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Misteriosamente, seguimos leyendo sin disponer de una definición satisfactoria de qué es lo que hacemos.
… un texto debe tentar continuamente al lector con la posibilidad de nuevas revelaciones.
(Alberto Manguel)
El pasado 24 de noviembre del 2017, en la Capilla Alfonsina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, se entregó el Premio Internacional Alfonso Reyes al escritor argentino Alberto Manguel, quien en sus tiempos de juventud fuere lector de Borges.
Asistí con el gusto de haber conocido antes algo de su obra, y de reconocerme en aquello de privilegiar la lectura como una parte esencial de nuestras vidas, o más aún, como algo inherente a lo que somos.
Comparto ahora algunos apuntes de mis primeros encuentros con este escritor ahora justamente premiado:
Una historia de la lectura es el libro de todo lo que puede ser y suceder entre un libro y un lector.
El libro como objeto, como espejo donde se asoma un lector, como el modus vivendi de un intelectual, pero también de los devotos, los eruditos, los amantes de bibliotecas y los ladrones de bibliotecas, los locos que no pueden concebir su existencia sino leyendo.
Todo aquel que haya abierto un libro con asombro y ansiedad, será un invitado a esta obra (de vida) donde Alberto Manguel es igual el personaje principal, el ensayista minucioso, el investigador infatigable, el cuentista lúdico.
Me queda claro que hay lectores de nacimiento, por así decirlo.
Otros accedemos a esos privilegios sólo a través de la naturalización en las aulas o la suerte de coincidir con grandes maestros y amigos.
El lector naturalizado tiene (tenemos) la capacidad de conectarnos y desconectarnos del mundo. El lector de nacimiento simplemente desaparece en el acto mismo de su lectura.
En lo personal, se supone que como escritor debería tener igual estos privilegios, y no es así, soy un incansable lector naturalizado, estoy orgulloso de eso, acepto mis limitaciones y me entiendo con ellas.
Aprendí pronto que la lectura –dice Manguel es acumulativa y que avanza por progresión geométrica; cada lectura nueva se construye sobre lo que el lector ha leído antes.
Ahora estoy empezando a hojear un libro que circuló en el evento, imposible hacer una reseña formal en tan pocos días, pero sí destacar la pasión ensayística y crítica del homenajeado.
En cómo Pinocho aprendió a leer queda claro que la lectura se enseña (o debe enseñarse) más allá de lo propiamente académico y de los protocolos formativos. La lectura no como una tarea que nos permite entender lo que dice un libro, un periódico, una revista.
La lectura como experiencia de vida y fuente enriquecedora de la imaginación.
En otro apartado de este libro, la genialidad de Alberto Manguel “juega” con el concepto del lector ideal. Dejo algunas citas al respecto:
El lector ideal no reconstruye una historia: la recrea.
El lector ideal sabe lo que el escritor apenas intuye.
Un lector ideal no lee para buscar respuestas, sino para encontrar preguntas.
El lector ideal conoce la infelicidad.
Escribir en los márgenes es señal de un lector ideal.
El lector ideal no se preocupa por los géneros.
Los lectores ideales muy pocas veces son sentimentales.
El lector ideal es caprichoso sin sentirse culpable.
El lector ideal hace proselitismo.
Un escritor nunca es su propio lector ideal.
La literatura no depende de lectores ideales, sino sólo de lectores suficientemente buenos.
Una historia de la lectura de Alberto Manguel. ALMADÍA 2013.
Cómo Pinocho aprendió a leer de Alberto Manguel. SIGLO XXI editores / UANL 2017
*Imagen destacada: pixabay.com