Viajar, moverse, mudarse, cambiar de vida, empezar de nuevo, buscar oportunidades, encontrar nuevos panoramas, refugiarse, escapar del peligro o a veces encontrar un hogar lejos de casa; cada uno de estos términos forma algo natural en la vida del ser humano. La movilidad es parte esencial de la raza humana y ha sido el principal motor de su evolución.
No nos entenderíamos sin las primeras mujeres y hombres que cruzaron fronteras naturales y expandieron sus horizontes. Pero en la actualidad algo tan inherente al ser humano es confrontado por tendencias racistas y xenófobas que llegan a instalarse en gobiernos, o incluso se convierte en moneda de cambio del sistema capitalista donde la situación de extranjero es usada para tener mano de obra barata a costa de la dignidad y seguridad de las personas. Estamos hablando de la inmigración y de las problemáticas que enfrentan millones de seres humanos al realizar algo tan natural y humano como cambiarse de lugar para vivir. Ya sea en Europa, Oriente Medio o América, los peligros son cada vez más grandes y la mayoría de las sociedades son indiferentes a esta situación.
Revista Levadura, como órgano de crítica, difusión cultural y social, intenta exponer y dar visibilidad a éste y otros temas relacionados con el ser humano, sus derechos fundamentales y la colectividad.
Así, se busca divulgar la labor de colectivos y asociaciones dedicadas a enfrentar éstas y otras problemáticas sociales, al compartir las historias de las personas involucradas con el fin de contribuir a la reflexión, al intercambio de ideas y al diálogo para esbozar y colaborar juntos en posibles soluciones. Nuestra misión es aportar al caldo de cultivo del cual puedan nacer nuevas posibilidades, nuevos rumbos, nuevas formas de entender y reconocer el valor de los otros y otras en nuestras vidas.
A raíz de uno de los programas de análisis realizados por Levadura TV se dio el acercamiento con Casanicolás, a través de uno de los invitados al programa: el padre Luis Eduardo Villarreal, fundador del Centro de Apostolado San Nicolás Tolentino, Casanicolás, ubicado en Guadalupe, Nuevo León.
El padre Luis Eduardo fundó la casa que desde 2004 empezó a construirse y que en 2008 recibió a los primeros migrantes. La misión de Casanicolás es brindar asistencia y refugio a migrantes centroamericanos que —ante una condición vulnerable—día a día buscan un lugar seguro para continuar su viaje.
“Algunos migrantes ya llegaban a la parroquia San Francisco Xavier (ubicada a un lado del albergue), pero hubo sacerdotes que me impulsaron a construir la casa: el padre Pedro Pantoja en Saltillo, el padre Javier Saravia —jesuita— que ya murió, y un sacerdote estadounidense, John Cushbark, que fue el primero en apoyar económicamente a la construcción del albergue”, refiere el padre Luis Eduardo.
Casanicolás alberga principalmente a migrantes provenientes de algunas ciudades de Honduras, El Salvador y Guatemala que antes se dirigían a Estados Unidos y que ahora llegan “a Monterrey, a Saltillo en menor proporción, a los polos de desarrollo del noreste, y a Tijuana por la inmersión de cubanos y haitianos”, explica el sacerdote.
Con capacidad para albergar hasta 82 migrantes, el refugio les brinda techo y comida, además de actividades con apoyo de instituciones públicas, privadas, educativas y/o no gubernamentales que contribuyen al voluntariado del lugar con presencia física en cocina, lavandería, contacto familiar, derechos humanos, incidencia y bolsa de trabajo.
“En el ámbito de la salud están las brigadas de la Cruz Roja, las brigadas del Centro de Salud y los talleres de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y la Universidad de Monterrey (UDEM); por ejemplo, a veces viene la UANL y nos da una semana de la salud impartiendo diferentes temas cada día, desde salud dental y sexual hasta emocional”, refiere Nelly Morales, directora de Casanicolás. También hay presencia de psicólogos, abogados, acompañamiento pastoral con seminaristas y sacerdotes, entre otras actividades.
Casanicolás es un refugio que se mantiene por el trabajo y el apoyo de sus miembros, que no queda exento a la adversidad y que ha resistido las situaciones complejas a través del tiempo. “En mayo de 2014 hubo una caravana y tuvimos aquí hospedados a 320 migrantes, cuando en aquel entonces la capacidad del albergue era de 40, en ese momento nos vimos rebasados, estuvieron más o menos un mes con una tensión tremenda, el equipo se puso bajo mucho estrés, sin embargo, lo sacamos adelante”, recuerda el padre Luis Eduardo.
Además de la solidaridad y la descriminalización del migrante, para el sacerdote y el equipo del refugio, la satisfacción de este trabajo es la permanencia. “Que te hablen y te digan ‘ya llegué, estoy bien’, porque se mantienen algunos lazos, aunque sean esporádicos. Uno que otro te habla… o le dices ‘regálame una llamada’, como el caso de un adulto mayor, que pasaron como dos meses para que me hablara, y yo le pregunté: ‘don, ¿a esta edad todavía puede cruzar?’, y me dijo: ‘no estudié a mis hijos, voy a estudiar a mis nietos; ya dos quincenas he mandado a mi casa’, era jardinero”, menciona.
Y como éstas hay miles de historias en las cuales están plasmadas las vivencias y sensaciones de miles de seres humanos; seres humanos como nosotros mismos. La empatía es el primer paso al reconocimiento; visitar Casanicolás, ver dónde duermen, lo que comen, los espacios donde conviven y escuchar de sus propias voces lo que están pasando nos pone frente a frente para entender que las semejanzas son más que las diferencias.
Levadura recorrerá junto a ellos, a través de sus voces y recuerdos, el mismo camino, los mismos parajes, las mismas situaciones que enfrentan cada día. Éste es un viaje en forma de historias segmentadas en artículos que aparecerán cada mes; cada historia una entrega, un trayecto del camino. Este viaje será intenso, sinuoso y a ratos crudo, pero al mismo tiempo lleno de fortaleza, sacrificio y de la luz que irradiamos los seres humanos al encontrarnos con el otro que nos reconoce. ¿Lo recorremos juntos? A continuación te presentamos la primera de sus historias.