Reseñas
    • Del lector
  • Columnas
  • Levadura Tv
  • Suplementos
    • Derechos Humanos
    • Memoria
    • Ecología
    • Feminismos
    • Mariposario
    • Fotogalerías
    • Colectivos
Menu back  

Identidades en construcción. El cuerpo en que nací de Guadalupe Nettel y Hamburgo en alguna parte de Gabriela Cantú Westendarp

abril 30, 2017Deja un comentarioEnsayoBy Gabriela Riveros

Kepler nos arrebató la ilusión de que la Tierra era el centro del universo, Darwin ventiló nuestro parentesco con el mono y Freud reveló que somos producto del inconsciente. Hace más de un siglo que los pilares que sostenían el proyecto de modernidad se desmoronaron. Bajo la óptica del desencanto y de la posmodernidad, el sujeto se volvió un ser fragmentado, en transformación continua, Lacan lo llamaría “el yo como ficción”. De manera que hoy no sabemos lo que somos: quizá voces enterradas en cuerpos deshabitados que precisan de memoria para evocar palabras que nos salven del olvido, palabras que construyan la identidad nuestra.

 

En el año 2011 se publicó la novela El cuerpo en que nací de Guadalupe Nettel y, en el año 2016, la novela Hamburgo en alguna parte de Gabriela Cantú Westendarp. Las novelas comparten una serie de características, una de ellas es que las protagonistas/narradoras hurgan en esa geografía vasta y escurridiza que llamamos “identidad”… ¿subjetividad en construcción? Las dos novelas nos remiten a lo que Manuel Alberca refiere como: “Las novelas del yo: la novela autobiográfica, la autoficción y la autobiografía ficticia”1)1 Alberca, Manuel. El Pacto Ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción. Biblioteca Nueva, 2007, Madrid.; es decir, textos donde es difícil delimitar la frontera entre lo sucedido y la ficción. Por lo mismo, las narradoras son las protagonistas y cuentan, desde la primera persona y en una especie de collage anecdótico y emocional, las huellas que las marcaron para ser quienes son “ahora”, en el presente del relato. Las novelas comparten el tono íntimo y confesional de la voz narrativa, nos remiten a lo que Nettel ha llamado “literatura ombliguista”. 

 

Quisiera aclarar que el origen de este relato radica en la necesidad de entender ciertos hechos y ciertas dinámicas que forjaron esta amalgama compleja, este mosaico de imágenes, recuerdos y emociones que conmigo respira, recuerda, se relaciona con los otros y se refugia en el lápiz como otros se refugian en el alcohol o el juego. 2)2 Nettel, Guadalupe. El cuerpo en que nací. Anagrama, 20011, México. p. 17.

 

Las protagonistas afrontaron en su infancia una serie de contrariedades que las obligaron a construir diversas máscaras o identidades de probeta. Ambas son hijas de padres separados, añoran profundamente al padre, las dos aprendieron a convivir entre dos continentes o ciudades enemigas.

 

Ellas inician sus relatos desde una identidad fracturada. Han decidido  reflexionar sobre esa amalgama de vivencias que es su vida. En las dos obras, aparecen tres generaciones de mujeres mexicanas: la hija nacida a principios de los setenta, la madre nacida en los cuarenta y la abuela. En el caso de El cuerpo en que nací es la nieta quien asume la voz narrativa, mientras que en la novela Hamburgo en alguna parte es Emilia, la hija, quien cuenta la historia. Cabe resaltar que, en las dos novelas, la figura de la abuela representa la crisis del proyecto de Modernidad: la rigidez las ha vuelto infelices y obsesivas, fanáticas de la observancia religiosa o de un deber ser femenino acorde a la subordinación del varón.

 

La novela de Nettel trata de una niña que nace con un defecto de nacimiento en un ojo. Narra, a manera de bildungs roman, la serie de vicisitudes y conflictos por los que transita desde su condición de outsider, como lidiar con el matrimonio abierto de sus padres, vivir en el sur de Francia en un barrio marginal, habitar en una comuna hippie de Sonora o el secreto que esconde la ausencia de su padre, hasta llegar a reconciliarse finalmente con su cuerpo.

 

“Por fin, después de un largo periplo, me decidí a habitar en el cuerpo en el que había nacido con todas sus particularidades. A fin de cuentas era lo único que me pertenecía y me vinculaba de forma tangible con el mundo, a la vez que me permitía distinguirme de él.”3)3 Nettel, Guadalupe. El cuerpo en que nací. Anagrama, México. pp. 194-195.

 

El tema de la identidad y el cuerpo aparecen, no sólo desde el título, sino también en el epígrafe de Allen Ginsberg: “I always wanted to return to the body where I was born”. La novela es una especie de confesión que la narradora cuenta a la Dra. Sazlavski, una psicoanalista que parece más bien un recurso narrativo para hacer las veces de espejo donde la narradora hurga en sus recuerdos íntimos y en sus interpretaciones para concretarlos en un relato.

 

En 2016 se publica la novela Hamburgo en alguna parte de Gabriela Cantú Westendarp. El título nos introduce al tema de la identidad cultural. Monterrey es una ciudad fundada en tres ocasiones por portugueses, judíos conversos, que huían de la Inquisición. Monterrey prácticamente no prosperó durante 300 años, dado que no había minas ni un clima que favoreciera la agricultura. Apenas a mediados del siglo XIX, con el ferrocarril, la guerra norteamericana, las políticas de Porfirio Díaz, el impulso del comercio y la industria: la ciudad creció. A principios del siglo XX, la ciudad recibió grupos de inmigrantes italianos, alemanes, judíos, ingleses, españoles, palestinos, chinos, árabes, polacos y franceses. Llegaron también hombres y mujeres de otros estados de la República buscando trabajo y estudio. Hoy en día siguen llegando extranjeros y, aunque seguido nos decimos que somos “orgullosamente regiomontanos”, profundizamos poco en esa identidad mutante e inestable que nos conforma. ¿Quiénes somos?

 

El título de la novela nos introduce al dilema de identidad de Emilia, la protagonista, nacida durante la Segunda Guerra Mundial y descendiente de una familia alemana. Emilia se cuestiona, frente a la compleja figura que representa su madre de noventa años, paralizada por una embolia, no solo su identidad, sino también su roles como hija, hermana y madre a lo largo de su vida; hurga en las dolorosas cicatrices que una vida marcada por ciertas ausencias y rencores le ha dejado.

 

“No hay forma de distinguir dónde termina mi parte alemana y dónde comienza la mexicana o al revés. […] Mi lengua materna es el español pero aprendí el alemán de manera simultánea en casa. Además ya en edad adulta tramité mi nacionalidad alemana. Así que tengo dos nacionalidades. Mis costumbres también son una Kultur-Gemisch. Soy una mezcla. Soy germano-mexicana pero también capitalina-regiomontana. De manera que el asunto no está fácil de desenmarañar. Tal vez soy principalmente regiomontana pero […] es un hecho que llevo a mis antepasados de Hamburgo en alguna parte”. 4)4 Cantú, Gabriela. Hamburgo en alguna parte. Fondo Editorial de Nuevo León/27 editores. p. 54.

 

El término “Identidad” proviene del latín ídem y se refiere a “el mismo”. ¿Quiénes somos? ¿De qué se conforma ese rompecabezas que pretende entrelazar rasgos, cicatrices, paisajes interiores y temperamentos? ¿Somos el uno, “el otro”? ¿Somos un cuerpo politizado, sujetos desposeídos de voz y memoria? ¿Somos lo que consumimos, los miembros de una generación, ciudadanos apáticos? ¿Somos las costumbres de una familia, los exilios y destierros a los que continuamente nos arrojan nuestras decisiones o prejuicios… las de nuestros antepasados? ¿Somos roles sociales o el espejo de los otros?

 

Las identidades de las narradoras/protagonistas de El cuerpo en que nací y Hamburgo en alguna parte son la suma de una serie de factores. Haré referencia aquí a cuatro aspectos que conforman estas identidades, o “representaciones sociales”.

 

Primero, la identidad del cuerpo. De acuerdo a LeFebre, occidente ha traicionado y negado el cuerpo; ha privilegiado la literatura de la mente sobre la del cuerpo. Virginia Woolf dijo que hay pocas palabras en la literatura para hablar de la enfermedad, el dolor y el cuerpo. Luisa Valenzuela afirma que es preciso “escribir con el cuerpo”. La protagonista de Nettel es una niña-adolescente con un defecto en el ojo:

 

“El cuerpo en que nacimos no es el mismo en que dejamos el mundo. […] me refiero […] a que sus rasgos más distintivos, esos tatuajes y cicatrices que con nuestra personalidad y nuestras convicciones le vamos añadiendo, a tientas, como mejor podemos, sin orientación ni tutorías.”5)5 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 196

 

En la novela de Cantú, la madre de Emilia ha quedado desnuda del lenguaje gracias a la demencia, a la vejez. Es un cuerpo desmemoriado, un páramo sin palabras. El tiempo suspendido en la enfermedad, el deterioro, la decrepitud… “Si hay algo peor que el suicidio es la vejez”,6)6 Cantú, Gabriela. op cit. p. 11. afirma Emilia. La enfermedad del cuerpo es también una metáfora de la descomposición de la Historia, de la sociedad, de la Memoria y por tanto del Sujeto como ente acabado, con una identidad clara.

 

Segundo, la identidad cultural. En ambas novelas las protagonistas hacen referencia a su mexicanidad o sentido de pertenencia, como en el fragmento que antes leí sobre Hamburgo, y a contradicciones que rompen estereotipos como vivir rodeada de rubios en México y de morenos en Francia. Quiero resaltar aquí un rasgo de identidad fundamental para la protagonista de la novela de Nettel. Después de vivir en la banlieue de un pueblo al sur de Francia, una tarde, la niña acude a un evento en donde ella, su madre y su hermanito saludan a Octavio Paz. Más tarde, la niña escucha de su voz, la lectura de sus poemas.

 

“En sus labios, el español de México dejó de ser […] aquel dialecto íntimo en que nos comunicábamos mi madre, mi hermano y yo, para transformarse en un material maleable y precioso. Aquellos poemas hablaban de chopos de agua, de pirules y obsidianas, de calaveras de azúcar, del barrio de Mixcoac, cosas y lugares que yo misma había amado en un tiempo remoto […] recordé quiénes éramos […] sentí una mezcla de felicidad y orgullo. Al anochecer, mientras volvíamos a casa por las calles silenciosa de Aix-en-Provence, me dije que, si algún día iba a escribir, habría de hacerlo en esa lengua.7)7 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 166. 

 

La lengua madre, es su primera identidad certera.

 

Por otra parte, la abuela en la novela de Cantú es mexicana, pero quiere pertenecer a la familia de su esposo, volverse alemana. Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania estuvo interesada en México debido a su posición geográfica, su petróleo y sus minerales. Emilia describe cómo vivieron esta época las familias en Monterrey, la red de apoyo que había hacia Hitler, menciona la Operación Pastorious mediante la cual el Führer pretendía atacar a los EU. Aunque en teoría México apoyaba a los Aliados, por debajo del agua vendía petróleo y minerales a los nazis (canal de Panamá a Hamburgo). No es coincidencia que Miguel Alemán haya recibido al presidente Roosevelt en el Palacio de Gobierno de Monterrey ni que el traductor oficial del encuentro haya sido, precisamente, un espía nazi, Georg Nicolaus para ser precisa.

 

Emilia escribe el decálogo de lo que debieron ser los prejuicios de su madre, la mujer que, en el presente narrativo, permanece postrada en la cama de un asilo, en la antesala de su muerte. Supongo que esta mujer y la abuela de Nettel, además de ser contemporáneas, de conocerse, hubieran sido estupendas amigas. Ambas estarían de acuerdo con el absurdo decálogo que aquí voy a leer… Y sospecho que incluso, el mismísimo Donald Trump las contrataría como asesoras en su gabinete.

 

El decálogo de prejuicios:

Los pobres se merecen ser pobres porque son flojos.

Los ricos están condenados porque seguramente robaron para ser ricos.

Los políticos son corruptos.

Los indígenas son mugrosos e ignorantes.

Los judíos viven en el error y son aprovechados.

Los negros son feos y huelen mal.

Los artistas son unos libertinos.

Las sirvientas son corrientes y ladronas.

Las gordas son descuidadas, las bonitas son coquetas.

Los hombres, infieles.

Y en esa búsqueda de identidad, al final añade Emilia: “¿Y las hijas, madre, qué son las hijas?”8)8 Cantú, Gabriela. op cit. p. 32

 

Tercero, la identidad femenina. Luce Irigaray, Hélène Cixous y Luisa Valenzuela apuntan que “es necesario que la mujer se convierta en sujeto de su propia voz”. Ambas protagonistas se muestran a disgusto con su entorno, el de los cincuenta, el de los ochenta, con la sumisión, el recato con el que deben conducirse las mujeres… no hablar fuerte, usar ropa discreta, no estudiar Medicina, no andar de bola suelta, no jugar futbol. Precisamente, sus relatos son la manera de convertirse en estos “sujetos de su propia voz”.

 

Cuarto, la identidad con seres marginales. Nettel niña se identifica con las cucarachas, y de adolescente, con los trilobites:

 

“Así como los reyes de España proceden de los Borbones, las cucarachas descienden de los trilobites, los más antiguos pobladores del planeta. Han sobrevivido a los cambios climáticos, a las peores sequías y también a las explosiones nucleares. Su supervivencia no implica que desconozcan el sufrimiento, sino que han sabido superarlo”.9)9 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 95

 

Al igual que ella, son seres que han tenido que mutar para sobrevivir, personajes en constante lucha. Se identifica también con Ximena, la niña solitaria que se bañó en disolventes y se prendió fuego, con la cándida Eréndira de García Márquez que quiere deshacerse de su abuela, con Gregor Samsa, con los hippies de Coyoacán y, cuando siendo ya una joven, le dicen que no pueden operarle el ojo, con las mujeres de los cuadros de Picasso y Braque: “Asimétricas y cuya belleza es el desequilibrio”10)10 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 194.

 

Dice el narrador en la novela de Cantú: “La experiencia marca nuestra geografía íntima”. De manera que las vivencias de ambas protagonistas nos remiten a aquella frase con la que inicia Ana Karenina de León Tolstoi: “Todas las familias felices se parecen unas a otras, cada familia desdichada lo es a su manera”.

 

Desde el silencio de una alcoba y el lecho de la madre moribunda, desde el diván de una psicoanalista, desde los secretos y rencores que los cuerpos y las familias guarecen, desde la memoria que se pierde porque ya no quedan palabras, las autoras Gabriela Cantú Westendarp y Guadalupe Nettel construyen entrañables novelas donde la escritura es una acto de resistencia contra el silencio y el olvido. Los cuerpos son el territorio donde confluyen ríos subterráneos y voces que nos conforman, identidades que subsisten gracias a las palabras que habitan en nosotros.

Ponencia presentada en el Congreso Internacional UC-Mexicanistas Ni frío ni calor: Cero grados. Tiempos y climas en la Cultura Mexicana.

Mérida, Yucatán. Marzo 16, 2017 

(Visited 48 times, 1 visits today)

References   [ + ]

1. ↑ 1 Alberca, Manuel. El Pacto Ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción. Biblioteca Nueva, 2007, Madrid.
2. ↑ 2 Nettel, Guadalupe. El cuerpo en que nací. Anagrama, 20011, México. p. 17.
3. ↑ 3 Nettel, Guadalupe. El cuerpo en que nací. Anagrama, México. pp. 194-195.
4. ↑ 4 Cantú, Gabriela. Hamburgo en alguna parte. Fondo Editorial de Nuevo León/27 editores. p. 54.
5. ↑ 5 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 196
6. ↑ 6 Cantú, Gabriela. op cit. p. 11.
7. ↑ 7 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 166. 
8. ↑ 8 Cantú, Gabriela. op cit. p. 32
9. ↑ 9 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 95
10. ↑ 10 Nettel, Guadalupe. op cit. p. 194
Compartir este artículo:
FacebookTwitterGoogle+
Sobre el autor

Gabriela Riveros

POST RELACIONADOS
De públicos, consumidores y cómo sobrevivir en la esfera digital
febrero 5, 2021
Las cartas con Virginia
diciembre 19, 2020
De cómo el mundo se ha dado vuelta y yo sin darme cuenta
diciembre 19, 2020
Contracultura y cyberpunk
diciembre 19, 2020
Este parque quedó huérfano de ti
diciembre 19, 2020
Los monstruos de la navidad
diciembre 19, 2020
Leave Comentario

Cancelar respuesta

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

clear formSubmit

Buscador
Entre números
  • LEVADURA se va
    enero 11, 2021
  • ¡Se va a caer/ se va a caer/ arriba el feminismo que va a vencer/ que va a vencer!
    diciembre 30, 2020
  • Maradona, en el alma del pueblo su eterna despedida
    noviembre 25, 2020
  • El “Apruebo” chileno desde los algoritmos de las redes sociales
    octubre 26, 2020
Entrevistas
  • Entrevista a Guillermo Fadanelli
    mayo 19, 2020
  • Ópera prima de David Zonana
    mayo 19, 2020
  • Narrativargenta: Los modos de leer como posicionamientos. Que dure la desmesura
    marzo 19, 2020
ARCHIVOS LEVADURA
Comentarios recientes
  • Juan en Bojack Horseman, el histérico más amado de Netflix
  • Juan en Bojack Horseman, el histérico más amado de Netflix
  • Makawi Staines Díaz en Por una rendija de la pared de tablas
  • «El emisario: una cartografía de lectura» de Coral Aguirre, en la Revista Levadura, septiembre 2017 | Alejandro Vázquez Ortiz en El emisario o la lección de los animales de Alejandro Vázquez Ortiz. Cartografía de una lectura
  • Iscomos en El cuerpo de Santa en la novela de Gamboa

Subscríbete a nuestra lista de correo

Revista Cultural Independiente
redaccion@revistalevadura.mx
© 2017. Revista Levadura.
Todos los derechos reservados.
Quiénes somos
EDITORIAL
DIRECTORIO
COLABORACIONES
Síguenos

Find us on:

FacebookTwitterGoogle+YouTube

 Dream-Theme — truly premium WordPress themes
Footer

Levadura