El movimiento que igual asciende o desciende por un espiral es una buena imagen para acercarse al ritmo de la poesía de Andrea Cabel, una poeta peruana que nació en 1982 y que con su primer libro, Las falsas actitudes del agua, irrumpió en 2006 en el panorama de la poesía latinoamericana consiguiendo rápidamente reeditar algunos de sus libros. “Un espiral amaneciendo en la bruma” emerge de un poema de Cabel y me sirve como motivo para señalar esos signos que ella traza y con los que va dejando marcas en el texto; signos de un imaginario poético que dan pista de sus movimientos, porque la poesía de Andrea es ante todo inquieta, móvil, mutante y huidiza. En esa lógica, la muestra que viene a continuación sería una breve parada en la cual observar tales mutaciones con la gracia del poema.
Hay un aspecto que llama la atención en el trabajo de esta poeta: una libertad formal, de tal modo que las estructuras en su poesía parecen inestables, y al mismo tiempo necesarias. El gran poeta Raúl Zurita ha dicho en el prólogo de la edición mexicana de Las falsas actitudes del agua (Cuadrivio, 2014): “Andrea Cabel viene a confirmar, y de manera sobresaliente, el hecho de que la poesía en nuestros países, pobres, marginados, arrasados de injusticias, continúa siento un arte profundamente vivo y la vanguardia de todas las escrituras”. La libertad formal de los poemas, sus signos de puntuación, su forma en prosa en ocasiones combinada con el verso, y el ritmo vertiginoso y decidido ―que podrá notarse en el audio de la lectura que la misma Andrea Cabel ha hecho para Levadura―, todo ello embona en una poesía en la que los seres, la familia, los objetos y las emociones se nos presentan cambiantes, vivos o agonizantes, con los cuerpos, los latidos expuestos.
La mayoría de los poemas seleccionados aquí provienen de A dónde volver, cuyo subtítulo es Poemas “reunidos”, un libro que publicó la editorial Paroxismo (México-Pittsburgh) en 2016; las comillas de la palabra “reunidos” no son casuales: tienen la intención de señalar que no sólo se trató de reunir los poemas, sino que hubo una curaduría un tanto particular. Andrea y sus editores arman un volumen donde ella toma de sus otras obras, incluye poemas inéditos y otros publicados sólo de manera aislada. Pero no reúne todo el material simplemente; por ejemplo, en el caso de los poemas tomados de Las falsas actitudes del agua, hace su propia selección y ejerce un reordenamiento para convertir el volumen final en una lectura distinta, aun conteniendo material conocido. Ahí es donde Andrea Cabel aparece una vez más con una poesía mutante, siempre yendo hacia algún otro lugar, incluso con lo ya publicado.
La muestra a continuación abre con un poema que la autora dejó fuera en la antología A dónde volver; es un poema sin título y es el último de la edición mexicana de Las falsas actitudes del agua. Al incluirlo de nuevo aquí, lanzamos un pequeño guiño y convocamos al lector a esta reunión.
Carolina Olguín
*
Todas las mujeres han sido tú, una explosión de gritos. una edad de blanco estática que se destroza en cada norte de incestuoso silencio. todas las mujeres son lo mismo. la máscara del cielo como estrellas pintándose la boca. crepúsculos de rascacielo en pleno centro, un laberinto frío y de ángulos atravesados por fatiga y vientre. círculos tras las manos como último día y pálpito que se estremece. techo sembrado de lluvia con raíces gigantes, y sondas verdes sujetando la bomba que naufraga inmóvil.
(De Las falsas actitudes del agua)
[Ángela]
La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia.
R. Juarroz
mi sangre,
de ojos grandes
de mirada hacia el cielo.
mi sangre,
de ojos
alta fugaz marea
vértigo en las sumas
santa materia dolida
angustiado verbo
golpe de vértice opaco,
hermana,
breve cavidad de grito
nueve meses rompiendo tejidos
tan triste
furiosa,
cayendo
con la sonrisa oscura
con los ojos idos
con el cielo empinando despedidas,
hermana
hermana
[En breve cárcel]
Muera lo que deba morir; lo que me callo.
Antonio Gamoneda
Invades el camino,
De punta a punta,
Como una rueda
Y tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre el lomo de un erizo,
Con la mirada en la puerta,
Con tus carencias latiéndote en los ojos
Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio
Y mi necesidad de salir del borde del suelo
Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro
Esta voluntad donde pende una línea
Como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.
Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas de frutas secas
dulces como el rostro de una anciana
dulces como la mordida de una tormenta
el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame, llena de puertas cerradas
cubierta de una infancia mal curada
mírame frágil
sabiendo de mi tiempo como una habitación rota
como un colchón sumiso al tiempo
a un cuerpo solitario
nadando entre rabia
y pudor
nadando
austero
inválido.
El corazón más plano de la tierra,
el corazón más seco,
me mostró su ternura.
y yo tuve vergüenza de la mía.
R. Juarroz
Palpito tal vez en un cadáver. Me trago la verdad y soy apenas un sonido, me dijiste un día cuando mi rostro era una espina.
Entonces ampliaste tus brazos hacia el vacío,
y lanzaste tu cuerpo.
Tu caída larga como una habitación abandonada.
La velocidad cayendo contra la tristeza y la memoria,
perdiste tu nombre entonces,
y fuiste un puñado de cabellos, unas uñas, un aullido.
Entonces te miro: Papá tiene el rostro de un animal herido, tiene la boca cosida y una sonrisa clavada en puntos largos y constelaciones caudalosas.
Papá contiene en sus manos la madera que enmarca al mundo,
la que transforma en escalera de ébano, redonda y perfecta como un poema.
Sus recuerdos tienen la forma de tortugas y peces, de ríos y mujeres que nacen rodeados de muros, y mueren despacio,
como mis nervios mojados.
Y otra vez el silencio estalla, y lo nombro tiempo de pupilas abiertas, respiración de un ojo con lágrimas, caída libre de una pluma hacia la eternidad brillante. Tiempo, tiempo frente a la dureza de una vértebra blanca como el papel que se rellena frente a la muerte; tiempo, frente a un espiral amaneciendo en la bruma. Ya no son los rostros compuestos de fibra y lenguaje.
Es la miel o la oscuridad,
el hombre rebotando contra los puntos
cardinales de su vida
y soledad.
Lyrica 500 mg.
Era un día de tantas lyricas,
uno con luces en el cielo y sonidos comiéndose al mar
Yo hubiera querido ser una ventana
o una letra escribiendo tu nombre en cualquier pared.
Hubiera querido ser tantas cosas,
Y solo fui esta palidez inexplicable
Este supuesto vientre sosteniendo el tendón de tu dedo meñique
Esta supuesta llamada a media noche esperando tus dientes callados.
Mientras no estás, las casas en Craig se llenan de copos morados de papel,
Copos que miran tus botas rojas
Tus botas rotas pisando el frío
pisando el día que amanece al otro año
con velas y maullidos dispersos, con papeles impresos que dicen cualquier cosa.
-Tu boca y tu nariz: espacios intersectándose imprecisamente-
Quería darte la sombra de este objeto
La boca de este ojo que estalla,
el cielo de este animal que te ha buscado
que se ha peinado con saliva
y que soñando con algún silbido
ha cruzado esa pista gigante, sin luz, esta pista que lleva al fin del mundo,
por donde las setentayunos as y ces, desprenden su pulpa para quemar un sueño.
Howard in Waterworks
La piel del departamento se deshoja
Cae como juguetes sobre las manos de alguien que no sabe jugar.
El terreno se desliza, se apoya en el aire,
Y me enciendo y me apago, como una bomba o un sueño
Seis bolsas de ropa, cables, plásticos para las ventanas, seis bolsas con cosas nuestras que no cambian como cambiamos nosotras
Entre la lluvia y la muerte he vendido nuestras cosas,
vendí por ejemplo, nuestras conexiones a distancia,
y nuestros platos. Vendí también mi escritorio, donde me sentaba a dibujar el azar, vendí el sofá que no conociste y el aire de la enredadera que sembré en mi cabeza.
Conservo zapatillas que nunca has visto, capaces de correr hasta donde tu nombre no existe, conservo poesía vertical, horizontal, poesía que se adapta al movimiento del agua en la pileta del punto
del punto aquel que intersecta nuestros tres ríos.
He subido en el rojo setentaycinco para buscar peces y monedas. He subido para vender y comprar todas las cosas que eran nuestras y ahora son de nadie. He subido, y no has estado en ninguna parada, te he buscado en otros idiomas y he arañado la fuente, el agua, he visto cómo un oso proyecta la sombra del día en una metáfora mal escrita. Y he olvidado todas tus frases, toda tu luz encendida cuando abres el cielo frente a Waterworks.
He olvidado la forma aérea de tu cuerpo cuando me abandonas,
Y comienzo a morder la distancia de esta palabra suspendida
y el futuro de mis ojos que se cierran.
A Três da Madrugada on Andy’s Warhol bridge
Hoy copié tres libros enteros.
Tres libros del ancho de un arroz e intensos como tu recuerdo.
Los copié esperando la eternidad: tu cuerpo en el sillón verde,
tus pies vestidos de colores,
o tus manos comiendo galletas,
Copié sin parar y no apareciste en ningún lugar, ni aun tu sonrisa apareció
Ni aun tu cuerpo cuando contenías al mundo
Y me contradecías y me derrumbabas en esa página o en la otra.
He copiado más, unas tras otras, más páginas, imitándote en el mismo lugar,
Y he intentado cantar en otro idioma sobre el puente que nos llevaba a la casa del león
A la casa altísima de las nubes metálicas
¿Recuerdas las nubes que flotaban alargadas sobre la fuente?
¿Recuerdas el arco iris entre los chispazos de agua del Punto?
Te he buscado en la casa de Andy, donde el pensamiento parece música
Donde hay todavía imágenes nuestras grabadas en una que otra cámara
He ido a recoger una visión que me encienda,
y he dejado el silencio amontonado en el suelo
Borrando el camino de regreso
Borrando el principio y el final,
Borrándolo todo para quedarme ahí, en la sala de las nubes, acorralada por el león,
Mirando las fotos de los gatos dibujados que le hubieran gustado a Gracia, mirando cómo estiras tus piernas en el extenso sofá púrpura mientras muerdes un pan con queso.
Todo el día de hoy es madrugada: mi sangre, el tiempo, la forma como pesa tu ausencia,
mi boca desollada interrumpiendo el poema que escribo.
Todo el día de hoy es madrugada y mientras logre ver reflejos en el río, mientras logre recoger este aprendizaje, podré vaciar este cuerpo que me ocupa.