Las protestas que estamos realizando los periodistas exigiendo justicia para los colegas asesinados evidencian una triste realidad que debe ponernos a reflexionar como gremio: el divorcio de los medios con la sociedad mexicana.
Cuando en París se atentó, el pasado enero de 2015, contra la revista satírica Charlie Hebdo, la sociedad francesa tomó las calles y salió a solidarizarse con un medio con el cual muchos ni siquiera estaban de acuerdo. En toda Francia se realizaron multitudinarias manifestaciones en apoyo a la “libertad de expresión”. Tan sólo en París se calcula que más de un millón y medio de personas salieron a las calles con la consigna: “Je suis Charlie” (Yo soy Charlie).
Lo mismo ocurre en otros países cuando un periodista es asesinado.
En México, después de más de 30 colegas asesinados en la actual administración de Enrique Peña Nieto, las manifestaciones para condenar la impunidad con la que se asesina a los periodistas son protagonizadas por pequeños grupos del gremio, y uno que otro activista que se suma en lo individual.
Muchos nos preguntamos: ¿Dónde están las miles de víctimas a las que les hemos dado voz? ¿Por qué no se solidarizan las cientos de organizaciones que nos han buscado para que denunciemos las arbitrariedades que sufren?
¿Por qué la sociedad mexicana no condena masivamente y se manifiesta por un atentado que se supone afecta la libertad de expresión y por lo tanto, su derecho a estar bien informada?
¿La respuesta será que la mayoría de la sociedad no le cree ni confía en los medios?
¿Los mexicanos son conscientes de que las empresas periodísticas están al servicio del poder político, ya que viven de sus dádivas que se pagan como “publicidad oficial”?
Todos los reporteros que hemos cubierto marchas, protestas, manifestaciones, hemos sufrido la consigna que repetidamente nos lanzan: ¡Prensa vendida! Al parecer, no es otra consigna hueca.
Los mecanismos oficiales de protección a periodistas no han funcionado. Y la realidad es que ante la violencia en nuestra contra estamos solos.
Lo que debemos respondernos es por qué, si se supone que servimos a la sociedad y los crímenes contra periodistas son un atentado a la “Libertad de expresión”.