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La única certeza que poseo es la del amanecer:
sé de mis pasos
por el tiempo, ningún pecado
es el origen del aire.
Sólo he de pedir silencio
para no herirme.
El resonar de mis pisadas
pronto se escuchará por otro sendero.
La afonía nos gobierna,
verdadera
cual primera luz de la mañana.
No estoy solo,
abro mis manos,
la fe de mi verdad
es lo que me sostiene.
*
Después de la tormenta desaparecieron diez voces.
La estación era de flores y lluvia a cántaros, el sol era un línea de luz en el horizonte, ahí extendía mis plegarias.
Tengo la benevolencia del universo, es mi primer pecado. De todas las ramas he sido la más noble, nada logró separarme del gran árbol.
Soy el hombre de todas las estirpes, anido el tiempo que aún no transcurre. Me llamaron Job y al final fui el nombre de todos los hombres.
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El cielo tenía la fragilidad de un pájaro: a cada puesta de sol, se inclinan nuestras plegarias, cada pan lo invita a nuestra mesa. Nuestro padre dice que poseemos su gracia, pero en nuestras manos sólo se observa el transcurrir del tiempo. El cielo tiene la fragilidad de un pájaro y nada podemos hacer para predecir su vuelo.
*
Abro los ojos, observo
el lugar, puertas que conducen
al abismo, ruinas que indican
el comienzo, dados suspendidos en el aire.
Todo esto soy: este lugar
tiene el alboroto de mi sangre,
metros abajo la lluvia me lleva por las laderas.
*Imagen interior y de portada: pixabay.com