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Una feria del libro para un público diverso

noviembre 20, 2017Deja un comentarioArtículosBy Frank Blanco Wong

Este año, como ha sido la tónica en las últimas ediciones, la Feria Internacional del Libro Monterrey cerró con una cifra récord. De acuerdo con los organizadores del evento, el número total de asistentes superó los 212 mil. Y aunque los números parecieran alentadores per se, para algunos la oferta literaria, a pesar de contar con alrededor de 650 sellos editoriales, no estuvo a la altura. 

 

Sin duda, resultaría difícil hacer una radiografía de la Feria del Libro y su sentido en una ciudad tan heterogénea como Monterrey. Durante los días que se mantuvo el evento se llevaron a cabo dentro del mismo parque Fundidora distintos festivales de música, de cerveza, de gastronomía, así como una feria de juegos mecánicos de Monterrey y cada uno contó con una cantidad relevante de asistentes, lo que deja claro la diversidad de públicos interesados en eventos en nuestra ciudad.  

 

Entonces, ¿cuál es el propósito de una feria del libro? La respuesta dependerá de a quién se le pregunte. Sin duda, para un lector común, la feria representa la oportunidad de encontrar títulos a precios más accesibles o, en otros casos, representa la posibilidad de encontrarse con su autor favorito y llevarse su autógrafo o una foto con él, ir a algún taller o simplemente llevarse un recuerdo. 

 

Para las editoriales, por otro lado, la Feria del Libro representa la oportunidad de dar a conocer su material a ese público heterogéneo que ya he mencionado y que, al menos durante nueve días, se encontrará aglomerado bajo un mismo techo. 

 

A su vez, para los lectores más aguerridos, aquellos que buscan llevarse una rareza —generalmente algún libro que no se encuentra en las librerías locales— la Feria siempre dejará esa sensación de ir a menos o de no estar a la altura de la ciudad y sus quejas, como casi todas las quejas, encontrarán un eco en Facebook: “cada vez hay menos libros”, “cada vez son menos las editoriales que participan”, entre otras. Esta percepción es, en mi opinión, sólo una percepción. La oferta de las editoriales estuvo lejos de ser magra. Aunque algo de razón hay en aquello de “cantidad no es igual a calidad”; sin embargo, creo que la Feria del Libro sigue teniendo un atractivo muy sólido para los visitantes, en particular para aquellos que se inician en el mundo de las letras y están en un proceso de ir construyendo su biblioteca. Al menos esa es la constante que percibo entre muchos de mis alumnos de preparatoria quienes no sólo quieren leer los libros en físico, sino que, como muchos de nosotros, buscan atesorarlos como medallas de una batalla ganada, aunque sólo sea contra el tiempo. 

 

Pero, sobre todo, creo que la Feria del Libro es importante para los expositores locales. Es notable el incremento que han tenido en los espacios destinados a ellos en la Feria en las ediciones más recientes. Y si ya he mencionado las oportunidades que representa la Feria para alcanzar un público mucho más amplio en el caso de las grandes editoriales, en el caso de las independientes, esta posibilidad alcanza dimensiones insospechadas con relación al público que normalmente voltea a verlas. Creo que para ellas ésta es la mayor relevancia, ya que estar en la Feria del Libro les permite tener acceso a un público al que de otra forma no podrían llegar, porque, seamos sinceros, aunque muchas de ellas se pueden encontrar en las librerías locales, la difusión que éstas le dan a sus títulos es mínima en el mejor de los casos y nula en la mayoría. Así que ésta es una oportunidad inmejorable. 

 

Con relación a esto, mientras atendía el stand de editorial An.alfa.beta, escuché a alguien decir que la oferta literaria de la Feria no difería mucho de lo que podía encontrarse en las librerías de la ciudad. Sin embargo, creo que el público que puede encontrarse en las ferias difiere sustancialmente del público que suele asistir a las librerías. Y creo que ése es el mayor atractivo de la Feria. Estar ahí, como editorial, nos permite no sólo dar a conocer nuestro sello sino entablar un diálogo —y algunas veces incluso una discusión— con los mismos lectores y sobre todo con aquellos que lo son en potencia y, en especial —aunque suene pretencioso—, crear lectores. Y creo que en la medida que éstos vayan redefiniendo sus gustos y ampliando sus horizontes, la oferta de la Feria del Libro irá creciendo, tanto en cantidad como en calidad. 

 

  *Imagen de portada e interior: pexels.com 

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